Prólogo

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VENUS

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VENUS

sexo, sudor y calor.

Una vida a la que soy muy fiel. Un club donde las voces no se escuchan y la música rompe cada tímpano, las mesas sobran, hombres, mujeres decididos a cazar, nada es más importante que vivir así, al límite, bailando y cantando. Como si el mañana no existiera y el hoy nunca acabará, en lo alto viendo cada alma poseída por el desenfreno de la noche, cuerpo con cuerpo sudando, lento, y disfrutando.

Camino despacio, algunos se alejan dejándome pasar mientras otros tratan de llamar mi atención, mis piernas rozan la tela del vestido azul oscuro que alarga mi figura y la aprieta, mis labios se curvan viendo en las esquinas otras almas como la mía, listas para empezar la noche. Creamos este lugar por diversión para traer perdidos que no saben dónde se meten ni lo que quieren, no hay forma que alguien me detenga o nos detenga.

Subo los escalones ubicando mi cuerpo en la mitad de la tarima, las luces cambian azul y la música empieza a fluir, miro a mi alrededor, todo como siempre y en el momento perfecto. Sé que está ahí en la oscuridad mirándome, puedo sentirlo.

Empiezo despacio tenso y relajo mis músculos mientras meneo mis caderas, mis manos pasan por mi silueta llegando a mi cabello donde se detienen en un movimiento brusco.

Más personas se animan a bailar juntándose de dos a cuatro en la pista, las chicas a mi lado se me unen y nos ponemos de espaldas con los brazos en los hombros de la otra moviendo nuestros traseros de arriba-abajo ocasionando una ovación de gritos y palabras obscenas.

Cuando llegamos abajo mis manos se deslizan por el suelo lentamente dejando mi trasero arriba dando una vista perfecta de mi cuerpo lo sigo bamboleando deseando volverlo loco, solo por él bailo, separo mis rodillas y centro mis dedos en mis piernas abriendo y cerrando.

Volvemos a subir moviendo el pecho dejando caer la cabeza atrás, mientras realizamos algunos pasos más que aturden al público. Pero yo solo puedo pensar en él, me impulsó hacia delante poniéndome de cuclillas saltando, sujetando mis senos, mi cabello, mi cuello, como a él le gusta.

El final se acerca, nos volvemos a unir, arqueamos la espalda y descansamos la cabeza en el abdomen de la otra mientras movemos la cintura de forma ondulatoria, subimos y nos dejamos caer al suelo en un split. La canción para, y el bullicio crece, de aquellos que ven de cerca y escondidos.

Las chicas bajan y se revuelven entre la gente desapareciendo, algunas tiene mucho trabajo, pero hay otras que deben esconderse, dentro de la caza no hay familia, ni confianza.

Espero la señal, la paciencia no está en mi diccionario y cuando por fin la veo, mi sangre se embulle de felicidad.

Llegue al palco, de espesas cortinas y vidrios polarizados, el olor a menta me atrae como una abeja a la miel, una de mis chicas sirve una copa que me entrega y cierra cuando sale, está ahí, mi corazón late más fuerte sin verlo tan impactante y temible. Es mi señor, aunque no quiera.

—He hecho lo que pediste. — le digo, el tintineo de sus zapatos me seca la boca, quiero verlo y en su defecto tocarlo, pero él nunca se acerca lo necesario ni puedo voltearme, odio las órdenes solo puedo observar su sombra en el vidrio que mira hacia abajo.

—Buena chica. — siempre ha sido como si su voz abriera paso entre la música, como si mis oídos solo quisieran su melodía.— tienes una nueva tarea.

Juego con mi copa, no quiero más juegos, la aviento a la pared causando un estruendo cuando choca ni tan fuerte para alterar a quienes escuchan entre ellas pero si para enojarlo en segundos.

—¡Al diablo eso! Tú y tus "misiones de mierda" me dijiste que esta era la última. — no puedo gritar, una falta de respeto y su silencio solo me traerá más problemas, he sido permisiva porque necesitaba tiempo pero se acabó.

—Siempre tan impulsiva. — lo escucho reírse amargamente. — eres mi creación, Venus. Yo decido cuándo, cómo y a dónde vas, con quien estas y lo que haces.—

—Solo quiero volver. — susurro.

—Y lo harás, tráemelos y yo te dejaré ir. — escuche la puerta abrirse y el ruido entrar.

—No, no te vayas. Quiero alimentarme. — aprieto la baranda de la impotencia y vuelve a soltar una risa seca.

— Aunque hoy me hayas tratado de volver loco, bailando como una zorra. Me demuestra que ya no eres una niña, no voy a cumplir más tus caprichos. Todavía no me traes lo que quiero.

—No puedo herirlos, lo sabes.— murmure, pero sé que me alcanza a escuchar.

—Entonces no vuelvas a llamarme, no te hice ridícula, soluciona o haré tu vida un infierno y no es una amenaza. — lo escucho dejar algo a mis espaldas, como un depredador se vuelve a mover quedando a centímetros de mi espalda.

—¿Cuánto tiempo?— él sabe a qué me refiero.

—3 meses mi Venus, aguanta. — sin que me lo espere sus labios rozan la piel de mi cuello en una fuerte exhalación, todo mi cuerpo arde, pero se gira y sale dejándome vacía. Es una sombra y el silencio es su mejor amigo.

Cuando mi cuerpo se acostumbra y mi cerebro se hace la idea de no poder ir detrás de él, volteó y miró la carpeta, leo atentamente cada instrucción, cada regla y sobre todo al personaje al que tengo que dar vida. No se parece en nada a los trabajos que he hecho. Sin embargo, esta va a ser la última, lo juro.

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Nota de la autora:

Quiero decirles, lo agradecida que estoy de que hayan terminado esta pequeña introducción.

¿Quién es Venus?

¿Quién es ÉL?

Espero la disfruten, besos y abrazos.

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