Zoe y Harry había festejado prácticamente toda la tarde hasta entrada la noche. En determinado momento, Zoe le dijo a Harry que tendría que ir a su casa para cambiarse de ropa y así poder ir con los demás a la bahía de Santa Mónica. Harry, al principio se negó a dejarla ir sola pero al final accedió y ella se fue. Como a la hora Harry recibió un mensaje de Zoe diciéndole que fuera urgentemente a su casa. Él sin pensarlo dejo todo lo que estaba haciendo, se subió a su auto y condujo rápidamente a la casa de su novia. Ni bien entro a la casa se apresuro a subir al cuarto de Zoe dónde una vez allí dentro la encontró en un rincón llorando. Ella ni bien lo vio entrar por la puerta corrió a sus brazos.
Harry: ¿Amor? -dijo preocupado-. Amor, ¿Qué tienes?
Zoe lo único que hacía era llorar, porque eso era lo único que podía hacer.
Zoe: ¡La odio! ¿Entiendes? ¡La odio! -dijo entre lágrimas.
Harry: ¿Quién?
Zoe: ¡A Jane! ¡Odio a esa maldita perra!
Harry: ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué fue lo que te hizo?
Zoe: -se aparto un poco de Harry. Su maquillaje se había corrido un poco, producto de las lágrimas-. Ella vino aquí y me amenazó. Me dijo que sería mejor que me alejara de ti para
siempre sino quería resultar herida.Harry: ¡¿Qué?! -no podía creerlo.
Zoe: ¡Esta enferma! Dios, agradezco que ya no seas su amiga. Si supieras las cosas que me dijo, yo... -comenzó a llorar nuevamente.
Harry la abrazo, colocando su cabeza en su pecho, como si estuviese protegiéndola. Sentía un dolor en el pecho, uno bien agudo. Odiaba ver a Zoe en aquel estado, no le gustaba para nada. Lo único que deseaba hacer era encontrar la forma de hacerla feliz.
Harry: ¿Qué fue lo que te dijo?
Zoe: Eso es lo de menos -se separo de Harry-. Mira lo que hizo -corrió al rincón en dónde había estado y tomo lo que parecía ser una especie de tela color verde seco.
Harry abrió los ojos de par en par, no podía creer lo que estaba viendo. El bello vestido sirena de la madre de Zoe estaba completamente arruinado. Parecía como si alguien hubiese tomado unas tijeras y lo hubiese cortado y rasguñado.
Zoe: Mira lo que le hizo al vestido de mi madre -dijo con la voz quebrada-. Ahora mi sueño de pequeña esta arruinado. Ya no podré utilizarlo como había soñado.
Harry: No -estaba completamente shockeado pero aun así la sangre le hervía de rabia-. No, ¡No! -se acerco a Zoe y coloco sus manos en su rostro húmedo-. Yo me encargaré, me encargaré de que ya no nos moleste. Pagará haberte hecho lo que te hizo.
Zoe asintió con la cabeza y observo como Harry abandonaba la habitación, con bastante rabia. Se subió a su auto y arranco. Zoe se seco sus lágrimas, no podía creer que su plan había funcionado a la perfección.
Jane estaba en su habitación. Era relativamente temprano si te pones a pensar que volviste de una celebración a las 8 de la noche y a las 9 te pones a estudiar. Le faltaba solo un examen para dar y sabía que lo aprobaría y así podría graduarse sin ningún problema. Mañana Louis y ella irían al colegio para mirar los resultados de uno de sus exámenes, el cual sabía que le había ido bien porque le había dedicado tiempo y esfuerzo. A eso de la tarde ella y Louis volverían a su casa y estudiarían para el examen final.
Jane estaba concentrada en sus notas cuando de pronto escucho el timbre sonar. Sus padres no estaban, habían ido al cine y luego irían a cenar por lo que no volverían temprano. Bajo las escaleras y el insaciable timbre y golpeteo en la puerta le ponía los pelos de punta. ¿Acaso era una emergencia? Jane abrió la puerta y se encontró frente a frente con Harry. Ella se sorprendió al verlo allí afuera pero lo que más le sorprendió fue su rostro de enojo y furia.
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