Promesas

45 2 1
                                    

Mi mente estaba en blanco, trataba de serenarme pero no podía lograrlo, no estaba tranquila sino todo lo contrario, temblaba y a pesar que en todo el tiempo que había pasado me había mantenido neutra y segura en esos momentos temblaba de nervios.

-Rose?-escuche que hablan cerca de las escaleras- alguien ha visto a Rose?

-No... Por qué? No estaba contigo preparándose para el torneo?-pregunto una voz alegre y desconocida.

-Si, pero hace un tiempo que no la encuentro por ningún lado.

Escuche unos pasos que se acercaban a las escaleras que daban al cuarto de chicas, un ruido de piedras moviéndose y una maldición. Después de unos minutos de silencio vi el brillo de chispas verdes por debajo de la puerta cerrada, esta se abrió lentamente. No había nadie más en la habitación.

Ted entro en la habitación maldiciendo por lo bajo, tenía los ojos marrón avellana calmados y brillosos, me busco con la mirada por toda la habitación y dio un paso hacia atrás con cara de desilusión, inconscientemente solté un ruidito y el miro rápidamente hacia un costado.

-Rose- se me acerco con preocupación apoyando sus rodillas en el frio piso. Me encontraba entre una de las camas de un rincón y la pared, sentada, abrazándome las piernas con fuerza.- qué pasa?-Su tono era tan paternal y delicado que me dieron ganas de abrazarlo con fuerza, los últimos rayos de sol le bañaban la cara y se le podía ver unas pocas pecas sobre la nariz y las mejillas.

-Estoy muy nerviosa-dije tartamudeando- demasiado.

-Bien... vayamos con Gabriel ¿si?- Se levantó pero al ver que yo no respondía se puso frente mí en cuclillas, y me apretó la mano hasta que las puntas de sus dedos se pusieron blancas, solo ahí reaccione y me pare con la ayuda de Ted. Odiaba que el siempre estuviera ahí para mí, claro no era cierto, pero en cierta forma me molestaba un poco verlo siempre para mí, para todos mis problemas el tenía la solución y no podía evitar pensar que lo arrastraba a todas las desgracias que me pasaban, me puse seria, quería soltarle la mano pero no podía era lo que me mantenía.

Me miro de reojo y cuando llegamos al pasillo se dio la vuelta y me miro.

-Pasa algo conmigo? Hice algo mal?-me pregunto serio, algo se movió dentro de mí- puedo sentir las cosas ahora Rose.

Negué rápidamente con la cabeza. No podía tratarlo mal para que se alejara de mí, por su propio bien, en ese momento. Era un momento importante para los dos, y podría sonar egoísta pero lo necesitaba ahí solo para mí. Luego del torneo trataría de tratar mal al chico que me trato tan bien. Aun que me doliera, era necesario. El debía estar a salvo.

El asintió y me guio hasta la sala de Gabriel, dentro estaba vacía, el piso era alfombrado de color rojo y en el fondo y a los costados de la sala había escritorios repletos de libros, pergaminos y objetos de investigación.

-Ted eres tu?-pregunto Gabriel con una voz suave mientras baja unas pequeñas escaleras de piedra.

-Si he encontrado a Rose, puedes darle un té? Esta muy nerviosa.

-Claro que si.-contesto mientras se acercaba a nosotros, me agarro la cara con las dos manos y con los pulgares bajo mis ojos, estiro mis parpados para ver mis ojos. Tenía el pelo de color arena despeinado, las mangas de la camisa arremangadas desprolijamente y con algunos botones sueltos dejando al descubierto una pequeña parte de su pecho, cuando me soltó no pude evitar sonrojarme y mirar su pecho. Muchas en ese situación estarían desmayadas con tan solo el hecho de tener a Gabriel tan cerca.

Nos guio hasta unos mullidos sillones frente a la chimenea mientras arrimaba una mesita y hacia aparecer tres tazas con un humeante té que olía increíblemente maravilloso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 22, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Rose Weasley ''El torneo de magos''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora