dos.

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'H-hola'

Quise rodar los ojos y decirle que se perdiera en el bosque. Y, de verdad, estuve a punto de hacerlo; pero era Navidad. Ni siquiera alguien como yo (con tanto rechazo ante semejante chico) podría hacer eso en Navidad.

Era cruel y (por más que me duela) ni siquiera Luke Hemmings lo merecía.

'Hola.' Soné seco, quería sonar seco.

Luke Hemmings y su estúpido y plano cabello rubio eran de esas cosas que te hacían temblar del disgusto en su presencia. En primer lugar estaba el broccoli y en segundo (sin siquiera dudarlo) el fastidioso Luke Hemmings.

Pestañeó seis veces antes de contestarme, las conté. Y también observé lo azules que se veían sus ojos en contraste a la nieve. Era casi perturbador, pero igual se veían bien, supongo.

'¿E-estás construyendo un muñeco de nieve?'

Odiaba cuando tartamudeaba. No era como si lo escuchara hablar a menudo; pero siempre que lo hacía, Luke Hemmings tartamudeaba.

Como si siempre tuviese almendras en la boca o como si el aire que tomara no fuese suficiente para completar una tonta frase.

Todo lo que decía era tonto y siempre lo hacía de una forma torpe que sólo terminaba por avergonzarlo más.

Y por la pregunta que me había hecho, quise golpearlo, quise golpearlo realmente fuerte en su rostro rojiza y nariz pequeña.

Quise tal vez abofetearlo hasta que entrara en razón para comprender que si seguía haciendo preguntas tontas, nadie querría ser su amigo.

De hecho, nadie era su amigo.
Él creía que yo era su amigo porque a veces mi madre me obligaba a hablar con él; o a veces hacía los "Lunes de Luke" donde yo tenía que invitarlo a almorzar conmigo durante el descanso de las nueve y media.

Por supuesto que sólo éramos Luke y yo porque yo les agradaba a todos pero a todos no les agradaba Luke entonces tenía que sentarme solo con el fracasado de cuarto año.

Odiaba a Luke Hemmings y a los "Lunes de Luke".

Yo no recordaba a Luke siempre siendo un tarado como lo era ahora. Claro que se comportaba como un tarado, pero de esos tarados que te agradan. De los tarados geniales.

Luke Hemmings alguna vez fue un tarado genial.

Hasta el verano del año pasado cuando Luke Hemmings llegó a la escuela usando camisas demasiado grandes para él y colgando una cadena extraña que apuesto que ahora estaba usando debajo de la chaqueta gigante que lo cubría.

A nadie le pareció un tarado genial aquel año escolar.

Y en tan sólo quince meses Luke Hemmings se había comprado demasiados títulos, ninguno positivo.

Hace tiempo que Luke Hemmings había pasado de ser un tarado genial a un tarado común y corriente.

Y era extraño, porque él ya no quería ser un tarado genial. Quiero decir, ni siquiera lo intentaba.

Luke Hemmings estaba bien siendo un tarado nada más. El fracasado. El raro. Luke Hemmings estaba bien con eso.

Él simplemente se sentaba al fondo de la clase con sus camisetas gigantes, aquella cadena en su cuello y libros enormes detrás de los qué esconderse.

No parecía triste. Ni molesto.

Sólo ido.

Y por supuesto que no le agradaba a nadie.

axiom >>mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora