Capítulo diecisiete

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Más de diez minutos era el tiempo que nos habíamos llevado recorriendo las calles de Madrid más cercanas al parque,con la ayuda de Google Maps para poder localizar una heladería que estuviese abierta a las cinco menos algo de la mañana. Si os digo la verdad,he dicho más de diez minutos por decir algo,quizás fueron más, pero la risa que me entró a causa de los chistes malos que Pablo contaba,hizo que el tiempo se me pasara volando. ¿Habíamos encontrado una heladería? pues no. Yo había planteado atracar un Mercadona,pero Pablo me quitó rápidamente la idea de la cabeza cuando dijo que no tenía ganas de salir en los medios con el titular: EL CHICO DEL TUTÚ ATRACA UN MERCADONA POR UN TRISTE YOGURT. Nos habíamos reído de aquella semejante tontería sin gracia alguna por más de cinco minutos,entre otras cosas porque lo que íbamos buscando no era yogurt,pero según él ,era lo que rimaba. Reímos tanto que Pablo tuvo que parar el coche donde pudo y bajarse para poder respirar. Yo me bajé por mi lado para poder estirar los músculos de la barriga que se me habían agarrotado literalmente. Luego volvimos al coche y pocos metros más adelante,habíamos encontrado una pequeña tienda de chucherías que estaba abierta las veinticuatro horas del día. Pablo bajó del coche, a pesar de que le dije que se quedase para que no lo tuvieran que ver conmigo,pero es un cabezón,en todos los sentidos de la palabra y acabamos entrando a la pequeña tiendecilla. Compramos montones de chucherías. Yo estaba segura de que se nos picarían todos los dientes y en nuestra próxima salida en vez de buscar una heladería,iríamos en busca de puré. Eso le hizo a Pablo tanta gracia que tiró una caja entera de citratos de distintos colores. Por supuesto los compramos todos,aunque la mujer,impresionada por la presencia de Alborán,se negó y al final terminamos aceptando que nos regalase algunos. Pablo la chantajeó  para que no dijese nada de que le habían visto con una chica. ¿Lo consiguió? pues sí. Le prometió que iría más a menudo a cambio de su silencio y además le hice varias fotos con ella y le firmó un cartel en el que tuvo que poner: AQUÍ COMPRA PABLO ALBORÁN,CHUCHERÍAS DE BUENA CALIDAD más su preciosa firma y una dedicatoria a Rosario,que nos estaba atendiendo con mucha paciencia. Luego ambos la ayudamos a colocarlo y con las mismas nos fuimos hacia el Retiro. 

-¿Cómo leches vamos a pasar si está cerrado?-le dije nada más llegar -

-¿Quieres vivir una buena aventura como si volvieses a tener quince?-torcí el gesto y negué mientras salíamos del coche-¿no?

-No,Pablo...-me eché a reír- asaltar El Retiro cerca del amanecer nunca ha entrado en mis planes-me encogí de hombros-

-Vaya basura de espíritu aventurero tienes,hija...-dijo sacando el móvil de su bolsillo- bueno,pues entonces tendré que llamar para que nos dejen pasar...

-¿A estas horas? ¿a quién se supone que le vas a pedir permiso?-pregunté mientras comía chucherías de la enorme bolsa que llevábamos-

-Verás...esto de ser famoso también tiene su parte buena,¿sabes?-yo asentí mientras seguía comiendo- hay un par de personas que me debes un par de favores,por muy mafioso que suene esto...-ambos reímos-así que les voy a pedir que me abran El Retiro,¿qué te parece?-volví a asentir-niña,¿me harías el favor de dejarme algo de chucherías?-negué-

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Ni si quiera sé como logramos entrar. Lo cierto era que estábamos dentro del parque.Esto era espectacular. Aun faltaban como media hora para que amaneciera y ambos estábamos en una barca en medio del lago que hay en el parque. El silencio nos rodeaba,sólo se nos escuchaba masticar las numerosas gomitas que compartíamos a ratos. 

-Me cabreé todas y cada una de las veces que interrumpiste o interrumpieron el momento de darnos un beso. Me frustré muchísimo...-confesó Pablo  haciendo que la fresita que iba camino a mi boca se detuviera-

TANTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora