Primera Sinfonía

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Una pequeña pelota lila rebotaba contra el suelo una y otra vez. Su mano la tiraba con calma y serenidad aunque su mente estaba lejos de estar de esa forma. Se sentía inquieto, con una presión en su pecho que no sabía descifrar y que definitivamente estaba odiando. Era una combinación de rabia, furia, incertidumbre y expectativa. Y las últimas dos eran las que lo estaban volviendo loco.

¿Que rayos tenía en la cabeza ese hombre loco llamado Luhan?
Pero la pregunta más importante de todas era, ¿Qué hacía él considerando asistir a la invitación- mandato, que le hizo ese acosador?

No lo sabía.

Sin darle más vueltas al asunto, se levantó de su cama y se dispuso a dirigirse al cuarto de baño. Hoy tenía ensayo y su mente estaba lejos de ser la de un violinista profesional.

Se miró al espejo que se encontraba sobre el lavado y suspiro. Sus facciones definidas y afiladas le daban un aspecto serio y elegante, sus ojos eran negros y su cabello rubio, casi llegando al tono blanco. ¿Realmente, porque llevaba ese color de cabello?... Inmediatamente como esa pregunta se formuló en su mente, recordó el día en que Sunmi le había insistido tanto en ese cambio de estilo. Sus ojos de cachorrito, su puchero, la manera en que lo miraba... no se pudo resistir...

Al recordar esto, una sonrisa enternecida adorno sus facciones duras... ella era su luz.

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¿Como podría ser un hombre tan imbécil en su vida?

Luhan miraba perplejo a Sehun que tenía en su rostro una cara de ¨chico enamorado¨.
Él había vivido lo suficiente como para saber que el niño de cabello rubio solo estaba obsesionado con la perra disfrazada de joven decente.
Pero eso no era lo que más le preocupaba. No...

Sentía como en un par de horas esa alma verde musgo, estaría en la puerta de su círculo del infierno, y, de solo pensarlo, sintió el asco inundar su estómago.
No señor, él no estaba preparado para recibir a un clon de Jessica en su vida. No soportaba lidiar con gente estúpida en su torre.

Claro estaba que él era un demonio, pero hasta los demonios tenían su límite.
Sabía que aunque lo deseara con todas sus fuerzas, la chica aparecería en aproximadamente 2 horas frente a la torre del viento y no en el bosque de los suicidas. Sería más sencillo si Kyungsoo tuviera que lidiar con ella.

El tiempo humano y tanto el divino como demoníaco, se desarrollaban de maneras diferentes. Unos 3 minutos en el infierno significaban aproximadamente 1 año en el mundo humano, y es por eso que Luhan se quedaba tantos años en una misma época en la tierra, para él un suspiro eran 100 años terrestres.

Volvió a dirigir su mirada a Sehun y lo que vió, hizo que su equilibrio flaqueara y tuviera que sostenerse del marco de la ventana en donde se encontraba sentado.

No podía contra su naturaleza... Menos con Sehun sin camisa.

Sus instintos salieron a flote y estuvo a punto de devorar el alma de Sehun con solo sus pensamientos. No podía... Tenía que esperar solo un poco más para poder succionar esas cintas doradas que revoloteaban cerca de Sehun.

Volvió a concentrarse en el chico que caminaba hacia él y se maldijo en voz baja. Había hecho ruido y, aunque Sehun no lo viera, odiaba ser tan descuidado, siempre había sido muy sigiloso. Los únicos que podían observarlo cuando se ocultaba de la vista humana, eran los niños que aún no habían cegado su ojo espiritual, y ciertos adultos que poseían esta habilidad todavía, pero eso no quitaba el hecho de que pudiera ser escuchado.

Trago fuerte cuando Sehun se asomó por la ventana, a centímetros de él. Podía sentir su calor emanando de su cuerpo desnudo. Porque ahora no era simplemente un niño sin camisa...

Entre cuerdas y sombras ||DESCONTINUADA||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora