Cap. 3: El viaje

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En el fondo me resignaba a volver a la cama, querido diario, sentía tantas emociones después de lo ocurrido que no sabría cómo expresarlas. Tenía miedo, asco, dolor, tristeza... todo aquello estaba en mí y no lo superaría jamás. En todo el día no se me ocurrió llamar a mi madre y contarle todo lo que había pasado, era demasiado pronto aún. Le dije a la policía que no la avisaran, ya que no quería que se llevara dos malas noticias en tan poco tiempo. Y sobre el ente, no sabía qué hacer contra él. Creo que era muy superior a mí, infinitamente superior, o al menos lo suficiente como para hacer aquello delante mía sin que yo pudiese evitarlo. Ya me importaba poco quién se ocultaba bajo esa sombra inquietante, para mí era un asesino fuese quien fuese. Pero tenía que dormir, no me quedaban fuerzas ni ganas para hacer algo que no fuese eso. Sin embargo, el sueño me conduciría a la pesadilla y todo volvería a empezar. El sueño era mi perdición y mi salvación. ¿Dónde quedó aquello de que los sueños eran perfectos y no podían hacerte daño? Esa reflexión ahora incierta la leí en un libro no hace mucho y que, casualmente, trataba de sueños, como no. Cansado hasta de pensar, me decidí a acostarme y aunque no fuera mi culpa, fue una mala idea.

Esta vez no aparecí en ningún lugar conocido. Es más, no era ni tan siquiera un lugar. Todo estaba completamente oscuro y solo había una luz, la que me iluminaba solo a mí. ¿Aquello era una pesadilla dentro de otra? Me empecé a volver más loco poco a poco, querido diario, mas no podía evitarlo.

Una voz habló, sabía que era aquel ente maligno porque una voz tenebrosa como esa era fácilmente reconocible, sin embargo, el ente no estaba ahí, o al menos yo no lo veía.

-Y cayó el primero, Andy, empezamos bien.

-¡¿A qué te refieres?!-exclamé furioso.

-No sé si de verdad se te ha olvidado o te haces el loco para ignorarlo, pero si es la segunda opción he de decir que se te da bastante bien.

No me hacía el loco, aunque sí que estaba perdiendo algo de cordura. En ningún momento supe de qué hablaba aquel ente.

-¡¿Qué quieres?!

-Pues continuar con la siguiente víctima, querido Andy.

Después de lo que pasó, intuía que iba a haber más víctimas, que esto no quedaría en una simple noche de pesadilla mental. Y el saber que habría más me hizo temblar, por el hecho de pensar que conocería a las personas que iban a morir.

-No voy a seguir con esto, ¡No quiero!

-Tú no, pero yo sí. No es que no me importe lo que quieras hacer, solo hago mi deber, mi trabajo si quieres verlo así.

-¿Tu deber es asesinar a gente a la que quiero? ¿Qué clase de locura es esa?

-La locura de un hombre ya cuerdo, que se empeña en olvidar. Dejémonos de charlas y comencemos de una vez.

Dicho esto, la luz que me iluminaba se apagó y me quedé a oscuras, pero apenas unos segundos después todo volvió a tener luz. Esta vez era como esas habitaciones donde la policía interroga a los sospechosos. Yo estaba sentado y esposado a la silla, y aquel maldito asesino entró por la puerta.

-¡Andy! hace menos de 24 horas que no te veía y ya te echaba de menos-exclamó entre risas-venga, toma asiento y ponte cómodo, que hoy será otra gran noche.

-Ya estoy sentado, capullo, ¿Y por qué estoy esposado? ¿Acaso me tienes miedo, "amigo"?

-¿Miedo? Te conozco perfectamente, Andy, y quitando el hecho de que lo único que puedes hacer es atravesarme, podría contigo sin ningún tipo de problema.

-¿Entonces?

-Hoy no quiero que me estropees el espectáculo como intentaste hacer anoche. Tus intentos por evitar lo sucedido eran más que lamentables.

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