2.

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Hoy era el día de la fiesta y Sofía estaba en mi casa, se había quedado a dormir durante todo el fin de semana para no tener que ver a su tía, ¿se acuerdan? la loca de los gatos.

Ella había desordenado mi habitación buscando uno de mis vestidos más provocativos que estaban escondido en lo más recóndito de mi armario evitando que me obligue a usar uno, por ello los había ocultado y ahora rezaba a todos los dioses de todas las religiones para que no los encontrará.

- ¿Ya me dirás dónde estás? -sonrió y niego, ella sabía cuál era la condición.

- Sabes cuál es mi condición. -ella bufa y se acerca a mi cama para lanzarse de panza.

- Este bien, no te vista como lo haré yo, pero al final no te quejes por estar como mi tía, sin hijos, sin esposo, solo con unos gordos y feos gatos. -ruedo los ojos y me acerco al armario, sacó la última cosa que ella pensaba que iba a sacar, la caja de los recuerdos de mi madre. - Eso es jugar sucio. -continuó hablando mientras tomaba la caja de manera brusca de mis manos, comienza a sacar todos los vestidos si así se le puede llamar a esas cosas que sólo cubren el cuarenta por ciento de tu piel.

Yo por otro lado me acerqué al armario y busque algo sencillo, un vestido negro corte de princesa, de escote corazón y sin mangas, me llegaba dos dedos arriba de las rodillas y unas botas negras, mi cabello rubio suelto ya que no es incómodo porque es corto y poco maquillaje, ¡lista!

Mi amiga estaba aún en la cama intentando ponerse el vestido azul con lentejuelas que iba pegado al cuerpo, era tan ajustado que tendrías que ser una anoréxica para lograr entrar en él, pero al parecer Sofía no pensaba lo mismo por que logró entrar al vestido casi dejando de respirar por más de cuarenta segundos.

- Se ve incómodo. -dije mientras examinaba su cuerpo que se perdía en el vestido, era como tener una segunda capa de piel bastante fina.

- Pero no lo es. -el vestido era más corto que el mío, llegaba tres dedos y medio por encima de sus rodillas, se colocó unos tacones de punta blancos y tomó su pequeño bolso del mismo color, yo tome el mío un poco más grande y entre solo lo necesario.

- ¿Nos vamos? -pregunte al ver que ya se acercaba la hora de inicio de la fiesta y que ambas estábamos listas.

- No. Hay que ir a buscar a Maya. -Maya era otra de mis grandes amigas, siempre hemos sido nosotras tres y Jacob mi mejor amigo gay.

- ¿Jacob no irá con nosotros? -pregunte al ver que no había sabido de él durante todo el verano y nunca faltaba a estas fiestas.

- Es anfitrión, debe estar allá primero que todos. -asentí.

- ¿Aún hay tiempo para arrepentirse?

- No. -odiaba ese tipo de fiestas dónde la única comodidad que ibas a tener era si te lanzabas al suelo- vamos. -tomo mi brazo y salimos del apartamento en dirección a la de Maya.

(...)

- ¡Fiesta! -gritaron mis amigas llamando la atención de un grupo de chicos que estaba un poco más alejados de la fiesta recargados de unos robles.

- Ahora si inicia la fiesta. -dijo uno de ellos acercándose a nosotras, yo hice una mueca de disgusto al verlos demasiado cerca, moreno, rubio y pelinegro.

- Hola. -dijo Sofía en modo coqueto mientras se acercaba al rubio.

- Hola. -respondió este rodeándole la cintura, Maya también me abandono por el pelinegro, ahora solo estábamos el castaño y yo.

- Se nota que odias las fiestas. -comento mientras se sentaba sobre un tronco caído.

- Soy tan obvia. -ironice.

- Mi nombre es Keith, pero dime Kit.

- Mel. -respondí a su pregunta no formulada, mire a todas partes y me di cuenta de que la fiesta ya comenzaba a subir de atmósfera, me senté al lado de Kit pero sin mirarlo.

- ¿Quieres un trago? -pregunta poniéndose de pie.

- No bebo.

- Me lo imaginaba, coca-cola para la señorita. -asentí y vi cómo se retiraba, entonces me acorde de las palabras de Sofía, el repartidor podía estar cerca y yo estaba lista para casarme.

Comencé a buscar su cabellera rubia o sus ojos azules brillantes, pero esas características eran muy comunes en ese lugar.

Sentí un cosquilleo en mi nuca, sabía muy bien que significaba eso, alguien me estaba mirando fijamente y sin pestañar, me di la vuelta aun sobre el banco y miré a un chico a la distancia, no podía observar sus características bien pero sabía que era un chico, con sus manos hizo un además para que me acercará.

Ni te atrevas pendeja, pueden violarte.

Dijo esa vocecita en mi mente la cual tenía razón, pero no sabía que me estaba dominando más, la curiosidad o la razón, me vi a mi misma caminado en dirección hacia la nada, las luces de la fiesta fueron esfumándose mientras más me adentraba en este, la música se fue apagando hasta ya no escucharse, solo se escuchaba mi respiración y los pasos de alguien que se acercaba, ahora quería arrepentirme.

Vez, nunca me escuchas, te dejo sola.

No me molestes.

No me hables, estás sola.

Los pasos se detuvieron y yo no sabía si desmayarme o echarme a correr, escuché una risa siniestra y juré sentirme en una película de terror, luego se escucharon silbidos que cada vez se acercaban más hasta escucharse en mi oído, me di la vuelta y de un minuto a otro ya me encontraba con la espalda pegada a un roble y el cuerpo esbelto y musculoso de un gorila al cual no le podía ver la cara por la oscuridad.

- Pero miren a quien tenemos aquí, estas muy lejos de donde deberías estar. -dijo. Su voz me causaba escalofríos, sentí como las piernas me dejaron de funcionar, apenas y me sostenía por el agarre de aquel monstruo en mis caderas.

- Déjeme o gritaré. -amenace aunque sabía que no serviría de nada, este tipo podía matarme con solo usar su dedo meñique.

- Mira qué curioso, tú quieres que yo te deje ir y yo quiero que una hermosa chica rubia amanezca en mi cama desnuda. -susurro en mi oído, bajo sus manos a un punto muy peligroso, mi cuerpo comenzó a temblar y aunque quería gritar por ayuda mi voz no salía de mi garganta.

Cuando sentí sus manos por debajo de mi vestido cerré mis ojos, dicen que con los ojos cerrados duele menos, y si no podía hacer nada para evitar que me despojaran de mi virginidad inexistente entonces no haría nada.

-No por favor, por favor no me hagas nada. -susurre mientras llevaba mis manos a las suyas para intentar separarme de él, pero sus manos tomaron las mías y las llevaron por sobre mi cabeza mientras besaba mi cuello.

No me ayudas.

Disculpa, estoy empacando para irme lejos de ti.

Claro, ahora vienes a tomar esa brillante decisión.

El cuerpo que hace unos minutos estaba frente a mí intentando desprender mi vestido, cayó al suelo unos kilómetros alejado con las manos sosteniéndose el abdomen y quejándose de dolor. Yo como idiota observaba mis manos esperando ver algún tipo de luz que me informará que ya podía ser parte de los X-Men, pero lo único que obtuve fue una cachetada interna por ser tan idiota.

Escuche como gritaban mi nombre, mis amigas se estaban acercando, mire a donde estaba el chico que acaba de volar por los cielos, otro lo tenía sobre su hombro, nuestros ojos conectaron y logre ver quien era.

El chico del restaurante...

I Will Protect You [IWPY#1] (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora