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Lauren's POV

-¿Me puedes describir qué ves?

Estábamos en el patio del instituto, Camila volvía a tener matemáticas y yo... Yo no sé ni lo que tenía, el caso es que me daba bastante igual. Mis mejores clases eran mirarla, observar lo preciosa que era y explicarle todo lo que sabía. Aquellas eran las mejores formas de aprender, de abrir la mente, de adquirir conocimientos sin estar atrapados entre cuatro paredes que no te dejan expandir tu mundo.

-Mmh... Estamos en el patio delantero del instituto. -Dije cruzando las piernas. Estábamos sentadas encima de una mesa que estaba pegada a la pared, así que desde ahí, sentadas, podíamos verlo todo. -Hay un chico leyendo y poco más.

-No, no. Me refiero al paisaje, a la calle, a todo. Seguro que puedes hacerlo, cuando lo escribes... Lo haces genial. -Sonreí un poco encogiéndome de hombros aunque ella ni siquiera pudiese verme.

-Pues... La calle está bordeada por árboles de hoja caduca a los lados, que van cayendo durante el día hasta formar una alfombra naranja encima de la poca nieve derretida que queda en el suelo. La acera es una sucesión de bloques de hormigón, no son cuadrículas como en las demás calles, aquí son rectangulares. El patio del instituto tiene un sendero de baldosas grises, de piedra caliza color negro que se extiende hasta la entrada, y este camino está rodeado por hierba de un color verde intenso, húmeda por la nieve derretida de la que aún quedan restos en algunas partes. Luego estamos tú y yo sentadas en una mesa. Tus ojos son... Preciosos, de color café, con pestañas largas que hacen que estos sean aún más bonitos. -Camila estaba sonriendo, agachando la cabeza con media sonrisa. -Y tu pelo brilla, parece suave, ondulado sobre tus hombros. Tus labios son preciosos, rosados, algo gruesos pero sin ser exagerado, escondiendo unos dientes que hacen que tengas una sonrisa preciosa. -Ella sacudió la cabeza totalmente enrojecida, y me giré hacia el frente.

-Lo has hecho muy bien. -Me dijo ella, y me quedé en silencio negando.

-No. -Terminé por decir. -No.

-Plantéatelo así, has hecho que una persona que no puede ver recree en su mente un paisaje que jamás ha visto. Que pueda sentir el frío de ese paisaje. ¿Piensas que eso no tiene mérito? ¿Piensas que eso no es arte? Pintas cuadros con tus palabras, Lauren. -Ella me hacía sonreír, me hacía sonreír de la manera más sincera de todas, de las que no te puedes borrar de la cara y pareces una auténtica idiota, esas sonrisas que no quieres que nadie vea porque van a empezar a preguntarte quién te gusta.

-¿Quieres que nos vayamos ya a casa? -Pregunté poniendo una mano en su rodilla.

-Sí, empieza a hacer frío. -Me bajé yo primero, y la cogí en brazos sin ningún problema.

-¿Quieres que te lleve en brazos? Hoy he traído mi coche. -Sin decir nada, la llevé en brazos porque era la forma más rápida de caminar con Camila, por mucho que me doliese decir eso.

-Si no te cansas de mí en mitad del camino... -Soltó una suave risa, y llegué hasta el coche. La tuve que dejar en el suelo y abrí su puerta, conduciéndola de la mano hasta llegar. Entonces, le agaché un poco la cabeza poniendo la mano en ella para que no se chocase, y comencé a ponerle el cinturón. -Muchas gracias, Lauren.

-No es nada, es por seguridad. -Dije yo, saliendo del coche para volver a entrar en el sitio del piloto.

-No era por eso, es por llevarme. -Arranqué el coche y sacudí la cabeza, mirando por el retrovisor.

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