El camino a casa se había hecho largo en comparación con mi visita a Sweet Brunette. Nathan me miraba con cara de suspicacia por mi expresión de felicidad y me advirtió lo que podrían opinar mis padres si se llegaban a enterar que había pisado "suelo hostil" o como ellos llamaban a todo lo que tenía ver con perforaciones, piercings y rock.
-Bueno Hev, recuerda. ¿Donde estuviste hoy?.
Por cosas como esta amaba a mi hermano. Durante todo el camino me había estado ayudando a inventar una excusa sobre el lugar de mi almuerzo y mis nuevos amigos.
-Almorcé con mi nueva amiga Helen y su compañero de aula, Daniel.
Nathan me miró abiertamente.
-Heaven, realmente apestas mintiendo.- hice un puchero mientras el terminaba de reirse de mi pobre intento de excusa.
-Casi nunca les miento, me hace sentir culpable.- él lanzó otra carcajada haciendo que cruzara mis brazos.
-Entonces, ¿Por que no les dices la verdad?.
-¿Estas loco?,¿ crees que ellos se quedarían tranquilos si solo les digo lo que hice hoy?. A mamá, mínimo un paro cardíaco.
Nathan rodó sus ojos.
-No se hasta cuándo más vas a ocultarte, hermanita. Reconozco que nuestros padres son algo difíciles, pero no por eso quiere decir que te deshereden sólo porque no te guste lo que ellos creen que te gusta.
Suspiré.
-Tienes razón. Buscaré el mejor momento para decirles.
Nathan sonrió mientras apagaba el motor del auto, ya habíamos llegado a casa. Alborotó mi cabello y salió dejándome pensativa aún.
-Avisame si te quedarás a vivir ahí dentro.- soltó una carcajada y entro a la casa.
Idiota.
Lo seguí adentro y apenas subí la mirada, encontré a mi madre con expresión de desaprobación mirándome fijamente.
-Heaven Morrison,- Exclamó con reproche- ¿Donde se supone que estabas?.
-Yo avisé que hoy comería con unos amigos nuevos mamá.- intenté mantener la calma.
Gire mis ojos y encontré a Nathan en la cocina y a papá sentado en el comedor leyendo el periódico.
-Oh no señorita, no busques refuerzos. Recuerdo bien que nos dijiste que irías a almorzar, pero son más de las seis de la tarde. Has perdido una hora de ensayo de violín y ni hablar de la hora del piano.
Suspiré mentalmente.
-No te preocupes por ello mamá, me pondré a hacerlo ahora mismo.
Vi de reojo como papá se levantó del sofá y caminó hacia las escaleras, giro y mostró una leve sonrisa.
-No olvides practicar tus puntas también, mi amor.- Dijo y subió.
-Claro,-siguió mamá - Tu padre siempre hace lo mismo. Yo soy la que pone el carácter y el solo huye a la habitación.- pensó un momento antes de continuar- Aunque tiene razón, hace días no practicas puntas ni giros.- Ella suspiró.
Mire a Nathan que escuchaba cautelosamente desde el sofá ahora.
-Heaven, no me gusta que olvides tus responsabilidades. Apenas es el primer día y ve lo que pasó; si no te digo esto, quien sabe que podría pasar luego de un mes, ¡podrías hasta perder la beca y tendríamos que volver a Ottawa!- su expresión se suavizó- cuida tus amistades, cariño.
Apreté mis labios y mire a Nathan. Su expresión era neutral y no despegó los ojos del televisor.
Por ahora no es el momento, Heaven.
Suspiré nuevamente y trate de hacer la mejor sonrisa que pude.
-No te preocupes mamá, sólo pensé en llevarme bien con mis nuevos compañeros. Ellos también tocan, así que quería que me explicaran la metodología del lugar.
Ella sólo asintió, dio la vuelta y subió.
Escuché un leve silbido.
-Creo que me quede corto con lo de algo difíciles.
-Gracias por tu opinión Nathan- Su risa se iba opacando a medida que me acercaba a mi habitación.
Cerré la puerta y me eché en mi cama.
¿Como diablos me metí en este lío?.
Mire el estuche de mi violín y suspiré.
Mi vida se iba en suspirar.
Me paré y lo tomé, deslice mis dedos sobre el y comencé con una leve melodía, deje que mis sentimientos tomaran el control y ésta cada vez se iba tornando más rápida.
Justo al momento del climax de la estrofa, mi celular sonó y desafine en un tono.
Mis dientes rechinaron.
Espero que mamá no escuchara eso.
Deje el violín de lado y tome el teléfono.
Hola cajita de gato, ¿que tal todo?. Eres una perra por irte tan rápido.
Roxanne había tomado mi numero durante el viaje con Lucas y además era la única que me decía caja de gato, según ella porque estaba llena de sorpresas. Sonreí y teclee rápido.
Un flash de la sonrisa de Lucas paso por mi mente y la descarté de inmediato.
Chica lila, debía irme a practicar violín. Mañana debes explicarme todo lo que dijiste que harías, de mi no te salvas. Por cierto, eres una perra por decirme perra.
Carcajeé y retome de nuevo la melodía.
Agradablemente la tonada se había vuelto menos dura.
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Sweet Brunette
AcakHeaven Morrison tiene una vida perfecta, por asi decirlo. Sus padres la adoran, al igual que su hermano mayor, el dinero aunque no sobra, tampoco falta ; sus estudios van viento en popa gracias a una beca recién ganada y ademas es bailarina de balle...