La guardia de demonios Iblis

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"Abracemos el punto del no retorno"

-LORDE FT DISCLOSURE


Las cosas se ponían más tensas con el tiempo. Todos intuían que las cosas entre Germán y Fernanda acabarían de la peor manera de todas; Alondra lo deseaba todos los días, para que su hermano volviera a la realidad, también Daniel lo anhelaba con todas sus fuerzas. Pero había sólo una persona que no quería que cualquier cosa que tuviera Germán y Fernanda acabara, y ese era Eduardo, quien estaba destruido por apartar de una manera tosca; por ello ansiaba que el castaño se quedara con la parabatai de quien se había enamorado de la manera más profunda e incontrolable.

Habían pasado unos días en los que Fernanda se mantenía alejada a toda costa de cualquier Martínez que viera. Pensaba en mandarle un mensaje de fuego a su padre, o a otro de sus familiares que se encontraba en el Instituto de Argentina, para irse con ellos y olvidarse un tiempo de la pesadilla que vivía. Ella sabía que necesitaba ayuda lo más rápido posible, y Katrina no se la estaba dando; también necesitaba que la rescataran de las garras de un Sebastian con el que se había encariñado mientras utilizaba su cuerpo como recipiente.

Pero no todo era malo, Romina había estado con Mauricio Arteaga la mayor parte del tiempo, dejando a un lado los problemas que se les avecinaban. Estuvieron platicando acerca de cómo era vivir en Monterrey, y por un instante Mauricio imaginó que podrían huir juntos al lugar en donde se había criado Romina por más de siete años. Romina en su vida hubiera pensado que sentiría una gran fascinación por saber la vida de otra persona que no fuera la de su hermana adoptiva Yessica. Yessica quién tenía la vida soñada: Unos padres que la querían como nunca, una mejor amiga que daría la vida por ella, amigos que la apreciaban a todas horas, y un chico que la pensaba día y noche.

—¿No quieres ir a caminar por ahí? –le preguntó Mauricio, dudoso. No se había podido armar de valor durante todas esas semanas, y se le acaba el tiempo antes de su padre lo mandara llamar a pasar rato con su familia.

—¿Ir a caminar, ir a matar demonios, o ir por un helado? —Le sonrió con timidez—. En serio les digo que ustedes, los Arteaga, utilizan las palabras no indicadas para lo que en realidad harán.

Mauricio soltó una carcajada al escuchar lo que no muchos les decían desde que los conocían.

—Solamente a caminar, ya si quieres podemos ir a otro lugar después —Se humedeció los labios—. Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptas?

—En ese caso —Romina hizo una mueca, mientras hacía de suspenso su respuesta— me encantaría.

—¡Genial! Entonces salgamos antes de que alguien llegue —Se pararon de los asientos de la mesa y se dirigieron al lobby— nos impida esto.

—¡Mau! ¡Mau! —gritó su prima—. ¡No te vayas, espera!

—Ay no... —susurró—. No ahora, por favor —Se apretó el tabique nasal.

—¿Podemos hablar?

—En realidad no es un buen momento... Romina y yo iríamos a caminar —Se rascaba la nuca con nervios. Y sus ojos señalaban a Romina —. ¿Entiendes? —preguntó entre dientes, a la par que su mirada decía todo lo que no podía en ese momento.

—¡Oh! —Hizo una mueca—. ¡Es una pena que no me importe nunca lo que las personas piensan y quieran hacer! —Jaló a su primo del brazo, llevándolo a la entrada— ¡No te preocupes Romina! Te lo traeré sano y salvo en la tarde, después podrán hacer todas esas cursilerías.

Cazadores de Sombras: Ciudad de los CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora