2. "Princeso está llamando."

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La alarma suena de repente. Y caigo de la cama.

Esto me dejará un chichón. ¡Nico me las va a pagar!

Me levanto del suelo con enojo y agarro el pomo de la puerta. Entonces recuerdo que fui yo, yo he dejado esa alarma.

Me río por lo infantil que he sido. Sacando conclusiones precipitadas.

—Es hora del segundo round —balbuceo adormilada.

Levanto el celular y cancelo la molestosa alarma. Ese sonido fue hecho por algún psicópata del inframundo.

Mis parpados pesan apenas calmo el ruido, y el mundo de los sueños cobra fuerza.

—BASTA —me reprendo en voz alta para despertar— No necesito dormir. Soy fuerte.

Camino hacia el baño y gruño cuando el agua de la llave golpea bruscamente mi temperatura corporal. Salgo, tomo el celular y me quedo en una esquina de la cama.

Deslizo mi dedo por la pantalla de bloqueo y segundo después compruebo con alegría que no tengo mensajes de regaño.

Mel está durmiendo, de seguro no me hizo caso y se quedó despierta.

Activo el WiFi en mi celular y constato con alegría de que aún hay señal, nadie se ha levantado para tratar de desconectarlo. Todo bien.

Un segundo más tarde el celular vibra y encuentro notificaciones de llamadas perdidas.

La vibración comienza de nuevo, pero esta vez no se detiene y me estremezco cuando noto el nombre.

"Llamada entrante de Princeso"

—Hola.

Ahogo un bostezo.

—Así que princeso, ¿eh? —me río descaradamente y pone cara de horror—. ¡Sh!, mamá puede oírte.

Hago una mueca.

—Lamento que la reina lo sobreproteja mucho, princeso.

—Y yo casi lamento que sufras por mi ausencia —hace puchero. Infantil.

—No es como si lo hiciese de verdad —reconvengo con sarcasmo.

—Tú y yo sabemos que mueres por mí.

— ¿Así como muero por el sabor de la tierra? —finjo entusiasmo.

—No —me sonríe—. De la forma en que mueres por el chocolate —me mira fijamente con su ceja alzada, buscando una respuesta, pero ni siquiera intento responderle. No vale la pena.

—Iré por agua —recojo el vaso vacío de mi escritorio.

Cualquier cosa para que te calles.

—Me parece buena idea que me muestres la casa de mi suegra —muerdo mi mejilla para calmar la mala vibra creciente y me pongo los auriculares luego de conectarlos.

Giro el celular, mejor que lo vea por sí mismo, y meto el teléfono en la pretina de mi calentador de dormir.

Me dirijo a la cocina, lleno el vaso y mientras lo termino de servir me estremezco. Pronto me encuentro mirando hacia el árbol de mi abuela

Siento una punzada de dolor en el pecho e inconscientemente llevo mi mano derecha hacia allí, arrasando con los auriculares en su paso. Respiro resignada al saber que aún no la supero y los conecto de nuevo.

¿Los habré conectado bien la primera vez?

Me apoyo en el mesón de la cocina y me quedo observando el árbol a la luz de la luna. La voz de él sigue pululando en el fondo pero mi cerebro lo ignora. Sólo tengo cabida para mi abuela.

MELODY #ATLANTISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora