Capitulo 6

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-¿Así que? Es tu primera vez en Francia.- me mira arreglándose el cabello.

-sí, siempre tuve ganas de venir, pero nunca se dio la posibilidad.

- ¿y te gusta?

-me encanta.

Nos adentramos en la playa por un costado, me saque las sandalias para sentir como la arena se colaba por mis dedos. Era relajante, pasear por el borde costero a media tarde es lo mejor. Me acuerdo cuando nos fuimos de viaje a final de año con mi curso, nos la pasamos de maravilla, el agua era deliciosa y refrescante, y todo parecía más que perfecto, pero ahora hay algo diferente, algo que hace que este momento sea más especial, no sé si será porque estoy en Francia, un lugar hermoso, al igual que esta playa o, hay algo más que se me ha escapado.

-ven sentémonos aquí.

Se dejó caer sobre la arena, dándome una vista privilegiada de su perfecto perfil, la verdad, me impresionaba esa belleza natural y despreocupada que poseía, sabia sacarle buen partido, a pesar de todo.

-¿Cuánto tiempo llevas viviendo en Francia?-. Dije acomodándome a su lado.

-tres años, o quizá cuatro...-sonrió mirando el horizonte.

-¿extrañas Italia?

-mucho, aunque no cambiaría nada, estoy feliz aquí-. Por primera vez desde que llegamos me miró a los ojos-. Voy todos los veranos a Italia a ver a mi familia, así que, no es como que no los viera hace años-. Sonrió

Nos quedamos en silencio, relajándonos con el murmullo de las olas, la brisa era acogedora y podría quedarme toda la tarde recostada en la arena perdiéndome en mis pensamientos.

-creo que tenemos que volver-. Anunció mirando la pantalla de su celular.

Asentí un poco adormilada por el momento. Tomo mi mano, ayudándome a ponerme de pie, una extraña sensación de bienestar se instalo en mi pecho en el momento en que nuestras manos hicieron contacto. Le sonríe tímida, sacudiéndome la arena de mis piernas.

-¿te gustaría cenar con mi familia?-. Soltó de repente

-¿qué?

-quiero decir, si tu familia quiere venir a cenar con la mía, claro, si no están ocupados-. Sonrió

-sí, me gustaría, le avisare a mi mamá.

(. . .)

-mercedes, ya estás.- pregunto mi madre desde la sala.

Tome mis cosas y baje las escaleras a toda prisa. Sonreí y salimos junto con mi abuela, se había apuntado a ir con nosotros, al parecer, la abuela de ruggero había venido de visita.

Corría una brisa fresca pero relajante, ya se comenzaban a asomar las primeras estrellas. Nos detuvimos frente a la puerta, todavía me resultaba muy divertido que fuésemos vecinos.

La madre de ruggero nos abrió, tengo que reconocer que era una mujer hermosa, tenía una sonrisa delicada y amable.

-que alegría conocerlos, ruggero nos contó mucho de ustedes, soy Carmen, pasen, por favor.

En la sala, sentados frente al televisor, ruggero y su padre veían un partido de futbol. En cuanto entramos ambos se voltearon a vernos. Me impacto el parecido que había entre ambos, los mismo ojos, la misma sonrisa, ese destello juguetón, parecían hermanos, lo único que los diferenciaba es la edad, ruggero tenía ese aura de jovencito, mientras que su padre se mostraba más sereno y maduro. Ruggero encontró mi mirada y sonrió, una sonrisa que no había visto nunca, le devolví el gesto, mientras que nos presentábamos con su padre.

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