Capitulo 8 parte 2

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Seguimos caminando por la oscuridad del bosque casi una hora o más.

- ¿De verdad estamos yendo a casa? - Expresé nerviosa, apartando una planta de mi cara.

- Claro que no, yo vine a estar alejado, y eso haré. Aunque sea contigo. -Dijo sin darle importancia.

- ¿Tratas de decirme que, en vez de salir del bosque, llevamos más de una hora adentrándonos más en él?

- Exactamente.

- Quiero ir a casa. - Berrinché mientras los sonidos que podían escucharse, me ponían los pelos de punta. El volteó y se paró firme al frente de mí, resignado, como si tratará con una niña de cinco años. Soltó un suspiro, me miró directo a los ojos y acercó su rostro al mío.

- Mira princesa, yo no te pedí que vinieras. Tu viniste por tu propia cuenta.- Apretó mi mano tan duro que me lastimó. - Así que camina – Resopló ya enojado.

- Está bien, pero deberías controlar ese mal genio.

Fingió sonreír y siguió caminando a paso constante. Seguimos caminando otra media hora y llegamos a un lugar, donde después de eso no había bosque. Era un mirador, desde allí podía verse la ciudad. Habíamos subido una colina.

Chris soltó mi mano y se sentó en el césped y sacó la guitarra de su estuche. Yo di unos pasos hacia adelante y vi las luces del pueblo.

Ese lugar era realmente hermoso.

Escuche el sonido de la guitarra y voltee a verlo. Tenía un cuaderno a su lado y la guitarra sobre sus piernas.

Alzó la vista, me dedicó una sonrisa y empezó a tocar. Su rostro cambió completamente al empezar a tocar. Lo hacía hermoso, era uno con el instrumento. Cerró los ojos y de seguro ni siquiera recordaba que estaba yo me encontraba allí. Aunque hace poco me encontraba pegando un berrinche para salir de aquel infierno; sin embargo no me hubiera gustado estar en otra parte.

Me senté al frente de él y solo le observaba. Verlo tan concentrado lo hacía ver aún más atractivo. Su cabello brillaba con la luna al igual que su piel pálida. Parecía una alucinación ante mis ojos.

Seguí escuchándolo en silencio y al parecer la canción había finalizado, porque se detuvo y abrió sus hermosos ojos y los posó en mí junto con una sonrisa.

- Creo que no eres tan mala compañía como pensé.

Esta vez fui yo la que le dedico una sonrisa.

- Tocas muy bien. – Le felicité.

Me regaló una sonrisa aún más amplia que la primera y yo no dudé en sonreírle de regreso.

- ¿Puedo preguntarte algo? – Pregunté dudosa.

- Ya lo estás haciendo. -Le sonreí tímida.- Dime.

- ¿Por qué venir hasta acá para tocar?

Su cara fue una mueca.

- Es complicado - dejo la guitarra a un lado. - Mi madre no le gusta que toque la guitarra.

- ¿Por qué?

- Dice que esa música no me traerá nada bueno. Cuando le pedí aprender a tocar guitarra, insulto casi todo lo que me gustaba y me inscribió a clases de piano.

- ¿Entonces tocas piano?

- Sí. Mamá es muy complicada... - dijo con un gesto triste. - Pero no quiero hablar de eso. ¿Tocas algún instrumento?

- Un poco de piano.

- Me gustaría escucharte algún día - dijo con una sonrisa y no pude sentirme más cautiva con una mirada, como la de él me hacía sentir.

- ¿Puedes tocar otra canción?

- Las que gustes, princesa- esa fue la primera vez que Chris me había dicho princesa en un tono que no me sentí insultada. Fue la vez que creí que podría entenderme con él.

Chris toco casi unas 20 canciones, hasta que decidimos irnos. Hablamos, escuchamos música... fue una velada perfecta.

Chris volvió a tomarme de la mano y volvimos a adentrarnos al bosque. Pero esta vez fue diferente, hablábamos como si fuéramos los mejores amigos; agradezco que nos riéramos casi todo el camino, para no escuchar los sonidos tétrico que provenían del bosque.

Por fin llegamos al patio trasero de su casa.

- ¿Qué hora es?

Chris alzó su brazo donde tenía un reloj plateado, se veía que era bastante costoso.

- Faltan quince para las cuatro.

¿Había durado con él toda la noche? No lo había sentido así, su simple compañía hacia que el tiempo pasara muy despacio y yo no lo sintiera.

Entramos a la casa como dos espías y cuando por fin logramos cerrar la puerta sin hacer el mayor ruido y subir las escaleras en silencio, en el pasillo el espero a que entrara a mi cuarto y me sentí bastante extraña. No extraña bueno, era un extraño incómodo.

- Me gustaría escucharte tocar otro día. - dije para romper la tensión del ambiente.

- Es una promesa.- dijo con una sonrisa y rompió con ella todo el aire pesado del ambiente.

Le dedique una última sonrisa y entré a mi cuarto.

¿Será que después de esta noche el seguirá siendo el mismo idiota de siempre o algo cambiara? No sé si esto es parte de su plan, o de verdad él era así conmigo porque le nacía.

Pero no bajare la guardiatan fácilmente.    

Midnight IslandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora