Por el bien de todos

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-Que quieres saber?-me cruce de brazos sentada en la silla que me había ofrecido, el estaba a mi lado mirándome inquisitivamente apoyado en su escritorio.

-bueno… primero que nada se lo del beso-dijo en un susurro y con una mueca- mi pregunta es por qué paso?

-yo… ni yo lo sé , ni siquiera sé cómo paso, fue todo muy rápido no fue apropósito, y no es por eso que lo defiendo.-desvié la mirada , tenía la cara tan colorada como un tomate.

-Bien… es decir que el fue el que te beso?-asentí- y por qué lo hizo?

-no tengo la menor idea.-dije con sinceridad, era la pura verdad. No sabía por qué lo había hecho.- me venía tratando muy bien como para ser su víctima, no me quería entregar, el se negaba, aunque ya estaba hecho, supongo que se encariño conmigo o algo así…

-y tu te encariñaste con el?

-un poco, -al ver su mirada añadí- pero no de la forma en la que tu crees, no, no sé de que forma me encariñe, supongo que porque me protegía y me trataba bien, pero antes de sentir un apego sentimental hacia el antes muerta-mis palabras me hirieron a mí misma, como si yo fuera diddier.

-bien….entonces podemos seguir.-asentí- te molesta si me meto nuevamente en tu mente? Tuviste sueños, recuerdos o algo?-Gabriel se separó del escritorio y me miro serio

Solté un quejido

-Gabriel… yo…-el me miro como si yo fuera la madre mala que no le quería dar dulces- de acuerdo metete y hurga en mi mente…

El soltó una risita.

-y respecto a tus preguntas, no. Nada de nada.

Me apunto con la varita, pero luego la bajo con cara de preocupación.

-que pasa ahora?

-Me da miedo entrar en tu mente tan bruscamente, podría dañarla.-dijo y me tendió una copa con un líquido rosáceo, lo mire con desconfianza.-vamos, no es veneno.

Solte un bufido y me lo trague, savia a rosas amargas y rápidamente comencé a ver todo blanco. Sentía que me desvanecía, aun que estaba asustada no podía hacer nada para detenerme, hasta que quede en blanco y sentí que una mano agarraba mi cabeza, como si me estuviera cayendo y la persona que me agarraba evitaba el golpe.

 Pronto me vi a mi misma en un bosque oscuro, Diddier me miraba y caminaba a mi alrededor, mientras que pronunciaba unas palabras que no entendía, después de eso aparecía una mujer enmascarada, se acercaba a mi y me apuntaba a la cara con su varita plateada, luego una luz fuerte maligna y violeta inundo todo.

Me estremecí con fuerza y abrí los ojos, agitada, Gabriel me agarraba de los hombros.

-tranquila… tranquila…

-lo-lo viste? Quien era? que me hizo?-Gabriel me apretó con fuerza los hombros

-no-negó con la cabeza-no pude ver que te hizo.

-vamos a intentarlo otra vez?-pregunte con los ojos como platos

-no, hoy no,  pero antes del torneo eso tiene que estar resuelto, no sabemos que pretenden y cuando.

Yo asentí , me pare todavía mareada, Gabriel me agarro del brazo para que cayera. Asentí agradecida.

-si quieres puedo acompañarte a la a la sala común…

-no-negué con la cabeza- gracias, puedo sola.

Llegue a la sala común, y me jure que ya no iba a volver a la enfermería por lo menos antes del torneo. Al pasar por el cuadro estaba todo oscuro, solo estaba iluminada la parte del sillón, allí daba la lumbre les fuego del hogar de la sala, que crujía suavemente. Me acerque, me senté en la alfombra frente a el , no estaba nada mas calentarse un poco antes de ir a la habitación. Senti que alguien bajaba por las escaleras.

Rose Weasley ''El torneo de magos''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora