Parte 5

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Cada noche, la señora de Gribelin preguntaba, consumida por la angustia:

-¿Y la señora Simón?

Y cada vez él respondía con un abatimiento desesperado:

-¡No ha cambiado nada, nada!

Despidieron a la mucama, cuyo salario se había vuelto demasiado difícil de pagar. Se economizaba aun más que antes, toda la gratificación se había evaporado.

Hector entonces juntó a cuatro médicos que se reunieron alrededor de la anciana. Ella se dejó examinar, tocar, palpar, mirándolos con ojos taimados.

-Tenemos que hacer que camine -dijo uno. Ella exclamó:

-¡No puedo, buenos señores, no puedo!

Así que la agarraron, la levantaron, la arrastraron algunos pasos; pero ella se les escapó de las manos y cayó al suelo, lanzando gritos tan terribles que ellos volvieron a colocarla en su asiento, con infinito cuidado.

Ellos emitieron un diagnóstico reservado, concluyendo no obstante, en la imposibilidad de que ella trabajara.

Y cuando Héctor le trajo la noticia a su esposa, ella se dejó caer en una silla, murmurando:

-Será mejor traerla aquí, costaría menos.

Él saltó:

-¡Aquí, a nuestra casa! ¿Estás pensando en una cosa tal?

Pero ella respondió, resignada a todo, ahora, y con lágrimas en los ojos:

-¿Qué quieres, amigo mío? No es mi culpa...


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Esta historia del escritor francés Guy de Maupassant (1850 - 1893), es uno de sus cuentos cortos, publicado en 1883. Fue traducida por mí de su versión original (en el dominio público) en francés. La traducción al español es de mi propiedad. © 2015 Ginnevra Dubois


A Caballo de Guy de MaupassantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora