Charlie

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Cuando Desgadh lanza la varilla a mi pecho veo la muerte ante mis ojos pero la atrapo a centímetros. Desgadh parece desconcertado pero luego sonríe.

—Vaya, Charlie, siempre logras impresionarme.

Golpeo a los Ponsber que antes me estaban sosteniendo y espero a que los demás me ataquen pero Desgadh les hace un gesto con la mano y se detienen. Comienza a atacarme pero ahora soy mucho más rápido, dentro de poco también seré más fuerte, pero mientras tanto tengo que estar alejado de sus golpes.

—Vamos Charlie, no me digas que ni siquiera con el collar puedes atacar.

Esquivo uno de sus puños y golpeo en sus costillas pero no parece causarle mucho dolor. Salto sobre él. Sé que en estas circunstancias es arriesgado atacar así que corro hacia la puerta.

—No pensarás escapar, ¿verdad, Charlie? Bueno, como está la situación ahora, ninguno de los dos tiene las de ganar —eso no es verdad, a pesar de que solo hay Ponsber, él podría arreglárselas para atraparme, pero no se lo digo.

—Dime, ¿por qué solo viniste con unos cuantos Ponsber?

—El nuevo Codicia está reuniendo fuerzas, después de lo que pasó con el anterior, las fuerzas se han visto inmensamente disminuidas. Vete, le diré que aún conservas el collar, se pondrá feliz aunque no lo demuestre. ¿Sabes? Tiene muchas ganas de volver a verte, quiere ver quién de los dos es más fuerte.

—Sí, estoy seguro de que es así.

Cuando vuelvo al hotel, recojo todas mis cosas y cojo un autobús con destino a Chicago, sé que ahí estarán Andy y Olson. Me dejo caer en el asiento e intento relajar, el dolor en mis costillas ahora es más tenue y sé que pronto se desvanecerá pero aún es molesto. ¿Qué habrá pasado con Paul, habrá salido de su coma? La idea de volver a ver a mis hermanos me pone nervioso, pero creo que es lo mejor, en este momento es posible que ellos también hayan recibido una visita de los demás. Una mujer a mi lado me pregunta si me siento bien, supongo que debo tener un aspecto deplorable. Las magulladuras de mi cuerpo, evitan que pueda dormir dura dormir durante el viaje.

Llego en la tarde y me hospedo en un hotel, ahí, comienzo mi entrenamiento. Si hemos de volver a luchar para preservar el mundo tal como lo conocemos, lo haré.

Comienzo a hacer ejercicios de telequinesis con objetos pequeños. Hace mucho que no hago este tipo de cosas por lo que me resulta algo agotador.

Cuando me despierto son las ocho de la mañana, me sorprende lo mucho que he dormido, pero sabía que necesitaba descansar, ahora ya no siento ningún dolor en mis costillas y eso es bueno. Un buen lugar para buscar a Andy y Olson es en nuestra vieja casa, donde todos vivíamos antes de Codicia, si a ellos también los han atacado, seguramente irán allí por ayuda. Paul siempre había dicho que ese lugar guardaba secretos, secretos que ni él había logrado descubrir.

Pago el hotel y salgo rumbo a la casa.

El césped de la entrada me llega hasta las rodillas y la casa se ve muy deteriorada, cuando entro me sorprende ver que muchas de las cosas que habíamos dejado aún están ahí, había pensado que se las habrían robado. Recorro la casa pensando en todas las cosas que vivimos aquí, la primera vez que entré a esta casa fue hace ocho años, lo recuerdo como si fuera ayer.

Estaba demasiado triste por la muerte de nuestros padres y de que seguramente nos adoptasen por separado, pero, no sabía cómo, un hombre soltero nos había adoptado, a Han, Olson y a mí.

