¡Acelera!

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Después de escuchar la radio nos dimos paso a la carretera a gran velocidad ya que no era seguro andar por las calles.

La verdad jamás había sentido tan eterno el tiempo. El reloj no avanzaba, Julian condujo cerca de cuarenta minutos y al llegar a la última vuelta de la autopista se encontraba gente parada bloqueando la calle con enormes barriles ardiendo en llamas y un olor a neumático insoportable.

Prendieron sus enormes reflectores sobre nosotros al ver que nos acercábamos a ellos, eran saqueadores, debido a la potencia de la luz sentí que quemaron mis retinas. Mirna le gritó a Julián que retrocediera y vallamos por el camino viejo de trerraceria que habíamos pasado pocos kilómetros atrás. Avanzó de inmediato invadiendo el otro carril para alejarnos de ellos.

Mirna: Abajo de tus pies está una caja, saca el arma cárgala y espera a mi señal
-me ordenó

Al voltear observé que las camionetas venían a pocos metros de nosotros. Empezaron disparando a las llantas y escuchábamos como nos hablaban por los altavoces que nos detuviéramos. Hasta qué exploto la llanta de refacción.

La lluvia de disparos no paraba, en pocos segundos observé que Mirna tomó un arma que apenas cabía en el auto, bajó su cristal ordenando a Julián que bajara la velocidad para poder disparar, abrió la puerta del jeep y tiró del gatillo sin pensarlo. De inmediato el vehículo se elevó explotando e iluminando toda aquella oscuridad en la carretera. De pronto de las llamas salieron dos camionetas que estaban detrás de la primera, Julián aceleró a fondo para llegar al punto donde entraríamos.

Mirna: si seguimos escapando de ellos los guiaremos al refugio de tus padres.
Hay que entrar en la primera desviación hacia la fábrica y esperar ahí un momento. - le ordenó a Julián

Pasó poco tiempo y nos metimos por una brecha internandonos en la maleza rápidamente teniendo una ventaja considerable para perderlos un momento, el camino nos llevaría cerca de un pequeño lago. Ahí se encontraba una vieja empacadora de carbón que había cerrado hace años.

Mirna: ¡Para! - gritó
Bajaré aquí, mete el auto hasta la fábrica y aguarda un momento.

Yo: ¡Espera! Voy contigo.

Tome un arma para regresar lo más cerca del camino donde habíamos entrado para asegurar el perímetro.

Al bajar Julián apago el motor comentando en voz baja que había una pequeña fogata adentro del estacionamiento enmontado.

Después de decir eso, personas con rifles y linternas salieron apuntando a Julián que fue el último que bajó del jeep.

No se hicieron esperar más los gritos en ese momento.

Yo: Tranquilos no queremos robarles ni mucho menos matar a nadie.

El líder de la manada apunto a Mirna en un abrir y cerrar de ojos.
- Sabemos que andan en busca de refugio pero aquí no hay lugar para nadie más.- comentó

Y en el discutir por quien merecía el lugar, cerca de la puerta pude ver un rostro conocido y pensé que era momento de devolver el favor.

KaminantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora