Prólogo

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"Un... dos... tres..."

Su brazo, por acto reflejo, se eleva para encontrar la posición adecuada y tan familiar para el.
Su mandíbula reposa sobre el barboquejo mientras escucha el delicado sonido de los vientos a su espalda, tan delicados y armoniosos como acostumbraban a sonar.
La melodía se vuelve cada vez más armoniosa y sonríe genuinamente por la mezcla de sonidos que acarician su oído.
Sabe que el momento de su introducción está por comenzar.

Cierra los ojos momentáneamente, respirando profundo y llenándose de una felicidad que, solo sosteniendo el mástil, ha llegado a sentir. Su cuerpo se convierte en adrenalina pura y al fin el momento llegó.

Su muñeca comenzó a moverse ágilmente, sujetando el arco con elegancia y acariciando las cuerdas con las cerdas que este poseía. Se sentía el dueño del lugar, el dueño del mundo y la persona con más suerte sobre la tierra... la más feliz.
Se sentía imparable y realizado.
Amaba lo que hacía.

La segunda sinfonía de Beethoven era simplemente una de las melodías que mas lo relajaban, que transmitía tanto en solo un par de notas.
Tranquilidad, agobio, tantos sentimientos encontrados en un trozo de papel realizado por el sordo más famoso en la música.

Disfrutaba más de Sostachovich con sus persecuciones, su manera de pensar acerca del mundo en su época, de su valentía y rudeza, de su sarcasmo plasmado en música hacia el gobierno político de ese momento, pero no podía negar que Beethoven era un genio.

Su mente y concentración se enfocó totalmente en las partituras que se encontraban reposando frente a él. Blancas y negras danzaban en el papel, formando bailes únicos entre ellas y mezclados con una armonía única que hacían sentir su corazón cálido.

No supo en qué momento la melodía iba a finalizar; siempre se perdía entre re mayores, do sostenidos y no se percataba del tiempo. Era una de las cosas por la cual amaba tocar Violin. Lo amaba, como si fuera su hijo.
Su hermoso violín blanco sobresalía entre todos los demás de tonos cafes y negro que se encontraban en el salon de practica.

Miro al director que indicaría en pocos segundos el cierre de la sinfonía. Este se encontraba delante de él, frente a la primera fila de violines.
Claro... él era su Violinista estrella.

Un par de movimientos más y el director de la orquesta sincronizó sus manos, cerrándolas en puños frente a todos los músicos; y fue exactamente en ese mismo instante, cuando los brazos del hombre se encontraban en lo alto, que lo vio... Sus ojos cafés observándolos directamente a él.

Sin apartar su vista de aquel chico de cabellos cafés, termino su ultima nota y el ensayo acabó.

-Excelente chicos, muy buen trabajo. Creo que nos falta un par de ajustes más en los contrabajos y sonará perfecto.

Siempre había un problema mas que arreglar. Un grupo de instrumentos a los cuales les faltaba mas practica para llegar a la perfección, pero el nunca cometía un error. Era imparable.

-Sehun, estupendo. Eres grandioso.

El Director siempre lo halagaba después de cada ensayo, comentando acerca de sus movimientos elegantes y versátiles con el arco. La manera delicada en que tocaba cada nota pero a la vez con tanta destreza y pasión.
Sehun no sabía qué era lo que sobresalía en él, simplemente tocaba con el alma.

-Muchas gracias Director. Es un placer aprender cada dia con ustedes -sonrió con pena, ya que odiaba ser halagado públicamente. Esas felicitaciones se las merecía todo su equipo -aunque en mi opinión personal, lamento si puede sonar un poco grosero o modesto de mi parte, esto no sonaría perfecto si no tuviera a estos maravillosos compañeros. Profesor, siento que los halagos se los merecen ellos también.

Todos sus compañeros sonrieron, Sehun no era una persona engreída, y sabían que sus palabras eran sinceras, por lo que sus sonrisas fueron genuinas.

Mientras todos guardaban sus instrumentos, Sehun seguía sintiendo una mirada sobre el. Disimuladamente miró hacia las butacas del medio y miró al mismo chico. Este se encontraba viendo cada movimiento que realiza, inspeccionando su ser como si quisiera realizarle una autopsia y averiguar que se encontraba en su interior; y en ese instante, una sonrisa ladina se formó en los labios de aquel chico.

Inmediatamente quitó la mirada, no podía ser posible que lo haya pillado observando. El segundo nombre de Sehun era discrecion.

Con vergüenza y un tono carmesí sobresaliendo en sus mejillas, cerró el estuche de Lily con ella adentro. Su amado violín tenía nombre... Lily.

Y con ella, sin pensarlo dos veces, la recargó en su hombro y se dispuso a salir de aquel lugar; aún tenía que ir a estudiar la quinta sinfonía de Sostachovich.

Intento mirar el teatro, contemplar toda su grandeza, aunque todos los días ensayaba en ese lugar dos horas seguidas, pero su nerviosismo aumentaba. La sensación de ser observado lo asustaba y sentía la adrenalina correr a través de sus venas.

Miró los detalles entre el techo y la pared en madera, con una estructura del siglo XVll, de verdad hermosa y toda una joya de la arquitectura.
Sus tonos de color en las paredes que invitaban a perderse en una época pasada, una época en la cual la música era alabada.

Pero aun asi no podia dejar de sentir la mirada de ese chico.

Pasó rápidamente por donde se encontraban esas butacas color vino, aunque, para su mala suerte, se encontraban en el camino que daba a la única salida disponible en ese momento.

-Hey Sehun...

Su piel se heló, y su corazon comenzó a bombear rápidamente.
Su nombre fue pronunciado en aquellos labios y sintió como su cabeza daba vueltas. El miedo y la sensación escalofriante invadió la totalidad de su cuerpo.
Con un movimiento lento, se giró para ver aquel chico que sabía su nombre, con sus ojos abiertos y temerosos.

-¿Como... sa.. sabe...?

-¿Cómo se tu nombre? Es una historia larga ángel... Pero como tocaste... realmente eres impresionante Sehun. Tu habilidad es increíble y sobresales de los demás violines que no poseen esa armonía en cada nota. Tus notas musicales siempre sonaron perfectas.

-Yo... Gra... ¿Quien se supone que eres? -su voz sonó atropellada, como si no estuviera seguro de que palabra elegir; pero eso estaba pasando, no sabia que decir.

-¿Yo?... Un admirador de tu música.

-¿De mi música?

-Si ángel...

-¿Quien eres?

-Soy Luhan -una sonrisa ladina, similar a la que anteriormente pudo visualizar en su rostro, adornó las facciones del chico de cabellos cafés.
Un chico que cada parte de su cara reflejaba inocencia y pureza, pero su sonrisa estaba lejos de ser inocente.

"Soy Luhan... tu próximo y primer pecado..."

Entre cuerdas y sombras ||DESCONTINUADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora