8.

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Mi cara estaba roja de la vergüenza y mis manos y rodillas estaban doloridas por el hecho de llevarse todo el golpe.

Él atravesó el gran montón de libros esparcidos por el suelo y se arrodilló a mi lado.

-¿estás bien?

Y mis pulmones se quedaron sin aire.

Library; irwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora