Capítulo 3.

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La semana se había terminado, al fin era viernes, las clases de francés con Sophie iban muy bien, la niña estaba aprendiendo rápido.

"Buenas noches, buenos días" eran todas las palabras que había entre ella y Edrik en las ultimas cuatro semanas. Aunque Sophie le había platicado en varias ocasiones que si como era ella.

-¡Perra, quisiera ser tu! - Tais rió al escuchar a Rodrigo. - Eres hermosa.

-¡Mierda Tais! Si no fueras mi mejor amiga, esta misma noche te llevaba a mi cama. - Tais soltó una carcajada.

-Exagerados que son, además ni que fuera la primera vez que terminara en tu cama. - Rodrigo rodó los ojos.

-¿Enserio Tais? - ella asintió. - Son unos puercos.

Diego solo estaba callado, recordaba muy bien esas noches, a pesar de que habían terminado en la cama, al siguiente día todo seguía normal, era algo extraño, ya que no la podía correr como a las demás, era su mejor amiga y aunque lo hiciera no se hubiera ido.

-¿Tú qué piensas Diego? - Estaba tan ido en su mundo que no supo de que hablaban. - Tenemos varios minutos hablándote y lo único que hemos notado de diferencia es que tu bulto se hace más grande.

-Idiota. - tomo un cojín y se le aventó en la cabeza a Rodrigo.

-Bueno, pero ya explíquenme ¿porque rayos ninguno me había contado sobre su noche de sexo rudo? - Tais rio.

-Cállate, mi hermano no tarda en llegar. - Volteo a mirarse en el espejo y darse un último toque en su maquillaje. - ¿Les gusta este labial? - Ambos asintieron. - Yo no te dije por qué prácticamente te acabo de conocer.

-¿además quien te dijo que solo fue una noche Rodrigo? - Le dijo Diego.

-Tais. ¿eso es cierto? - Ella asintió. - ¡Madre de Dios! Quien como tú que se puede comer un bombón como ese. - Señaló a Diego.

-¿Cuál bombón? - Preguntó Maurice entrando sin tocar a la habitación de Tais.

Tanto Diego como Rodrigo se quedaron pálidos, todo el mundo sabía lo celoso y protector que era Maurice con Tais, y más después de la muerte de sus padres.

-Los bombones de chocolate de la dulcería de Fermín. - el asintió. - Les da envidia que pueda comer los que yo quiera y no subir de peso.

-En realidad a mí no, los quemo en tres horas. - Diego se encogió de hombros, como si en verdad estuvieran hablando de esos.

-Como sea, tenemos que irnos. ¿Así piensas salir Tais? - ella asintió.

-Maurice, estoy segura que entre ustedes dos. - señalando también a Diego. - No dejarán que ningún hombre se me acerque.

Ambos asintieron, incluso Rodrigo lo hizo, que a pesar de ser gay, no era afeminado, era algo extraño ya que siempre tenía mujeres rondándole y siempre les decía que no. Se fueron al bar más popular de la ciudad, al mirar a Maurice Cooper, ni siquiera tuvieron que esperar en la fila, tuvieron pase directo, el ambiente estaba a tope, y el lugar estaba lleno.

Los efectos del alcohol empezaban a aparecer en todos, la única diferencia es que Maurice ya había encontrado con quien ir a dormir esa noche, Rodrigo se había desaparecido prácticamente desde que llegaron, Diego no quiso dejar sola a Tais. Empezaron a bailar muy juntos, algo que siempre hacían, ya era normal en ellos, nada los ponía incómodos, era demasiado fuerte su amistad.

Ambos se acercaron a la barra tenían calor y bastante sed, Tais pidió un Mojito y Diego un whisky a la rocas. Un hombre bastante ebrio se acercó a Tais.

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