uno.

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Oxford, Maine, US. 2004

Luke Hemmings es el niño con el auto-estima más bajo y la casa más alta en Amber Timber Flume St. Y yo, Michael Clifford, soy el niño con la paciencia más baja y la irritabilidad más alta de Amber Timber Flume St.
Por supuesto que jamás (jamás) tendríamos que involucrarnos de alguna forma. Pero la madre de Luke Hemmings pasa a ser vecina y amiga de mi abuela. Por tanto, estoy obligado a ver el desagradable rostro de Luke Hemmings incluso en Navidad. Quiero decir, justo ahora, en Navidad.

Ni siquiera sé cómo fue que la señora Hemmings y sus tres hijos (incluyendo al fastidioso Luke) han figurado en la lista de invitados. Ya sé que no es como si fuese una gran fiesta de esas a la que sólo la gente importante va, pero para mí la Navidad siempre había sido lo único que esperaba al final del año.

El asunto era que mi abuela tiene una cabaña en una parte de la ciudad donde nevaba mucho; y juro (realmente juro) que no había sitio más genial que esa cabaña.

Parecía un enorme castillo de madera donde preparaban el chocolate caliente más delicioso que jamás ha tocado la tierra. Además, era la única época del año (a parte de acción de gracias) donde conseguía ver a todos mis primos.

Como hijo único no conseguía tener demasiada diversión, y como el chico raro del colegio...vale, no tenía nada de diversión.

Esta cabaña era para mí como una máquina de cumplir deseos. Había nieve, chocolate caliente, diversión y mantas abrigadoras.

Nunca (nunca jamás) Luke Hemmings ha figurado en esa lista.

Había esperado todo el año por Navidad, sólo para terminar viendo su rostro enrojecido por el frío y su cabello rubio y aplastado bajo un gorro de lana gris.

Esto no era divertido ni agradable en ninguna forma.

Era como si dijeran que iban a darme un poco del chocolate caliente de mi abuela pero que iban a poner demasiada canela en él.
Quiero decir, era algo inaceptable. Era como mentir o hacer trampa; tendría el delicioso chocolate caliente (que viene a remplazar la cabaña) y los tres kilos de canela en él (que vienen a remplazar al insoportable Luke Hemmings), no podría disfrutar del chocolate caliente (de la cabaña) porque habría demasiada canela en él (Luke Hemmings).

En resumen, esta Navidad sería chocolate caliente con demasiada canela. Estaría arruinada y sería demasiado horrible.

No lo entendía, las navidades anteriores la señora Hemmings y sus hijos nunca tenían que estar con nosotros, ¿qué era diferente esta Navidad?

No estaba seguro, pero me había parecido escuchar que era porque la familia Hemmings había pasado a ser sólo la señora Hemmings y sus tres hijos de un día para otro; pero éstas no son cosas que nos cuentan a los niños.
Es un rollo más de adultos, no para los niños de nueve años. Pero a mí me gusta escuchar tras las puertas, más que nada porque nunca podría cansarme de escuchar la voz de la abuela.

Esta mañana, cuando salimos de casa hacia la cabaña, mamá me pidió que integrara a Luke Hemmings a la familia. Yo le contesté que no podría hacerlo porque Luke Hemmings no era de la familia.

Mamá se molestó conmigo, pero de todas formas tendría chocolate caliente.

Cuando llegamos a la cabaña, hice lo que suelo hacer siempre: bajar corriendo del auto.
No era sólo porque necesitaba sentir la increíble energía de la cabaña, pero porque estaba tan emocionado que si no corría mis piernas se atrofiarían o algo.

La abuela me recibió con brazos abiertos y con una gran taza (mi taza) de chocolate caliente con la correcta cantidad de canela (sin Luke Hemmings). Lo tomé frente a la fogata mientras mis primos tomaban turnos para hablar sobre cómo había ido su año.
Luke Hemmings aún no estaba aquí porque, a pesar de que su auto venía siguiendo al nuestro y de que habían llegado aquí al mismo tiempo, ellos no habían terminado de sacar su equipaje.

Disfruté de aquellos valiosos veinte minutos que tardó Luke Hemmings y su familia en instalarse en las habitaciones del fondo.
No tenía absolutamente nada en contra de sus hermanos o de su madre; no los conocía y no tenía opinión sobre ellos.
Pero Luke Hemmings estudiaba en el mismo grado que yo (aunque en otro salón), y sabía que si algún día intentábamos a hablar, la tercera guerra mundial se desataría y terminaría conmigo rindiéndome para pedirle que cierre su boca de una vez.

No pasaría nada bueno y definitivamente no quería averiguarlo.

Luke Hemmings y sus mejillas coloradas aparecieron cuando todos jugábamos en la nieve. Casi siempre mantenía una expresión seria pero con ojos brillantes y curiosos. Ni siquiera yo podía mantenerle la mirada, siempre estaba demasiado cansado para lidiar con él.

La primera hora, Luke se quedó en una esquina jugueteando en silencio con el pequeño montón de nieve del suelo. Nadie se acercó a él y yo no sería el primero.

Cuando tirar bolas de nieve al otro equipo se me hizo demasiado aburrido, me aparté un poco a construir un muñeco de nieve.
Era la tradición secreta que yo tenía con esa cabaña; me apartaba un poco del resto y comenzaba a crearme un amigo blanquecino.

Hace dos años había decidido que yo era ya demasiado mayor para ser visto construyendo amigos de nieve, entonces ahora me escondía y cuando veían el montón de nieve, culpaba a alguien menor que yo.

Quiero decir, tengo nueve años, mi cosa ahora eran los cómics y los muñecos de acción. No podían verme haciendo algo como esto; no cuando estaba tan cerca de ser un hombre.

Pero esta era la cabaña de conceder deseos, y cada que venía deseaba que el tiempo no fuese tan rápido.

A penas había construido la base de mi nuevo amigo cuando comencé a escuchar un repiqueteo en la nieve. Botas no demasiado pesadas y con un paso torpe y lento se acercaban a mí.

Cerré los ojos y crucé los dedos esperando que la cabaña de alguna forma fuese en verdad mágica y escuchase mis plegarias.

Que no sea Luke Hemmings, que no sea Luke Hemmings, que no sea Luke Hemmings.

Pero era Luke Hemmings.

;;;;;

Espero que todos estén disfrutando de esta primera parte tanto como yo estoy disfrutando escribir esta historia.
Es algo muy diferente a mis anteriores trabajos, ya que estoy mareando en la voz de un Michael inocente de nueve años a penas tocado por la vida.
Aún que es algo difícil y completamente nuevo narrar de la voz de un niño pequeño e inocente, lo estoy disfrutando bastante. Otra vez, gracias por darle una oportunidad a mis historias.
Prometo que no se arrepentirán.

Los amo, voten y comenten 💜

axiom >>mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora