3ESTAR DISPUESTOS ASUFRIRUNO:
demás de los rasgos del carácter que ya hemosmencionado, todo obrero cristiano debe estardispuesto a sufrir (1 P. 4:1). Esto es crucial.Antes de considerar este asunto desde un punto de vistapositivo, primero veamos el concepto cristiano quecomúnmente se tiene acerca del sufrimiento.La enseñanza de las Escrituras es muy clara: la intenciónde Dios no es que Su pueblo sufra. Existe cierta filosofíaque fomenta el sufrimiento físico como un medio paraprivar al cuerpo de todo disfrute. Los partidarios de estafilosofía sostienen que cualquier tipo de disfrute es malo.Como obreros del Señor y como aquellos que leA48representan, tenemos que entender claramente que dichafilosofía no debe hallar cabida en la mente de loscreyentes. La Palabra misma afirma que Dios no tieneintención de que Sus hijos sufran. La Biblia dice que Diosno nos niega ningún bien. El Salmo 23:1 declara: "Jehováes mi Pastor, nada me faltará". Las palabras nada mefaltará no quieren decir que nunca tendremosnecesidades; más bien, significan que no tenemosnecesidad de pedir nada, porque el Señor es nuestroPastor. Lo que el salmo 23 nos dice es que, cuandotenemos al Señor como nuestro Pastor, nada nos falta. Enotras palabras, Dios no tiene la intención de que nos faltenada, sino que Su intención es que estemos llenos. Él nonos quitará ningún bien. La Biblia entera nos presenta uncuadro del cuidado amoroso que el Señor tiene para connosotros. Él cuidó de Sus fieles, alivió sus angustias ydolores, y trazó una clara distinción entre Su pueblo y lasnaciones. La tierra de Gosén siempre fue diferente al restode Egipto; la bendición de Dios siempre estuvo allí. Porotro lado, debemos prestar atención a nunca introducirningún tipo de filosofía ascética en el cristianismo. Unavez que introducimos en los creyentes algún elementoajeno, los confundiremos.Habiendo dejado claro esto, debemos también entenderque Dios no exonera a Sus hijos de pruebas o castigos; dehecho, Dios prueba y disciplina a Sus hijos. Sin embargo,tenemos que hacer una clara distinción entre esto y lasdiferentes formas de ascetismo. En circunstancias 49comunes, Dios siempre bendice, cuida, sostiene y suple aSus hijos, pero cuando le es necesario castigar y probar aSus hijos, no titubea en hacerlo. Esto no significa que losponga a prueba todos los días, sino que Él disciplina a Sushijos sólo cuando sea necesario; no lo hace todos los díasni a cada momento. Él no les está enviando pruebas ycastigos, constantemente. A menudo recurre a talesmétodos, pero no los aplica todo el tiempo. Al contrario,en circunstancias normales siempre los cuida y losprovee. Por supuesto, cuando somos testarudos Élpermite que nos sobrevengan pruebas y castigos, perobajo Su provisión normal, Él lleva a cabo lo quecomúnmente tiene que hacer. Tenemos que entenderclaramente que Dios no desea vernos sufrir, sino quereserva todas las buenas cosas para Sus hijos. Por lo que,podemos disfrutar todas las provisiones que Él nos hadado.Entonces, ¿a qué se refiere la Biblia cuando habla desufrimiento? En la Biblia, el sufrimiento se refiere a unaelección voluntaria que uno hace delante del Señor. ElSeñor ha dispuesto que todos nuestros días estén llenosde bendiciones de gracia, pero nosotros, a fin de servirle yde ser Sus siervos, elegimos el camino del sufrimiento.Por consiguiente, el camino del sufrimiento es un caminoque se escoge. Los tres valientes de David pudieronhaberse quedado al lado de él donde estaban seguros,pero cuando le oyeron expresar su deseo de tomar aguadel pozo de Belén, ellos arriesgaron sus vidas e 50irrumpieron por el campamento de los filisteos a fin desacar esa agua (2 S. 23:14-17). El sufrimiento es unasunto de elección, no de imposición. Nosotros escogemosel camino del sufrimiento. Sufrimos voluntariamente porservirle a Él. Según el plan de Dios podemos evitarmuchos sufrimientos; no obstante, por causa de servirle aÉl, preferimos con gusto un camino diferente al de lagente común. Eso es lo que significa estar dispuestos asufrir. Tener esta manera de pensar es una necesidadfundamental en el carácter de un siervo de Dios. Sin taldisposición, tendremos poco resultado en nuestra obra, ylo que podamos hacer será muy superficial y de pocacalidad. Si un obrero del Señor no tiene la disposición desufrir, él no puede hacer nada ante los ojos de Dios.Hablemos de varios puntos relacionados con este asunto.DOSTenemos que darnos cuenta de que sufrir y estardispuestos a sufrir son dos cosas muy diferentes. Tener ladisposición para sufrir implica tener el deseo de sufrirvoluntariamente por Cristo, lo cual significa que tenemosel corazón y la disposición para soportar aflicciones porcausa de Él. Este es el significado de estar dispuestos asufrir. Puede ser que aquellos que tienen la disposiciónpara sufrir no necesariamente estén sufriendo. Sinembargo, mentalmente están preparados para enfrentarcualquier sufrimiento con fortaleza. Por ejemplo, el Señorpuede ponernos en circunstancias en las que seamos 51provistos de comida, ropa y una vivienda bien amueblada.Lo que estamos diciendo no implica que no podamosdisfrutar de todas estas cosas que Él nos ha provisto. Si elSeñor nos ha dado tal provisión, podemos aceptarla departe del Señor. Pero interiormente aún debemos estardispuestos a sufrir por Él. Aunque no estemos sufriendofísicamente, debemos estar dispuestos a ello. No esnecesario que suframos externamente, pero internamentedebemos estar dispuestos a ello. ¿Estamos dispuestos asufrir aun cuando las circunstancias sean cómodas yfavorables? Tal vez el Señor no disponga que suframostodos los días, pero como obreros Suyos no podemoscarecer de la disposición para sufrir, ni siquiera por unsolo día. Es posible que no experimentemos sufrimientotodos los días, pero diariamente debemos estarpreparados para sufrir.El problema es que muchos hermanos, y aun familias deobreros cristianos, desean escabullirse apenas les llegaalguna aflicción. No están dispuestos a sufrir. Cuando elSeñor les provee circunstancias favorables, un suplirmaterial abundante y buena salud, ellos le sirven congozo. Pero tan pronto como experimentan carencias oaflicción, todo su ser se desploma. Esto implica que noestán dispuestos a sufrir. Si no tenemos una disposiciónpara sufrir, no somos capaces de soportar prueba alguna.Tener la disposición para sufrir significa que siempreestamos preparados delante del Señor para sufrir. 52Significa que estamos listos para sufrir y que aunescogemos el camino del sufrimiento. Si el Señor nopermite que nos sobrevenga algún sufrimiento, eso esasunto Suyo, pero de nuestra parte siempre debemosestar listos para sobrellevarlos. Cuando el Señor cambiaSu curso de circunstancias y nos sobrevienen pruebasadversas, debemos aceptarlas como algo normal y noverlo como algo extraño. Si sólo aceptamos las buenasprovisiones del Señor pero no somos capaces de aceptarninguna prueba, sino que nos descarriamos por cualquierinconveniente y dejamos de laborar, significa que notenemos la disposición para sufrir. Debemos recordar quenuestra obra no espera por nosotros; debe realizarsecuando haya comida y cuando no la haya; cuandotengamos buena ropa y cuando no la tengamos; cuandonos sintamos gozosos y cuando estemos afligidos; cuandotengamos buena salud y cuando estemos enfermos. LasEscrituras nos muestran que debemos armarnos con unamente que esté preparada para sufrir; es decir, quenuestra mente debe ser un arsenal, un arma paranosotros. Esta clase de mentalidad es un arma poderosacontra la cual Satanás no puede prevalecer. Sin estamentalidad, nuestra obra cesará tan pronto comoexperimentamos contratiempos y aflicciones.Hay algunos hermanos que aunque soportansufrimientos, no tienen idea de la preciosidad de sussufrimientos y pasan por ellos sin sentir nada de gratitudhacia el Señor. Incluso hasta murmuran y se quejan 53constantemente, esperando el día en que sean liberadosde su sufrimiento. Ellos oran pero nunca alaban. Noaceptan de corazón la disciplina del Espíritu que les hasobrevenido. Por el contrario, oran para que esos días deprueba pasen rápidamente. Su actitud delata su falta dedisposición para sufrir. Hermanos y hermanas, si durantelos tiempos de paz no tenemos la disposición para sufrir,sólo seremos aptos para viajar por los caminos cómodos.Una vez que el camino se torne escabroso,abandonaremos el servicio del Señor. Esto no hará queprogresemos mucho. Permítanme repetir: tener unadisposición para sufrir es muy distinto al sufrimientomismo. Si contamos con una disposición para sufrir, elSeñor no necesariamente nos enviará sufrimientos, perocuando enfrentemos situaciones adversas estaremospreparados interiormente y no retrocederemos. Aquellosque sufren no necesariamente tienen la disposición parasufrir. Muchas personas sufren sin estar dispuestas asufrir. Entre los que sufren, puede haber unos que esténdispuestos a sufrir, y otros que no lo estén. Muchoshermanos y hermanas cuando enfrentan sufrimientos yaflicciones, se quejan y piden ayuda día tras día. Orantodos los días para ser liberados de su aflicción. No estándispuestos a sufrir en lo absoluto; están sufriendo, perono tienen la disposición para ello. Los hermanos yhermanas que están pasando sufrimientos por causa desu salud, sus finanzas o con otros asuntos, deben entenderque para el Señor lo único que es precioso es ladisposición para sufrir. Él no le presta atención al hecho 54de que estemos sufriendo. Por lo que no debemos pensarque estamos sufriendo por el Señor simplemente porqueestamos pasando por pruebas. Puede ser cierto quenuestra situación no sea placentera, pero ¿cuánto estamosdispuestos a sufrir? ¿Cuánto de este sufrimiento es pornuestra propia elección? ¿O lo único que hacemos esmurmurar, guardar resentimientos, sentir lástima pornosotros mismos y justificarnos? Es posible queexperimentemos un gran número de angustias y penuriassin estar dispuestos a sufrir. Tener la disposición parasufrir es algo mucho más profundo que el sufrimiento ensí. Quizás aquellos que tienen el corazón para sufrir nopasen ningún sufrimiento externo y que aquellos queestán sufriendo externamente no tengan ningunadisposición para sufrir. Hermanos y hermanas, ¿puedenver la diferencia? Es como decir que aquellos que sonpobres en cosas materiales no necesariamente son pobresen sus espíritus. Muchas personas son materialmentepobres, pero no lo son espiritualmente. Del mismo modo,muchos hermanos y hermanas ciertamente estánsufriendo sin tener interiormente ninguna disposiciónpara ello. Si el Señor les diera la opción de escoger,definitivamente escogerían no sufrir en lo absoluto, nodigamos por un mes, ni por un día, ni siquiera por un solominuto de su tiempo. No tienen ninguna disposición parasufrir. Si alguien no está dispuesto a sufrir, no puedeavanzar en su obra. Cuando las demandas externas vayanmás allá de su habilidad interna, simplemente se echaráatrás. Cuando una situación requiera de un esfuerzo 55adicional, no contará con las fuerzas necesarias parahacerlo. No será capaz de abandonar sus propios tesoros;sólo podrá llevar a cabo un trabajo sencillo en unambiente propicio. Es necesario que el Señor le quitetodos los obstáculos para poder trabajar cómodamente.Es sorprendente ver que muchos siervos del Señor tengantal demanda.Debemos entender con claridad lo que significa estardispuestos a sufrir. Es posible que un hermano que vivaen tranquilidad esté más dispuesto a sufrir que uno quevive en tribulaciones. El primero puede estar preparado asufrir por el Señor; y el segundo, aunque pase por mássufrimientos, no tiene el deseo de sufrir por el Señor. Talvez las circunstancias de uno presenten pocasdificultades, mientras que el otro esté en gran aflicción.Hablando humanamente, pareciera que el que está engran aflicción es el que está sufriendo, pero a los ojos delSeñor, tiene más valor el que tiene la disposición parasufrir, aunque experimente menos dificultades. Nodebemos pensar que el sufrimiento en sí mismo nos haceaptos para servir. Debemos recordar que para satisfacerlas demandas de Dios se requiere que estemos dispuestosa sufrir. Tenemos que armarnos de esta disposición. Si nola tenemos, no hay posibilidad de pelear la guerraespiritual, pues tan pronto como enfrentemos problemas,retrocederemos, y tan pronto suba el precio a pagar, nosrendiremos. Apenas el Señor permita que enfrentemosalgo de aflicción, emprenderemos la retirada. Lo 56importante no es cuánto sufrimiento experimente unapersona, sino cuán dispuesta esté para sufrir. Segúnnuestro concepto natural, concluiríamos que un hermanoque sufre mucho conoce la gracia de Dios en mayormedida, pero muchas veces cuando nos encontramos conese hermano, no recibimos ninguna ayuda de él. Muypronto podremos darnos cuenta de que él no estádispuesto a sufrir; sólo sufre de mala gana. Si se le diera aescoger, evitaría las pruebas tan pronto como le fueraposible. A lo mejor, realmente esté sufriendo, pero no hacedido al sufrimiento y pasa a través de tal experienciarenuentemente. No ha aprendido ninguna lección ante elSeñor e internamente está lleno de rebeldía. Esto nosmuestra que estar dispuestos a sufrir es muy diferente alsufrimiento mismo. Lo que el Señor atesora es quetengamos una disposición para sufrir, una actitudconsciente de que estamos preparados para sufrir, y no laexperiencia del sufrimiento en sí misma. No podemosreemplazar la disposición para sufrir con el sufrimientomismo.TRESAhora debemos considerar algunos problemas comunesque encontramos en la obra del Señor. Supongamos quenuestra obra enfrenta dificultades financieras. ¿Quédebemos hacer cuando Dios nos pone a pruebahaciéndonos pasar por escasez material? Si la carenciaeconómica nos hace interrumpir nuestra obra, 57ciertamente el Señor pondrá en duda nuestra labor.Probablemente Él se pregunte: "¿Cuáles son tus motivospara servirme?". Hermanos y hermanas, el éxito ennuestra obra depende en gran parte de si estamosdispuestos a sufrir. No podemos abandonar la obrasimplemente porque se nos presente un pequeñoinconveniente o porque una pruebita nos moleste. Ningúnsiervo de Cristo puede estipular que saldrá a laborarsiempre y cuando salga el sol, pero se quedará en su casacuando llueva. Si tenemos una mente dispuesta a sufrir,desafiaremos las dificultades, las adversidades, lasenfermedades e incluso la muerte. Si tenemos una mentedispuesta a sufrir, podremos hacerle frente al diablo ydeclarar: "¡Seguiré adelante sin importar lo que me pase!".Pero si tenemos algún temor, Satanás siempre nosamenazará y nos derrotará con aquello a lo que letememos interiormente. Si decimos: "¡No temo alhambre!", Satanás no podrá hacernos nada enviándonoshambre; simplemente tendrá que huir. Si decimos: "¡No letemo al frío!", el enemigo tampoco podrá hacernos nadaenviándonos un clima frío, y tendrá que huir nuevamente.Pero si decimos: "¡Le temo a la enfermedad!", Satanás deseguro nos enviará enfermedad, porque él sabe que esaenfermedad nos desanimará. En cambio, si decimos: "¡Nole temo a la enfermedad!", él no podrá hacernos nada. Sino tenemos una disposición para sufrir, Satanás usaráaquello a lo que más le tememos para atacarnos, yseremos derrotados. Todo siervo de Dios tiene que estarbien preparado para sufrir y no temerle a nada. Cuando 58nos acontezca esto o aquello, debemos persistir. Tenemosque persistir cuando le sobrevengan pruebas a nuestrafamilia o cuando nos enfermemos. Tenemos que persistiraun cuando pasemos hambre o frío. Si interiormentetenemos esta actitud, Satanás no podrá hacernos nadaporque estamos dispuestos a sufrir. Pero si no tenemosesta disposición para sufrir, caeremos tan pronto Satanásnos haga frente con aquello mismo a lo que le tememos. Sieste es el caso, retrocederemos en la obra de Dios yllegaremos a ser inútiles.Hermanos y hermanas, debemos declararle al Señor: "Porcausa de Tu amor y el poder de Tu gracia, mecomprometo a hacer la obra sin importar lasconsecuencias, ya sea el cielo o el infierno. ¡Esta será miposición, nada me hará desistir de ello!". Si no tenemos talmanera de pensar, Satanás aprovechará nuestra debilidadpara acabar con nosotros y comprobar que no somoscapaces de nada. Tenemos que orar pidiendo misericordiaa fin de conocer lo que significa tener una mentedispuesta a sufrir. Tener una mente dispuesta a sufrirequivale a tomar la determinación de estar del lado delSeñor, no importa lo que el futuro nos depare ni lascircunstancias que podamos afrontar. Nuestra disposiciónpara sufrir no necesariamente nos lleva al sufrimiento. Esposible que no suframos, pero tal convicción interiorsiempre estará presente. Si no existe tal convicción ydeterminación en nosotros, una pequeña dificultad nosderrotará; pero si tenemos esta convicción, ya sea que 59tengamos problemas o no los tengamos, eso nos tendrásin cuidado. ¿Entienden lo que estoy diciendo? El caminodel servicio para un cristiano no es necesariamente uncamino de sufrimiento, sino uno en el que debemos estardispuestos a sufrir. Si este es nuestro caso, podremosdarle gracias al Señor cuando Él nos provee alimento yvestido, y también podremos darle gracias si no nos loprovee. Estas cosas no significarán mucho para nosotros;es lo mismo que tengamos abundancia o escasez.Debemos entender que por ser creyentes no tenemos queir en búsqueda de sufrimientos. Sin embargo, ciertamentedebemos tener una mente dispuesta a sufrir. El cristianodebe estar preparado para llevar a cabo su tarea sinimportar que haya dificultades en el camino o no. Noretrocede ante ninguna dificultad. Si no resuelve el asuntode su disposición, no podrá resolver ningún otro asunto.Supongamos que usted tiene que viajar. Si se encuentrafísicamente débil, es de esperar que requiera de una camamás cómoda que la que necesita una persona saludable.Pero si dice: "Yo debo tener una cama cómoda porque noestoy tan saludable", usted será vulnerable ante elenemigo en ese particular; así que, él le dará una camaincómoda. Mas si usted tiene una mente dispuesta asufrir, no le dará importancia al asunto de la cama ycontinuará con su obra. Sin embargo, no habrá virtudalguna si se le provee una cama cómoda, y usted larechaza y prefiere dormir en el piso. Si el Señor le proveeuna cama confortable, acéptela, y si Él le da una camaincómoda, también acéptela. Usted debe continuar con su 60labor sin importar cuán mala sea la cama. Jamás debeabandonar su labor por causa de una cama. Esta actitud eslo que la Biblia quiere decir con tener una mentedispuesta a sufrir. Algunos hermanos tienen muy escasasprovisiones materiales en su vida. Sin embargo, esto nonecesariamente significa que ellos tengan más disposiciónpara sufrir. No debemos pensar que los cristianos queviven en circunstancias poco favorables tienen porconsecuencia más disposición para sufrir que aquellosque viven en circunstancias más favorables. Sólo aquellosque se han consagrado al Señor tienen realmente unadisposición para sufrir. Una mente dispuesta a sufrir no eslimitada por nada; no tiene fondo. Supongamos que al ir acierto lugar uno tenga que dormir en el piso y que en otrolugar no tenga ni eso, sino que su cama sea un poco depaja en el fango. ¿Qué haría usted? Algunos se esfuerzanpor dormir en una cama así y ellos de hecho estánsufriendo, pero su sufrimiento tiene un límite. Tal vezpuedan tolerar un piso duro, pero nada más. Ellosparecen decirles a los demás que se han rebajadodemasiado y que ya no pueden rebajarse más. Esto estener la experiencia de sufrir sin tener la disposición paraello. Algunos hermanos pasan sus vidas con relativacomodidad y disfrute, pero son capaces de ajustarse anormas de vida más bajas y estar contentos con ello. Soncapaces de dormir en un piso duro como también en unlecho de paja. No se quejan, y con gozo toman lo que se lesofrece. Esto es lo que significa tener una disposición parasufrir. Dios está llamándonos para que tengamos una 61disposición para sufrir. Debemos recordar que esto no esun asunto meramente de sufrir, sino de tener unadisposición para sufrir. Para servir al Señor se requiere deuna mente dispuesta a sufrir; de lo contrario, Dios nopuede usarnos. Aquellos que no son capaces de sufrir sederrumban ante la más leve prueba; abandonan su obratan pronto como Satanás pone alguna dificultad en sucamino. Hermanos y hermanas, ¿pueden ver esto? Contarcon una mente dispuesta a sufrir significa tener lahabilidad de bajar el nivel de vida de una maneraincondicional.Además, no es una cuestión de cuánto suframos, sino cuáles el grado de sufrimiento que podemos soportar. Elsufrimiento no es una necesidad, pero estar dispuestos asufrir sí lo es. La intención del Señor no es mantenernosen sufrimientos, sino forjar en nosotros una disposiciónpara sufrir. Ningún hermano o hermana que estéaprendiendo a servir al Señor será fuerte si no cuenta conesta disposición para sufrir. Si no tenemos tal disposición,seremos el más débil de todos los hombres. Tan prontoenfrentemos alguna dificultad, brotará la autocompasión.Lloraremos y nos quejaremos, diciendo: "¿Por qué mesucede esto a mí?". En cierta ocasión, una hermana quienhabía estado sirviendo al Señor por años fue a ver a otrahermana que estaba llorando, y le preguntó: "¿Por quiénestás derramando lágrimas?". Muchas personas sólolloran por sí mismas. Ellas se consideran a sí mismas muyqueridas y valiosas y se lamentan por su situación; pero 62las lágrimas que derraman son por ellas mismas. Talespersonas son las más débiles de todo el mundo; sederrumban tan pronto se enfrentan con el más levedesafío.Lo importante cuando llegan las pruebas y las afliccioneses en dónde ponemos nuestro corazón. Por un lado, estánuestro sufrimiento; por otro, está la obra del Señor. Si notenemos una mente dispuesta a sufrir, de inmediatosacrificaremos la obra del Señor. ¡Estaremos muyocupados compadeciéndonos de nosotros mismos ypreocupándonos por nuestra persona, que no nosquedará la energía suficiente para ocuparnos de la obradel Señor! Hermanos y hermanas, tenemos que aprendera desarrollar una disposición para sufrir. Si abandonamosla obra, ciertamente nuestros sufrimientos terminarán,pero también es cierto que la obra sufrirá pérdida. Sicarecemos de una mente dispuesta a sufrir, Satanás puedelograr que en cualquier momento sacrifiquemos nuestraobra y la abandonemos. Debemos recordar delante delSeñor que estamos aquí para respetar y sostener la gloriade Dios. Dios puede determinar que vivamos o quemuramos, pero de nuestra parte debemos ser fieles anuestra responsabilidad. No podemos abandonar nuestraobra; debemos persistir hasta el fin. No deseamos ver quelos hermanos y hermanas pasen por sufrimientos. Hastadonde sea posible, es bueno que ellos se ocupen desatisfacer sus necesidades diarias con moderación. No lespedimos que busquen sufrir deliberadamente, ni le 63imponemos sufrimientos a nadie. Nuestra esperanza esque Dios supla todas nuestras necesidades. Pero debemosdarnos cuenta de que es muy necesario tener unadisposición para sufrir. Por un lado, tenemos que creerque Dios no retiene ningún bien para con nosotros; porotro lado, es necesario que tengamos una disposiciónpara sufrir. Si no la tenemos, nos derrumbaremos tanpronto como enfrentemos dificultades y contratiempos ennuestras vidas.CUATRONaturalmente surge una pregunta: ¿Hasta qué puntodebemos estar preparados para sufrir? La norma queestablece la Biblia es: "Sé fiel hasta la muerte" (Ap. 2:10).En otras palabras, tenemos que estar preparados paracualquier sufrimiento, incluso para sufrir la muerte. Porsupuesto, no queremos ser extremistas, pero no hacemosconcesiones en cuanto a estar dispuestos a sufrir. Sihubiera, preferiríamos dejar que el propio Señor lo hagatodo, o incluso preferiríamos que la iglesia o los hermanosmás maduros nos equilibren en este asunto. Por nuestraparte, tenemos que entregarnos del todo. Si nosotrosmismos transigimos, ¿cómo podríamos ser eficientes ennuestra obra? No tendríamos manera de seguir adelante.Si valoramos mucho nuestra vida y andamos con cautelatodo el tiempo, no lograremos hacer mucho en la obra deDios. Todos tenemos que ser fieles aun hasta la muerte.Este es nuestro camino. El Señor no ha de sacrificar 64nuestra vida sólo porque le prometimos ser fieles hasta elfin. No obstante, la preservación de nuestra vida es unasunto que depende del Señor, no de nosotros mismos.Solamente del Señor depende arreglar todo lo que nossuceda. De nuestra parte, tenemos que estar preparadospara sacrificarnos. Debemos estar preparados paraenfrentar cualquier clase de sufrimiento. Hermanos yhermanas, si aman mucho su vida, no podrán ser fieleshasta la muerte. Aquellos que son fieles hasta la muerteno aman tanto su propia vida. Este es el requisito básicoque nos impone el Señor. Nuestra disposición para sufrirdebe ser tan fuerte, que podamos decir: "¡Señor, morirépor Ti! No me interesan las circunstancias que puedahaber alrededor de mí. ¡Estoy dispuesto a dar mi vida porTi!". Hermanos y hermanas, sin tal determinación,cesaremos de laborar tan pronto vengan las dificultades.Todo obrero del Señor tiene que aprender a no amarse así mismo. Aquellos que se aman a sí mismos estánlimitados en su obra. Cuando llegan a cierto punto, sedetienen. Dios busca hombres que le sirvanincondicionalmente, y desea que ellos estén dispuestos aponer su vida a un lado para servirle. No se preocupen sise van a un extremo. Eso es algo completamente distinto.De nuestro lado, no debemos preocuparnos por hacerprovisión para nosotros mismos, sino por tener unadisposición absoluta para sufrir. Permítanme repetir: Notenemos que sufrir, pero debemos tener una disposiciónpara ello. Siempre tenemos que estar listos para echar aun lado toda preocupación o ansiedad. Tenemos que 65echar a un lado las dificultades externas e incluso estardispuestos a sacrificar nuestra propia salud. Si nosamamos desmedidamente y tenemos temor deconsagrarnos en forma absoluta no podremos lograrmucho. Tenemos que decirle al Señor: "Estoy dispuesto aconsagrarlo todo. De ahora en adelante, ningúnsufrimiento me privará de servirte. ¡Esta es mi elección,no importa lo que venga, sea muerte, vida, sufrimiento ogozo!".Hermanos y hermanas, sólo una cosa es efectiva: unservicio que es fiel hasta la muerte. Mientras másmantengamos esta posición, menos daño podrá hacernosSatanás. No tendrá lugar donde huir. Aquellos que seaman a sí mismos están realmente atados por ellosmismos. Apenas sufren un poco, comienzan a llorar yquejarse interminablemente. ¡Se aman demasiado a símismos! Si dejamos de amarnos tanto a nosotros mismos,el llanto y las quejas desaparecerán. Hermanos yhermanas, como aquellos que hemos tomado este camino,tenemos que renunciar a nuestras propias vidas. Si hemosde tomar este camino, debemos decirle al Señor: "Puedeser que el camino que haz ordenado para mí no sea unode sufrimiento; no obstante, estoy listo para enfrentarcualquier sufrimiento". Perdónenme por repetir esto unay otra vez, pero tenemos que darnos cuenta de queaunque nuestro sufrimiento sea limitado, nuestradisposición para sufrir debe ser ilimitada. La medida desufrimiento que el Señor nos ha asignado puede ser 66limitada, pero debemos estar listos para sufrir de formailimitada. Si nuestra disposición para sufrir es limitada,significa que no tenemos una mente para sufrir, y que nopodremos ir muy lejos. Esta es una demanda muy elevada,pero eso es lo que el Señor busca. Cualquier cosa que seamenos que esto, indica que no somos aptos para servirle aÉl. No debemos pensar que nuestra disposición parasufrir se limita a una pequeña dosis de sufrimiento. No esasí, sino que la disposición para sufrir no tiene límites; nisiquiera es limitada por la muerte. Si bajamos la norma,no resistiremos ninguna tentación de parte de Satanás. "Yellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero yde la palabra del testimonio de ellos, y despreciaron lavida de su alma hasta la muerte" (Ap. 12:11). Si nuestraconciencia no nos condena, si somos capaces de declararnuestro testimonio de victoria en la cara de Satanás y sidespreciamos nuestra vida del alma hasta la muerte, susataques contra nosotros serán inútiles. Él no puede lucharcontra una persona que no intenta ni siquiera preservarsu propia vida. Conocemos la historia de Job. Satanás loatacó porque dudó que Job no tuviera el deseo depreservar su propia vida. El enemigo le dijo a Jehová: "Pielpor piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.Pero extiende ahora Tu mano, y toca su hueso y su carne yverás si no te maldice en Tu cara" (Job 2:4-5). Satanássabía que podía derrotar a Job si éste tenía el más mínimoamor por su propia vida. El pasaje de Apocalipsis muestraque Satanás no puede derrotar a alguien que menospreciala vida del alma hasta la muerte.67Es aquí donde muchos siervos de Dios han fracasado.Ellos aman su propia vida. Permítanme preguntarles:¿Qué es más importante: preservar nuestra vida opreservar la obra del Señor? ¿Es nuestra propia vida másimportante que nuestra responsabilidad? ¿Cuál es másimportante: salvar almas o salvar nuestras propias vidas?¿Es más importante, nuestra propia vida o la iglesia deDios? ¿Es más importante el testimonio de Dios en latierra o nuestra propia vida? Nadie que consiente enamarse a sí mismo es apto para servir a Dios. Aunaquellos que están sufriendo tal vez no sean aptos paraservirle. Sólo los que están dispuestos a sufrir, quienestienen una capacidad ilimitada para experimentarsufrimientos y que desprecian su vida del alma hasta lamuerte, pueden servirle. Hoy tenemos que consagrarnosde nuevo al Señor. No nos consagramos al sufrimiento,pero sí estamos listos para sacrificarlo todo. Es posibleque el Señor no quiera que perdamos nuestra vida, perodebemos tener la convicción de que despreciamosnuestra vida del alma hasta la muerte. Hermanos yhermanas, muchos fracasos en la obra han sido causadospor la pereza del hombre, por tratar de protegerse a símismos y por procurar su auto-preservación. Nopensemos que los ojos del mundo o los ojos de los demáshermanos y hermanas están ciegos y no ven estas cosas.Cuando salimos a la obra, todos observan si estamosconsagrados totalmente o no. Si retenemos algo paranosotros mismos o si tomamos el camino de hacerconcesiones, otros lo verán. Hermanos y hermanas, 68cuando el Señor nos llama, Él desea que dejemos todo.Que el Señor nos conceda Su gracia para que ninguno denosotros se sobreestime a sí mismo, ni ame su vida delalma. Tenemos que aprender a no amarnos ni autocompadecernos.Éste es nuestro camino; si no lotomamos, nuestra obra estará limitada. El grado denuestra disposición para sufrir determinará la medida detrabajo espiritual que desarrollemos. Si nuestradisposición para sufrir es limitada, nuestra obra espiritualtambién será limitada, la medida en que seamosbendición para otros será limitada, y el resultado denuestra obra en general también será limitado. No haymedida más precisa para medir la bendición de Dios queel grado de nuestra disposición para aceptar sufrimientos.Si tenemos una capacidad ilimitada para sufrir,experimentaremos la grandeza inagotable de Subendición.694GOLPEAR EL CUERPO YPONERLO ENSERVIDUMBREUNOn 1 Corintios 9:23-27 dice: "Todo lo hago porcausa del evangelio, para hacerme copartícipe deél. ¿No sabéis que los que corren en el estadio,todos corren, pero uno solo recibe el premio? Corred así,para ganar. Todo aquel que compite en los juegos, en todoejerce dominio propio; ellos, a la verdad, para recibir unacorona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Asíque, yo de esta manera corro, no como a la ventura; deesta manera lucho en el pugilato, no como quien golpea elaire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo enservidumbre, no sea que habiendo predicado a otros, yomismo venga a ser reprobado".E70El versículo 23 declara: "Todo lo hago por causa delevangelio". Esto comprueba que este pasaje alude alcamino que debe tomar un predicador del evangelio, osea, un siervo del Señor. El versículo 27 añade: "Golpeo micuerpo, y lo pongo en servidumbre". Este es un requisitobásico que el siervo de Dios se impone a sí mismo. Losversículos del 24 al 26 nos muestran cómo Pablogolpeaba su cuerpo y lo hacía su esclavo.Quiero aclarar también que cuando Pablo hablaba degolpear su cuerpo y ponerlo en servidumbre, no estaba deacuerdo de ninguna manera con el ascetismo, ni estaba deacuerdo con los que, bajo la influencia del ascetismo,enseñan que nuestro cuerpo es un estorbo, el cualdebemos tratar de deshacernos. Los ascetas creen que elcuerpo es la fuente del pecado y que para resolver esteproblema uno tiene que tratarlo severamente, pero laBiblia no enseña que el cuerpo sea un estorbo, y muchomenos que sea una fuente de pecado. Más bien, nos diceque nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo (6:19)y que el día viene cuando nuestro cuerpo será redimido yglorificado. Cuando hablamos de "golpear el cuerpo",jamás debemos pensar en esa enseñanza del ascetismo. Siintroducimos tal pensamiento en el cristianismoestaríamos creando otra religión. Esto no es lo quepredicamos. Repudiamos la idea de que el cuerpo sea unestorbo o la fuente del pecado. Ciertamente reconocemosque el cuerpo nos puede llevar a pecar, pero no por esodecimos que el cuerpo sea la fuente del pecado. No 71importa cuán drásticamente tratemos con nuestrocuerpo, aún podemos pecar.En 1 Corintios 9 Pablo confronta a los obreros cristianosen cuanto al problema de sus cuerpos. El versículo 23dice: "Todo lo hago por causa del evangelio". Esto significaque cuando él habló esta palabra, lo hizo asumiendo laposición de un predicador del evangelio. ¿Qué es lo quePablo hacía por causa del evangelio? Los versículos del 24al 26 nos lo muestran. En el versículo 27 Pablo señala quelo que él hacía era golpear su cuerpo. De acuerdo con eltexto griego, la palabra golpear significa "abofetear en lacara hasta hacer un moretón". Golpear nuestro cuerpo yhacerlo un esclavo significa ponerlo en servidumbre y"golpearlo" tanto que obedientemente se vuelve nuestroesclavo, cediendo a la voluntad del predicador delevangelio. (Por supuesto, esto no significa golpearliteralmente nuestro cuerpo físico, de acuerdo con laexpresión: "duro trato del cuerpo" mencionada enColosenses 2:23). Pablo dijo que él hacía esto debido aque: "no sea que habiendo yo predicado a otros, yo mismovenga a ser reprobado". Esto nos muestra que golpear elcuerpo y ponerlo en servidumbre es la manera básica enla que todo siervo de Dios debe vivir. Todo siervo de Diosdebe andar conforme a esta norma básica: su cuerpo tieneque ser sometido a servidumbre.Si su cuerpo no es sometido a esclavitud, no puede servira Dios. ¿Cómo resolvió Pablo el problema de su cuerpo? 72Golpeándolo y poniéndolo en servidumbre. El versículo27 nos presenta el tema, y los versículos del 24 al 26 nosdan la explicación de dicho tema, ya que en talesversículos vemos cómo Pablo golpeaba su cuerpo, lo cualél declaró en el versículo 27. Ahora, consideremos estepasaje punto por punto.DOSEl versículo 24 dice: "¿No sabéis que los que corren en elestadio, todos corren?". Para mostrarnos este asuntoPablo usó el ejemplo de un corredor que participa en unacarrera. El servicio al Señor y la labor que un cristianoefectúa para su Amo pueden compararse con una carrera.Todos estamos participando en esta carrera, esto esobligatorio. Nadie está exonerado. "¿No sabéis que los quecorren en el estadio, todos corren, pero uno solo recibe elpremio? Corred así, para ganar". Sólo uno de loscorredores recibe el premio. Pero en nuestro caso, sitodos corremos, todos recibiremos el premio. Esta es ladiferencia entre una carrera deportiva y nuestra carrera.Pablo usó el ejemplo de una carrera, y tal ejemplo nosconduce al versículo 25.El versículo 25 dice: "Todo aquel que compite en losjuegos, en todo ejerce dominio propio". Este es el puntoque Pablo recalca: a fin de competir, es necesario pasarpor un entrenamiento. Se tiene que ejercer dominiopropio en todo. El atleta no puede comer lo que desee nidejar de comer como desee. No puede dormir todo lo que 73desee ni desvelarse a su gusto. Todos los atletas quecompiten en los juegos llevan una disciplina muy estrictadurante su entrenamiento. Son disciplinadosestrictamente en cuanto a su dieta y su horario dedescanso. Antes de iniciar la competencia, tienen queseguir normas estrictas, tales como no beber ni fumar, yuna vez que comienzan a competir tienen que seguirreglas aún más estrictas. Por esto el versículo 25 dice quetodo aquel que compite, en todo ejerce dominio propio.Algunos pueden pensar que es difícil dejar de fumar,beber o practicar sus pasatiempos favoritos, pero cuandoun deportista se prepara para una carrera, tiene queejercer un control sumamente estricto sobre su propiocuerpo. "Todo aquel que compite en los juegos, en todoejerce dominio propio". ¿Cuáles son las cosas en las quetiene que ejercer dominio propio? Tiene que ejercerdominio propio en las demandas que su cuerpo le hace.No puede permitir que su cuerpo le haga demandas nipuede darle demasiada libertad. Debe reservar su cuerpopara una sola cosa: correr la carrera. Su cuerpo no es paracomer, arreglarse, fumar, beber ni dormir, sino paracorrer. Muchos corredores tienen que abstenerse decomidas dulces o las que contengan mucho almidón. Estono quiere decir que éstas sean dañinas o inútiles, sino quese abstiene de ellas porque no lo ayudan en su carrera.Para ser un corredor, uno tiene que ejercer dominiopropio en todo. El versículo 27 habla de golpear el cuerpo,y es aquí, en este versículo, que el cuerpo es introducidoen la discusión. El cuerpo tiene que estar bajo control, 74tiene que obedecer. Todas las facultades del cuerpo sonreservadas para una sola cosa: correr, y correr de talmanera que lo lleve a obtener el primer premio.El versículo 25 continúa: "Ellos, a la verdad, para recibiruna corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible".Los corredores ejercen mucho dominio propio paraobtener una corona corruptible. Pero nosotros que vamosen pos de una corona incorruptible, ¿no creen quedeberíamos ejercer mucho más dominio propio? Lacorona corruptible hace referencia a las guirnaldas deflores de los griegos, que se marchitaban a los tres o cincodías. Un corredor tenía que someterse a largos períodosde entrenamiento a fin de tener la oportunidad de ganartal corona corruptible. Pablo dijo: "Ellos, a la verdad, pararecibir una corona corruptible, pero nosotros, unaincorruptible". Debemos prestarle atención a lacomparación de Pablo. Los corredores griegos corrían enla pista de carreras, mientras que nosotros corremos en elmundo. Su carrera consistía en ejercitar su cuerpo,mientras que nuestra carrera es nuestro servicio a Dios.En aquella carrera, sólo uno recibía el premio, pero ennuestra carrera, todos podemos recibirlo. Su premio erauna corona corruptible, pero el nuestro es una coronaincorruptible. Estos son diferentes contrastes de estascarreras. Sin embargo, una cosa es cierta en ambas: setiene que ejercer dominio propio en todo. En ambos casosse requiere el dominio propio. Ellos ejercieron dominiopropio para ganar en una carrera; nosotros lo ejercemos 75para predicar el evangelio. Puede ser que las metas seanmuy diferentes, pero la disciplina impuesta al cuerpo esigual. Ellos tenían que ejercer dominio propio para correrla carrera y, como cristianos, nosotros también tenemosque ejercer dominio propio en nuestra vida cristiana.El versículo 26 dice: "Así que, yo de esta manera corro, nocomo a la ventura; de esta manera lucho en el pugilato, nocomo quien golpea el aire". Esto significa que Pablo noestaba corriendo sin tener una meta; él sabía hacia dóndeiba. Él dice que golpeaba su cuerpo. Esto quiere decir queal boxear él no golpeaba al aire, sino que golpeaba supropio cuerpo. Debemos considerar el versículo 26 juntocon el versículo 27. El primero nos dice que Pablo nocarecía de meta. No corría en cualquier dirección segúnotros le señalaban, sino que corría con una direccióndefinida. Tampoco, cuando golpeaba, lo hacía al aire.Luego en el versículo 27, él inmediatamente indica queestaba golpeando su cuerpo. Le estaba pegando a supropio cuerpo. Anteriormente señalamos que golpearsignifica pegar, dejar moretones en todo el cuerpo. No esun golpe ordinario, sino una golpiza severa. Los golpescomunes no producen moretones. Pablo trató con supropio cuerpo de una manera dura para que éste llegara aestar bajo su control. Lo hizo para que su cuerpo fuera suesclavo. Esto significa que no permitiría que su cuerpofuera indulgente; antes bien, lo puso bajo su control.76La meta de tal ejercicio es hacer que el cuerpo sea unesclavo, y el medio para hacerlo es golpearlo. Golpeamosnuestro cuerpo a fin de que éste pueda ser nuestroesclavo. Hermanos y hermanas, si no vencemos en esteasunto, sería mejor ni siquiera intentar tocar la obra deDios, sino esperar tres o cinco años hasta aprender estalección. Todo siervo de Dios tiene que aprender a sometersu cuerpo bajo su control. La Biblia nos muestra que unobrero del Señor es como un corredor. Tal vez disfrutemucho de la obra, pero será de poco provecho si sucuerpo no está bajo su control. Servir al Señor no es algosencillo; no es solamente un asunto de predicar sermonesdesde un podio. No hay tal cosa. Pablo aquí nos muestraque sólo aquellos que golpean su cuerpo y lo ponen enservidumbre pueden servir al Señor. Si nuestro cuerpo noes capaz de obedecer, necesitamos más entrenamiento departe del Señor. No pensemos que el hecho de tener ciertaaspiración nos hace aptos para servir al Señor. Losobreros de Dios tienen que golpear su cuerpo y ponerloen servidumbre. Si su cuerpo no les obedece, serán depoca utilidad en la obra.TRES¿Qué significa poner a nuestro cuerpo en servidumbre? Afin de entender este asunto, primero necesitamos sabercuáles son las demandas propias de nuestro cuerpo. Sólomencionaremos algunos ejemplos prácticos como elalimento, el vestido, el descanso, el sueño, la comodidad y 77el cuidado especial en tiempos de enfermedad. Talescosas son demandas normales de nuestro cuerpo. Hacerque el cuerpo sea nuestro esclavo implica que, mediantelargos períodos de golpearlo en nuestra vida normal, lopodemos poner bajo nuestro control cuando tengamosque correr una carrera. Si le exigimos poco a nuestrocuerpo en tiempos normales, nuestras piernas, pies,pulmones y todos los demás órganos no estarán bajonuestro control en el momento de la carrera, y nopodremos cumplir con las exigencias que ésta demanda.Se requieren largos períodos de entrenamiento a fin dehacer que nuestro cuerpo nos obedezca. Sin talentrenamiento nos será imposible dirigir nuestro cuerpocuando la demanda del momento la requiera. Sicarecemos de este entrenamiento en tiempos ordinarios,y si nunca hemos golpeado o disciplinado nuestro cuerpo,éste no se someterá a nosotros cuando sea el tiemponecesario. Cuando nos dispongamos a trabajar,descubriremos que nuestro cuerpo no nos obedece, yentonces no podremos satisfacer las demandas del cuerponi tendremos control sobre él.No debemos pensar que lo único que necesitamos paraocuparnos en la obra del Señor es tener cierta medida deespiritualidad. No, aún nos falta resolver el asunto denuestro cuerpo. Pablo nos mostró cuán real es esteproblema. No estoy hablando de tener un cuerpo sano,sino de si somos el amo de nuestro propio cuerpo o no.¿Nos obedecerá nuestro cuerpo? Si nuestro cuerpo no nos 78obedece, no podemos servir a Dios en el evangelio. Estaclase de entrenamiento no puede completarse en pocotiempo. Algunos problemas espirituales se puedenresolver en un instante, pero golpear el cuerpo requierede tres, cinco o hasta diez años. Aquellos que handesarrollado el hábito de llevar una vida suelta, requierenimponerse mucho más una disciplina más estricta.Por ejemplo, en circunstancias ordinarias el cuerpo nosdemanda dormir. Dormir no es malo ni pecaminoso, y lademanda ciertamente es legítima. Dios ha dividido el díacomenzando con la noche a fin de proveer al hombre unaoportunidad para descansar. Es correcto que el hombredescanse. Si el hombre no durmiera, ¿cómo podríatrabajar? Pero si queremos golpear nuestro cuerpo yhacerlo nuestro esclavo, no debemos insistir en dormirdurante los tiempos que se requiera velar. Esto es lo quesignifica hacer de nuestro cuerpo un esclavo. Supongamosque yo programo dormir ocho horas diarias. Es correctoque cuide mi cuerpo de esta manera. Sin embargo, a fin degolpear el cuerpo y hacerlo un esclavo, debo actuar deuna manera como si estuviera golpeándome a mí mismo yobligando a mi cuerpo a seguir mis instrucciones. Deboentrenarme hasta tal grado que si decido no dormir hoy,lo pueda cumplir. Cuando el Señor estuvo en el huerto deGetsemaní tomó a tres de Sus discípulos consigo y les dijo:"Velad conmigo". Al regresar los encontró dormidos y ledijo a Pedro: "¿Así que no habéis podido velar conmigouna hora?" (Mt. 26:38, 40). El Señor quería que ellos 79velaran con Él, pero ellos se quedaron dormidos. Nopudieron velar con el Señor ni siquiera por una hora. ¿Esincorrecto dormir? No; dormir es legítimo y necesario,pero si el Señor requiere que velemos con Él y nopodemos vencer sobre esta necesidad "legítima",obstaculizaremos Su obra. Si no podemos renunciar a lanecesidad legítima de dormir, no podemos servir a Dios.Esto no quiere decir que un siervo de Dios tiene queprivarse de dormir noche tras noche. Esa sería una vidade ángel. Nosotros no somos ángeles y requerimos de unbuen descanso durmiendo cada noche, pero a fin deaprender a seguir al Señor y a golpear nuestro cuerpo,debemos aprender a renunciar al sueño por una o dosnoches cuando sea necesario. Esto es lo que significahacer de nuestro cuerpo un esclavo.¿Qué significa correr la carrera? ¿Corre una persona todoslos días y todos los minutos del día? Andar es algo normal,pero correr es algo extraordinario. Andar es unanecesidad diaria; normalmente caminamos a un pasonormal. Sin embargo, el correr no es algo que hagamos adiario. En una carrera deportiva tenemos que acelerar elpaso. Nuestro cuerpo tiene la capacidad normal decaminar, pero al correr se le requiere al cuerpo unesfuerzo adicional. Cuando corremos, la capacidad normaldel cuerpo tiene que ser forzada a alcanzar la medida deuna necesidad que es adicional. En tales ocasiones, elcuerpo necesita obedecer. Al correr, el cuerpo requiereuna energía adicional además de la que necesita para sus 80funciones normales. La carrera le impone al cuerpo unademanda adicional. Durante los tiempos normales en quecaminamos, la demanda impuesta a nuestro cuerpo no esmuy rigurosa, pero dicha demanda se vuelve extenuantecuando el cuerpo tiene que correr. Bajo el mismoprincipio, en tiempos normales, necesitamos ocho horasde sueño, pero si nuestra obra requiere que un díatrabajemos cuatro horas más, debemos estar satisfechoscon sólo cuatro horas de sueño. Esto es lo que significacorrer la carrera, o sea, significa cumplir con lasdemandas adicionales. Cuando los tres discípulos fallaronal no permanecer en su vigilia con el Señor, Él les indicócuál era su problema, al decirles: "El espíritu estádispuesto, pero la carne es débil" (v. 41). ¿De qué sirvetener un espíritu dispuesto si la carne es débil? Tener unespíritu dispuesto y una carne dormilona, viene a ser lomismo que tener un espíritu indispuesto y una carnedormilona. Ambos no sirven para nada. No es suficientecon tener un espíritu que esté dispuesto; el cuerpotambién tiene que estar dispuesto. Si el cuerpo no estádispuesto e insiste en dormir, no es realmente un esclavo,y si el cuerpo no es un esclavo, sería en vano decir que elespíritu está dispuesto. No queremos decir con esto que elcuerpo sea la fuente del pecado o que sea un estorbo. Loque queremos decir es que, por causa del servicio delSeñor, en ocasiones hay demandas adicionales sobrenuestro cuerpo, y éste tiene que responder y cumplir conellas. Esto es lo que significa hacer de nuestro cuerpo unesclavo. Debemos entrenar a nuestro cuerpo, no sólo para 81que cumpla con las exigencias normales, sino para quetenga un suministro adicional para cuando surja algunademanda adicional.Cuando el Señor estuvo en la tierra, Nicodemo vino a Él denoche. El Señor lo recibió a tal hora sin sucumbir alcansancio. En varias ocasiones Él pasó noches enteras enoración. Todas estas actividades interfirieron con susueño. No estamos recomendando que los hijos de Dios sehagan el hábito de pasar noches enteras en la oración,pero si alguien quiere servir al Señor, sería una vergüenzasi nunca ha invertido toda una noche orando. Por logeneral, no es correcto tomar horas de la noche para laoración. No se acostumbre a hacer eso, porque estaríayendo en la dirección equivocada, pero sería algo extrañoservir a Dios por diez o veinte años y nunca haber pasadotoda una noche orando. No estamos recomendando ir alos extremos. No le estamos diciendo a la gente quesiempre debe orar toda la noche, porque tener el hábitode orar toda la noche no es saludable para nuestro cuerponi para nuestra mente. No estamos de acuerdo conaquellos que no oran durante el día y quieren hacerlodurante sus horas de sueño por la noche; eso no esnormal. Pero si un obrero del Señor nunca ha sacrificadosu sueño por causa de la oración, también hay algo queestá mal en él.Competir en una carrera no es algo de todos los días, peroejercitarse sí lo es. Debemos ejercitarnos hasta lograr que 82nuestro cuerpo jamás se rebele, sino que más biensiempre se someta a nosotros. Si nunca nos hemosejercitado de esta manera y nuestro cuerpo nunca ha sidopuesto bajo nuestro control, entonces el sueño será unaprioridad aun cuando lo que determinemos sea trabajar.El sueño se convertirá en nuestro amo. Estaremosdispuestos a hacer cualquier cosa siempre y cuando nadieinterfiera en nuestro tiempo para dormir. Pero tan prontocomo otros se meten con nuestro sueño, somos incapacesde hacer nada. Es imperativo que el siervo de Dios seejercite con miras a poner su cuerpo bajo servidumbre. Loque implica es que cuando el Señor tenga una necesidad odemanda, o cuando las circunstancias lo ameriten, seamoscapaces de hacer a un lado temporalmente los reclamosde nuestro cuerpo; esto es poner nuestro cuerpo bajoservidumbre. Tenemos que ser capaces de controlarnuestro cuerpo para que cumpla con ese esfuerzoadicional; tenemos que ignorar sus necesidades básicas yponerlo bajo nuestro control y gobierno. Si no somoscapaces de hacer esto, quiere decir que nos amamosdemasiado a nosotros mismos y somos inútiles en la obradel Señor.El mismo principio se aplica al asunto de comer. Enmuchas ocasiones nuestro Señor no comía por causa deSu obra. Para Él la comida no era una prioridad, pero estono quiere decir que nuestro Señor nunca comía. Él comíaen circunstancias normales, pero cuando surgía unanecesidad Él podía dejar de comer. Esto es poner el 83cuerpo bajo sujeción. No debemos depender de la comidaal grado que tengamos que detener nuestra obra cada vezque sintamos hambre. Lamentablemente, en la obra delSeñor hay muchos que no pueden funcionar sin comida.Indudablemente necesitamos alimentarnos y debemoscuidar de nuestro cuerpo físico, pero también debemosentrenarlo a privarnos del alimento cuando ciertascircunstancias especiales así lo exijan. Recordemos laocasión cuando el Señor se sentó a descansar al medio díafrente al pozo de Jacob, mientras los discípulos fueron a laciudad a comprar comida. Una mujer samaritana vino asacar agua y el Señor le pidió de beber. Él a la vez le hablóacerca del agua viva. Finalmente, ella no le dio nada debeber. Era el mediodía, la hora de comer y beber algo,pero el Señor pacientemente le explicó la palabra de viday el significado del agua viva a esta mujer samaritana, queestaba espiritualmente sedienta y sufrida (Jn. 4:5-26).Esto nos muestra que podemos llevar a cabo la obra deDios sin tener que interrumpirla para comer. Si llegamosa cierto lugar y no podemos hacer nada hasta habercomido, quiere decir que nuestro cuerpo no está anuestro servicio como debiera. Ciertamente no debemosirnos al extremo y privarnos del alimento todo el tiempo,pero cuando surjan demandas especiales, debemos sercapaces de pasar por alto la comida. El pan no es lo másimportante. Debemos ser amos de nuestro cuerpo.Cuando sea necesario pasar por alto una comida, nuestrocuerpo debe obedecernos. No debemos dejarnos vencerpor los insistentes reclamos de nuestro cuerpo pidiendo 84comida. Esto es lo que quiere decir someter nuestrocuerpo bajo servidumbre.En Marcos 3, el Señor estaba rodeado por tal multitud queno tenía tiempo ni para comer. Sus familiaresreaccionaron a esto buscando la manera de rescatarlo deentre la multitud, porque decían: "está fuera de Sí" (vs.20-21). Sin embargo, el Señor continuó con Su obra. Él noestaba fuera de Sí, sino que estuvo dispuesto a olvidarsede comer y beber por causa de la obra, a fin de satisfacerlas apremiantes necesidades de la multitud. Si nosotrosno somos capaces de hacer a un lado nuestras propiasnecesidades cuando la obra demande urgentementenuestra atención, nuestra obra no será muy efectiva. Entiempos críticos, tenemos que esforzarnos más e inclusollegar a los extremos estando en cierto modo fuera de sí.Cuando la necesidad así lo exija, debemos ser capaces dedominar nuestro cuerpo e ignorar las demandas decomida y bebida. No debemos considerar esas demandascomo obligatorias.La Biblia establece claramente que los cristianos debenayunar cuando la ocasión lo amerite. Ayunar consiste enrenunciar temporalmente a la necesidad legítima denuestro cuerpo. En ciertas ocasiones, surge una necesidadespecial que nos demanda orar seriamente. En talescircunstancias, debemos ayunar delante del Señor. Norecomendamos ayunar tres o cinco veces a la semana,pero si alguien ha sido cristiano por ocho o diez años y 85nunca ha ayunado ni siquiera una vez, algo no está biencon él. El Señor habló acerca del ayuno en Su enseñanzaen el monte. Si nunca hemos ayunado, nos falta algo ennuestra experiencia. El propósito del ayuno es ponernuestro cuerpo bajo servidumbre.Otra exigencia del cuerpo es la comodidad. No nosatrevemos a afirmar que es incorrecto que un obrerotenga cierta medida de comodidad en su vivir, perocuando su obra le demande que se sacrifique un poco, sucuerpo no debe ignorar este llamado a laborar debido aque ciertas comodidades a las que su cuerpo estáacostumbrado no están presentes. Si nuestro cuerpo noestá dispuesto a renunciar a dicha demanda, no somosaptos para trabajar por el Señor. Algunos hermanos yhermanas se mudan muy seguido, no porque el Señor selos pida sino porque están descontentos e incómodosdonde viven. Podríamos decir que la comodidad hallegado a ser su estilo de vida; la comodidad los maneja asu antojo. Tales personas no pueden ser de mucho uso enla mano del Señor. Los siervos de Dios deben aprender adarle gracias cuando la disciplina del Espíritu les proveabuenas condiciones y cuando el Señor les provea todo lonecesario. Pero cuando la provisión no llegue y seandespojados del bienestar y la comodidad, en esos casosdeben ejercer control sobre sus cuerpos y continuar consu obra. No estamos a favor de los extremos. Puede serque bajo circunstancias normales disfrutemos de mejorescondiciones. Pero cuando la necesidad del Señor lo 86amerite, debemos ser capaces de sobrellevar lo que otrosno pueden. Algunos hermanos y hermanas sólo estándispuestos a llevar una vida cómoda; pero se sientenacabados tan pronto como su nivel de vida baja un poco.Tales personas son de poco uso para el Señor. A fin decorrer la carrera, tenemos que poner a nuestro cuerpobajo servidumbre. Tenemos que ser capaces de vivir bajocualquier circunstancia. Poner nuestro cuerpo bajoservidumbre significa que no somos afectados porninguna circunstancia cuando la obra requiera nuestraatención; significa que somos capaces de llevar a cabonuestra obra aún cuando tengamos que vivir en un nivelmuy bajo. Si no podemos hacer esto, tan pronto nuestrascircunstancias bajen del nivel al que estamosacostumbrados, abandonaremos la obra. Esto no quieredecir que aquellos que tienen menos sean capaces deresistir condiciones más restringidas. Muchos hermanospobres se derrumban tan pronto como les sobrevienencircunstancias inferiores a las que están acostumbrados.Ellos se aman demasiado a sí mismos y nunca han puestosu cuerpo en servidumbre.Otro ejemplo es la ropa. En tanto que comamos lonecesario y tengamos con qué cubrirnos, no debemosdarle demasiada importancia al asunto del vestido. Juan elBautista fue una persona que le dio poca importancia a lamanera de vestir. El Señor Jesús dijo que si alguienbuscaba a una persona vestida con elegancia, la buscaranen el palacio y no miraran a Juan. Lamentablemente, 87algunos cristianos han puesto una norma muy alta en elvestir y no pueden avanzar si no mantienen dicha norma.Es cierto que vestirnos con harapos no glorifica a Dios; losharapos no son dignos de Él. Nosotros debemos, hastadonde sea posible, vestir de una manera limpia, arregladay apropiada. No obstante, cuando sea necesario debemosser como Pablo, quien, aunque pasó hambre, sed ydesnudez, continuó sirviendo al Señor (1 Co. 4:11). Si lossiervos de Dios se ejercitan durante los tiemposordinarios, su cuerpo estará siempre bajo su control y suobra en el Señor no será afectada por un asunto como elvestido.Un ejemplo más es la enfermedad. En tiempos deenfermedad o debilidad, el cuerpo reclama mayoresatenciones de lo normal. Muchos obreros del Señor seaman tanto a sí mismos que se excusan y se ausentan dela obra apenas se sienten levemente enfermos. ¿Cómohubiera podido Pablo escribir sus epístolas si se hubieradetenido porque le dolían sus ojos? Por lo menos nohubiera escrito el libro de Gálatas, pues ese libro fueescrito en un tiempo en que su vista estaba muy débil. Poresto dijo: "Mirad con cuán grandes letras os escribo de mipropia mano" (6:11). Si Pablo hubiera tenido que esperara que su vista mejorara para entonces hacer sus tiendasde campaña, nunca las habría hecho, porque se requierede buena vista para fabricarlas. Sin embargo, él trabajabadurante el día y hacía tiendas durante la noche. Él no sedetuvo por causa de sus ojos. Si Timoteo hubiera 88esperado hasta estar bien de su estómago para seguiradelante con su obra, no hubiera habido nadie quecontinuara con el ministerio de Pablo, porque suestómago nunca estuvo realmente sano. Por un lado, esnecesario que tengamos un cuidado razonable de nuestrocuerpo, pero por otro lado, cuando la obra requiera quenos sacrifiquemos un poco, nunca debemos escatimarnos.Cuando la obra lo demande, debemos hacer a un ladoincluso nuestra enfermedad y cuidar principalmente loque demanda la obra. Ciertamente la enfermedadrequiere descanso, pero cuando la obra requierasacrificio, aun enfermos tenemos que responder.Tenemos que golpear nuestro cuerpo y ponerlo enservidumbre. Este es un requisito básico en la obra. Si nosomos capaces de dominar nuestro cuerpo, ¿con quérecursos vamos a dedicarnos a la obra? Si un siervo delSeñor está seriamente enfermo y el Señor no ha impuestouna carga especial sobre él, está bien que se cuide parasanarse de su enfermedad; la iglesia y los demáscolaboradores deben saber qué hacer con él. Pero si surgeuna necesidad en la obra y la carga del Señor es clara, élno debe permitir que su enfermedad lo mantenga atado.En ocasiones no hay tiempo para enfermarse; entoncesdebemos poner a un lado temporalmente el cuidado denuestras enfermedades. Esta es una lección que todostenemos que aprender.Este principio es válido no sólo en la enfermedad sino enel dolor en general. En ocasiones, podemos experimentar 89tanto dolor físico que sentimos que nuestro cuerpo ya nopuede soportar más tormento. En tiempos normalesdebemos proveerle a nuestro cuerpo el descanso y laterapia apropiadas, cuidando de sus necesidades. Sinembargo, cuando la obra del Señor demande y exija quehagamos algo, simplemente tenemos que llevarlo a cabo apesar de nuestro dolor. Nuestro cuerpo siempre debeobedecernos. En tiempos así, tenemos que poner los ojosen el Señor y decirle: "¡Señor, mi cuerpo tiene quesometerse una vez más. No puedo atender su necesidadesta vez!".Este principio debe ser igualmente aplicado a los deseossexuales. No es obligatorio satisfacer nuestra necesidadde sexo. Debemos aprender a darle la prioridad al serviciodel Señor sobre cualquier otra cosa.Consideremos la historia de Pablo. En 1 Corintios 4:11-13él dijo: "Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed,estamos desnudos, somos abofeteados, y andamos sindonde morar. Nos fatigamos trabajando con nuestraspropias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemospersecución, y la soportamos. Nos difaman, y exhortamos;hemos venido a ser hasta ahora como la escoria delmundo, el desecho de todas las cosas". Por favor prestenatención a las palabras del versículo 11: "hasta esta hora".Esto significa que tales condiciones aún estaban presentesen el momento en que él estaba hablando. Esto nosmuestra que el cuerpo de Pablo estaba bajo su control 90todo el tiempo. Él no permitía que nada impidiera suservicio al Señor. En el capítulo 6 de esta misma Epístola,desde el versículo 12 hasta el final, él se refirió a dosasuntos: el alimento y el sexo; y puso bien en claro que nosomos siervos de nuestro cuerpo. Ya sea en el asunto delalimento como en el del sexo, no tenemos por qué seresclavos de nuestro cuerpo. En el capítulo 7 él muestraclaramente que no tenemos por qué ser esclavos delcuerpo en el asunto del sexo, y en el capítulo 8 él muestraque no tenemos por qué ser esclavos del cuerpo en elasunto del alimento. ¿Qué significa entonces golpear elcuerpo y ponerlo en servidumbre? Significa queabofeteamos nuestro cuerpo y le "golpeamos", hasta elgrado de que esté totalmente bajo nuestro control.Hermanos y hermanas, en nuestra labor y servicio para elSeñor, a menudo tendremos que restringir las demandasdel cuerpo. Cuando surge una necesidad en la obra y serequiere que neguemos los deseos de nuestro cuerpo,¿somos lo suficientemente fuertes para negarle suderecho? Ciertamente, todos los apetitos humanos fueroncreados por Dios y dados por Él. No hay nada malo con lasdemandas legítimas del cuerpo, pero, ¿algunas de estasdemandas nos impiden servir a nuestro Señor?CUATROHermanos y hermanas, ni por un momento debemospensar que podemos relajarnos y soltar las riendas quecontrolan las demandas de nuestro cuerpo. Tenemos que 91entender la diferencia entre ser sabios y ser sueltos alcuidar de las necesidades de nuestro cuerpo. Tenemosque ser inteligentes en cuanto al cuidado de nuestrocuerpo, pero a la vez, tenemos que ejercer un completocontrol sobre éste. Golpear el cuerpo no significa quedebamos pasar hambre todo el tiempo; más bien, significaque podemos seguir adelante sin comida aun cuandonuestro estómago esté vacío, y al mismo tiempo, todavíadebemos cuidar de nuestro cuerpo. Sin embargo, si ustedestá involucrado en la obra de Dios pero es inflexible consu alimentación, no podrá seguir adelante tan pronto ladieta baje de su estándar acostumbrado. No estamos afavor del ascetismo ni estamos de acuerdo con la filosofíaque enseña que el cuerpo es la fuente del pecado.Reconocemos que Dios mismo creó en nosotros lasnecesidades físicas. Admitimos que el cuerpo es el templodel Espíritu Santo. Pero en ningún momento estamosobligados a someternos a los reclamos del cuerpo. Esto nosignifica que todo el tiempo tenemos que carecer devestido, comida y sueño. Debemos hacer todo lo posiblepor vestirnos, alimentarnos y descansar apropiadamente.La manera en que nos alimentamos puede ser el resultadode golpear nuestro cuerpo o puede ser el resultado de nogolpearlo; ambas cosas son enteramente diferentes. En laactualidad, el problema es que muchos hermanos yhermanas son muy descuidados en cuanto a sus cuerpos.Si no ejercemos un control estricto sobre nuestro cuerpo,tan pronto como enfrentemos un problema en nuestraobra, murmuraremos, nos quejaremos o renunciaremos. 92Tenemos que ejercer entereza delante del Señor.Debemos decir: "Señor, mis problemas nunca podráncompararse con los que Tú enfrentaste cuandoperegrinaste en la tierra". El Señor bajó desde el lugarmás alto y descendió hasta el lugar más profundo. Hoy,nosotros no hemos bajado desde esa altura ni hemosdescendido a esa profundidad. Debemos decir: "Señor,nunca podremos igualar lo que Tú has hecho". Tenemosque aprender a aceptar todas las restricciones impuestassobre nuestro cuerpo.Algunos han permitido que su cuerpo se conduzca sinninguna restricción por largo tiempo. Ellos necesitan mástiempo para aprender las lecciones apropiadas.Esperamos que puedan ser útiles en la obra en un cortolapso, pero si no resuelven sus problemas y no puedenvencerlos, no podrán participar en la obra de Dios.Aquellos que nunca han golpeado su cuerpo ni lo hanhecho su esclavo se quedarán atrás tan pronto seanpuestos en una carrera. Tenemos que recordar que eltrabajo del evangelio es como una carrera. Si nunca noshemos ejercitado y nuestro cuerpo nunca ha estado bajonuestro control, fracasaremos y no podremos corrercuando Dios ponga demandas adicionales sobre nosotros.Correr es una demanda extraordinaria que uno le imponea su cuerpo. Nunca debemos ser sueltos con nuestropropio cuerpo. Todos los grandes siervos del Señor hanestado bajo el dominio estricto del Señor; todos ellos hanejercido un control estricto sobre su propio cuerpo. Si no 93gobernamos nuestro cuerpo, fracasaremos tan prontocomo se nos impongan retos adicionales. Todas las obrasextraordinarias y valiosas se llevan a cabo bajo demandasextraordinarias. Si no podemos trabajar bajo demandasextraordinarias, ¿en qué forma podríamos ser útiles? Nodebemos ser dejados con nuestro cuerpo ni debemospermitirle que se relaje. Tenemos que asir las riendas denuestro cuerpo fuertemente y ponerlo bajo un estrictocontrol, para que cuando se le requiera, podamos sercapaces de renunciar al sueño, a la comida o a lascomodidades. Tenemos que perseverar en la obra einsistir que nuestro cuerpo sea hecho nuestro esclavo.Nuestro cuerpo debe estar presente en la obra y tiene quesometerse a nosotros aun cuando esté enfermo odebilitado.Pablo dijo: "Mirad con cuán grandes letras os escribo demi propia mano" (Gá. 6:11). Él estaba haciendo más de loque su capacidad le permitía. En este pasaje podemospercibir el sentimiento de nuestro hermano; él se estabaforzando a hacer lo que no podía hacer. De esta manera escómo se ha expresado el Espíritu a través de los siglos. Sien tiempos normales un siervo de Dios goza de buenasalud, no enfrenta dificultades, duerme bien y come bien;y aun con esto, cuando surge alguna necesidad su cuerpono coopera, él no es un siervo útil al Señor. Pablo dijo:"Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea quehabiendo predicado a otros, yo mismo venga a serreprobado". En otras palabras, él temía que mientras 94otros recibían el evangelio por medio de su predicación, élmismo perdiera el premio y la distinción delreconocimiento del Señor: "Bien, esclavo bueno y fiel".Recuerden que aquel que se ama a sí mismo no puedeservir a Dios. Aquellos que son sueltos en su vivir y queno son capaces de disciplinarse estrictamente a símismos, no son aptos para servir a Dios. Si queremosaprender a servir al Señor, tenemos que ejercitarnos yejercer dominio sobre nosotros mismos, para que cadadía podamos regir sobre nosotros mismos. Si nuestroamor por el Señor es suficientemente fuerte, lasexigencias de nuestro cuerpo no nos apartarán de Él. Sinuestro espíritu es lo suficientemente fuerte, nopermitiremos que nuestra carne permanezca endebilidad. Cuando la vida de resurrección se multipliqueen nosotros, ésta le infundirá vida a nuestro cuerpomortal. Tenemos que avanzar hasta que nuestro cuerpoya no sea más una frustración, sino que nos obedezca ynos obedezca sólo a nosotros. Cuando esto se cumpla,seremos aptos para servir al Señor en forma eficaz.955SER DILIGENTESa vida diaria de un obrero cristianofrecuentemente determina si es apto o no para laobra del Señor. Algunos jóvenes manifiestancualidades prometedoras que dan cierta confianza de queun día llegarán a ser siervos útiles de Cristo. Desde elprincipio dan la impresión de que son semillas buenas,que florecerán y darán fruto. Mientras otros, debido a queconfían mucho en sí mismos y tienen un alto concepto desí mismos, en poco tiempo se desvían del camino. Ademásde resultar inútiles, traen deshonra al nombre del Señor.Eligen lo que está en el camino ancho y fácil. Además hayotros que no son muy notorios al principio; sin embargo,con los años, demuestran que son valiosos delante delSeñor. Quizás se pregunten cómo podemos explicar estasL96grandes diferencias. Permítanme contestarlesfrancamente que existen ciertos rasgos fundamentales enla constitución y el carácter de cada persona, quedeterminan quién puede ser útil en el servicio del Señor.Sin estos rasgos nadie puede ser de utilidad al Señor. Unjoven puede ser muy prometedor en muchas áreas, perosi tiene carencias en estos rasgos fundamentales,simplemente no puede trabajar para el Señor, aunquetenga un deseo genuino de servir y aunque se hayapreparado para ello. Tal persona nunca podrá llevar acabo una labor adecuada para el Señor. Nunca hemosconocido a nadie que sea un buen obrero del Señor y nopueda controlar su cuerpo. No sé cómo se desempeñenestas personas en otros trabajos, pero yo nunca heconocido a una persona que sin ser capaz de controlar ygobernar su cuerpo, haya demostrado ser un siervo útildel Señor, ni tampoco he conocido a nadie que, aunque sinestar dispuesto a sufrir, pueda servir al Señor con eficacia.Tampoco he conocido a nadie que sin saber escuchar a losdemás sea bueno en el servicio. Todos los siervos delSeñor tienen ciertos rasgos básicos en su carácter. Enotras palabras, ellos necesitan poseer tales requisitos, porlo que tenemos que pedir la misericordia del Señor paraque se nos conceda cumplir estos requisitos, a fin de quepodamos servir al Señor de una manera adecuada. Serviral Señor no es muy sencillo. Se requiere pasar por elproceso de derrumbar el hombre exterior y reedificarlo.Si usted es una persona impropia, ligera e indisciplinadaen muchas áreas, simplemente no es apto para hacer la 97obra del Señor. Muchos no son aptos para laborar en laobra del Señor debido a que tienen defectos en sucarácter y en su personalidad, y no porque carezcan de latécnica, conocimiento o doctrina para ello. En muchoscasos esto es lo que retrasa la obra del Señor. Debemosaprender a escuchar a los hermanos, a humillarnosdelante del Señor, a buscarle y a entrar en tratos con Él enmuchos aspectos. Nunca debemos menospreciar elentrenamiento de nuestro carácter. Si nuestro carácter ymanera de ser no pasan por la severa obra constitutivadel Espíritu, no podemos esperar mucho resultado denuestra obra. No podemos descuidar nada delentrenamiento básico de nuestro carácter. Si nuestrocarácter ha sido constituido por el Señor, entoncespodemos trabajar para Él. Si no tenemos tal carácter,simplemente no podremos trabajar para Él. Es necesarioinvertir tiempo delante del Señor para tratar con estosrasgos del carácter uno por uno.En este capítulo veremos un aspecto del carácter: ladiligencia.UNOEn Mateo 25:18, 24-28, y 30 dice: "Pero el que habíarecibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinerode su señor ... Pero acercándose también el que habíarecibido un talento, dijo: Señor, te conocía que ereshombre duro, que siegas donde no sembraste y recogesdonde no aventaste; por lo cual tuve miedo, y fui y 98escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que estuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Esclavo malo yperezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojodonde no aventé. Por tanto, debías haber entregado midinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado loque es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, ydadlo al que tiene diez talentos. Y al esclavo inútil echadleen las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir dedientes". Este pasaje nos muestra que uno de losrequisitos básicos de un obrero del Señor es la diligencia.Claramente se nos presenta el doble problemafundamental en la vida de un siervo: él era ambas cosas:"malo" y "perezoso". Su maldad se manifestó al decir quesu amo era hombre duro, que siega donde no hasembrado y recoge donde no aventó. No abordaremoseste aspecto de su carácter; más bien hablaremos delsegundo, que es su pereza. Él escondió su talento en latierra porque su corazón era malo y sus manos eranperezosas. En su corazón tenía ciertos pensamientosacerca de su amo. Estos pensamientos eran malignos.Además, no hizo con el talento lo que debía haber hecho,sino que lo escondió en la tierra. Esto es sencillamentepereza. Queremos prestar atención a este aspecto de sucarácter. Un carácter perezoso es la debilidad más grandede muchas personas.Las personas perezosas nunca buscan cosas que hacer. Ysi algún trabajo les llega, procuran evadirlo. Muchoscristianos adoptan esta misma actitud: ellos no le dan 99importancia ni a los asuntos grandes ni a los pequeños.Siempre tratan de reducir el trabajo; un trabajo grande loconsideran pequeño y un trabajo pequeño lo considerancomo nada. Esta es siempre su actitud. Basados ennuestra experiencia, podemos decir que sólo una clase depersona es útil: los que son diligentes. Una personaperezosa es detestable. Cierta vez un hermano dijo que nisiquiera Satanás puede hacer nada con una personaperezosa. Proverbios 19:24 dice: "El perezoso mete sumano en el plato, y ni aun a su boca la llevará". Es difícilque un perezoso haga algo; y le es difícil porque tienemiedo de cansarse. Lleva la mano al plato, pero le parecedifícil llevarla a la boca de nuevo. Tiene que comer, perodesea que otros le llevaran la comida del plato a la boca. Sihay alguna persona inútil en la tierra, esa tiene que seruna persona perezosa. Dios no va a usar a ningunapersona perezosa. Hermanos y hermanas, ¿alguna vez hanconocido a un obrero cristiano que sea eficiente y que almismo tiempo sea perezoso? Todos aquellos que sonusados por Dios laboran y trabajan diligentemente en elservicio del Señor; siempre están pendientes de nomalgastar su tiempo ni su energía. Pero aquellos quesiempre están buscando una oportunidad para descansary distraerse, no son dignos de ser llamados siervos deDios. Un siervo de Dios no debe adoptar un vivir ocioso.Más bien, debe esforzarse por aprovechar cadaoportunidad que se le presenta.100Consideremos a los apóstoles del Nuevo Testamento,desde Pedro hasta Pablo. ¿Podemos encontrar perezaalguna en ellos? No mostraron ningún indicio de pereza.No pensaron en malgastar su tiempo. Todos elloslaboraron diligentemente y buscaron toda oportunidadpara servir al Señor. Pablo dijo: "Que proclames lapalabra, que te mantengas preparado a tiempo y fuera detiempo; convence, reprende, exhorta con todalonganimidad y enseñanza" (2 Ti. 4:2). La proclamaciónde la palabra debe ser hecha a tiempo y fuera de tiempo.Tenemos que laborar diligentemente, ya sea a tiempo ofuera de tiempo. Todo obrero del Señor tiene que trabajara tiempo y fuera de tiempo. Esto implica que tiene que sermuy diligente. Todos los apóstoles eran sumamentediligentes. Pensemos en la enorme cantidad de trabajoque realizó el apóstol Pablo. Podremos llegar a losochenta años de edad y no haber hecho ni una décimaparte de lo que él hizo. Tenemos que darnos cuenta deque todos los siervos del Señor son diligentes. Alconsiderar la obra de Pablo, podemos ver que él fueverdaderamente diligente. En él no hubo negligenciaalguna. Él estaba siempre viajando de un lugar a otro,predicando el evangelio dondequiera que iba, odiscutiendo resueltamente con individuos yenseñándoles. Aun cuando estaba en prisión, continuóescribiendo sus Epístolas. Las epístolas que tocaron lacumbre de las revelaciones espirituales fueron todasescritas en una celda de la prisión. Aunque estaba atadodentro de los muros de la prisión, la palabra de Dios no 101estaba presa. Pablo fue un hombre verdaderamentediligente. Él era como su Amo, quien nunca fue perezoso.En el idioma original del Nuevo Testamento, hay trespalabras griegas que significan "pereza". La primera esargos, la segunda es nothros y la tercera es okneros. Lastres palabras significan "pereza". Éstas se traducen demanera diferente en el Nuevo Testamento (1 Ti. 5:13; Ro.12:11; He. 5:11; 6:12; Mt. 12:36; 20:3, 6; 2 P. 1:8; Fil. 3:1;Tit. 1:12). Ya sea que se traduzcan como ocioso, perezoso,lento, molesto o desocupado, todas significan rehusar eltrabajo o estar renuente a hacer las cosas. Ser perezososes ignorar el trabajo o diluirlo hasta que se convierta ennada. Cuentan un chiste acerca de un portero cuyaresponsabilidad era abrir la puerta cuando algún visitantetocara el timbre. Un día alguien llamó a la puerta pero élno le abrió. Cuando le preguntaron por qué no la abría, élcontestó: "¡Estoy esperando que el timbre deje de sonar!".Los visitantes estaban esperando para entrar, pero élestaba esperando a que el timbre dejara de sonar.Hermanos y hermanas, ¿qué clase de persona es esta?Lamentablemente, ésta es la manera en que muchos secomportan en la obra de Dios. Ellos esperan que las cosasse desvanezcan. Pero aun cuando las necesidades siganahí, esperan que éstas no sean una carga para ellos. Sedicen a sí mismos: "¡Cómo le agradecería al Señor si estascosas se desaparecieran y no tuviera que bregar conellas!". ¿Qué es esto? No es otra cosa que pereza.102¿Qué es la pereza? Es dejarlo todo para después, alargar eltrabajo lo más que sea posible para hacer algo. Tal vez untrabajo se pueda hacer en un día, pero esa clase depersonas lo alargan para hacerlo en diez días; o quizás sepueda hacer en un mes, pero ellos lo alargan hasta tresmeses. Toman su tiempo para terminar el trabajo. Eso noes otra cosa que pereza. Algunas veces esta palabra setraduce como "desocupado" (Mt. 20:3, 6). Una personadesocupada se mueve sin ninguna meta. Nunca se decidea actuar o no actuar, y nunca se centra en lo que tiene quehacer. En Filipenses 3:1 este término se traduce como"molesto". Pablo dijo: "A mí no me es molesto el escribiroslas mismas cosas, y para vosotros es seguro". Tan prontose pone algo en los hombros de algunos hermanos yhermanas, estos rehúsan tomarlo. Les es molesto. Selamentan y se quejan. Pareciera como si se les hubierapedido que hicieran una tarea imposible o que se leshubiera puesto encima una carga muy pesada. Pablo noactuó de esa manera. Él estaba en la prisión cuandoescribió las Epístolas. En verdad, sería un reto paracualquiera escribir en una situación tan terrible como lade él. No obstante, cuando Pablo les escribió a losFilipenses, les exhortó a que se regocijaran. "Regocijaosen el Señor siempre" (4:4). En cuanto a sus circunstancias,ciertamente estaba en graves dificultades. Sin embargo,dijo: "A mí no me es molesto el escribiros las mismascosas". Él no era perezoso en absoluto. No considerabaque era una molestia escribirles, sino más bien, para élera un motivo de gozo. No conocía lo que era la ociosidad. 