-Buenos días, mi nombre es Paula y hoy les hablare acerca de..- irritada, me detuve y con la sonrisa en la cara, mire a quien me interrumpía en el fondo del salon.
-¡Becca! ¡Guarda respeto!- El maestro Reynolds grito y se callaron de inmediato. -Continua Paula.
-Les hablare acerca de las fases de la luna y sus efectos en la tierra- tome el control y cambie de diapositiva- como verán, existen 4 fases importantes de ella.
Alguien toco la puerta, interrumpiéndome de nuevo.
-Mr. Reynolds, ¿Me permite a una alumna?- pregunto una de las secretarias de la oficina, Rachel, si no me equivoco.
-Claro, ¿Cual es su nombre?- pregunto el profesor.
-Paula Pellegrini- bufé, esto tenia que ser una maldita broma. Rodé los ojos al cielo y suspire, caminando en dirección a la puerta. -Trae tus cosas, por favor.
Me devolví de nuevo a mi lugar por mis cosas, mientras todos hacían un "uhhhh". Nuevamente, camine hacia la salida y Rachel, con cara preocupada, me llevo a la dirección.
-Entra a la oficina del director, te esta esperando- la confusión llego a mi. ¿Que había hecho? ¿Es para alguna beca o algo? Estaba al final del semestre, faltaban semanas para la graduación. No entendía que podría ser. Abrí la puerta de la oficina del director, después de tocar y lo primero que mire fue a mi tía, Sam, que se levanto cuando entre.
-Paula- sentí la preocupación en su voz.
-¿Que pasa?¿Donde esta mamá?- pregunte, ahora preocupada. Note como sus ojos se aguaron y su nariz roja.- Ella, el cancer..- dejo las palabras al aire y todo a mi alrededor se derrumbo.
-¿Que?- no sentí como dije eso. No sentía nada. Salí rápidamente de la oficina y sin importarme nada, corrí. Corrí por los pasillos vacíos hasta la salida. Finalmente, salí y el viento me llego como un balde de agua fría, haciendo que me cayera en el piso en mis rodillas, con las lagrimas saliendo, sin poder detenerlas.
No podía ser, no podía perderla. El cancer ya se había ido por completo. Eso dijeron los doctores, eso decía todo mundo, no puede ser...
Me senté de golpe y sentí el sudor en mi frente. Estaba en mi cama, con las lagrimas corriendo por mis mejillas. Seguía con las pesadillas, no podía dejar de revivir ese día, una y otra vez. Fue el peor día de mi vida, perdí a mi mejor amiga, a mi mama. Lo único que tenia en el mundo y Dios decidió quitármelo. Continue sollozando, acostándome en mi cama de nuevo.