¡Hola!
La nota de hoy va a ser diferente porque te voy a confesar una cosa y espero que no te lo tomes a broma. A juego.
Me ha costado mucho tiempo asimilar esto, darme cuenta de muchas cosas, de lo que pienso sobre ti, sobre nosotros, sobre las notas, de lo que siento.
Quizás creas que esto es algo pasajero, que solo eres un capricho o algo así, pero te voy a decir unas cosas que hasta ahora no me he atrevido, por eso esta nota no es un post-it si no una hoja normal, solo que doblada.
Anoche estaba acostada en mi nueva cama, en mi nuevo apartamento (¡yay!), pero como estaba en silencio y soledad solo pude pensar en ti.
Pensé en si parar estas cosas de escribirte las notas, -ya te he dicho que lo he pensado varias veces-, pero me di cuenta de que no podría hacerlo.
No podría parar aunque quisiera porque no podría imaginar llegar a la cafetería, esperar a que llegaras y que no buscaras mi nota antes de sentarte, como hacías antes de que empezara todo esto.
No podría imaginar cómo sería no ver tu sonrisa por las mañanas al leer una de ellas, tu risa a carcajadas cuando te cuento algo o tu ceño fruncido y tu cabeza ladeada concentrado en ellas.
La manera que tienes de distraerte cuando Ian te cuenta algo que no te interesa, la forma de buscarme con la mirada, intentando ser sutil, pero déjame decirte que no lo eres.
La forma tan sexy que tienes de pasar el dedo índice por tu labio inferior y dejarme pensando en cómo sería si ese dedo fuera sustituido por mis labios.
Tus ojos entrecerrados cuando estás atento y concentrado hablando de trabajo con Ian.
Sí, he pasado varias veces por tu lado, pero no lo sabes. Ni te has dado cuenta hasta ahora que te lo estoy diciendo y déjame decirte que tu perfume me deja en el aire todo el día.
La manera que tienes de preocuparte por mí aún sin saber quién soy, preguntándole a tu amigo cosas para averiguar de mi persona.
No sabes cómo me veo, no sabes mi pasado ni siquiera mi presente, qué hago, qué dejo de hacer, a qué me dedico, porqué estoy en la cafetería todas las mañanas y siempre te veo pero tú a mí no.
He hecho cosas de las que me avergüenzo o de las que no estoy orgullosa, pero supongo que todos hemos hecho algo así, y déjame decirte que empezar con estas notas, no ha sido una de ella.
No, no lo ha sido.
Unas cuantas veces he podido decirte que iba a parar todo esto solo porque estaba confusa, ¿sabes? Estaba confusa y confundida porque esto no me había pasado antes.
No voy a decirte que no he tenido novio porque sería mentir. Sí, he tenido novio. Dos exactamente, pero no salieron bien, como ves, sobretodo el segundo.
Pensé que todo esto del amor se había acabado para mí, aunque era muy joven porque solo tenía 19 cuando el segundo me rompió y pisoteó el corazón.
Pero entonces llegaste tú aquel día, en el que te veo de lejos sentado en esa silla en la que, probablemente, estás ahora leyendo esto, esperando por tu amigo.
Tu sonrisa, tus ojos -que para ti son marrones, comunes, pero para mí son especiales, diferentes, bonitos-, tu risa cuando echas la cabeza hacia atrás, como un niño pequeño.
Solo eso hizo que algo hiciera crack dentro de mí y le pusiera una tirita a la brecha que tenía mi corazón a medio reparar. A medio reparar porque el tiempo se encargó de eso, pero tú lo has terminado de sanar.
Te juró que la primera vez que te vi, la taza que llevaba casi se me cae y uno de mis hermanos, que estaba conmigo en ese momento, solo pudo reírse.
Desde entonces te observaba de lejos, viendo que siempre estabas en el mismo sitio a la misma hora con el mismo amigo hasta que aquel hermano me incitó a comenzar con esto.
Si no te ha quedado claro lo que quería decirte, aquí va de forma más directa: te quiero.
Att: una chica enamorada.
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Su hombre.
Short StoryUn hombre formal, trajeado, oficinista que siempre va a la misma cafetería a la misma hora con el mismo amigo. Una chica tímida, tatuada, peliazul, siempre ve al mismo hombre en la misma cafetería, misma mesa, misma hora, mismo café, misma compañía...