Capítulo 5. Primeros días.

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Entrar en casa tras tres días agotadores, sin dormir, sin descansar, creo que es mayor el placer que me dió que el de un orgasmo.
Me ducho mientras Bella pone a los pequeños en sus cunas. Todo lo habíamos dejado preparado días antes del parto. Al salir de la ducha, Bella está tumbada en la cama, dormida, y los críos en las cunas dormidos. Me tumbo junto a ella para intentar dormir.

Diez minutos después, oigo el llanto de un bebé:

¡Ioputa el niño!. Se lo ha olido, me ha visto tumbao y habrá pensado que para que voy yo a dormir.

Soy mal hablado, en el sentido que digo bastantes palabrotas, pero sin intención de ofender. Bella me dice siempre que delante de los bebés me controle y no diga muchas, pero me cuesta trabajo cambiar ese aspecto.

Saco a Ezequiel de la cuna, lo tomo en mis brazos y voy al salón, me siento y decido contarle su primer cuento. Si le canto una nana me denuncia, porque canto realmente mal. Y mecerlo para dormirlo me da miedo, vaya que se me cayera (padre novato), así que lo intento dormir con una hostoria mía de infancia. Lo recordaré siempre:

- Erase una vez.... un chaval muy guaaaapoooo, y muy listooooo, que se llamaba Manuel, pero decidió que todos lo llamarían El. Tenía un grupo de amigos geniales. Como en toda buena pandilla, nos cambiábamos los nombres por nombres de guerra, así estaba "El Negro", "El Cabezón", "El Rubio", "El Chino", "El Ciego", y "El Gordo". Yo era El Gordo. Cuando tenía 17 años, era el menos gordo de todos pero me seguían llamando Gordo, eso pasa. El Rubio esta calvo, y sigue siendo El Rubio. El chino cambió su nombre por Tachen, de Tachenco, un jugador de baloncesto muy alto. Mi amigo es mediome, un enanillo casi, de ahi su alias....

Ezequiel se había dormido, pero yo continué contando la historia, que si alguien me lo pide, la contaré.

Lo llevé a su cuna, Bella dormía, estaba muy cansada, casi tanto como yo, je je je. El otro bebé, El junior tenía los ojos abiertos como platos, y parecía como si estuviese mirando a su madre fijamente, sin llorar ni hacer ruidos. El muy mamón (mamar si que mamaba) casi me daba miedo.

- Tu duérmete ya también, cabrito, que yo estoy destrozado y no puedo más.

El nene ni me miró, se le cayó un erupto y vomitó. Veinte minutos tardé en limpiarlo y cambiarle ropa y sábana. Yo creo que lo hizo a caso hecho para darme por cu...

Por fin, dormidos todos, pude descansar unas dos horas hasta el siguiente llanto.

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A la mañana siguente, tras las pocas horas que pude dormir, abrí los ojos y ví a Bella de pie, justo delante de la cuna de El:

- Buenos días, ¿has dormido algo?

No me respondió, estaba quieta, petrificada mirando fijamente al crío, y el crío miraba fijamente a la madre.

- Bella!. ¿Que ocurre?...

Mis años de 9 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora