Capitulo 25

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-¿Para que quieres hablar de eso?-pregunte indiferentemente. “Que no se te note _______, que no se te note”.

-Para organizar las cosas. ¿Qué pretendes que yo elija tu vestido?-arqueó una ceja. Alcé los hombros en gesto de desinterés.- Bueno, pero luego no te quejes.-dijo excusándose.

-La verdad me daría igual, ya que este casamiento no es por voluntad propia. ¿Me explico?-dije. Tomó de su vino.

-No tienes por qué.-respondió. Observó un rato hacía las demás mesas.- ¿Ves ahí?-me señalo una pareja de ancianos que cenaba amenamente. Volteé a verlos y luego miré a Ross.- Valía mirar con disimulación.

-Tu los señalaste y no fuiste muy disimulado que digamos.-dije molesta.- ¿Qué tienen ellos?

-Obsérvalos.-me dijo. Los miré una vez más.- ¿Cuántos años tendrán de casados? ¿50? ¿60?

-¿Y que se yo Ross?-dije sin entender.- ¿A que quieres llegar mirando a esos dos?-pregunté. Negó con la cabeza.

-Ya déjalo.-dijo.- Por un momento aparta nuestras diferencias y finjamos que nos amamos, que vamos a tener la mejor boda de Nueva York. ¿Acaso de pequeña nunca planeaste tu boda soñada?-preguntó.

-A veces me parece que eres gay.-dije casi echando una carcajada. No le hizo ni un poco de gracia.- No tienes humor.

-No, no es que no lo tenga. ¿A ti te gustaría que te diga lesbiana?

-¿Y que tiene de malo? Existe gente que lo es.-dije. Me miró abriendo bien los ojos.

-Dime que tú no lo eres.

-Aii Ross.-tenía ganas de tirarle un pedazo de pollo.- Yo no soy el caso.

-Pensé que lo eras, casi que te dejo aquí y salgo por esa puerta antes de que alguien pudiera verme contigo.-dijo. Algo se cruzo por mi mente.

-Digamos que he besado chicas y de más pero…

-Dime que es solo una broma.-dijo apoyando la copa con fuerza.

-No. ¿Por qué bromearía contigo?-le dije alzando una ceja.

-Lo dices solo porque yo dije que si fueras lesbiana me hubiera ido, si por eso lo dices.- pareció más que se quería convencer, que una afirmación.

-Piensa lo que quieras.

-Hey, ya no juegues.

-Okey, okey.-dije terminando mi comida, acción que Ross ya había realizado.- Dime… ¿no podemos contratar a alguien que planee la boda en vez de hacerlo nosotros?

-Serian más gastos en la fiesta.

-Aii si porque de seguro ahora eres un pobretón. Vamos Ross no seas tacaño.-dije enfadada. Una mujer volteó a verme.- Gente chusma.-refunfuñé. Ross dio rienda suelta a una carcajada.

-No es eso.-dijo entre risas.

-No me parece gracioso.-dije. Asintió e intentó no reír, mordí mi labio inferior al verlo solo sonreír.- Y me cansé de estar cerca de ti.

-Hey, tranquila.-dijo apoyándose en el respaldo de la silla.- Hablemos como dos personas civilizadas.

-Es que cuando se trata de este tema no puedo ser civilizada. Entiende que no puedes pretender que me lo tome con calma si me estas obligando a casarme contigo.- crucé los brazos. Me miró atentamente, eché un suspiro.

-Pensé que a las mujeres les gustaba el casamiento.

-Claro que si, y estaría completamente feliz si no fuera porque me caso por obligación.-dije. Golpe bajo.

-Esta bien, me quedó todo muy claro.-dijo haciéndose el ofendido.

-Perfecto. ¿Eso significa que adiós boda?

-No, eso significa que si tu vida era miserable, ahora será peor.-dijo. Lo miré incrédula.

-¿A que te refieres?-dije desconcertada.

-Ya veras.-me dijo. Arrugué la nariz, de verdad no entendía.

-¿Qué me harás Ross?

-He tendido compasión, ¿sabes?-dijo. Blanqueé los ojos mientras el me observaba.- De verdad no te lo esperaras.-dijo. Creo que comienzo a entender a que se refiere.- Estas castigada pequeña, por mal comportamiento.- Oh por Dios, me la mandé.

-No comprendo Lynch.-le dije tragando saliva.

-¿Quieres que te explique aquí?-me dijo maliciosamente. Sex*.

-No me expliques nada imbécil.-estaba enojada.- Ya te he dicho que no me pondrás un dedo encima.-agregué. Llegó el mozo.

-¿Van a querer postre?-preguntó cordialmente.

-Si, helado por favor.-dijo. Me observó a mi esperando que yo pidiera, me quedé callada. Se aclaró la garganta, seguí mirando en dirección a otra familia que cenaba.- ______.-dijo finalmente.- ¿Vas a querer postre?

-No.-dije secamente. Ni siquiera lo miré.

-Si sigues así no tendremos luna de miel.-acotó luego de que el hombre se fuera.

-Me importa tanto.- hágase notorio mi sarcasmo.

-Compórtate como se debe, no tienes seis años.

-Ojala los tuviera, ojala no tuviera dieciséis y ojala no te tuviera cerca.

-Algún día te arrepentirás de haber dicho eso.

-No lo creo.-fruncí la boca. Desvié la mirada de nuevo. Lo sentí reír.- ¿Qué es lo gracioso?-pregunté seria.

-Es que no sabes lo que me excita cuando te pones así.-dijo. Abrí la boca en señal de sorpresa y luego me levanté de la mesa.- Ven aquí.-me dijo.

-Déjame ir al tocador.-casi grité.

-No me montes un numerito aquí mismo.-dijo enojado.- Vuelve rápido o te iré a buscar.-dijo molesto

Caminé hacía el baño y me apoye contra la mesada para observarme al espejo. Simplemente tenía ganas de que un ovni llegara al baño y un alien me llevara a Marte con el. Las lágrimas se llevaron el rimel hasta mis mejillas mientras que una mujer con una nena entraban al baño. Tomé papel e intenté cubrir mis lágrimas.

-Quédate aquí, ya salgo.-le dijo a la nena. Supuse que era su hija.

-Si.-asintió la nena de cabellos dorados.- Me quedo aquí.-dijo sonriente.

La mujer se encerró en un pequeño baño y la nena me observó, desvié la mirada.

-Hola.-dijo con una fina voz.

-Hola.-respondí abriendo mi bolso.

-¿Estas bien?-preguntó entre cerrando sus celestes ojos.

-Si.

-¿Uno llora cuando esta bien?-preguntó.- Mami, hay una nena llorando.-gritó luego.

-No, no, no estoy llorando.-le dije.- Es solo que me entró algo al ojo.-expliqué, pero no tenía por qué hacerlo.

-¿Por qué lloras? ¿Tu gatito murió?-preguntó tiernamente. La cadena del baño se hizo escuchar y segundos después la mujer salió del pequeño baño.- Mami, ella esta triste.-le avisó. La mujer me miró.

-Disculpa a mi hija.-entonces ella me habló.- ¿Puedo ayudarte en algo?

Si por favor llama a la policía y dile que esta noche mi futuro esposo me violara.

-No, pero gracias igual.-dije. La nena corrió a abrazarme.

-¿Quieres ser mi amiga?-preguntó con su tierna voz.

-Seria un placer.-respondí sin entender por qué tantas ganas de hablar comigo.

-Bueno, vamos Macarena.-le dijo.- Hasta luego.-me dijo a mi. Sonreí esperando a que cerraran la puerta para romper en llanto otra vez.

¿Es que mi vida no podía ser peor? Sin padre, sin madre, sin amigas, con Ross y encima casarme a los dieciséis.
Respiré hondo y conté hasta diez para tranquilizarme, tenía que salir, estaba segura de que Ross iba a venir por mí si no me apuraba.
Revolví entre mi bolso y busqué mi maquillaje. Me retoqué y arreglé mi pelo, me lavé las manos y me volví a mirar en el gran espejo. Sentí el golpe en la puerta principal del baño.

-¿_______ estas ahí?- mier.., era su voz.

Sin responder abrí la puerta y lo esquivé. Como era de suponerse, me tomó del brazo.

-¿Qué te pasa?-preguntó. Me zafé de su agarre y seguí caminando.- Ven aquí.-me siguió. Me senté a la mesa y el en frente mío. Me observó por unos segundo y se dispuso a hablar.- ¿Estuviste llorando?-preguntó.

-No.-dije secamente mientras intentaba no mirarlo.

-¿Segura?

-¿Ahora harás que te explique cada uno de mis movimientos?-pregunté enojada. Frunció el ceño y quiso hablar pero lo interrumpí.- No quiero seguir con esto.-dije.- ¿Podemos irnos al hotel?

-Si. Luego de que termine mi postre.-me dijo. Apoyé un codo sobre la mesa y mi barbilla sobre mi mano.

-Tengo sueño, apúrate.

-Okey, déjame en paz.-me dijo.

-No debería porque tú nunca me dejas en paz, pero lo haré porque de todas maneras siempre salgo perdiendo yo.-dije. Sonó a victima. Me miró por un segundo pero no respondió.

Veinte minutos para comerse un helado. Y como siempre, lo había hecho a propósito. Salimos del lugar, luego de que Ross pagara. Tomó mi mano y la corrí de un solo tironeo.

-¿Qué te pasa?-preguntó enojado.

-Tu me pasas.-le dije de mal modo.- Allí hay un taxi.-dije caminando hacía uno, abrí la puerta y Ross la cerró.

-No subes ahí hasta que no hablemos.

-No quiero hablar contigo.-dije dándole la espalda.

-Disculpe, no ocuparemos el taxi.-le dijo al señor. Volteé a verlo y sus manos me tomaron de los brazos.- Ya me explicas.

-¡Suéltame!-le dije enojada.- Me lastimas.

-No voy a soltarte hasta que no me digas que te pasa.-me dijo con enojo. Volteé la cara.- ¡Que me digas!-gritó. Un hombre se acercó a nosotros.

-¿Todo bien?-preguntó. Ross me soltó de golpe.

-Si todo bien. ¿No amor?-dijo pacíficamente, me observó y asentí fingiendo una sonrisa. Sabía que si decía algo, “Chau pacifismo”.

-¿Segura señorita?-preguntó. Volví a asentir.

-Segura.-respondí. Sonrió y se retiró.- ¿Podemos irnos?-pregunté.

-Si, pero no vamos al hotel.-dijo frunciendo el ceño.

-Por favor Ross, ¿no crees que fue demasiado por hoy?-pregunté irritada.

-Okey, como quieras.-dijo y abrió la puerta del taxi. Entre yo y detrás mío el.

La noche terminó totalmente distinta a como había empezado. Pensaba que tal vez íbamos a hablar de nuestros gustos y personalidades, no de la boda.
Llegamos y baje, Ross se quedó mas tiempo porque le pagó al chofer. Entre y llamé al ascensor, entré y Ross entró detrás mío.
La caja metálica comenzó a ascender hasta el piso marcado en los botones luminosos al costado de la puerta corrediza. Suspiré mientras me acomodaba un mechón de pelo frente al espejo.
Este se detuvo y las puertas se abrieron, sin decir nada, ambos salimos del ascensor. Ross abrió la puerta y entró, seguí sus pasos y cerré la puerta detrás de mí.

Silencio, silencio y más silencio. Pero lo cierto era que quería saber en que estaba pensando. Tres preguntas revoloteaban en mi mente.

• ¿A dónde quería ir antes de venir al hotel?
• ¿Por qué se había enojado?
• ¿Se acordara que hoy le toca dormir en la cama?

Me quité los tacones y tire el saco sobre el sillón más pequeño. Abrí el armario y saque mi ropa de dormir. Entre al baño. Me coloqué el pijama, me cepille los dientes, ate mi cabello en una coleta alta para que no estorbara al dormir y lave mi cara para quitar todo el maquillaje.
Al salir vi a Ross tendido en el sillón. Esta era la respuesta a mi tercera pregunta, no, no lo recuerda.

-¿Puedes apagar las luces?-preguntó adormilado. Sin emitir palabra alguna apagué el velador, dejando la habitación completamente a oscuras.

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La Bella & La Bestia (Ross Lynch & Tú) ||1 y 2 Temporada|| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora