Capítulo 2

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La negativa

Por alguna razón, lo que debería haber sonado fatal, terrible, aterrador, se le antojó a Constantine más de lo mismo. Despacio, bebió de su vaso un segundo trago del alcohol servido por el barman y miró a Lucifer. El Príncipe de las Tinieblas le devolvió la mirada, inquisitivamente. Pareciera que había esperado lograr en él un efecto que evidentemente no se estaba produciendo.

-Apocalipsis - repitió John. Asintió. Bebió otro trago más.

-Sí. Apocalipsis - insistió Lucifer.

-¿Y?

-¿Cómo que "y"? ¿Es que acaso no lo entiendes? ¡Apocalipsis, Armagedón, el Fin de los Días, el Fin del Mundo, Kaput! - el Diablo hizo el gesto de una explosión con las manos - El Final de Todo lo Que Fue, Es y Será...

-Ya, ya. Vale. He entendido. El jodido Día del Juicio. ¿Quieres decirme que eso es lo que Gabriel pretende hacer? ¿Comenzar el Apocalipsis?

-...Y al final, lo ha comprendido - Lucifer resopló - Exacto.

Constantine siguió bebiendo y fumando, como si nada. El Diablo lo observó atentamente. Del otro lado de la barra, el barman (uno de sus demonios, en realidad) miró a su jefe confundido. Como pasaron unos segundos sin que nadie dijera nada, el Ángel Caído carraspeó.

-Ejem... ¿Y bien? - preguntó.

-¿Y bien qué?

-Pues...

-¿Qué se supone que haga? Gabriel va a destruir al mundo. Que mal. Buena suerte encontrando al idiota que lo detenga.

-No. No nos estamos entendiendo, por lo visto - Lucifer se volvió hacia el barman - Whisky. Doble - pidió. Se sentó al lado de John, en el taburete - A ver, querido mío... se supone (se supone) que suceda esto: yo digo "Se viene el Apocalipsis, John" y entonces tú me respondes "¡Cielos, Lucifer! ¡Debemos detenerlo!"

-¿Qué te hace pensar que quisiera hacer eso? - replicó Constantine - ¿De dónde sacaste esa idea?

-No juegues conmigo. Que haya cambiado de apariencia por una más llamativa, no quiere decir que sea imbecil. ¡Estoy hablando del Apocalipsis, con "A" mayúscula! ¡El Fin del Mundo! Tú no quiere morir, ¿verdad?

-¿Y cómo le llamarías a esto que tengo? ¿Vida?

-No estamos hablando de "tú" vida solamente, grandísimo egoísta. ¡Hablamos de cientos, miles, millones de vidas! ¡Todas ellas, todos y cada uno de los habitantes de éste planeta, amenazados por la más completa extinción!

-¿Y?

-¿¡Me estás jodiendo!? ¿Acaso no te importa?

-Perdóname, pero hay algo en todo esto que no cuaja: ¿desde cuando al Diablo le importa un pepino la Tierra y sus habitantes? ¿Cuándo te volviste defensor de los derechos de los seres humanos? ¡Se supone que si se viene el puto Juicio Final, tú menos que nadie estaría bailando con una música de Death Metal de fondo y una sonrisa estupida en la cara! ¡A ti no te importa una mierda las personas! Lo único que yo veo es que Gabriel va a cerrarte el negocio de compra-venta-corrupción-de-almas y por eso estás asustado. ¿Es eso? ¿He acertado?

Silencio. Lucifer lo miró gélidamente. Constantine sonrió con ironía. Ese gesto de su sobrenatural oyente significaba que había dado en la diana.

-Lo sabía - dijo.

