CAPITULO 3

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Dos años antes...

Con mucho cuidado levanto la caja que contiene las copas de cristal que me regalo mi mamá, esas copas que solamente fueron utilizadas en una ocasión, las copas que inmortalizaron el momento mas feliz de mis padres, el día de su boda.

Subo las escaleras del edificio en el cual se encuentra mi nuevo departamento. Sus paredes grises y desgastadas y su techado lleno de polvo dan miedo, aunque es lo mas barato que pude encontrar por lo que no me tengo que quejar.

Acabo de mudarme hace unos días a la ciudad con la esperanza de terminar mis estudios y conseguir un buen empleo, aunque primero comenzare desde abajo y eso es buscar un trabajo para pagar la escuela y los gastos del hogar.

Camino por el pasillo que me lleva a la puerta de madera de mi departamento. Al quedar frente a ella bajo con mucho cuidado la caja con las copas y la deposito en el piso mientras busco la llave en los bolsillos traseros de mis vaqueros negros. No me arriesgare a poner en peligro mis copas cristalinas mucho menos perder ese gran recuerdo.

Cuando decidí mudarme mis padres estuvieron de acuerdo con que me las trajera para cuidarlas y hacer buen uso de ellas, aunque yo no lo quise asi, esas copas son muy valiosas, tienen un gran significado para mi y mi familia y por nada del mundo las dejare a la vista de los demás, por eso he decido guardarlas bajo llave.

Cuando entro al departamento dejo la caja encima de la única mesa que se encuentra en la que supuestamente es la sala. Un solo sillón, la mesita cuadrada de madera, una pequeña ventana con vista a la ciudad, o parte de ella, y el librero que se encuentra en una esquina del cuarto forman mi sala. Lo único que hace falta para complementarla son unos cuadros o pinturas, un sillón mas, una televisión y color en las paredes por que al igual que las del edificio son grises. Ese color hace que me sienta triste y deprimida cosa que jamás me ha pasado y espero que nunca me pase.

Me dirijo a mi recamara para acomodar las pocas cosas que hacen falta de la mudanza, pero antes de abrir la puerta mi celular suena.

Deben de ser mis padres o Fred, mi mejor amigo y gran hermano de la infancia. Ahora que estoy muy lejos de él lo que extraño mucho.

No tengo ni idea de donde deje el maldito celular asi que sigo el tono para guiarme de él. Me acerco a la caja de las copas y el sonido es un poco mas claro cada vez que me acerco. Abro la caja y lo busco con mucho cuidado sin rayar mis preciadas copas. Inmediatamente después de que lo encuentro contesto.

- ¿Hola? – al escuchar la música de fondo se mas o menos de quien se trata.

- ¿Hablo con la persona que se fue y no se despidió de mi? – Fred contesta con fingida voz herida.

- Lo siento mucho, sabes cuanto te quiero y que jamás me olvidaría de ti, pero no podía esperarte, además tu me has hecho eso como unas mil veces y yo jamás te he reclamado – le digo devolviéndole el mismo tono de voz – eres un mal amigo.

- Error soy todo lo contrario, no hasta te habías enamorado de mi y te ponías celosa porque mis amigas se me acercaban.

- Estúpido, sabes perfectamente que esas "AMIGAS" de las que tú me hablas son unas zorras. - dije frunciendo las cejas y un poco enfadada.

- Pero te ponías celosa. ¿O me lo vas a negar?

- Por supuesto que no, además tengo todo el derecho de estar celosa, soy tu hermana y debes de respetarme y obedecerme asi que dile a la mas zorra del pueblo Melani que ni se le ocurra acercarse a ti.

- Jajá Jajá tranquila Zunne, eres mi pequeña hermana y sabes que mientras tu estés lejos yo aprovechare para salir con la chica más linda de esta existencia y esa es Melani. – se carcajea tan fuerte que me rompe los tímpanos.

Irresistible AromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora