Habían pasado dos años. Las mellizas tenían sus dos años y unos meses, Austin tenía ya cuatro. No podía quejarme, mi vida iba mejor que nunca. Ross era un marido ejemplar, Megan y Ashley se comportaban como dos señoritas y Austin asistía al jardín de niños sin ninguna queja. Recién ahora podía decir que tenía una buena vida, por fin me consideraba feliz.
Ross estaba de viaje, había viajado a Londres y su ausencia era muy notable. Cuando el hombre de la casa se iba, yo me sentía desprotegida y por lo tanto, mis hijos también. Los tres dormían en la cama que yo compartía con Ross, creyendo que yo podía soportar eso por dos semanas, acepté, pero cuando se movían y me pateaban de noche, dormía en la habitación de Austin.
Megan estaba jugando a apilar unas maderitas de colores mientras Austin desayunaba sus cereales. Ashley aún dormía placidamente.
-Ya acabé, mamá-avisó Austin.
Asentí con la cabeza y subí las escaleras. Ashley ya estaba despierta, observando el cuarto con ojos cargados de sueño. Me senté a su lado y apoyó su cabeza en mi hombro.
-Tengo sueño, mami-dijo bostezando.
Le acaricie el cabello despeinado y la tomé en brazos.
-Debemos llevar a tu hermano al jardín de niños-avisé-. No puedo dejarte sola, si quieres puedes dormir en el auto.
Ella asintió. Ashley nunca se quejaba, siempre se comportaba y respetaba las reglas. No era una niña que trajera problemas. A comparación de Ashley, Megan era más pícara, le gustaba armar líos y se aventuraba de vez en cuando. Ross era el único que podía imponer respeto absoluto en esa niña.
Ashley bajó las escaleras despacio y tarareando una canción. Austin le estaba colocando un abrigo mío a Megan. Reí.
-Ese no es de ella, Austin-le dije.
El niño alzó sus ojos miel y me observó tristemente.
-Pero puedes colocarle el suyo-le tendí la campera fucsia.
Austin la tomó con una enorme sonrisa en su rostro. Se la colocó a su hermana mientras que yo le colocaba la suya a Ashley y cuando acabé, le prendí la suya a Austin. Nos subimos al auto y en menos de tres minutos, ya recorríamos las calles para llevar a Austin.
-¿Sabes? La señorita nos ha prometido que podemos jugar con la nieve hoy-sonrió.
-¿En serio? Eso es lindo, Aust-le dije frenando ante la luz roja.
-¿Nosotras tamben podemo, mami?-preguntó Megan desde atrás.
-No lo sé, vamos a ver, Megan-le dije avanzando.
-Yo no quelo-dijo Ashley-. Megan sempre tira bolas gandotas de nieve y yo caigo.
-¡Megan!-la regañó Austin.
Cuando volvimos de dejar a Austin, las niñas se quedaron jugando en la sala mientras yo preparaba la comida. Nunca me había gustado tener criados, lo único que aceptaba, era la niñera. Necesitaba ayuda con tres niños pequeños y no iba a negarme. Cuando necesitaba de ella, hacía falta una llamada y ella llegaba, sonriente y dispuesta a ayudar. Caroline era la mejor persona, siempre cuidaba de mis hijos como si fueran suyos y los tres la querían tanto que cuando se iba de casa, la extrañaban mucho.
El teléfono comenzó a sonar.
-¡Ashley, atiende!-grité mientras me lavaba las manos.
-Es papi-entró en la cocina.
-Voy-le dije mientras corría rodeando la mesa.
Tomé el teléfono entre mis manos y me senté en la silla al lado del teléfono fijo.
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La Bella & La Bestia (Ross Lynch & Tú) ||1 y 2 Temporada|| TERMINADA
Hayran KurguQue feo es cuando la persona que mas amas es la persona más fría del mundo, Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tu seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vivir con u...