-El Apocalipsis es malo para el negocio, lo admito - el Demonio bebió un trago de Whisky - y es verdad, lo único que me importa es eso. Llevo adelante una empresa de miles de años de antigüedad. Una fabrica, pongámoslo así, en términos terrenales... con cientos de empleados trabajando noche y día sin descanso ni goce de sueldo, para castigar a las almas de la gente mala que va a parar a mi reino. Ahora, Gabriel liquida a Dios, que mal que me pese es un patrón de la puta madre (prácticamente, me dejaba una libertad de acción tremenda. El tipo era liberal, hay que reconocerlo), con el que teníamos este acuerdo cósmico, milenario, dónde cada una de las partes -esos seriamos Él y yo- nos comprometíamos a hacer nuestro trabajo: Él como representante del Bien y yo del Mal. ¿Vas entendiendo adónde quiero llegar?

-Gabriel te jodió el esquema. Rompió el equilibrio - dedujo John - Anuló el compromiso.

-Exactamente. Es una cuestión de balance cósmico: no puede existir el Bien sin el Mal, y el Mal no puede existir sin el Bien. Y súmale a eso que Gabrielito quiere comenzar el Apocalipsis... lo que equivale a echar el telón a esta magna obra de teatro dónde todos actuamos. Y he ahí mi problema.

-No. Tú problema es que Gabriel va a cerrarte el negocio. El Fin del Mundo significa el Final del Infierno y el castigo definitivo para ti y tus demonios - Constantine se acabó la bebida de su vaso de un trago - Mal por ti. Me importa una mierda a mí. Si eso es todo, deseo volver a casa y pasarme lo que me quede de vida antes del Fin haciendo algo mejor que charlar contigo. Buenas noches - se puso de pie, listo para irse.

Lucifer le apoyó una mano con fuerza sobre el hombro, reteniéndolo en el lugar. Se produjo un momento tenso, en el cual los demonios desperdigados por el casino volvieron su mirada de ojos color ébano hacia John, expectantes a las órdenes de su amo. Si éste les hacia señas, atacarían.

-No puedes simplemente irte y desentenderte del asunto - protestó el Diablo - ¡Así no funcionan las cosas!

-Funcionan para mí. ¿Quieres una respuesta mejor? Ahí te va una: ¡Yo no soy un puto héroe! ¡No voy a arriesgar mi culo para salvar el tuyo de la destrucción! Buscate a otro... Ahora, sácame la mano de encima o te juro que todo este lugar va a arder hasta los cimientos.

Para apoyar sus palabras, John se abrió la gabardina. Tenía allí entre sus ropas las suficientes granadas de "Aliento de Dragón" para quemar el edificio entero, con demonios y todo dentro.

-Astuto como siempre, ¿eh, Constantine? - Lucifer lo soltó. Sonrió - Veo que no has venido desarmado. Eso es bueno.

-Ya lo dice el dicho: "Hombre prevenido, vale por dos".

-Está bien. Te puedes retirar. Vuelve a tu mugrienta ciudad, a tu apestosa existencia. Comprueba en carne propia el Apocalipsis. Me imagino que cuando empiece y padezcas sus plagas y veas el sufrimiento que estas causan en la gente, cambiaras de parecer y querrás hacer algo al respecto. Cuando eso suceda, tan sólo tiene que llamarme y con gusto volveremos a hablar sobre cómo detener a Gabriel. Hasta entonces.

John no dijo nada. Lo miró con odio. Se marchó.

Lucifer se dedicó a beber solitariamente su Whisky.

-Perdóneme, jefe - lo interrumpió el barman - Pero... ¿Va a dejarlo ir simplemente así como si nada?

-Exacto. Eso es lo que voy a hacer.

-Pero... ¿Y Gabriel? ¿Y el Apocalipsis?

-A veces hay que sacrificar algunas cosas para conseguir otras...

-¿Y eso qué significa?

-Que esto recién empieza. Dejemos que nuestro hombre procese las cosas. Que las padezca en carne propia. Creo que sólo así entenderá lo grave de la situación y que no le quedará otro camino más que cooperar conmigo.

CONSTANTINE: Apocalipsis (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora