Fire on Ice

Capítulo 3- Pasado

Luego de poner a esos dos en su lugar junto a sus compañeros, decidió que por el día de hoy no volvería a salón ya que su humor no era el mejor, luego se preocuparía por saber lo que vieron en las siguientes clases pero por el momento se quedaría en ese lugar, la azotea. Ese lugar le trajo paz y tranquilidad ya que al parecer no era muy concurrida así que aprovecharía a quedarse allí hasta que las jornadas terminaran así podría marcharse de una vez por todas.

Recargado contra una de las paredes del lugar se puso a contemplar el cielo el cual contaba con unas pocas nubes, sin dudas era un lindo día, aunque él no pudiera apreciarlo del todo debido a que continuaba dándole vueltas lo que recién había ocurrido en el salón de clases.

Sin darse cuenta comenzó a reflexionar sobre muchas cosas, una de ellas uno de los motivos por el cual él era así, lleno de desconfianza y odio hacia los demás; pero sobre todo miedo, ya había pasado por muchas cosas difíciles a su corta edad, a sus 24 años ya había experimentado el dolor que el abandono y la traición traía con ellos, no necesitaba volver a pasar por eso nuevamente ni quería que volviera a pasar.

Inevitablemente ante sus pensamientos, los recuerdos comenzaron a asaltar su mente, llevándolo a la etapa donde él sólo era un adolecente de 13 años, en esa época recordaba que era un joven alegre, entusiasta, con mucha energía y muchos sueños; era un amante de la vida incluso cuando su familia contaba con los recursos necesarios para vivir aunque a él eso no le molestaba a pesar que su posición económica no le permitía realizar muchas de las actividades que sus compañeros hacían ni mucho menos tenía amigos ya que nadie lo invitaba debido a que él no podía costear las salidas a las que el resto estaba acostumbrado, a pesar de todo eso en su joven corazón no había odio ni rencor contra las personas de su alrededor, ellos no tenían la culpa de sus situación.

Siempre pensó que en algún momento la vida le recompensaría de algún modo de lo que hoy padecía, así que con ese pensamiento presente se dedicó a vivir el día a día como si fuera el último esperando pacientemente a que aquello que más quería se cumpliera.

Un día, cuando volvía del colegio al que asistía mientras disfrutaba del aire fresco que el invierno traía consigo y veía los árboles cubiertos de blanco debido a la nevada que se había desatado la noche anterior, a los metros de donde se encontraba algo llamó su atención, un brillo que sobresalía de entre un montículo de nieve.

Curioso se acercó al artefacto desconocido y con sumo cuidado comenzó a desenterrar aquello que resultaron ser unos patines de hielo, grande fue su sorpresa al tener aquellos hermosos objetos entre sus manos. Una vez que salió de su estupefacción miró a todos lados buscando al posible dueño de los patines, pero al parecer no había nadie a su alrededor así que volvió la vista a su hallazgo y ahora que los veía bien lucían algo desgastados, quizás su propietario los había dejado ahí por estar viejos y descuidados o quizás, esta era la forma que tenía la vida de darle algo bueno; así que ante sus pensamientos sonrió feliz y nuevamente retomó su marcha hacia su hogar ahora con una nueva adquisición.

Por alguna razón, no quiso decirles a sus padres de su hallazgo guardándoselo para él, decidió que en cuanto saliera de clases mañana iría al lago congelado que se encontraba cerca de su institución y probaría sus patines, él nunca en su vida había patinado así que esa iba a ser su primera vez por lo cual se encontraba entusiasmado como pocas veces lo estaba.

Al otro día al salir del colegio fue rumbo al lago como lo había planeado el día anterior y como esperó, el lugar estaba desértico lo cual le aliviaba ya que no quería que nadie presenciara si se llegaba a caer al intentar patinar. Todavía emocionado se dispuso a colocarse los patines los cuales resultaron ser de su talla así que estos no les incomodaban en absoluto.