Cap. 7: Punto y final

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Ya no me quedaba imaginación para pensar en otra persona que pudiera tener un trágico final esta noche, y aún sabiéndolo no podría hacer nada. así que sería inútil pensarlo. Ese día se me hizo bastante largo, no sé si porque ya no tenía cordura suficiente como para aguantar nada o que debía ser así de lento para que el sufrimiento que había en mí fuese más fuerte. Al final, tras varias horas dando vueltas por mi casa y mirando a la pared como un loco sacado de un manicomio cualquiera, llegó la maldita noche. Estaba tan cansado que no sabía si me llegaría a dormir como todas esas noches o por fin me quedaría despierto y así evitar cualquier suceso innecesario. Eran las doce de la noche y me tumbé en la cama con el pensamiento en blanco. No quise pensar a quién vería morir esa noche y mantuve los ojos abiertos lo más que pude, que fueron pocos minutos ya que el cansancio me los cerraba. Tras la oscuridad de mis ojos cerrados apareció el bosque, aquel que tantas veces visité sin yo quererlo y que ya estaba grabado en mi mente. Miré a mi alrededor y no había absolutamente nada salvo árboles y un brillo de luz de luna misterioso digno de cualquier película de suspense. De repente apareció la luz que siempre me guiaba en mis pesadillas. La seguí como de costumbre y llegué al lugar despejado que tanto conocía. Allí se hallaban todas las lápidas de las personas a las que vi morir, todas sin excepción. Me agaché y leí los nombres uno por uno y en efecto, estaban todos. Al comienzo hubiese llorado querido diario, pero ya no me quedaban lágrimas ni tristeza para hacerlo, creo que por tiempo he dejado de tener sentimientos desde que empezó a ocurrir todo. Mientras estaba de pie junto a las lápidas y mirando a la luna el viejo conocido que todas las noches sin falta me visitaba apareció detrás mía. Noté una brisa fría recorriendo mi nuca al tiempo que abría la boca que no conseguía ver para ponerme al día de la situación.

-El final se acerca, Andy.

Es lo que estaba deseando con todas mis fuerzas, que el final de aquella maldita pesadilla llegara y me dejara vivir una vida común como la que estaba viviendo hasta aquel trágico 31 de octubre cuando todo empezó.

-¿Y cuándo será ese final?-pregunté sin dejar de mirar a la luna hallada en los más alto del cielo.

-Esta noche, amigo. Esta noche.

Al oír eso me di la vuelta y lo miré, pero no fue una mirada cualquiera. En mi mirada se reflejaba esperanza, y estoy seguro de que el ente lo notó al instante que mis ojos hicieron contacto con él. Con la voz mas relajada que me salió en aquel momento pude decirle:

-¿Y a qué estamos esperando? Llevo esperando el final desde que comenzamos.

-Vale, cierra los ojos pues.

Los cerré y pensé que, aunque hoy moriría alguien sería la última persona de esta pesadilla en morir, y eso me dio un pequeño motivo para mantenerme fuerte a pesar de otra tragedia. Abrí los ojos y aparecimos los dos de pie en una habitación oscura. No se veía absolutamente nada pero podía notar que estaba a mi lado por el frío que desprendía de su cuerpo. De repente unos pequeños brillos de luna entraron por la ventana e iluminaron suavemente la habitación en la que estábamos. Miré a mi alrededor y todo lo que veía me resultaba familiar. Esta vez mi memoria no me fallaba, ni la locura me afectaba, esta vez sabía perfectamente donde nos hallábamos con solo ver un poco de aquel lugar: Estábamos, ni más ni menos que en mi habitación.

Me sabía aquel lugar de memoria, todo, hasta el más mínimo detalle, pero nunca pensé que nos encontraríamos allí en mis pesadillas. Yo me encontraba durmiendo, obviamente. En cuanto me vi allí miré al ente y pregunté, porque si era lo que yo pensaba no me gustaba absolutamente nada, aparte de que no tendría sentido.

-¿Qué hacemos aquí?

-Pues presenciar el final. Al fin el círculo se cerrará y yo podré estar tranquilo.

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