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Un día mientras hablaban plácidamente ella se descubrió a sí misma observando cada detalle del rostro de él. Intentó concienciarse de que pudiera ser que sólo fuera cariño, no obstante el nombre de aquel muchacho no abandonaba su pensamiento ni a empujones. Comenzó a analizar la situación. Se percató de que era como si ella fuese un coche de Fórmula 1 corriendo a 300 kilómetros por hora hacia él, un muro macizo de hormigón; el desastre era inminente. ¿Qué hacer cuando la razón nos dice algo pero el corazón dice lo contrario? ¿Quién es más sabio en tal caso?

Por más que lo intentara, ese chico la tenía anonadada. Cada vez que aquellos ojos color esmeralda se cruzaban con los suyos pardos un cosquilleo en el abdomen de ella aparecía. Ella pensaba que era una idiotez continuar sintiendo aquello. Era algo contradictorio. Él, por otra parte, no quería romper aquellos lazos que los unían. Quería mucho a aquella joven, pero su amistad estaba por encima. Incluso, para él a veces, sus encuentros resultaban violentos. Ella únicamente se limitaba a intentar aparentar serenidad y calma.

Y ahí estaba él, guapo como siempre y sonriendo, de esa forma que a ella le encantaba pero él no sabía. Se dio la vuelta y se marchó de allí. Su preciosa y brillante dentadura iba dirigida a otra chica.

Los días pasaban y ella pensaba que él le daba esperanzas. Charlaban un rato y se volvía a dar cuenta de que él seguía en sus trece.

"¿Dónde está?" era lo único que hoy él se preguntaba. Por lo visto, ella había estado en vela hasta el ocaso. ¿El motivo? Se había enterado que él tenía novia. Se despertó débil y decidió que no iría al instituto, a parte, no querría verlos a él y su nueva novia ─que precisamente era de su misma clase─ juntos. Lo que ella no había previsto es que él ignoraría todo el día a su novia porque no paraba de pensar en ella. Entonces, él comenzaba a dudar sobre sus propios sentimientos. Si quería a su novia... ¿por qué no dejaba de pensar en ella? Si solo la veía como una amiga, ¿por qué quería que estuviera ahí ahora mismo en lugar de su novia? Su mente era un hervidero.

Llegó la hora del descanso, guardó de inmediato todas sus pertenencias y salió corriendo hacia el patio de recreo. Su mirada se iluminó dibujando una franca sonrisa, cuando bajaba las escaleras, al ver a su amiga entrar por la puerta principal. Desgraciadamente, esa felicidad se apagó en el instante que la vio abrazar a un apuesto chico bastante más alto que ella ─hasta que él mismo─, piel pálida y pelo... ¿rojo? Ese chaval era extraño... Prefirió no contemplar ni un segundo más aquella vista.

El recreo terminó y la siguiente clase era Educación Física. Él se sentó cerca de la puerta a esperar al profesor. Ella se fue a su lado.

─ Hola ─ Él simplemente le mostró una sonrisa educada.─ Venga, escúpelo ─ Él se giró para enfrentarla, sorprendido.

─ ¿De qué hablas? ─ Ella desafiante, enarcó una ceja.

─ ¿Qué te he hecho ahora? ─ Él sacudió su cabeza en señal de negación.

─ Nada, ¿por qué lo preguntas? ─ Ella suspiró y se recostó en la pared. Abrió la boca para contestar.

Apareció un profesor de guardia, comunicándoles que subieran a su respectiva aula puesto que el profesor que les debía de dar la clase se encontraba algo indispuesto y no acudió a trabajar. Obedecieron y se sentaron juntos al final. El profesor de guardia les dijo que se mantuvieran en silencio mientras bajaba a por su trabajo.

─ Lo digo porque: primero, he faltado las tres primeras horas y ni siquiera te has dignado a preguntar el motivo. Y segundo, no me has dicho ni un simple hola cuando he llegado... ─ Ella le había soltado todo sin mirarle. Estaba anotando en su agenda los exámenes pendientes y tachando los que ya había hecho.

Él se quedó sin palabras. ¿Qué iba a contestar? Optó por guardar silencio y observar a su compañera de reojo. Ella esperaba una repuesta clara, sin embargo, ahora tenía más dudas que antes... ¿qué le estaba pasando a su amigo?

Los meses seguían corriendo como las hojas caídas de los árboles ya desnudos. Sin motivo, él le dejó de hablar de la noche a la mañana. Ella ─muy a su pesar─ eligió olvidar ese "cariño especial" que sentía por él. Al principio, se sintió como un barco a la deriva, sin rumbo fijo, que al final consiguió llegar a una costa desconocida. Cuando pensaba que estaba peor, un chico conocido llamó a su puerta (y además, literalmente).

❝En las profundidades del corazón❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora