Capítulo 4.

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Miedo, desilusión, odio, y sobre todo tristeza es lo que siempre tengo en mi mente, en mi alma, en mi ser, ya no quiero vivir así, díganme cobarde, pero ya no puedo seguir con esta vida. Necesito irme, irme lejos y no volver jamás, y si eso implica la muerte lo acepto, me abrazaré a las llamas del infierno.
Me encuentro en una carretera, sola, las manos en el volante, la mirada pedida hacia al vació, solo quiero acabar con esto, aceleró y me dejo ir en un lago, ¿Que estoy haciendo? Muriendo, me dice mi subconsciente, el agua empieza a subir, yo sigo con las manos en el volante, aprieto fuerte mi mandíbula y las estúpidas lágrimas se asoman en mis ojos, el recuerdo de mi mama y mi papa aparecen en mi mente, Hanna, la vieja Emma que era antes, siempre sonriendo y derrepente la maldita nube negra, Jack Anderson, maldito sea el día en que lo conocí. El agua ya me arrebaza, el aire se me esta acabando, ya no puedo mas, intento salir del auto pero la puerta no abre, esto es lo que quería, ¿por que intento salvarme?, patética, pienso, así se siente la muerte, porque la estoy sientiendo, todo se pone negro y ya no intentó escapar. Ya no siento nada cierro los ojos y me dejo ir.






-¡Emma!. -Escucho a lo lejos.

-¡Despierta maldita sea!. -Abro los ojos y siento la necesidad de toser.

-¡Gracias a dios!. -Dice aliviado. Expulsó el agua que había tragado, no dejaba de toser y soltar agua, me empiezo a arquear, ya no saco agua sólo la tos que me ha lastimado ya la garganta.

Miro al chico que tengo enfrente, todo empapado su rostro cansado y los labios rojos y siento una pequeña sensación en los míos, me dio respiración de boba a boca, lo miro confundía, ¿Que mierdas hacia Henry Cox ahí?

-¿Que haces aquí? -Me limitó a decir. El se para y su aspecto de simpre aparece, el ceño fruncido.

-Eso no importa. -Dice frío.

-pero...-Empiezo a decir pero este me calla.

-Pero nada, te acabo de salvar la vida ¿y es lo que te preocupa?.

-No tenias que salvarme. -Dije, mi voz era ronca y seguía tirada en el verde pasto.

-Cómo sea, a la próxima que vea que te tiras al vació, no ire por ti. -Dijo quitándose la camisa y dejando ver sus tatuajes.

Se sube a la moto y la prende, solo me quedo mirándolo, trato de procesar todo lo que paso, pero no logro concentrarme, estuve a punto de morir.

-¿Te vas a quedar ahí o vendrás conmigo? -No sí estaba molesto o así hablaba.

-Si no te molesta. -Dije poniéndome de pie.

-No. -Respondió acelerando haciendo que me sobresaltara. Camine dudosa hacia la moto, el no llevaba la camisa y el contacto con su piel hizo que me ruborizara.

-No, no vayas tan rápido. -Le dije y la sombra de su sonrisa apareció haciendo que se le formará un oyuelo, no pude evitar deslumbrarme por ver esa pequeña sonrisa que parecía ser verdadera.

El viento frío me golpeaba en la cara, me gustaba esa sensación, me sentía de alguna manera extraña, me aferre más a la espalda desnudan de Henry como si la vida me fuera en ella, pude notar como volteo a verme y me sentí avergonzada, el aroma de él inundó mis fosas nazales haciendo que cerrará los ojos, algo en mi estómago se contrajo, era algo que me gustaba y no podía explicar, tal vez era la noche, tal vez eran luces que adornaban la carretera y parecían no acabarse al momento de pasar a toda velocidad, o tal vez era yo, que necesitaba ser salvada.

Llegamos a mi departamento, temiendo como siempre, trague fuerte y me baje de la moto.

-Tranquila, el no está ahí. -Dijo mirando hacia al frente, su mandíbula estaba apretada. Lo mire confundía.

-¿Te puedo hacer una pegunta?. -Pregunte dudosa jugando con los dedos de mis manos.

-Ya que. -Dijo sin seguir mirándome.

-¿Tu...sabes como es Jack?. -Dije agachado la cabeza, el me volteo a ver, sonrió y aceleró perdiéndose en las calles obscuras, decidí meterme hasta que deje de escuchar el ruido escandaloso de la moto.

Entre al departamento y Jack no estaba, justo como Henry había dicho, cada vez me parecía más extraño. Intente ignorar todo eso. Me percate que casi intento matarme, y no lo logre debido a que Henry Cox me salvo, el me salvo.

Pasaron días y no había rastro de Jack, eso me alegraba, pero a la vez me angustiaba, todos me preguntaban que si donde estaba y yo no sabía responder. Eso me obligaba a pensar que Henry tiene algo que ver en esto, el fue que último que me dijo algo de él.

-Hola Emma. -Dijo Hanna sentándose en uno de los asientos vacíos que se encontraban en la mesa de la cafetería.

-Hola Hanna.

-Tengo un sin fin de tarea. -Dijo masajeandose la cien.

-También yo. -Dije tomando mi bebida.

-Te veo, ¿angustianda?. Dijo Hanna tratando de leer mi mente.

-Amm Si, tengo tarea niña. -Respondí como si fuera obvio.

-Oye ¿Jack no esta aqui verdad?. -Abrí los ojos de par en par.

-No, fue unos días con sus papas. -mentí, no sabia absolutamente nada de él.
Tenia que hablar con Henry, no hablaba con el desde aquella noche.

Busque en todos los pasillos buscando al chico de los tatuajes y ropa negra, hasta que al fin lo encontré fumando afuera.

-Necesito hablar contigo. -Dije firme, a el parecía no importarle.

-Y yo necesito otro cigarrillo. -Respondió.

-Escucha, Jack no aparece desde aquella noche.

-Y que quieres que yo haga. -Seguía indiferente, me estaba hartando.

-Pues pienso que tu tuviste algo que ver.

-¿Para que quieres saber?.

- Pues todo mundo me pregunta por el...espera, sabes donde esta cierto, ¿que le hiciste? -Dije alejándome de él.

-Lo mate. -Sentí como mi cuerpo se debilito y que mi aliento disminuía. El era un asesino.

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