Perdidos

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Después de unos tres largos días sin dirigirnos la palabra Andrés decide hablarme con un perdón. En verdad no lo entiendo.

-¿Porqué perdón? -pregunté.

-Es que soy un idiota, ni yo mismo sé que me pasa-dijo acariciando su cabello rubio.

-Bueno pues te perdono-dije sin interés. Fui a ver televisión. Hoy estaba desanimada y no sé ni por que.

-Deja la tele, estamos en una isla. Vamos por una aventura. ¿Te apuntas?

Hice como si estuviera pensándolo. En realidad quiero salir de esta casa.

-Vámonos.

Salimos de la casita y me fui al lado de Andrés. No quería quedarme atrás sola.

-¿Donde será nuestro primer destino capitán?-dije bromeando.

-Es un secreto-me miró y sonrió de lado. ¿Como mierdas hacía para que sus dientes fueran tan jodidamente blancos?

Entonces caminamos y caminamos. Mis pies me dolían, a donde hibamos era hasta mas lejos del lago.

-¿Cuando llegamos?-pregunté. Quería tirarme al suelo de lo débil que estaba.

-Ni seas tan llorona. ¿Quieres que te cargue?

Mis ojos brillaron al escuchar esa palabra.

-No lo tienes ni que preguntar-dije. Me trepe a caballito en su espalda. Era cálida y muy ancha. Era perfecta, como si lo hubiesen pintado.

No nos dirjimos la palabra por el camino. Ya estaba aburrida de caminar y caminar y no llegar a ningún lado.

-Andrea, creo que nos perdimos.

No, no, no, no, esto no puede ser.

-¡Sabías dondes estaba el camino!

Lo iba a dejar sin pelotas lo juro.

-Pensé que íbamos por el lado correcto-dijo. Me baje de su espalda.

-¿Y ahora que haremos?-pregunté.

Él se peinaba el pelo con su mano. Tan tranquilo está y estamos en una muy mala situación. Que tal si morimos de hambre o de frío en la noche. Es que él es tan ignorante.

-Vamos al lago. Tiene que estar cerca.

-Si, para perdernos más -dije.

-Callate niña tonta, yo se lo que hago.

-Si, sabes tanto que nos perdimos por tu culpa.

Yo seguía caminando detrás de él sin parar de reprocharle y el simplemente caminaba sin decir una palabra. Me daba tanta rabia, lo juro.

Miré al suelo a ver si encontraba un objeto para tirarle. Vi una rama, la cogí del suelo y se la lancé en la espalda.

Él se paró y se viró, su mirada me daba miedo. Comencé a correr y sabía que él estaba detrás mío corriendo.

¿Y ahora que hago? ¿Me va a matar?

Sentí sus inmensos brazos agarrarme la cintura.

Oh, oh, este es mi fin.

Me trepó en su hombro y corrió.

No hacía nada mas que gritar como idiota.

-Ahora te vas a enfrentar a tu muerte-imitó una sonrisa malévola.

Bajamos una colina y me estaba mariando de tanto ver el suelo. Hasta que sentí que caímos al agua. Estaba tan fría que me iba a congelar. Nadé rápido hacia arriba. Él estaba flotando y se reía a carcajadas.

-Llegabas a ver tu cara te mueres.

Yo tenía rabia, me daban ganas de tirarle una piedra enorme en la cara por estúpido.

Los miré lo más mal que pude y le tiré agua en la cara. Wow, como si eso pudiera hacerle algo.

-Andrea el agua no me hace nada.

Al decir ese comentario me enojé. Nadé a donde él y le comencé a dar puños.

El reía como si fuera jugando. Yo le daba mas duro para que le doliera, pero él mas se reía.

Me agarro las manos y traté de soltarme, pero el obviamente tiene mas fuerza que yo. Me miró a los ojos y me puse nerviosa. Siempre que me miran a los ojos me pongo así. Me da un beso y me saca de mis pensamientos. Un beso fugaz, pero pude sentir la dulzura de sus labios. Tenía ganas de mas, pero no le iba a pedir ningún beso. Este idiota me va a volver loca.

-Tenemos que irnos que estamos perdidos.

Y vuelve con lo mismo. ¿Por qué siempre es así? Me hace sentir en las nubes y luego lo arruina todo. Salgo empapada, me quito la camisa y el pantalón corto para exprimirlos y me quedó en ropa interior.

-Si sigues haciendo eso algún día no podré contenerme.

Sentí que mis mejillas ardieron.

-Necesito que me prestes una camisa.

Él había traído una mochila y yo no. Soy tan tonta. Él la saca de su mochila y me la da.

-Cuidala-dijo. Ahora por idiota se la voy a ensuciar cuando me la ponga.

Me la puse y me quedaba enorme, pero era lo único que tenía ahora.

Salimos a caminar, pero sabia que no íbamos a encontrar la salida y ya estaba atardeciendo.

-Creo que deberíamos hacer una fogata y dormir aquí, no vamos a encontrar la casa de nosotros ahora-dije. Él se queda pensando. -Tienes razón. Iré a buscar comida, tú busca las ramas para la fogata.

Andrés se fue a buscar la comida y yo estaba buscando las ramas, pero no me movía del lugar porque no quería perderme. Conseguí muchas pequeñas, vamos a tener que usar eso porque no hay mas nada.

Andrés llegó con unos cangrejos, guineos y cocos. Vamos a cenar bien esta noche.

(...)

Después de comer y hablar tantas cosas sin importancia me estaba dando sueño. La pase bien hoy a pesar de molestarme con este idiota y habernos perdido. Solo espero que mañana podamos llegar a nuestra casa.

-Quiero dormir -dije.

Él había preparado una pequeña casita con ramas que había conseguido y adentro hizo una cama con hojas de guineo y por encima puso una sábana que tenía en su mochila. No era tan cómodo, pero iba a ser nuestro remedio para esta noche. Me metí dentro y Andrés me siguió. Quedábamos muy pegados, pero se sentía bien.

-¿Tienes frío?-preguntó.

-Un poco-contesté.

Él me abrazó y mi corazón comienza a palpitar muy rápido como si se quisiera salir.

-Buenas noches Andreita.

-Buenas noches cara de plátano.

¿Por qué dije esa idiotez?

Escucho un gruño de su parte y me quedo dormida.

That summer feelingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora