Capitulo final.

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-Señora Samaras, la busca Arion. - Una pequeña mujer se acercó al tiempo que él lo hacía.

-¿Cuál de todos? - preguntó con gracia.

-Su favorito. - y de nuevo se planto una sonrisa en su cara, pero esta vez era diferente, era una sonrisa cargada de amor.

-Lo siento, no sabía que estuvieras casada. - Le dijo Edrik.

-Nos vemos a media noche en el Andronis Luxury, no me hagas esperar. - le da un beso en la mejilla y se va, dejándolo con ganas de más.

Y no sólo en lo referente a sexo, sino a un momento para charlar como grandes amigos. La fiesta transcurre tranquila, justo en ese momento, se da cuenta que su vida se está yendo entre el trabajo y las galas, médicos y viajes, necesita en su vida a Tais, ese respiro de aire puro, esa naturalidad.

Piensa en ella, en su hermosa sonrisa, en su cabello, negro azabache, su piel tan blanca que podría parecer de papel, unos ojos del mismo color de su cabello, esa mirada penetrante, esos labios tan deliciosos que saboreó mil veces y nunca se quedo satisfecho, y todo eso se esfumó en un maldito abrir y cerrar de ojos.

De pronto sintió como algo resbaló por su mejilla, una lágrima, hacia 5 años no lloraba, la última vez que lo hizo fue ahogado en alcohol, por la misma razón de siempre, por qué nunca volvería a mirar a su Tais, porque ninguna mujer lograría embaucarlo como ella, porque siempre sería su infierno personal, solo Dios sabía lo mucho que la necesitaba.

-Dicen que los hombres no deben llorar porque los hacen débiles, pero pienso que es todo lo contrario. - No supo en qué momento había llegado la mujer de negro, la señora Samaras.

Tenía desde las 11:00 de la noche esperándola en el jardín del hotel que le había indicado, y justo cuando se perdió en sus pensamientos, ella apareció, sin hacer ruido, con su hermosura.

-Podría decir lo contrario. - ella enarcó una ceja pidiendo más información. - Si, desde hace 5 años no derramaba una sola lágrima, y puedo asegurarle que me volvió más poderoso, más fuerte, más... - y ella terminó la frase por él.

-Más frío. - el asintió. - El poder y el dinero no lo es todo si no tienes a quien amas.

-Pero tú lo tienes todo en la vida, un hijo que te ama, un esposo que te mira como si fueras la luz de sus ojos, y un imperio a tus pies.

-No entiendo a qué te refieres. - el se sentó en una banca cercana a ellos y ella imito el gesto.

-Si, sé que eres la señora Samaras, mire como te mira Maurice, de la misma manera en que yo miré a la mujer que más ame. - Y miro al cielo, a la luna especialmente. - Esa necesidad de protegerla siempre, de que nunca nadie se atreva a hacerle daño.

-Lo siento caballero, pero creo que se está confundiendo. - el la miro de nuevo.

-¿Porque? Es justo como a él le gustan, castañas.

-No soy su esposa, somos parientes, si tengo un hijo, pero el padre no lo quería. - ella se encogió de hombros, me imagino que conocerás a Maurice y sabrás que todos los hombres en la familia se llaman Arion. - el de nuevo asintió.

-Conozco una historia similar. - ella carraspeo.

-¿Tienes hijos? - Su curiosidad pudo más que ella, sabía que el tiempo se le estaba acabando, tenía que regresar a lado de su hombre.

-2, una hija y un pequeño niño. - ella sintió algo extraño en el pecho, pero Edrik continuó su historia, él sonrió y de nuevo sus ojos se empañaron. -Vivo constantemente en consultorios médicos, todos especializados en Cancer, siempre estoy en busca de los mejores. - Salió una lagrima de los ojos de la castaña.

EgoístaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora