Ir por lana y salir trasquilado

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Tenía pensado otro tipo de entrada para iniciar este experimento de diario. Pero, dado el revuelo que ocasionó -sin querer queriendo- el promoverlo en un grupo de Wattpad el día de ayer (y siendo una anécdota más a mi gran legajo), pues cambié de parecer.

De este modo, y anticipándome a las reacciones de quienes se rasguen las vestiduras al creer que decido inventar una palabra al titular este apartado como "Diario de una Escribidora", he decidido aclarar ciertas dudas desde un comienzo.

Yo, inocentemente, como la mayoría de mis trabajos que salen a la luz, pues le hice promoción en los grupos de Facebook que me dan una oportunidad. Y al hacerlo, recibí comentarios de los más variopintos. 

Toda entusiasmada, me había pasado tardes enteras pensando acerca de un logo que pudiera reflejar lo que para mí significa escribir. Y, cuando me topé con un vaso de café de Starbucks, en mi onda muy hispter y muy cool según mi estúpido ego, pues caí en la cuenta de que un logo parecido al de esa cadena internacional sería lo ideal (ya que al escribir me he bebido litros y litros de café para poder dizque inspirarme, pero solo me provocaron ir al baño más seguido).

El tema es que mi adicción al café al escribir inspiraron el logo y el diseño de un vaso. Y como toda niña buena que se la ha pasado horas y horas para diseñar una portada -según yo en mi súper ego, me salió decente; según otras, pues era simplona-, decidí promocionarla junto a una breve explicación que era mi diario en Wattpad. No obstante, el resultado que provocaría esta inocente portada fue muy distinta al esperado.

Desde comentarios que cuestionaban el porqué había decidido utilizar el adjetivo de "Escribidora" -lo cual es hasta cierto punto comprensible, total, no es una palabra muy común-, hasta personas que se rasgaban las vestiduras por ello, dando a entender que dicha palabra no existía en el diccionario y tratando de dejarme en ridículo.

En mis redes sociales he dicho más de una vez que tengo una especie de fetichismo literario por algunos escritores. En este caso, pues tengo una gran debilidad, tipo fangirl, por el escritor peruano Mario Vargas Llosa. De este modo, pues me he devorado una gran cantidad de sus obras, entre ellas, el libro semiautobiográfico "La tía Julia y el escribidor".

En ese libro cuenta la vida de Marito, un aspirante a escritor, y su relación con su tía política, Julia Urquidi, una mujer catorce años mayor que él, y las peripecias que tuvo que pasar durante aquella.

El Nobel peruano, que en la actualidad es motivo de portadas de revistas de chismes como "Hola" por su actual separación debido a su romance con Isabel Preysler, ha utilizado su vida como fuente de inspiración en varias de sus novelas. Recomiendo encarecidamente leer no solo a la mencionada obra, sino "La ciudad y los perros" y "El pez en el agua", así como la respuesta que la fallecida tía Julia le diera en vida (repito, "La tía Julia y el escribidor" es una novela semiautobiográfica) en su libro "Lo que Varguitas no dijo". Y es que muchas veces la vida de un escritor es tan o más rica y entretenida que sus obras de ficción, aunque esa ya es harina de otro costal.

Lo curioso es que, aún en la actualidad, con toda la gran trayectoria que tiene el tipo, se refiere más de una vez a sí mismo como escribidor. No sé si lo hace porque todavía se percibe como el jovencísimo escritor protagonista de su libro, o por una falsa modestia, o vaya una a saber. Una de mis aspiraciones máximas es preguntarle algún día el motivo de ello. Pero, como fangirl loca que soy de él y de su trabajo -más no de sus ideas políticas y de su amor por la tauromaquia, valga aclarar-, pues me inspira en algunas cosillas en la escritura, como el bautizar este singular diario. Sin embargo, si le contara los comentarios de burla que recibí por ello, no sé cómo reaccionaría.

El asunto es que sí, señores y señoras, la palabra "escribidor" existe. Según la Real Academia Española, en su diccionario online, esta palabra tiene dos significados, los cuales transcribo tal cual:

"escribidor, ra.

1. m. y f. coloq. Mal escritor.

2. m. y f. ant. escritor. 

De este modo, pues quien intentó ir de sabihondo tratando de dejarme en ridículo, le recomiendo primero revisar sus fuentes para que no le salga el tiro por la culata.

Una última aclaración antes de terminar de contar esta anécdota de hoy. No estoy criticando la ignorancia de algunos, por si acaso. No quiero que mis palabras sean malinterpretadas. Todos ignoramos siempre algo en esta vida. Yo ahora mismo les puedo soltar toda una teoría sobre las fuentes de interpretación del Derecho, pero todavía sigo ignorando la diferencia entre melodía y ritmo, tema del que hablé con una estudiante de Música el otro día.

Cuando se percibe que alguien se equivoca en algo, las reacciones pueden ser distintas. Desde una simple sonrisa y negativa con la cabeza haciéndole ver con cortesía que se equivocó, hasta dejar que tu curiosidad te haga leer aquí y allá para ver si tú o esa persona tienen la razón, o hasta querer dejarla en ridículo como lo intentaron hacer conmigo. Si vas a optar por esto último, te recomiendo pensarlo dos o más veces antes de hacerlo. No vaya a ser que quieras ir por lana y termines trasquilado.


Diario de una EscribidoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora