La gente corre, se refugia de la lluvia, y yo, me encuentro aquí, sentada bajo la lluvia, buscando arcoíris a mí alrededor; en la espera del momento idóneo, ese en el que las calles se vacían y uno puede bailar a mitad del parque, con la música a todo volumen, dejándolo todo fluir...
Mi ropa esta empapada, así, lo mejor será caminar a casa, ningún chofer de autobús me dejaría subir y ni pensar en tomar un taxi. El Sol ya salió y mis arcoíris abundaron en el parque, lastimosamente mi madre me llamó histérica y me obligó a regresar a casa tan rápido como pueda, y la verdad, nunca va a importar que yo viva en una ciudad distinta, ella siempre será mi madre con sus extraños poderes sobrenaturales que le dicen cuando hago algo que ella piensa puede ser peligroso para mí.
Llegó a casa y lo primero que hago es dejar mis zapatos junto a la puerta, corro a mi habitación y me deshago de las prendas húmedas, para darme una buena ducha de agua caliente, que me despeja y me hace sentir como nueva.
Ya con mi pijama puesto, voy a la cocina y me preparo un café, con mucha azúcar y leche, me siento en mi sillón favorito y prendo el televisor, donde deje puesto un DVD con videos de coreografías grabadas, las veo todas, a ritmo normal, a media y doble velocidad y sin pensarlo ciertas partes de mi cuerpo se mueven en el sillón, como queriendo alcanzar a los bailarines de la pantalla, como si pudiera transportarme a ese salón de baile y sentir el frío suelo de madera bajo mis pies.
