Capítulo uno.

47 2 1
                                    

6:30 a.m. Despierto por el estruendoso sonido del despertador anunciando que debo ir a la escuela. Decido levantarme y me dirijo al baño. Tomo una rápida ducha con agua caliente y voy a mi cuarto.

Era otoño. Mi estación del año favorita. Tomo un par de pantalones negros y una playera color mostaza.

Bajo las escaleras y encuentro a mi mamá en la cocina. Está preparando el desayuno. Camino hacia ella y le doy un beso en la mejilla en forma de saludo. Tomé una manzana y me fui hacia la puerta. Justo antes de abrir mi mamá me detiene y me reprende por no desayunar.

-¿A dónde vas con tanta prisa?-pregunta mi madre. La amo, pero puede llegar a ser muy exasperante.
-A la escuela. No quiero llegar tarde a la primera clase, es química y ya me han castigado por llegar tarde.
-Oh, en ese caso no pierdas más tiempo. Pero lleva dinero para comprar algo en la escuela.
-Está bien mamá. Nos vemos luego.-Mi madre me toma del hombro y me da un beso en la mejilla.

Salgo por la puerta y me dirijo a la escuela. El camino me sirve para pensar. Tal vez no piense en las cosas más originales o importantes del mundo, pero aún así pienso. Muchas preguntas llegan a mi cabeza, como por qué no he tenido novia. "Tal vez no ha llegado la indicada" respondo mentalmente a mi pregunta antes formulada. Inmediatamente río por la forma tan torpe en la que me he contestado.

Llego a la escuela y tomo la primera clase. No pongo atención al profesor. Sigo pensando en la pregunta de la mañana. Lo mismo me sucede en las siguientes dos clases antes del pequeño receso.

11:30 am. Todo sigue igual. La misma pregunta flota en mi mente. Tomo asiento bajo un gran árbol en medio del campus. Y sigo pensando. Probablemente debí de detenerme tiempo atrás. Ella viene a mi mente con su largo cabello del color de las castañas y sus brillantes ojos azules.

Este día no ha sido el mejor y todavía me quedan 6 clases más. Me levanto y voy a mi salón. Las últimas 6 clases se pasan igual. Solo que más rápido.

A la salida me encuentro con un par de amigos, bueno, mis únicos amigos. Me llaman y me acerco a ellos no con la mejor cara. He tenido un día muy pesado para ser viernes.

-¡Hey, Grayson!- dice Keith con una sonrisa en el rostro- ¿Quieres venir a centro comercial y ver una película con nosotros?
-No, gracias. Yo paso.-Me disculpo. Como he dicho antes no he tenido un buen día.
-Vamos. No seas tan amargado.-Me regaña Sam. Creo que de ese par él es el más inteligente.-Algún día tendrás que salir de tu zona de confort.
-Hmm...-pienso. Utilizó un argumento perfectamente válido por lo que no me puedo rehusar. Además no quiero peleas.-Está bien. Sólo déjame avisar en casa.

Llegamos al centro comercial y nos dirigimos a la zona del cine. Keith compró los boletos. Me parece que era una película de acción. Sam y yo nos formamos en dos filas diferentes de la dulcería para poder comprar las golosinas y palomitas que consumiríamos. Parece que a los trabajadores en las dulcerías de cines les pagan más por tardarse más. En fin, entramos a la sala y nos dispusimos a ver la película.

Debo de admitir que fue una muy buena película. Y aunque la salida no estaba dentro de mis planes, me divertí mucho. Llegué a casa y me dirigí a mi cuarto. Me saqué la ropa y me dormí.

La chica del café de las 9:30Donde viven las historias. Descúbrelo ahora