103En Pablo podemos ver un celo que es sobresaliente y quees común entre todos los siervos de Dios. Los siervos deDios no son perezosos y no consideran una molestia elaceptar los retos que se les presenten.Muchos hermanos y hermanas han llegado a ser inútilesen el servicio de Dios porque tienen temor a tomarcualquier responsabilidad. Todo les causa molestia.Siempre esperan recibir menos trabajo. Preferirían tenermenos responsabilidad que más responsabilidad, o de serposible, ninguna responsabilidad. No tienen un carácterdiligente. Si somos perezosos, estamos descalificados nosólo para el servicio de Dios, sino también para servir alos hombres. Muchos hermanos y hermanas no puedenser siervos del Señor debido a que son perezosos. Algunosque se llaman siervos de Dios se sientan sobre unpedestal, haciéndose superiores, y pareciera que nadiepudiera decirles nada, ni tener control sobre ellos, nitocarlos en absoluto. Se consideran siervos solamente deDios. Si cambiaran de amo por un momento, se dejaría verque son un fracaso total. Ni siquiera un amo terrenal lespermitiría ser tan descuidados como ellos son. Nuestramanera de ser y de actuar tienen que estar ejercitados detal manera que nunca retrocedamos ante los problemasque se nos presenten, sino que prefiramos el servicio y elsacrificio por el pueblo de Dios tanto en el aspectomaterial como en el físico. Debemos preferir laborar ytrabajar con nuestras propias manos. ¡Si esta no esnuestra norma, no estamos calificados para ser llamados 104siervos de Dios! Pablo dijo: "Vosotros mismos sabéis quepara lo que me ha sido necesario a mí y a los que estánconmigo, estas manos me han servido" (Hch. 20:34). Éltenía dos buenas manos que no eran perezosas enabsoluto; trabajaban durante el día y durante la noche.Una persona así es un verdadero siervo de Dios.DOS¿Qué es diligencia? Es lo opuesto a pereza; es no rehuir ala responsabilidad. Una persona diligente no trata dereducir su trabajo procurando no trabajar en absoluto.Por el contrario, trata de crear trabajo donde no hay. En elservicio del Señor, si no procuramos buscar trabajo, esmuy posible que nos tomemos uno o dos días dedescanso. No debemos ser aquellos que esperancómodamente hasta que algún trabajo se presente. Si sólolaboramos cuando algún trabajo aparece, no somospersonas diligentes. Una persona diligente nunca estáociosa; siempre está buscando qué hacer. Siempre estáanalizando, orando, contemplando y considerandodelante de Dios qué debe hacer. A menos que uno tengaesta práctica, puede ser que no encuentre nada que hacer.Si sólo actuamos "por lo que dice el libro", tal vez prontodescubramos que ya no queda mucho "del libro" porhacer. Debemos tener la expectativa de siempre encontrarmucho que hacer en la obra Dios. Debemos descubrirmuchas necesidades. Para ello, tenemos que orar muchoal Señor y buscarle constantemente. Debemos estar 105atentos, y tan pronto veamos algo que se requiera hacer,debemos llevarlo a cabo. Al terminar un trabajo, debemosesperar en el Señor y buscarle nuevamente, y tan prontoencontremos algo más que hacer, debemos emprenderlo.Después de esto, debemos buscar la voluntad de Dios unavez más y tomar otra tarea. Esto es lo que significa servira Dios. El Señor dijo: "Mi Padre hasta ahora trabaja, y Yotambién trabajo" (Jn. 5:17). No debemos cambiar esteversículo para que diga: "Mi Padre hasta ahora descansa,y Yo también descanso". La ociosidad no es nuestrocamino; más bien, nuestro camino debe ser: "Mi Padrehasta ahora trabaja, y Yo también trabajo".Debemos preguntarle al Señor: "¿Qué trabajo tienes paramí?". Después de la conversación que el Señor sostuvocon la mujer samaritana, Él les hizo una pregunta muyextraña a Sus discípulos: "¿No decís vosotros: Aún faltancuatro meses para que llegue la siega? He aquí Yo os digo:Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya estánblancos para la siega" (4:35). Según los discípulos, la siegano estaría lista hasta cuatros meses después, pero segúnel Señor, la siega ya había llegado. Desde la perspectivadel hombre, se tenían que esperar cuatro meses, pero elSeñor dijo: "Alzad vuestros ojos y mirad los campos,porque ya están blancos para la siega". Hoy en día hay unacarencia de hombres que alzen sus ojos. Todos quierenesperar cuatro meses para trabajar. Hoy muchos sequedan en casa en lugar de viajar por el camino de Dios.Sus ojos no están centrados en lo que Dios está haciendo 106hoy. En Juan 5:17 el Señor dijo que Él siempre estabahaciendo lo que Su Padre le había enviado a hacer, y enJuan 4:35 Él nos pidió que alcemos la vista y miremos. Sino alzamos la vista, no veremos nada. La obra está porcompleto relacionada con el asunto de la diligencia. Estoincluye el hecho de que estemos conscientes de lasituación. No es una cuestión de tomar cuidado sólo de loque está en nuestras manos, sino que es un asunto dealzar nuestros ojos y buscar cosas que hacer. Dios se estámoviendo y actuando detrás de muchas cosas; así quetenemos que levantar nuestros ojos a fin de buscarlas yencontrarlas. Tenemos que levantar nuestros ojos paraver la siega y ver si ya está madura. Una vez miramos,encontraremos mucho trabajo que hacer. Es muy extrañoque muchos se encuentren ociosos; tal pareciera que notienen nada que hacer.Aquellos que tienen la intención de trabajar siempreencuentran algo que hacer. Pero los que no tienenninguna intención de trabajar siempre temen que lesllegue trabajo. Una persona diligente siempre espera enDios. Tan pronto como está libre, acude al Señor en buscade cosas que hacer. Siempre está buscando unaoportunidad para trabajar. Un hermano dijo en ciertaocasión: "El hermano fulano no está haciendo su trabajo.Hay tantos hermanos visitantes de otras ciudades y él noinvierte nada de tiempo para tener comunión con ellos".Otro hermano le preguntó: "¿Por qué no se lo dices?". Elprimero contestó: "¿Es esto algo que se tiene que decir?". 107Esto es cierto, un siervo del Señor siempre debe estaresperando que el Señor le indique qué hacer. Porsupuesto, esto no significa que deba actuarostentosamente procurando que los demás lo noten. Másbien, lo que significa es que el siervo del Señor siempredebe estar buscando la dirección de Dios, mirándoleatentamente. Debe cultivar el hábito de alzar sus ojos ymirar. Si realmente está ocupado, Dios no lo cargará conmás trabajo. Pero tan pronto tenga tiempo disponible,debe preguntar: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Tanpronto alcemos nuestros ojos, descubriremos que muchaspersonas necesitan de nuestro servicio.Si una persona nunca tiene nada que hacer, sólo puedehaber una razón para ello: que está acostumbrada a serharagán; lleva una vida de ociosidad, y es perezosa pornaturaleza. Cuando se le encarga hacer algo, tarda más dediez días en terminarlo, mientras que otros puedenacabarlo en un solo día. No tiene ninguna motivación paratrabajar. Hermanos y hermanas, debemos buscaractivamente el trabajo. Si no buscamos a Dios para quenos asigne trabajo, ni oramos por trabajo ni encontramosnada que hacer, somos perezosos y no podremos lograrmucho en la obra. Incluso si se nos conceden cinco o diezaños más, aun así no haremos mucho con nuestra obra.Un requisito básico para un obrero del Señor es tener unavista aguda. Tan pronto como surge una necesidad, debesaber qué hacer y cómo actuar. Sin esta característica, no 108encontrará nada que hacer. Nuestro espíritu tiene que sersensible al Señor. Si no somos sensibles, seremos lentospara reaccionar, por lo que tenemos que estar atentos yalzar nuestros ojos. No debemos dejarnos llevar por loque otros dicen. No debemos suponer que aún faltancuatro meses para la siega. Tenemos que escuchar lo queel Señor está diciendo: "He aquí Yo os digo: Alzadvuestros ojos y mirad los campos, porque ya estánblancos para la siega". Es asombroso que algunos caminenpor los campos todos los días y no tengan ojos para mirar.¡Ellos piensan que aún tienen que esperar otros cuatromeses! ¡Pasan todos los días a un lado de las necesidades,pero aun así, no encuentran nada qué hacer! Tienen alfrente el trabajo que deben hacer; sin embargo, siguendiciendo que no saben lo que deben hacer. ¡Qué extrañoes esto! Hermanos y hermanas, nunca hemos visto queDios use a una persona perezosa. Sólo usa a aquellos queestán dispuestos a gastar sus energías, quienes siempreestán buscando algo que hacer y quienes no son sueltos.Ellos guardan celosamente cada minuto que pasa y nuncadejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Aquellos queson sueltos con su tiempo son de poca utilidad en lasmanos del Señor. Algunos no se mueven a menos queotros los empujen a hacerlo. Son como los relojes depéndulo; uno tiene que empujarlos y ponerlos enmovimiento para que funcionen. Si nadie les da cuerda, noharán nada por sí solos. Tales personas son de pocautilidad en la obra de Dios. No importa donde vayamos,dondequiera que encontremos hermanos que estén 109laborando y trabajando diligentemente allí hallaremosbuenos resultados. Dios ha hecho grandes obras enmuchos lugares porque muchas personas han laboradodiligentemente sin que nadie los vea. Pero la obra de Diossufre retrasos en algunos lugares porque algunos han sidoperezosos. Nunca hemos visto a una persona perezosaque haya sido usada grandemente por Dios. A menudo, larazón fundamental del fracaso en la obra no es nada másque la pereza.La palabra diligencia en griego es spoude o spoudazo.También se traduce como celo, solicitud, ansias o prisa.(Ro. 12:8, 11; 2 Co. 7:11-12; 8:7-8, 16; He. 4:11; 6:11; 2 P.1:5, 10; 3:14; Gá. 2:10; 2 Ti. 2:15; 4:9, 21; Tit. 3:12; Jud. 3;1 Ts. 2:17; Ef. 4:3; 2 P. 1:15; Mr. 6:25; Lc. 1:39). Romanos12:11 pone junta las palabras diligencia (celo) y perezoso.Este versículo dice: "En el celo, no perezosos". En otraspalabras, ser perezosos equivale a no ser diligentes. En eltrabajo espiritual, uno debe contar por diez o hasta porcien personas. Si los siervos de Dios son perezosos, no sepuede llevar a cabo ningún trabajo. Si somos perezosos yhacen falta diez de nosotros para hacer el trabajo de unsolo hombre, ¿cómo podremos satisfacer la necesidad dela obra? Hermanos y hermanas, debemos adquirir uncarácter diligente. Si nuestro trabajo es abrumador o no,es un asunto secundario. El asunto principal es si tenemosun carácter diligente o no. Debemos estar desesperadospor buscar trabajo delante del Señor. Por supuesto, estono significa que debamos aparentar que estamos 110ocupados. Es inútil aparentar. Debemos ser diligentes, yesto significa que no debemos temerle a laresponsabilidad, que debemos servir al Señor con celo yestar fervientes en espíritu. Tenemos que averiguar quépodemos hacer en el servicio de Dios. Tal vez esto no semanifieste en actividades externas, pero sí debemanifestarse en nuestro carácter y en nuestra manera deser. Si somos perezosos por naturaleza, será inútil queestemos ocupados diez horas al día por algún tiempo,porque finalmente volveremos a nuestros hábitosantiguos. Si hemos de ser útiles al Señor, necesitamos uncarácter diligente y serio. Algunas personas puedenobligarse a trabajar por dos horas, pero en esencia aúnson perezosos, le siguen teniendo temor a lasresponsabilidades. Oran día y noche para que susresponsabilidades se reduzcan o se eliminen porcompleto, y añoran el día en que no tengan ningunaresponsabilidad. Esta no es la manera en la que el Señortrabaja. Él vino al mundo a buscar hombres que tomenresponsabilidades. Él dijo que vino "a buscar y salvar loque se había perdido". Él no vino sólo a tener contacto conellos, sino que vino a buscarlos. Necesitamos tener estaclase de carácter para seguir adelante con el Señor.En 2 Pedro 1:5-7 dice: "Poniendo toda diligencia,desarrollad abundantemente en vuestra fe virtud; en lavirtud, conocimiento; en el conocimiento, dominio propio;en el dominio propio, perseverancia; en la perseverancia,piedad; en la piedad, afecto fraternal; en el afecto 111fraternal, amor". Esto es diligencia. Pedro, en el griego,usó seis veces la expresión "y en". Esto muestra que unhombre diligente siempre le añade a lo que ya tiene; no secontenta con lo que tiene. Debemos cultivar tal carácter.Siempre debemos añadir a lo que tenemos y nuncadetenernos. Siempre debemos estar "añadiendo ... y en".Tenemos que esforzarnos para siempre avanzar. Esta esla única manera de ver resultados. Si somos apáticos yperezosos por naturaleza, no llegaremos a ninguna parte.Algunas personas no sienten responsabilidad alguna en laobra de Dios; no sienten ninguna carga sobre sushombros. Nunca han pensado en mejorar ni extender suobra. Nunca han pensado en ganar más personas para elSeñor ni en esparcir el evangelio a las partes más remotasde la tierra. Pueden tolerarlo todo. ¿Cómo puede Diosusar a tales personas? Si no ven que nadie se salva hoy, loaceptan como algo normal. Tampoco se alarman si nadiese salva el día siguiente. ¿Cómo pueden tales personastrabajar para Dios? ¿Cómo se puede llevar a cabo elpropósito de Dios con tales obreros. Dios necesita obrerosque no se den por vencidos, sino que siempre busquenañadir a lo que ya tienen. Sólo tales personas puedenparticipar en la obra del Señor. Leamos de nuevo laspalabras de 2 Pedro 1:5-8: "poniendo toda diligencia,desarrollad abundantemente en vuestra fe virtud; en lavirtud, conocimiento; en el conocimiento, dominio propio;en el dominio propio, perseverancia; en la perseverancia,piedad; en la piedad, afecto fraternal; en el afectofraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y 112abundan, no os dejarán ociosos ni sin fruto para el plenoconocimiento de nuestro Señor Jesucristo". Pedro dijo quedebíamos ser más diligentes. ¿Cómo podemos serdiligentes? Añadiendo a lo que ya tenemos. Esta es lamanera de ser librados de la pereza. En otras palabras, lapereza sólo se puede neutralizar con la diligencia. ¿Cómopodemos volvernos diligentes? Siempre añadiendo eincrementando a lo que ya tenemos. Siempre debemossentir que no tenemos lo suficiente; no debemos estarconformes con lo que hemos logrado y no debemosdetenernos hasta que abundemos y ya no estemos sinfruto en el pleno conocimiento de nuestro SeñorJesucristo. Hermanos y hermanas, tenemos que combatirnuestra indolencia añadiendo "y en". Debemos prestaratención a la palabra de Pedro. Si sólo predicamos ladoctrina de la diligencia, sólo exhortaremos a otros a quesean diligentes y sólo necesitamos decirlo una vez, peroPedro repitió este patrón varias veces, del versículo 5 al 7.Él nos estaba mostrando que únicamente se puede serdiligente cuando se añade una y otra vez a lo que ya setiene, hasta que se posean estas cosas en abundancia. Estaes la única manera de no estar ociosos ni sin fruto.Hermanos y hermanas, necesitamos orar para que Dioscambie nuestro carácter. No queremos ser perezosos.Queremos ser aquellos que laboran con alegría, que estándispuestos a trabajar y que buscan constantemente laoportunidad de servir al Señor.113Pedro no se detuvo aquí, sino que prosiguió. Leamos elversículo 15, donde dice: "También yo procuraré condiligencia que después de mi partida vosotros podáis entodo momento tener memoria de estas cosas". La palabradiligencia se usa aquí una vez más. Pedro les encargódiligentemente que recordaran estas cosas. Tal vez élhabía visto entre ellos demasiados perezosos, por esotuvo que recordarles estas cosas con diligencia. Hermanosy hermanas, tenemos que aprender a servir a nuestroDios de manera diligente y seria. Debemos aprovecharcada oportunidad para servirle. Además necesitamosposeer una disposición y un carácter siempre diligentes.Un buen obrero es aquel que tiene no sólo sus manos ypies en la obra, sino también su mente y su corazón. Siuna persona no es diligente, no será de mucha utilidad enla obra del Señor. Una persona que es perezosa pornaturaleza, le será completamente inútil al Señor aunquesu doctrina sea muy buena. Todo aquel que le tema altrabajo y a la responsabilidad y que no tenga el deseo dehacer nada, no es apto para servir a Dios. Tal clase depersona no es útil para la obra.Las dos Epístolas a Timoteo y la Epístola a Tito son cartasacerca de la obra del Señor. En 2 Timoteo 4:9 dice:"Procura con diligencia venir pronto a verme". Si unapersona es diligente, vendrá pronto. Pero si es perezosa,vendrá lentamente. Pablo dijo: "Procura con diligenciavenir pronto a verme". El versículo 21 dice: "Procura condiligencia venir antes del invierno". Tito 3:12 también 114habla de la diligencia. En estas epístolas acerca de la obrase recalca mucho la diligencia.Judas dice lo mismo en el versículo 3: "Amados, poniendotoda diligencia en escribiros acerca de nuestra comúnsalvación...".Pablo habla de la diligencia también en otros pasajes. Almencionar el arrepentimiento de los corintios, dijo:"Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sidocontristados según Dios, ¡Qué solicitud produjo envosotros!" (2 Co. 7:11). La palabra solicitud en esteversículo equivale a la palabra diligencia en el griego.Hermanos y hermanas, si alguien quiere aprender a serviral Señor, ¡éste tiene que despertarse y darse cuenta delgran peso de responsabilidad que adquiere, de la urgenciade la necesidad que lo rodea y de lo efímero que es eltiempo! La vida es muy corta. Si la persona estáconsciente de ello, será diligente y tenaz, pero si no estáconsciente de la naturaleza efímera del tiempo, de laurgencia de la necesidad que le rodea ni del peso de laresponsabilidad que tiene, no será capaz de lograr muchoen la obra de Dios. Si la carga es puesta sobre nosotros, notendremos otra opción sino laborar, aun si tenemos queprivarnos de alimento, sueño y descanso para lograr lameta. Esta es la única manera de hacer que nuestra obraavance y progrese. Si consideramos el descanso como lomás importante en nuestra vida, no llegaremos muy lejosen nuestra labor. Hermanos y hermanas, nuestro tiempo 115casi se agota; la necesidad es tan desesperante y nuestraresponsabilidad es cada vez mayor. Por consiguiente,como moribundos a quienes se les está extinguiendo elaliento y se les está desvaneciendo la oportunidad,debemos entregarnos por completo a predicar elevangelio a aquellos que se están muriendo a nuestroalrededor. Pero si arrastramos nuestros pies con pereza yno sabemos ver las necesidades en nuestro entorno, nivemos nuestra gran responsabilidad ni el poco tiempoque nos queda, no lograremos acabar mucho de la obradel Señor. Hoy es el tiempo en que todo siervo de Diosdebe servir con una urgencia apremiante. ¿Quién puedecontinuar con su pereza bajo tal presión? Hermanos,tenemos que levantarnos y disciplinar nuestro cuerpo afin de ser diligentes. Tal como lo dijo Pablo, tenemos queabofetear nuestro cuerpo y ponerlo en servidumbre. Noes suficiente con decir que estamos deseosos de servir alSeñor. Si somos perezosos, no seremos capaces deafrontar ningún problema que se nos presente. No pienseque la pereza es algo sin importancia. En 2 Pedro 1:8 seimplica que la pereza es ociosidad y esterilidad. Laociosidad y la esterilidad no deben estar en nosotros.Tenemos que abofetear nuestro cuerpo una y otra vezhasta darnos cuenta de que la única manera para trabajary ser útiles es mediante un sacrificio total, genuino ydiario, de nuestra vida. No podemos engañarnos anosotros mismos. Algunas personas dicen que darían suvida con gozo por el Señor. Sin embargo, llevan una vidaperezosa. Tratan de no involucrarse en nada. Si tales 116personas quieren venir a la obra sin dejar atrás sucarácter, hábitos y manera de ser, descubrirán quedetienen la obra del Señor. Si Pablo cada vez hubieraesperado por un llamamiento macedonio a fin de acudir alaborar, el libro de los Hechos sólo tendría la narracióndel viaje de Pablo a Macedonia. Pero el llamamientomacedonio fue sólo una misión entre muchas en la obrade Pablo. En cuanto al resto de su obra, Pablo la llevó acabo como respuesta a la carga que llevaba delante delSeñor. Si tenemos que esperar hasta que los hermanosvengan a suplicarnos para estar dispuestos a trabajar, nosquedaríamos esperando el resto de nuestra vida y nopasaría nada. Laboramos porque tenemos una carga,porque sabemos que el tiempo es corto, que la necesidades muy grande y que el ataque de Satanás es feroz. Nosvemos forzados a ser diligentes. De otra manera, la perezapuede hacer que una persona útil se vuelva inútil. ¡Lapereza puede reducir la gran capacidad de una persona, auna tercera, quinta o incluso una décima parte! Todoaquel que conoce a Dios y que es útil en Su mano esdiligente.TRESVolvamos al pasaje de Mateo 25:18-30. ¿Qué dice laparábola de este pasaje? En dicha parábola vemos que enel tribunal enfrentaremos dos posibles acusaciones, elcargo de "malo" y el cargo de "perezoso". El esclavo eramalo porque albergó pensamientos negativos acerca del 117Señor. Tal vez muchas personas no sean así de malas,pero nueve de cada diez tendrán que admitir cuandoestén delante del Señor que son esclavos perezosos. Enaquel tiempo el propio Señor pronunciará la sentencia: "Yal esclavo inútil, echadle en las tinieblas de afuera" (v. 30).El Señor considera que un siervo perezoso es "inútil". Talvez nos preguntemos por qué el Señor usa a ciertohermano. Lo usa porque él se dedica día y noche a sulabor. El camino está con los diligentes; ningún perezosopuede adoptar este camino. A fin de tomar tal caminotenemos que sacrificarlo todo. Hermanos y hermanas, sino resolvemos el problema de la pereza, no podremosrealizar obra alguna. Una vez que nos volvemosperezosos, nuestra capacidad se reduce a la mitad, y sicontinuamos por ese camino, terminaremos con sólo unadécima parte de lo que valemos. En la actualidad hay muypocas personas que conocen al Señor. Si arrastramosnuestros pies perezosamente para laborar y no nosesforzamos un poco, ¿cómo podremos lograr algo? Noconsidere este asunto a la ligera, ni tampoco piense que ladiligencia es un asunto insignificante. Muchos en elpasado se han hecho inútiles, se han desperdiciado y sehan quedado postrados a lo largo del camino, por causade su pereza. Tomemos esto como una solemneadvertencia. Miremos al Señor desde este día en adelantepidiéndole que nos capacite para revertir completamentenuestro hábito y nuestro carácter. Que el Señor erradiquede nosotros la pereza. No debemos ser perezosos y 118quedarnos sin nada que hacer. Si lo somos, nuestra obrano tendrá ningún futuro.Debemos disciplinar estrictamente nuestro cuerpo a finde que nos obedezca en todo. Tenemos que ser diligentesy no perezosos. La pereza es la enfermedad más común ennuestra obra. Tal vez nueve de cada diez personas seanperezosas. Un siervo del Señor debe tener la energía paraesforzarse siempre en avanzar. La Biblia usa el buey enlugar del caballo como un símbolo de nuestro servicio. Elbuey es constante, y puede hacer el mismo trabajo hoy,mañana y el día subsiguiente; jamás se cansa. Sitrabajamos un día porque nos sentimos bien ydescansamos el siguiente día debido a que no nossentimos tan bien; o si trabajamos sólo cuando el clima esexcelente y descansamos cuando hay mal clima, jamásveremos resultados en nuestra obra. En cambio, siavanzamos paso a paso, día tras día, sin descanso y confirmeza, tarde o temprano veremos los resultados. QueDios nos libre de hacer las cosas en forma superficial ynecia, para que podamos ser como el buey, firmes,soportadores, constantes, tenaces y diligentes, trabajandodiligentemente todo el tiempo. Sólo así podremosavanzar.El libro de Proverbios habla de la pereza más que ningúnotro libro del Antiguo Testamento. Presenta un cuadromuy claro de lo que es la pereza. La palabra hebrea atselse traduce catorce veces, como "perezoso" u "ocioso" (6:6, 1199; 10:26; 13:4; 15:19; 19:24; 20:4; 21:25; 22:13; 24:30;26:13-16). Se traduce una vez como "pereza" (19:15). Lapalabra hebrea remiyah también es traducida en dosocasiones como "perezoso" (12:24, 27). Salomóndescribió claramente lo que es la pereza.Ya que la pereza es un hábito que ha sido desarrollado através de los años, no podemos esperar corregirlo en unoo dos días. Si no nos ocupamos seriamente en resolverdicho hábito, puede que éste siga con nosotros por elresto de nuestra vida. No pensemos que por escuchar unmensaje resolveremos el problema. No es tan sencillo.Este hábito ha tomado años en formarse y ha llegado a serparte de nuestro carácter. A menos que tratemos con élseveramente delante del Señor, no podremos erradicarlode nosotros.Esperamos que aquellos que estén acostumbrados a lapereza estén aún más conscientes que tienen que eliminarsu pereza, pues a menos que resuelvan este asuntosobriamente, no podrán participar en la obra del Señor.La obra de Dios no puede tolerar a los haraganes. Ningunapersona perezosa puede producir una obra apropiada,porque su manera de ser siempre trata de ignorar oposponer el trabajo. Cuando a tales personas se lespresenta algo que hacer, ellos desearían que ese trabajodesapareciera. Aquellos que tienen el hábito de la perezano tienen esperanza en cuanto a la obra de Dios. Todosiervo del Señor tiene que ser una persona ocupada, quesiempre esté en busca de algo en qué ocuparse. Debe 120tomar sobre sí todas las cargas y debe profundizar encada problema; no debe evadir ningún problema. Todosiervo de Dios debe aceptar toda clase deresponsabilidades y no debe temerle a los problemas.Hermanos y hermanas, debemos terminar con nuestromal hábito de evitar trabajos, problemas y tareas.Debemos resolver esto cabalmente. Un perezoso nuncapodrá servir a Dios.