Hace unos minutos habíamos aterrizado en París, y ahora nos dirigíamos a la casa de mis abuelos. Miraba por la ventana el hermoso paisaje que deleitaba mis ojos, el sol estaba en la cúspide del cielo, tornando todo su alrededor de vida. La ciudad era bellísima.
El auto se detuvo frente al jardín de una antigua, pero bien cuidada, casa. Nos bajamos echando un vistazo a los detalles que recorrían la estructura, parecían sacados de una pintura colonial. Bajamos nuestras cosas y apenas pusimos un pie dentro del patio, la puerta se abrió de golpe.
-¡llegaron!- chilló mi abuela contenta corriendo hacia nosotros.
Después de saludarlos, y conversar con ellos un poco, entramos, mis ojos se abrieron sorprendidos y ahogue una exclamación. Esta casa parecía ser el castillo de una verdadera princesa.
-Es linda, ¿no es así?- Asentí contenta, mientras le dedicaba una sonrisa a mi abuela.
-es maravillosa, abuela, me encanta.
-pues espera a ver tu habitación- exclamó-. Venga, sube y acomódate, después ven a comer un poco-. Me beso la frente y se alejo de mí.
La habitación era de ensueño, el cuarto que toda adolecente quiere tener, me lancé a la cama con los brazos estirados, estas serían unas lindas vacaciones.
Desempaque mis cosas y acomode todo lo mejor que pude, y como me dijo mi abuela, baje por algo de comer. En cuanto entre en la cocina, me percate del recién llegado. Un chico alto, cabello castaño y rizado, perfecto diría yo, tenía un cuerpo atlético, bien trabajado. Traje saliva y me acerque a ellos.
-¡ay hija!- sonrío mi madre-. El es ruggero, vive aquí al lado-. Señalo al chico de cabello perfecto.
-bonjour, mademoiselle-. Sonrió dejándome sin respiración, su voz era grave y melodiosa, y su sonrisa ¡Dios su sonrisa!
-hola-. Salude cortésmente y me senté junto a mi madre.
-ruggero nos contaba que vive en Francia hace más de dos años, ¿no es genial? Viene de Italia- comentó mi madre-. Y tiene tu misma edad.
Tome un sorbo de jugo y a través del vaso me fije en él, me miraba intensamente con el ceño ligeramente fruncido.
Marco entro corriendo por el pasillo hasta llegar a la cocina, con un balón rodándole en la mano.
-ruggero ¿quieres jugar un rato conmigo?- pregunto impaciente.
El chico le sonrió juguetón, dejándome embelesada. ¿Cómo era posible que su sonrisa fuera tan perfecta?
-claro campeón, vamos-. Se despidió de nosotras con un rápido movimiento de cabeza, un destello fugaz atravesó sus ojos en cuanto conectaron con los míos. La sangre me subió a las mejillas como un rayo y aparte la mirada sutilmente.
Después de unos minutos y de ayudar con la losa a mi abuela y a mi madre, decidí salir al patio a ver a mi hermano. Ambos jugueteaban por el pasto con la pelota, nunca había visto a mi hermano tan feliz, o al menos no lo recuerdo. Me enterneció verlo jugar con él, últimamente ha estado muy distante, mi madre dice que es por la edad, ojala y se le pase pronto.
Me acerque a ellos y me senté en la escalera de la puerta, me distraje jugando con el pasto que se adhería a mi zapatilla, al parecer lo habían cortado hace poco.
-Con que entreteniéndote con la naturaleza ¿eh?-. Levante la mirada y me encontré con unos intensos ojos color avellana.
-eh...-se sentó a mi lado sonriendo-. ¿Dónde está mi hermano?
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For you
RomanceMercedes lambre cursa su último año de preparatoria, con la cabeza en los estudios y en la universidad, sus padres deciden que este año, las vacaciones familiares las pasaran en Francia. Ella pensaba que serian unas vacaciones como todas las demás...