Capítulo 2.26

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Aunque no lo veo de frente, sé que está frunciendo el ceño mientras mantiene los ojos cerrados. Se remueve en la lona lentamente dándome a entender que debo moverme para que él se de la vuelta. Me siento y le doy la espalda.

—Eres una niña, _______ —dice sin dar crédito.

Frunzo el ceño y me arrodillo en la lona mientras lo miro. Su mirada persigue mi trenza hecha con hilos de cera blancos.

—A que la trenza de Megan es más madura que la tuya.

—¿Qué dices? Ross, era la más bonita.

Trenzada con más de seis hilos, la trenza es blanca con piedras en tonos grisáceos tirando a negro por momentos, brillantes casi recién lustradas.

—No puedo creer que sigas siendo tan inmadura.

Alzo una ceja y me cruzo de brazos. Muevo una pierna para dejar caer mi cuerpo sentado sobre la lona y sostengo la mirada sobre los ojos de Ross.

—¿No te gusta?

—Claro que no, _____ —casi me grita.

—Que mal por ti. A mí me encanta.

Me pongo de pie y camino hasta Austin, me pongo en cuclillas para quedar a su altura. Él, con sus lentes de sol multicolor puestos, me sonríe y se quita la gorra para secarse el sudor de la frente con el dorso de la mano.

—¿Vamos al mar? Hace mucho calor.

Su sonrisa de pequeños dientes de leche se hace aún más extensa y se pone de pie.

—Yo voy —dice Ross sentándose en la lona.

—No —digo mientras le quito las sandalias a Austin—, alguien tiene que quedarse con las cosas.

—¿Y por qué no te quedas tú y yo voy con Austin? —Me dice poniéndose de pie y esquivando la sombrilla que puede quitarle un ojo.

—Porque te quedarás tú.

Austin nos mira repetidamente a ambos y luego procede a quitarse los lentes de sol para guardarlos en su mochila del hombre araña azul y roja.

—No quiero quedarme, quédate tú.

—Luego la inmadura soy yo. —Formo una línea con mis labios—. ¿Sabes? Ni siquiera le has pedido a Austin que te muestre su tatuaje.

Ross eleva los ojos al cielo y los deja caer sobre mí nuevamente porque el sol daña su vista.

—He estado ocupándome de ti —dice enojado—. Ahora que me doy cuenta, tengo cuatro hijos. Tres niñas y un niño.

—¿Disculpa? Me ofendes, Ross. Yo sería la que tiene cuatro hijos, porque tú eres todo un maldito estúpido inmaduro —digo furiosa. Ross aparta la vista de mí y se queda viendo a Austin que se ha sentado a jugar con la arena—. Aparte, —titubeo unos segundos—eres mal padre.

Vuelve a mirarme y sus ojos se cargan de enojo. Larga una risa amarga mientras pasa sus manos por su cabello despeinado. Alza su dedo índice y lo coloca muy cerca de mí rostro mientras aprieta los dientes.

—No te permito que digas eso, _______ —dice con la mandíbula tensa.

—Mami, vamos. —Austin tira de mi mano para alejarme de la vista enojada de mi esposo—. No peleen, ma.

Relajo los hombros y tomo la mano de Ross con la mía.

—No estamos peleando, mi amor.

Me quito las sandalias y las pateo para que queden cerca de todas las cosas. Doy media vuelta y comienzo a correr en dirección al mar. Austin se emociona en un segundo y me sigue el ritmo mientras larga carcajadas de felicidad. Odio que mis hijos siempre presencien las peleas matrimoniales que tenemos Ross y yo.

La Bella & La Bestia (Ross Lynch & Tú) ||1 y 2 Temporada|| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora