Capítulo 2

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Duré una semana pensándomelo y busque los pros y los contras de irme.
Pros:

*Me iría a un nuevo lugar a conocer.
*Remuneraría las horas que debo junto a una amiga.
*La universidad queda simplemente a 45 minutos de allí.
* Iré de vacaciones y no pagaré hotel.

Contras:

* No estoy 100% segura que "Natalie" fuera... segura.
* Mi padre nunca me dejaría ir.
*Si algo me pasaba estaba al otro lado del país.
*No sé qué encontraré allí.

Eran unas listas bastante interesantes, pero al final debía escoger una sola opción.

Ir me atemorizaba internamente, pero al no ir, algo me decía que me lamentaría...

Como una simple adolescente que no mide consecuencias acepte a ir.

Cuadre todos los planes para irme a la semana siguiente, los tiquetes de avión, la maleta, el permiso, todo.

¿Se preguntan cómo conseguí que mi padre me dejara ir? Pues bien, toco mentir un poco. Yo sé que al ser mayor de edad no necesito pedirlo, pero aun así no soy independiente y necesito el dinero de papá. Así que dije que iría con Melanie (una chica con la que andaba pero luego me aleje de ella. Obviamente mi papá nunca lo supo.) Le dije que iría junto a Melanie a visitar a su prima a terminar las horas de servicio y al terminar ella iría a su Universidad (ni idea si ella iría a una) y yo iría a la mía en autobús.

Le pareció un buen plan.

Le mentí porque no iría con ninguna Melanie, duraría un mes, no una semana. Técnicamente tampoco fue una mentira completa porque, si me iría a mi Universidad después de eso.

Mi boleto de avión era para el sábado de la misma semana, los tres días restantes fueron algo largos y agotadores, ya que desperté cada noche soñando con fuego, oscuridad y ojos color avellana. Creo que esos ojos eran lo único bueno de esos sueños, lo único que me hacían disfrutar esas pesadillas.

Me levantaba a dibujarlos. Tenía casi 10 retratos de los mismos par de ojos, solo que algunos en ángulos diferentes, y me extrañaba lo mucho que esos ojos llamaban mi atención.

Mi padre y Nadia me acompañaron hasta el aeropuerto a despedirme. Mi padre me deseó un buen viaje y que lo llamara apenas llegara. Me sentía a morir, cada vez que lo miraba a los ojos y pensar me iba mintiéndole. Me despedí de mi princesa y ella también me deseo lo mejor. Nadia a pesar que a veces era pesada, la extrañaría mucho.

Embarque en el avión y fui con el pensamiento dispuesta a comenzar algo nuevo a lo que había hecho aquí...
Pero nunca lo creí tan literal.
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Fueron nada menos que 7 horas de viaje.

Fue un viaje cómodo porque la mayoría del tiempo lo pasé dormida y cuando estuve despierta dibujaba o leía un libro. Sabía cómo aprovechar el tiempo.

Me baje en el aeropuerto y fui a donde se tomaban los taxis. Puse la maleta en el maletero y entré en el asiento trasero. Le dicte al hombre la dirección que me había enviado Natalie por mensaje de texto y me alegré al saber que si existía, el pueblo quedaba a cuarenta minutos y me valía la ida una pequeña fortuna.

El taxista pasó por lo que puedo suponer era el centro del pueblo. Había chicos con patinetas, parejas melosas, y niños con sus padres jugando tranquilamente. Era un lugar pequeño y acogedor.
Pequeño, muy pequeño.

El taxi cruzó a la izquierda y entró a un barrio decente y suspiré internamente al verlo, no se veía peligroso, donde viviría un violador o un secuestrador.

Era casi como un suburbio en New York, solo que las casas eran un poco más pequeñas. La mayoría eran de colores pasteles y sencillos... el barrio me gustó. Habían cortadores de césped en algunos jardines y en dos o tres casas habían chicos cortándolo.

El taxi se detuvo de una forma extremadamente brusca (me golpeé con el asiento delantero) al frente de una casa de dos pisos de color perla con algo de suciedad, tenía un porche con una vieja mecedora y flores rojas y amarillas decorando las ventanas.

- Lo siento-. Dijo el hombre y yo sonreí falsamente sobándome el lugar donde estaba saliéndome un pequeño chichón.

Bajé yo misma mi maleta y pagué el taxi (no deje ni un centavo de propina).

El taxi, tal cual vino desapareció volteando en la esquina. Subí las tres escaleras que conducían hasta el porche y me arme de valor.

Revise una y otra vez el número del mensaje y lo comparé con el de la casa. Lo hice casi diez veces, cuando comprendí la ridiculez que producía mis nervios.

Alcé la mano y hundí el timbre. El sonido reboto en mis oídos una y otra vez. Estaba muerta de miedo, quería irme, las cosas que no pensé antes, se estaban asomando en mi mente ¿si es todo una mentira y tengo que volver arrepentida donde mi padre? ¿Si no vuelvo?

Mis preguntas quedaron hechas así conforme llegaron, porque no dio tiempo a responderlas, ya que abrieron la puerta.

Una figura más alta que yo, unos 5cm estaba en frente de mí. La analice. Sus ojos eran de un café intenso, su piel era blanca con un leve color rojizo en sus mejillas, tenía una hermosa sonrisa en sus labios gruesos, su cabello era un matorral de hermosos rulos, como si los hubiera colocado uno por uno en su cabeza. Su cuerpo era delgado y estaba tapado con un leggi negro y una camisa de tirantes café sobre su piel de porcelana.
Era casi un espejismo ante mis ojos.

Midnight IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora