El futuro era algo relativo, y Kleid lo sabía. Mientras andaba con paso ligero entre los enormes edificios de la ciudad, iba pensando en ello. ¿Cuántos humanos le habrían pedido clemencia de haber sabido lo que les iba a suceder? Seguramente, todos.
Habrían rogado que no les robase su Futuro, que lo dejase intacto, que les permitiera vivirlo. ¿Y qué habrían hecho si Kleid hubiera sido lo suficientemente benévolo y estúpido como para darles esa satisfacción?
Pues desperdiciarlo, como siempre.
Habrían jurado tener más cuidado en adelante, por supuesto, pero no habrían tardado en romper su palabra.
Así eran los humanos: predecibles y mentirosos. Muy mentirosos.
El joven miró su reloj y apretó el paso. Se hacía tarde. En escasos minutos una adolescente de catorce años cambiaría y Kleid debía estar allí para presenciarlo y llevar a cabo su cometido.
Kleid no era un joven corriente. Bajo su aspecto de chico atlético de diecisiete años con el pelo oscuro y los ojos azules, casi blancos, se ocultaba en realidad la identidad de un protovidente o protovid. Mitad humano, mitad androide, había sido semicreado para detectar los Cambios de las personas y poder robar así sus Esencias; el Alma de sus Futuros.
Le resultaba curioso con qué facilidad y libertad una persona podía decirle a otra lo buen artista que sería de mayor, o lo bien que se le darían las ciencias, o lo lejos que llegaría en el campo de la mecánica. Cómo podían, con esas simples palabras, modificar la Esencia del otro sin que ninguno de los dos lo percibiese. Cómo, con un poco de insistencia, cualquier humano cambiaba la suya en un abrir y cerrar de ojos. Había quienes se mantenían firmes, claro, quienes tenían Esencias tan arraigadas que sería imposible disuadirles para que cambiasen. Pero, en general, los humanos eran tan volubles como una nube de verano y hacían cualquier cosa por contentar a otros.
Cualquiera podía haber soñado desde pequeño con ser el mejor bombero del mundo, con salvar vidas, con rescatar a personas... lo que fuese, daba lo mismo; en cuanto la persona adecuada le dijese que su futuro estaba en cuidar niños, se lo empezaría a plantear y terminaría por convencerse de que aquélla, y no la de ser bombero, era su verdadera vocación. Así de fácil, así de sencillo.
Pero no sólo en el ámbito laboral se producían aquellas alteraciones de la Esencia, como Kleid bien sabía. También sucedía en relación con los estados de ánimo, en la forma de enfrentarse a los acontecimientos, en la ilusión o la desgana con la que las personas podían vivir sus vidas... A veces no necesitaban que nadie les dijese nada para que cambiasen su propia Esencia. Soplar las velas de cumpleaños y pedir un deseo, proponerse un nuevo reto para el nuevo año, dar el primer beso o descubrir que iban a ser padres eran algunas de las infinitas situaciones que podían ser propicias para el Cambio.
Por eso Kleid iba en busca de Sarah Gianni. Una joven de catorce años morena y de pelo castaño. Deportista. Alegre. Un tanto descarada y muy soñadora.
Su objetivo en la misión de aquella noche.
La Pitonisa, el ordenador central que registraba dónde, cuándo y a quién afectarían los Cambios, le había dado las coordenadas exactas y la hora oportuna en las que Kleid tenía que estar dispuesto para efectuar el robo.
No le daban más información; tampoco la necesitaba. Lo que después se hiciese con los Futuros, o los motivos por los que debía extirparlos, no eran de su incumbencia, aunque no por eso dejaba de sentir curiosidad.
El muchacho volvió a mirar su reloj. Contaba con diez minutos para llegar al parque Conrad. Echó a correr calle abajo hasta desembocar en la zona residencial de la ciudad; el lugar le resultaba más que conocido. La mayoría de sus misiones se desarrollaban allí. A fin de cuentas, ¿quiénes iban a tener Futuros más prometedores que los ricos?
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Ladrones de almas
Teen FictionEl mundo tal y como lo conocemos ya no existe. Una temible Plaga ha dejado en coma a numerosos adolescentes y la empresa Tempus Fugit se alza como la gran salvadora gracias a sus cabinas de teleporte. En esta situación las vidas de cuatro jóvenes se...