Olson

2 0 0
                                    

-Lisa, he traído lo que me pediste –digo al entrar en la casa, es pequeña, pero muy acogedora.

-Olson, ¿por qué has tardado tanto? Es más de media noche –siempre que me llama por mi nombre recuerdo los viejos tiempos.

Lisa está junto a su padre. Suele hablarle demasiado, lo comenzó a hacer cuando le dije que la gente al salir del coma recuerda todo lo que le dicen mientras duermen.

-Lo siento, tuve que trabajar horas extra –me inclino y la beso.

Ella me acaricia. Cuando acaricia el lado de mi cara que es solo una masa de carne me erizo, siempre que hace eso siento cosquillas; en ocasiones cuando salimos a la calle juntos la gente se nos queda mirando, un hombre con un brazo y media cara quemada, y una chica con unas enormes cicatrices en el cuello que parecen hechas por un león, si supieran que esas cicatrices se prolongan hasta su costilla derecha. Al principio me molestaba la forma en que nos miraban, pero ahora ya no me importa, en mi trabajo solo tengo que llevar cosas de un lugar a otro y por lo general no me relaciono con mucha gente.

-Estuve intentando hablar con Charlie, pero sigue sin contestar.

-Tu hermano contestará cuando se sienta preparado –dice ella. Me gustaría hablar con él, fue el más afectado por la muerte de Han, creo que se sigue culpando por ello.

-¿Cómo sigue Paul?

-Papá sigue igual, le estaba hablando de cuando fuimos a la cascada, en el bosque.

-No creo que a tu padre le guste saber de nuestra aventura amorosa –digo sonriendo. Paul siempre había sido muy bueno con nosotros, pero cuando se trataba de su hija, prefería tenerme a distancia.

Nos vamos a la cama y nos dormimos en cuestión de minutos.

-Cariño, cariño –me despierta Lisa unas horas después.

Me siento en la cama.

-¿Sucede algo? ¿Otra vez las pesadillas?

-Eh... creo que los escucho. No en los sueños, ahí fuera –estoy a punto de decirle que es imposible, pero entonces yo también los escucho.

Me levanto y ella también lo hace, los ruidos se hacen un poco más claros, son como los de una rata, unos chicheos poco audibles, pero nuestros oídos son agudos, en especial los de ella. De repente me llegan los recuerdos y comienzo a temblar.

-Si son ellos no sé si sea capaz de pelear, Lisa –ella agarra mi mano-. Prometí que nunca volvería a pelear.

-Y a Dios le gusta hacernos tragar nuestras promesas, cariño –me dice ella brindándome su sonrisa más tierna.

Entonces escuchamos cómo la puerta principal se sale de sus goznes por un golpe, me pregunto, ¿qué sonidos oirán los vecinos en los próximos minutos? Tal vez el de una pareja peleando, o algo parecido, y ¿qué creerán haber visto los vecinos que se asomen a la ventana? Eso no importa, solo quiero alejar la mente de la idea de tener que luchar. Cuando vuelvo la mirada a Lisa ella sostiene el collar y me lo extiende.

-Tienes que ayudarme, no puedo hacer esto sola.

-Lo sé, pero... pero...

Ella agarra mi mano, me besa en la mejilla y al soltar mi mano veo el collar en ella.

Escuchamos el sonido de los Ponsber adentrándose a la casa y entonces me acuerdo de Paul, podrían hacerle daño, al parecer ella también lo piensa porque sale de la habitación con grandes garras en sus manos. Aún recuerdo la primera vez que vi sus garras.

-¿En serio me harás pelear con tu hija, Paul?

-¿Qué tiene de malo? –Dijo Lisa-. ¿Temes que te haga quedar como un tonto frente a tus hermanos?

-Vamos Olson, ¿no te he enseñado a no subestimar al enemigo? Lisa te dará una dura lección sobre eso.

Ella Corrió hacia él y comenzó a lanzar fuertes puños que Olson lograba bloquear con algo de esfuerzo. Saltó hacia atrás y luego pateó sus pies para hacerla caer, pero no lo logró. Antes de que pudiese caer, se apoyó con las manos y pateó a Olson en el pecho. El cayó de espaldas y lo siguiente que vio es que la mano de Lisa no era exactamente una mano sino una especie de garras con casi veinte centímetros de largor.

-¿Has visto eso Andy? –dijo Han riendo fuertemente-. A Olson le ha pateado el trasero una chica.

-Ni que lo digas. Creo que casi se orina en los pantalones.

Los demás hermanos también reían pero ocultaban sus sonrisas, Olson no había preguntado porque menos preciara a Lisa, simplemente no le gustaba la idea de tener que lastimar a una mujer fuese humana o no. los 5 hermanos se habían sentido un poco intimidados por las garras de su hermana, pero no lo dijeron, fuese como fuese, todos eran una familia.

-¡Olson! –me grita, y salgo de mi transe. Veo como sus garras parten en pedazos los cuerpos de los Ponsber que pasan a su lado.

-Maldición.

Dejo que el cristal se funda con mi cuerpo y entonces comienzo a atacar, los Ponsber son fuertes, pero cuando el cristal esta en tu organismo, no son más que masas deformes, claro, sus golpes me duelen pero no más de lo que me dolería si no tuviese el cristal.

-Ve por tu padre, yo me encargare de ellos –a mis espaldas oigo el teléfono sonar. ¿Quién rayos llama a estas horas de la madrugada?-. ¿Me quieren a mí no es asi? Pues vengan por mí.

Salgo a la calle y ellos me siguen, cuando me encuentro lo suficientemente lejos de la casa me encargo de mantenerlos entretenidos, sé que Lisa necesitara tiempo para subir a Paul al carro.

Golpeo a uno y a otro, pero no tengo suficiente fuerza aun, de cierto modo me alegra de que hayan enviado Ponsber y no otros monstros de su especie.

-¿Quién los envía? ¿Quién rayos los ha enviado? – pregunto pero las criaturas me responden con gruñidos.

Veo a Lisa subiendo a Paul al carro así que peleo contra algunos para abrirme camino, corro al carro, me subo y Lisa arranca.

-¿Qué ha sido todo eso? –me pregunta Lisa aun asustada-.se supone que ya no volverían, sin nadie que los dirija... alguien ha tomado el lugar de Codicia pero ¿quién?

-Creo que llamaré a Andy, es mejor que sepa de esto.


Un regreso inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora