Bruno Steiner solía tener pesadillas.
La noche anterior, había soñado que lo ahorcaban. Escuchó que lo acusaban por brujería o algo parecido.
La noche anterior a esa, soñó que se encontraba en un cementerio y los cadáveres salían de sus tumbas e iban tras él. Le recordaba a una película que lo había dejado sin dormir durante su infancia, "La noche de los muertos vivientes".
Y había tenido muchas pesadillas horribles, unas más que otras.
Había escrito algunas de ellas, sólo algunas. Siempre las recordaba, pero habían algunas demasiado terribles para ser escritas. Incluso para ser soñadas.
Una vez soñó que volvía a ser niño y entraba al baño de su casa paterna.
Había una tina rebosante de sangre, con una señora adentro. Era vieja y en la cabeza le quedaban algunos pocos cabellos, el resto se encontraba cubierto de una capa de sangre. Tenía unos ojos verdes -que lucían como los de un monstruo, aunque exactamente eso era- fijados en él. La piel colgante y su falta de dientes -y su apariencia en general, por agregar- le podrían desgarrar la cordura a cualquiera. La mujer salía de la bañera y extendía una mano hacia él, hasta llegar a lastimarle la pierna izquierda con sus uñas.
Ese día no se atrevió a entrar al baño de su propia casa, tuvo que utilizar una botella. Y menos mal no le dieron ganas de hacer otra cosa... la verdad, la caja de arena del gato no le parecía muy atractiva.
Por cierto, ¿no he mencionado ya que tenía un gato?.
Se llamaba Plutón, sí, como en el relato de Poe. Y era exactamente del mismo color.
Era un gran gato negro; hace algún tiempo había sido muy robusto y fuerte. Si se le veía a la distancia, era como ver un punto negro en el paisaje. A Bruno esto le parecía muy chistoso, adoraba a su gato. Era la única familia que tenía.
Pero últimamente Bruno lo notaba más demacrado, y siempre tenía actitud bélica y una mirada violenta. Se había vuelto así de la nada, era como si le tuviera miedo a él, a Bruno; que había pasado tantos años a su lado.
Ahora sí le preocupaba un poco haberle puesto ese nombre.
Dejando a un lado al punto negro que se había vuelto un guión irracional, las pesadillas de Bruno se sentían cada vez más reales.
Y terminaban.
Antes, en sus pesadillas, siempre despertaba justo antes de que le pasara algo. Antes de quedar inconsciente o que los muertos vivientes se acercaran a él.
Pero ahora sí terminaban.
Sólo que era raro. Sus pesadillas se repetían. Además, nunca pasaba lo que se suponía que iba a pasar. Por ejemplo: en el caso de los muertos vivientes, cuando se acercaban a él, lo golpeaban, lo golpeaban muy fuerte. Proferían gritos horribles, dignos de una pesadilla. Los cadáveres parecían aterrados de Bruno, parecían aborrecerlo.
En otra ocasión sintió como se agazapaban contra él un montón de insectos que lo lastimaban. Le cortaban la cara, el pecho y prácticamente todo el cuerpo. Sentía cada pequeño rasguño, y como su piel se abría dando salida a pequeños ríos de sangre.
Lo despertó un ruido muy fuerte.
Al salir de su habitación, se untó los pies descalzos de sangre.
Plutón estaba en el suelo con las vísceras al aire. Ya a sus restos llegaban las primeras moscas.
Luego de sollozar un rato, se puso unos guantes, lo metió en una bolsa y lo enterró en el patio. Tenía tiempo. Sabía que luego de eso, no podría dormir. Ademas sentía un inmenso dolor en la cara.
Pasó varias noches sólo encontrando consuelo en el techo. Las noches le parecían más oscuras y largas ahora que tenia insomnio.
Un día pudo dormir, pero despertó a la mitad de la noche, o así le pareció.
Escuchó un ruido afuera de su habitación. Abrió los ojos, que ya estaban adaptados a la oscuridad, y por debajo de la puerta vio algo que se movía en el pasillo. Algo abrió la puerta, y ese mismo algo, que parecía una cara, se asomó. Era completamente oscuro, no parecía una persona. Bruno intentó gritar pero parecía que lo único que funcionaba en él eran sus ojos.
Luego, la puerta se cerró. Y él pudo moverse. Pensó que ya estaba bien... sólo que lo que fuera eso -monstruo o persona- no sólo se había asomado. Había entrado a la habitación.
El cadáver de Bruno Steiner fue encontrado el 17 de octubre de 2015.
Presentaba varias marcas de golpes y rasguños por todo el cuerpo. Tenía una herida en la pierna izquierda. Una muy grande.
Se había cortado a sí mismo el cuello con un cuchillo. Los forenses encontraron a su gato -que él mismo había asesinado- enterrado en el jardín. Al parecer había intentado defenderse. Tenía sangre de Steiner en sus uñas. Lo asociaron entonces con otros asesinatos que habían ocurrido en zonas cercanas a su casa, casa que por cierto estaba impregnada de olor a azufre.
Según la investigación, cada una de las víctimas de Steiner -O las que se presumían eran víctimas de él- habían dicho que habían tenido pesadillas, no mucho antes de fallecer.
Oh, por poco se me pasaba un pequeño detalle.
Una de sus víctimas.
Fue identificada como Marta Espejo. Una señora de 82 años que se encontraba dándose un baño en el momento en que fue asesinada. Tenía una tierna y dulce sonrisa, y para su edad, aún conservaba la mayoría de sus dientes... o los conservaba (antes). Le fueron arrancados los que le quedaban uno a uno con unas pinzas. La jalaron del cabello hasta arrancarle el mismo, y le mutilaron la mano derecha. Mano con la que, antes de eso, intentó defenderse. Y con la que alcanzó a herir a Steiner en su pierna izquierda -para tener 82, tenía fuerza-. Su esposo, Ezequiel espejo, tuvo una forzosa pelea con Steiner, incluso consiguió rodear su cuello con el brazo. Pero al final Bruno le propino varias apuñaladas en el abdomen.
Fin.