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Mi cuerpo se sentía pesado y mi cabeza palpitaba; podía escuchar sirenas y voces, pero no podía identificarlas. Intenté moverme pero sentí como si fuera fuego subiendo por mi brazo; abrí lentamente mis ojos y pude divisarla aún en el asiento del acompañante, pero con su rostro ensangrentado y pequeños cristales por todo su cuerpo.

-Sam-su nombre salió en un áspero gemido. Estiré mi brazo para tocar su mano pero tomo mi cuerpo ardió.

Quería asegurarme de que aún respiraba, necesitaba saberlo. Tosí por el humo que se filtraba por mis fosas nasales, provocando un estremecimiento en todo mi cuerpo.

Mi visión se iba oscureciendo; intenté luchar contra la inconciencia pero la oscuridad ganó, alejándome de ella.

Volví a abrir los ojos; parpadeé repetidamente.

-Continúa con el goteo del suero-escuché como una voz le decía a alguien más.

-¿D-donde e-esta Sam? -logré decir, llamando la atención de las dos personas.

-Tranquilo, no tienes que alterarte-se inclinó un hombre-. Tu novia y tú tuvieron un accidente, y los estamos trasladando al hospital más cercano.

Mi cabeza dolía; no importaba que había ocurrido, solo quería saber cómo estaba Sam.

-¿Dónde está? -volví a preguntar, esta vez mi voz sonó con mejor claridad.

-En la ambulancia que va delante de nosotros-respondió el otro hombre.

Debí de haberme desmayado otra vez porque no recuerdo haber traspasado las puertas de la guardia de emergencias del hospital.

Parpadeé, acostumbrándome a la luminosidad de la habitación y me encontré con el cuerpo de Ashton parado en una esquina.

-Por fin despiertas, hombre. Nos tenías preocupado-se acercó y se sentó en una silla, al lado de la cama.

-¿Dónde está Sam? -pregunté. Un nudo se instaló en mi garganta al no recibir una respuesta-. Mierda, Ashton. ¿Dónde ésta?

Pasó una mano por su cabello, signo de estar nervioso. -Sigue en cirugía; está muy delicada.