—Esta será vuestra casa de ahora en adelante, espero les agrade y se puedan llevar bien con mis otros tres hijos —les abrió la puerta y detrás de ella estaban Andy, Lisa y Max—. Mi única hija biológica es Lisa. Andy y Max también son adoptados, pero para mí todos son mis hijos, y me gustaría que ustedes también me viesen como un padre. No espero reemplazar a su padre verdadero, pero espero obtener cierto afecto.

Los primeros días en la casa de Paul fueron un poco incomodos, pero Han y Andy no tardaron en hacerse amigos. Olson y Charlie en cambio, se mantuvieron al margen de los otros chicos. Fue semanas después cuando Charlie y Max se comenzaron a hablar.

— ¿Así que hace cuanto viven ustedes aquí? —preguntó Charlie tratando de parecer poco interesado.

—Poco más de ocho años, para Andy es como si de verdad fuera nuestro padre.

— ¿Y para ti?

—No del todo, no digo que no lo quiera como tal, pero recuerdo a mis padres y sé que él no es ninguno de ellos.

-¿Cómo... cómo murieron los tuyos?

—Accidente de auto —respondió con el mismo tono despreocupado—. ¿Qué hay de los tuyos?

Charlie tragó saliva tratando de bajar aquella cosa invisible que tenía atravesada en la garganta.

—Un atentado terrorista.

—Vaya. Bueno, te diría que se cómo te sientes, pero creo que cada caso es diferente, además no querrás que me ponga cursi contigo —lo dijo con una leve sonrisa—. No voy a ser esa clase de hermano.

Charlie también sonrió, pero solo un momento.

—Es lo más sensato que me han dicho en meses.

Reviso las habitaciones para ver el estado de las camas. La de Lisa es la que se encuentra en mejor estado así que entro en ella y me acuesto en la cama.

Luego de tres horas la impaciencia se apodera de mí. Tal vez ninguno de ellos haya sido atacado. No me permito pensar en otra alternativa, aunque me sienta preocupado por Olson y Lisa, eso no sirve de nada. Me levanto de la cama para revisar la casa, eso mantendrá mi mente ocupada. Comienzo por mi cuarto, el que compartía con Olson y Max, nada. Después de mover todo de sitio no encuentro nada. Solo el viejo diario de Olson, donde solía desahogarse y escribir de su amor por lisa. En el siguiente no encuentro nada, entonces me dirijo a la de Paul, me siento un poco extraño entrando allí, de hecho me estremezco al ver la pintura que Andy le regaló, en la que aparece un Paul mal pintado, con la leyenda de "el mejor papá del mundo".

Comienzo a mover las cosas sin ningún resultado, cuando miro en su escritorio encuentro algunos documentos y papeles así que los organizo y los meto en la maleta de viaje de Paul. Paso por la habitación de Andy y Han, pero no entro allí, no quiero más recuerdos atormentadores sobre mi hermano menor.

Cuando estoy pensando en irme recuerdo revisar el sótano, así que me apresuro a hacerlo antes de que caiga la noche. Hay muchas maletas y unos cuantos baúles, así que trato de pensar en qué me puede ser útil y qué no.

Unos cuantos juguetes, una piscina inflable, muebles viejos, ropa y más ropa. Suspiro resignado. Tal vez ellos no pensaron en venir aquí después de todo. Me paro y miro por la pequeña ventana los últimos vestigios de luz, cuando giro, un destello llama mi atención. Me acerco y veo un pequeño cubo rojo, no parece mayor cosa, pero sé que sería un grave error menospreciarlo así que lo levanto. De inmediato se ilumina junto con el collar que tengo puesto, pero el collar refleja una luz verde.

— ¿Qué se supone que es esto? —Pregunto en voz alta, como esperando una respuesta.

Pero tal y como comenzó a brillar, de repente la luz cesa, dejándome mareado y confundido por unos instantes. Me siento exhausto, pero lo más extraño de todo es que creo que sé dónde tengo que ir. Nueva York.

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Un regreso inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora