Capitulo 9

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Capitulo 9

Miles

¡Que dolor de cabeza! Desde hace tiempo que no me emborrachaba así hasta casi caer en coma y no se sentía tan bien. No quería abrir los ojos, para nada, solamente escuchaba los ronquidos de Mike cerca de mí y las respiraciones de las personas en la habitación para volver a dormir.

Pero después de largos minutos simplemente no podía. Tenía que levantarme. ¿Dónde estaba? Todo lo que recordaba era haberme caído mientras llevaba a Mike y más nada. Abrí lentamente los ojos y encontré una pared llena de posters desconocidos. Me apoye con una mano y me levante hasta quedar sentado y poder ver la habitación. Alado de mí se encontraba Mike con un brazo caído de un lado y en la otra cama se encontraba una chica.

Me levante sin hacer ruido y me acerque hacia aquella chica que dormida. Era Amy la compañera de cuarto de Kat, entonces esta es su habitación pero ¿Qué hacía yo aquí?

Deje de mirar a Amy y me acerque a una puerta que conducía al baño. Me mire al espejo con horror, estaba pálido, más bien de color verde, tenía el pelo todo desordenado y debajo de los ojos, ojeras. Me quite la camisa y la deje a un lado, un fuerte dolor me dio en el brazo derecho; tenía un morado ¿de dónde me lo habré dado?

No puedo ir a clases así, menos mal que hoy era domingo. Me puse la camisa otra vez y salí del baño. Intente despertar a Mike pero él seguía dormido. Antes de salir sentí que algo vibraba en mi pantalón; el celular. Lo saque del bolsillo y mire la pantalla; eran las diez de la mañana y tenía un mensaje.

"Escribí tu número de teléfono en el mío, te encontré ayer afuera, si quieres hablar conmigo sube a la terraza. Kat"

Sin pensarlo dos veces abandone el cuarto sin hacer mucho ruido y empecé a subir las escaleras mientras me ponía la camisa. Nadie se encontraba en los pasillos, mejor para mí. Cuando llegue a la última puerta, la abrí y recibí el viento frío de la terraza. Cerré la puerta detrás de mí y me acerque a la persona que se encontraba sentado en una silla de playa.

— ¿Kat? — la chica de la silla se volteo y me miro con una sonrisa, yo se la devolví.

—Hola Miles, ven—Kat me hizo un espacio en su silla y yo me acerque a ella sentándome alado— ¿Cómo te sientes?

—Como si me hubiera atropellado un auto—dije sin mirarla por la vergüenza, ella me miraba sin parar de reírse.

—Tenías que verte, estabas que ni te podías parar— los dos nos reímos, nuestros ojos se encontraron y nos quedamos en silencio. Me gustaba cuando sonreía.

—Kat, tenemos que hablar—dije en un susurro. Ella se puso seria y aparto la mirada.

—Lo se Miles, no deberíamos de vernos más—sus ojos volvieron a mirarme— cuando te veo no puedo dejar de pensar las veces que nos hemos besado, sé que empecé todo yo pero...

—Lo entiendo, mejor dejarlo como un error— los dos asentimos y miramos en direcciones diferentes. Mire por el rabillo del ojo a Kat y descubrí que ella también me miraba.

— ¿sabes? — Después de un rato me voltee hacia ella y la mire— que se jodan los demás, ya no soporto esto.

De un segundo a otro Kat se me acerco y pego sus labios en los míos. Abrí los ojos por la sorpresa pero me deje llevar, soy hombre, soy débil. Puse mis manos en su cadera y profundice el beso. Sus manos se pusieron en mi cuello y después se montó encima de mis piernas mientras seguíamos besándonos.

KAT

Sin demoras, sin preámbulos. Coloque mis brazos alrededor de su cuello y abrí mis labios, ansiosa por sentirle y saborearle. Su manos descansaron en mis caderas por un momento, luego se deslizan hacia arriba. Miles atrapo los tirantes de mi camisa y los echo hacia abajo, dejando al descubierto mis pechos y todavía besándome todo el tiempo. Sentí su calor contra la piel desnuda de mis piernas. Sus manos ahuecaron mis pechos, sus pulgares se deslizaron hacia mis pezones donde los aprieto.

Nuestras lenguas bailaban juntas brevemente, aparte su boca de la mía y rastree besos por su cuello. Una de sus manos continuaba ahuecando un pecho mientras mordisqueaba mi pezón. Ahora solamente pensaba en nosotros dos, no quería pensar en lo que me esperaba mañana en clases y la vida a cuadritos que iba a tener.

Su otra mano bajo mí parte del pijama ansiosamente. Gemí suavemente mientras sus labios viajan por mi cuerpo.

Ya los dos desnudos, deslizo mis manos por debajo de su estómago y sentí que tan duro estaba, lo agarre con mis dedos rodeándolo; frotándolo ligeramente, dándole masajes y amando la forma en que cobraba vida dentro de mi mano. Después de un rato lo guíe dentro de mí.

Los dos jadeamos por el contacto. Miles se me acerco lo más posible, nuestras caderas presionadas piel contra piel. Él se detuvo por un momento simplemente saboreando la forma en que nuestros cuerpos se sentían juntos y luego lentamente empezó a moverse.

Nos seguimos besando. Yo me movía en círculos mientras que el tocaba mi cuerpo y dejaba marcas en mi cuello.

Los espasmos del orgasmo me sacudieron, derritiéndome. Al final sentí su cuerpo tensarse. Enterré mis uñas en sus brazos. Ya no podía más, me sentía las piernas como gelatina. Los músculos de mis piernas se contrajeron. Arquee nuevamente la nuca. Sentía los pechos calientes y sudorosos allí donde me los había apretado. El orgasmo me llego haciendo que gritara otra vez mientras los labios de Miles impedían que todo el vecindario se diera cuenta de lo que estábamos haciendo.

Los dos terminamos exhaustos, llenos de sudor. Respirábamos entrecortado.

—No puedo decir que esta sea la última vez porque... mentiría a mí misma.

Aunque amara a Nick, Miles se estaba volviendo una droga para mí. De repente me recuerde de la zorra de Amy y el mundo se me vino abajo: No debería de estar con Nick y menos con Miles si no quería que esto se hiciera público pero...que se joda, nadie se mete conmigo, yo no soy de esas que se esconden, si Amy quiere guerra, la tendrá.

Amigos con derechosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora