1. "El Inicio"

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CAPÍTULO 1 "El inicio"
Habían pasado dos años, dos largos años exactos.

Hace dos años fue mi cumpleaños número quince y hace dos años me encerraron en este manicomio, no había salido de este lugar desde entonces.

Mi madre me había mandado al manicomio porque desde que tengo memoria me he visto metida en varios problemas, pero hace dos años fue suficiente para mi madre. Había salido con mi madre ya que me iba a comparar un regalo cuando vi un señor muy alto, el señor tenía solo un ojo y era muy grotesco y hablabas sobre comerme, yo me asuste y grite, después de una hora me la había arreglado para incendiar la tienda y juro que lo mate, pero en vez de ver su cuerpo se desintegró.

Le conté esa historia a mi mama en menos de tres horas me estaba ingresando al manicomio de Nueva York "es por tu bien" me decía.

Cuando entre al manicomio estaba convencida que no estaba Loca, que no había alucinado nada. Pero pasaba el tiempo y ya no estaba segura de si lo que había visto era real o solo era una alucinación. "me sentía como Peeta Mellark"

Estos últimos meses habían pasado cumplido un récord no había visto nada fuera de lo común, tal vez si veían que estaba respondiendo bien me dieran de alta. Me levante y me vestí con la ropa que te daban en el manicomio que era la misma de siempre una camisa blanca y unos pantalones del mismo color, toda la ropa del manicomio era blanca. Me mire al espejo mis ojos mieles se veían brillantes y mi cabello rubio dorado rizado estaba esponjado y cuando estaba a punto de cepillármelo sonreí estaba en un manicomio a nadie le importaba mi apariencia así que no lo hice y salí.

-Te vez muy alegre chica loca- me dijo mi único amigo en ese lugar Alex.

Alex o Alexis era un chico con cabello color chocolate al igual que su piel y ojos color marrones, tenía veinte años y había llegado al manicomio cuando tenía dieciséis, a veces lucia como un chico normal pero después le daban uno de sus ataques de locura, donde se ponía de diferentes manera, a veces agresivo, otras maniaco, otras muy alegre, paranoico etc. El también tenía alucinaciones a veces como las mías de ver monstruos.

-Alex hoy luces normal.- bromee.

-Te iba a decir lo mismo pero tu cabello te hace ver como una muñequita a punto de matar-

-¿Ya desayunaste?-

-No te estaba esperando vamos al comedor-

Nos fuimos agarrados del brazo mientras mi amigo me contaba chistes, parecía normal pero quien sabia a mi amigo le daban sus ataques de la nada. Estábamos comiendo al parecer esta semana mi amigo el dio el ataque de solo comer cosas verdes, así que tenía un jugo verde, ensalada bañada de salsa verde, chícharos.

Arrugo la frente.

-¿Que ya no te gusta la comida verde?-

-No es eso ¿ya viste la nueva psicóloga, no parece humana?

Voltee a verla a primera vista parecía normal, pero si te le quedabas viendo había algo reptil en su mirada y sus dientes eran filosos, me dio un escalofrio.

-¿Nunca te has arrepentido de las cosas que has hecho?- me pregunto Alex.

-¿a que te refieres?-

-Unos meses antes de que mi madre me llevara al manicomio, me dijeron una locura, me dijeron que era hijo de un Dios griego y hasta me dieron una tarjeta con la dirección del lugar, yo me reí en su cara les dije que estaban locos que eso no existían y se fueron esos jóvenes. Sigo teniendo la tarjeta ¿tu crees que fue verdad lo que me dijeron?-

-No se, no lo creo todos sabemos que los dioses griegos no existen-

-¿Como sabes que no? Tal vez esa es la explicación de porque existen eso monstruos que nos siguen ¿Como sabes que todo esto no es verdad? ¿Están en todo lo que vemos? ¿Segura que esta en nuestra mente?

Comimos en silencio estábamos en el patio, cuando llego uno de los encargados y dijo:

-Te toca hablar con la nueva psicóloga-

No quería ir estaba a punto de entrar en un ataque de pánico, pero no lo hice sabia que me estaban vigilando y tenía que mostrar que ya estaba curada que podía salir así que asentí. Antes de irme le susurre a mi amigo en el oído:

-Estare fuera de la puerta por si sucede algo-

Eso me tranquilizo un poco, yo camine hacia el despacho de la psicóloga que se encontraba en el segundo piso, ella estaba sentada, cuando entre ella en sonrío, su sonrisa era tan fría que sólo logró darme escalofríos.

-¿Tu eres Daphne Reinolds?- Yo asentí tímidamente la mujer se le ensanchó la sonrisa- siéntate.

-Prefiero estar de pie- mire hacia la ventana dandole la espalda a la mujer, no quería verla, no quería que me diera un ataque de panico en su cara y todos estos meses sin alucinaciones se fueran a la basura, por una insignificante imaginación mía.

-Cuéntame más de ti ¿Como llegaste aquí?

-Bueno fue hace dos años.- empece a contar mi historia pero cuando voltee a verla me lleve un gran susto. La psicóloga tenía una cola de serpiente y con una lanza me apuntaba al corazón.

-Muere mestiza-

Yo solté un grito de susto, busque algo que pudiera usar como arma pero todo lo de ahí nada era mortífero así que agarro un montón de lápices y se los empece a lanzar uno por uno, pero no le hacían daño.

En eso entro mi amigo rompiendo la puerta y agarro un trozo puntiagudo de madera que antes era parte de la puerta y se lo encajo en el cuello haciendo que la mujer serpiente soltara un gruñido, mientras se quitaba el trozo de madera del cuello, yo buscaba una salida.

No podía salir por la puerta porque tendría que pasar primero por la mujer serpiente voltee vi la ventana estábamos en el segundo piso de seguro si saltaba no moriría, así que salte por la ventana y caí me golpe tan fuerte la cabeza que estuve a punto de desmayarme y sentía mi tobillo un dolor horrible. Escupo sangre porque me había mordido la lengua.

Vi que mi amigo había hecho una liana con una cortina también salto pero el callo con más delicadeza que yo, en eso salió la mujer serpiente se le unieron dos mas, yo grite y mi amigo me agarro de la mano empezamos a correr.

-A donde vamos-

-al campamento que te platique, no se muy bien por donde queda pero creo que pasando este bosque esta-

No se cuanto tiempo pasamos corriendo ya que el bosque era muy grande y las mujeres serpientes nos pisaban los talones, pero ya no podía seguir ya que al atravesar la ventana con el cuerpo se me había encajado un vidrio en el costado y aunque ya me lo había quitado seguía sangrado había perdido mucha sangre no podía seguir.

-ya no puedo Alex, déjame.-

-Debes seguir-

Mi amigo me rodeo con su brazo la cintura comenzó ayudarme a caminar sentía como cada vez estaban mas cerca las mujeres serpientes y como cada vez me dolía más la cabeza y me sentía más débil, mi vista se nubló lo único que escuche es mi amigo gritando ayuda.

Música en las sombras (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora