6RESTRINGIRSE ALHABLARUNO:
ay muchos que podrían ser realmente útiles enla mano de Dios y podrían ser vasos poderosospara el Señor; sin embargo, ellos fracasan y suutilidad para Dios es anulada, o muy limitada, debidoprincipalmente a su falta de restricción al hablar.Debemos recordar que las palabras dichasdescuidadamente son a menudo la válvula de escape denuestro poder. Nuestras bocas son aberturas por donde osale el poder de Dios o por donde se escapa ese poder.Nuestra boca puede ser la cavidad por donde fluye elpoder de Dios o puede ser un agujero por donde se fuga elH122poder divino. Lamentablemente, muchos dejan escapar elpoder de Dios por medio de su hablar.Jacobo 3:11 dice que una fuente no puede echar "lo dulcey lo amargo" al mismo tiempo. Un obrero del Señor debeemitir agua dulce y viva; debe ser uno que transmite lapalabra de Dios. Un balde o cubeta de agua no se puedeusar para llevar agua potable y a la vez para vaciar aguasnegras. Si usamos un recipiente para echar aguas negras ya la vez para traer agua potable, sería muy nocivo para lasalud e incluso un peligro para la vida. De igual manera, sihemos consagrado nuestros labios para hablar la palabrade Dios, entonces recae sobre nosotros la solemneresponsabilidad de usar nuestros labios únicamente paraSu servicio. Si empleamos nuestros labios en cualquierotra cosa ajena a la palabra de Dios, entonces nopodremos usarlos más para hablar Su Palabra divina.Muchos no pueden ser usados por Dios, o sólo pueden serusados por Él en forma limitada, simplemente porque sufuente produce dos clases de aguas:la dulce y la amarga. Ellos hablan la palabra de Dios consu boca, pero también dicen muchas otras cosas que notienen nada que ver con Dios.Hermanos y hermanas, debemos estar conscientesdelante del Señor, que una vez que hemos consagradonuestra boca para ser el oráculo de Dios, tenemos unagran responsabilidad sobre nuestros hombros. Es unaresponsabilidad seria que Dios nos confíe Su palabra. En 123Números 16 se nos dice que Coré y sus asociados seconfabularon contra Moisés y Aarón. Ellos tomaron susincensarios llenos de fuego y los presentaron delante delSeñor. Todos ellos perecieron por su pecado, pero losincensarios aún eran santos y fueron fundidos enplanchas para cubrir el altar (vs. 16-18, 33, 38-39). Todoaquello que ha sido ofrecido a Dios y usado por Él, ha sidoseparado para Él y después no puede ser utilizado paraningún uso común. Algunos hermanos y hermanas tienenun concepto erróneo; piensan que pueden hablar lapalabra de Dios en un momento y la palabra de Satanás(las mentiras proceden de Satanás) en otro momento.Hermanos y hermanas, esta no puede ser nuestrapráctica. Una vez que un hermano abre su boca parahablar por el Señor, esta boca le pertenece a Él parasiempre. Muchos dejan escapar su poder a través de suspalabras. Algunos hermanos podían haber sido muy útilesen la mano del Señor, pero debido a que hablaron muchascosas que no eran para Dios, su poder interno se esfumócon su hablar. Debemos recordar que una fuente sólopuede echar una sola clase de agua. Si nuestra boca hahablado una vez la palabra de Dios, debemos comprenderque ya no tenemos el derecho de decir cualquier cosa alvolver a abrir nuestra boca. Nuestra boca fue santificada yha sido separada. Una vez que algo ha sido consagrado aDios, se convierte para siempre en una posesión de Dios;nunca podremos quitarle a Él lo que ya le hemos dado. Sise lo quitamos llegaremos a ser como la mula de Balaam;ya no seremos el profeta de Dios. Debemos ver que hay 124una estrecha relación entre la palabra de Dios y nuestrapalabra. Nuestra boca ha sido separada; le pertenece aDios y sólo puede ser usada para hablar la palabra deDios.Es lamentable que los que habrían podido ser muy útiles,se han vuelto inútiles a los ojos del Señor simplementeporque su boca ha llegado a ser un inmenso agujero por elcual se disipa el poder de Dios. Una vez que nuestra bocahabla palabras erradas, el poder se desvanece de esaboca. El problema de muchas personas es que hablandemasiado. En la multitud de palabras podemos detectarla voz del necio (Ec. 5:3). Muchas personas pierden supoder por causa de su palabrería. A ellos les gusta deciresto y aquello, así y asá; siempre tienen algo que deciracerca de todo. No sólo tienen mucho que decir, sino queademás les gusta informar a otros todo lo que oyen.Hermanos y hermanas, debemos prestar atención a esto yguardar nuestra boca, y debemos hacerlo de la mismamanera en que guardamos nuestro corazón. Esto esparticularmente cierto para aquellos que sirven comooráculo de Dios. Dios los usa como Sus portavoces y losusa para transmitir Su palabra. Sus bocas estánsantificadas para Su servicio; son santas y por tantodeben guardarlas tan celosamente como guardan sucorazón. Su boca no puede ser suelta.DOS125Hay varios puntos relacionados con el hábito de hablarque debemos tomar en cuenta. Primero, debemos notardelante de Dios la clase de hablar que nos gusta escuchar.La clase de hablar que escuchamos determina la clase depersonas que somos. Muchas personas no se atreven acontarnos ciertas cosas porque saben que no somos comoellos y que no nos interesaremos en lo que nos digan.Pero si tales personas nos cuentan con entusiasmo ciertosasuntos, lo hacen porque saben que somos de su mismaclase y que sus comentarios tendrán cierto efecto sobrenosotros. Podemos conocernos a nosotros mismos alpercatarnos de las cosas que otros vienen a contarnos.Segundo, debemos observar la clase de comentarios quegeneralmente creemos, pues aquello a lo que damoscrédito revela nuestra propia manera de ser. Cierta clasede persona tiende a creer cierto tipo de historias.Prestamos oído a cosas inadecuadas y creemos a la ligeratales conversaciones debido a nuestra ceguera por noestar en la luz de Dios. Tan pronto como tenemos menosluz, o carecemos por completo de la luz de Dios, caeremosen la posición de creer cosas equivocadas. Aquello a loque prestamos oídos pone de manifiesto nuestracondición enferma. Muchas personas creen a otros, aunantes de saber nada de ellos. Después cuando oyen algo,los escuchan con gusto, creyendo ingenuamente en suspalabras. Las cosas que oyen pueden ser increíbles yabsurdas; no obstante, quedan convencidos de que tales 126historias son ciertas. Así que, lo que creemos delata laclase de persona que somos.Tercero, además de escuchar y creer, también tenemosque considerar el asunto de contarles a otros lo queoímos. Esto es similar en naturaleza a los primeros dospuntos. Si escuchamos y aceptamos ciertos comentarios ynos disponemos a comunicárselos a otros, esto pone enevidencia la clase de persona que somos, pues si nosidentificamos con tal información, esto muestra que nosencontramos en tinieblas, y no sólo eso, sino que también,al contarlo a otros, los arrastramos juntamente connosotros, haciéndolos iguales a nosotros. Todo el ser deuno se involucra con las palabras que uno habla. Cuandoescuchamos, otros hablan; cuando creemos, recibimos laspalabras de otros, y al pasar a otros esas palabras, todonuestro ser está involucrado en esas palabras. A muchagente se les escapa todo el poder porque les encantahablar y transmitir esas palabras a otros, lo que causa queya no sean aptos para ser ministros apropiados de lapalabra de Dios.En cuarto lugar, están las palabras inexactas. Algunos sonmuy inexactos en lo que dicen. Dicen una cosa primero yal siguiente minuto dicen otra cosa muy distinta. Talespersonas son de "doble lengua" (1 Ti. 3:8), o doblez, nopueden servir como diáconos, pues le dicen una cosa auna persona y otra cosa muy diferente a otra. Dicen algofrente a una persona y a sus espaldas dicen lo contrario. 127Tal clase de personas son inútiles en la obra de Dios.Hermanos y hermanas, si no somos capaces de refrenarnuestra lengua, ¿cómo podremos ejercer control sobrenosotros mismos y cómo podremos servir al Señor? Antesde servir al Señor adecuadamente, uno debe ser capaz derefrenar sus palabras y de golpear su cuerpo. Tenemos unmiembro terrible en nuestro cuerpo: nuestra lengua, lacual siempre nos causa problemas. La inexactitud en loque decimos, tener una lengua doble, y titubear ennuestras declaraciones, son indicios de que nuestrocarácter es débil. Aquellos que tienen tales hábitos notienen posición ni poder delante de Dios. Titubean de unlado al otro porque son despreocupados e inseguros. Talcomportamiento manifiesta una debilidad extrema en elcarácter. En la obra del Señor, las palabras inexactas sonun asunto muy serio y debemos eliminarlas.Quinto, hay personas que intencionalmente son de doblelengua, es decir, que cuentan todo inexactamente. Algunoshacen esto por ignorancia, pero otros lo hacenconscientemente, con doble intención; esto es aún másserio, estos son peores que los primeros. Estos dicen unacosa y al siguiente momento dicen otra. Para ellos "si" y"no" significa más o menos lo mismo. No tienen un sentirde lo correcto o incorrecto, sino que están completamenteen tinieblas. Si le preguntamos si cierto objeto es negro,tal vez nos digan que sí, y si le preguntamos si el mismoobjeto es blanco, puede ser que también digan que sí.Ellos no están seguros de nada. Para tales personas, el 128negro y el blanco es casi lo mismo; llevan una vidadescuidada y necia; ellos son de doble lengua porignorancia. Pero hay otros que conscientemente son dedoble lengua. Ellos a propósito dicen una cosas en unaocasión y otra cosa en distinta ocasión. Esto no sólo esuna debilidad del carácter, sino también una corrupciónmoral. Mateo 21:23-27 narra que los principalessacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron al Señory le preguntaron con qué autoridad hacía esas cosas. Élles respondió con esta pregunta: "El bautismo de Juan, ¿dedónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?". Ellosdiscutieron entre sí: "Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Porqué, pues, no le creísteis? Y si decimos, de los hombres,tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan porprofeta. Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos". Larespuesta de ellos fue una mentira deliberada. En Mateo5:37 el Señor dijo: "Sea, pues, vuestra palabra: Sí, sí; no,no; porque lo que va más allá de esto, procede delmaligno". Si algo es sí, decimos sí. Si es no, decimos no.Esto es andar en la luz y con honestidad. Pero si nosdetenemos a calcular los posibles efectos de nuestraspalabras en los demás y consideramos cómo hablar condiplomacia, nuestros motivos y actitud no son dignos deun obrero del Señor. Si nuestras palabras son formuladascon astucia, entonces hacemos de nuestras palabras¡instrumentos de engaño! Más bien, preferimos seguir elejemplo de nuestro Señor. Cuando la gente planeabaponerle una trampa con sus preguntas, Él optaba por elsilencio. Si hemos de decir algo, preferimos que nuestras 129palabras sean: "Sí, sí; no, no". Lo que va más allá de esto,procede del maligno. Las personas inteligentes no tienenlugar aquí. Pablo exhortó a los corintios, diciendo: "Sialguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágasenecio, para que llegue a ser sabio" (1 Co. 3:18). Romanos16:19 dice: "Quiero que seáis ... sencillos en cuanto almal". A los ojos de Dios, ser sabio en este siglo no noslleva a ningún lado. Actuar con astucia es inútil. Nuestrasabiduría debe estar en la mano del Señor. No debemosser de doble lengua. Este es el problema de muchaspersonas. Aquellos que no son de fiar son de poco usopara Dios, y si ellos se dedican a la obra, tarde o tempranose hallarán en problemas. Si una persona dice una cosa yen otra ocasión dice otra, vacilando entre lo correcto y loincorrecto, entre el sí y el no, y titubeando entre lo que sepuede hacer y lo que no se puede hacer, ésta es de pocouso en la obra de Dios. Las personas que hablan palabrasfluctuantes e inciertas son inútiles en la obra de Dios.Sexto, debemos ser disciplinados en la manera en queescuchamos. Una persona puede ser dotada y talentosa,pero si es inexacto en sus palabras, entonces hay un granagujero en su carácter. Esta falla causará que todo supoder se pierda. Es lamentable que muchos obreros delSeñor han llegado a ser centros de información.Hermanos y hermanas, como obreros del Señor tenemoscontacto constante con la gente y, por ende, muchasoportunidades de escuchar los asuntos de otros y deconversar con ellos. Así que, si no somos disciplinados y 130restringidos en nuestras palabras, es muy posible quemientras estemos hablando la palabra de Dios, a la vezestemos divulgando rumores y chismes. Si norestringimos nuestras palabras, puede ser que con unamano estemos edificando la obra de Dios y con la otra laestemos destruyendo. Por tanto, tenemos que acudir aDios para aplicar una disciplina estricta a nuestros oídos.A menudo los hermanos y hermanas nos confían sushistorias personales. Debemos prestarles oído yescucharles atentamente a fin de comprender bien sucaso y brindarles la ayuda apropiada. Cuando otros noshablan, debemos escucharles con el único fin de atender asu necesidad y resolver sus problemas, pero una vez quetengamos un claro entendimiento en nuestro interior decuál es su necesidad, debemos detenerlos, pues no esnecesario que nos cuenten todos los detalles. Debemosdecirles que se detengan. Podemos decir: "Hermano, essuficiente con esto". Debemos rechazar la curiosidad desaber más de lo necesario. No debemos tratar deenterarnos de los asuntos de los demás ni tenercuriosidad por oír sus historias. Lo único que necesitamoses comprender su problema. Por tanto debemosdetenerlos tan pronto como lo sepamos y tengamos ciertacerteza de lo que dicen, diciéndoles: "Hermano, con eso essuficiente". No debemos tener ansias de conocer susvidas. El hombre común tiene morbo por enterarse de losasuntos de otros. Ellos tienen curiosidad y avidez porescuchar y conocer los asuntos personales de los demás.Pero nosotros debemos escuchar con cautela. No 131debemos pasarnos del límite; debemos detenernos. Elpropósito de escucharles es el de cuidar de sus asuntoscon oración y tratar de resolver sus problemas. Debemosescuchar sólo para cuidar de los problemas de loshermanos y de las hermanas. Al llegar a cierto punto,debemos dejar de escuchar.Séptimo, debemos ganarnos la confianza de las personasy preservarla. Si alguien comparte sus problemasespirituales con nosotros, eso es algo que nos hanconfiado. No debemos hablar acerca de tales confidenciasde una manera descuidada. No debemos ser sueltos yrepetir estas cosas, a menos que los intereses de la obraasí lo requieran. Si no sabemos ser cautelosos con lo quehablamos, no podemos participar en la obra de Dios. A lossiervos de Dios se les confían muchas cosas. Ellos tienenque tratar esas confidencias como un encargo sagrado yguardarlas fielmente. Dichas palabras que nos han sidoconfiadas no son posesiones nuestras, sino cosas que nosson confiadas en nuestro ministerio y en nuestro serviciodivino. No podemos liberarlas según nuestra discreción.Tenemos que aprender a salvaguardar y proteger cadaconfidencia espiritual dada a nosotros por los hermanos yhermanas. No podemos esparcir estas cosas de formairresponsable. Si nuestra responsabilidad, la obra de Dioso las necesidades humanas lo ameritan, entoncespodríamos divulgarlas. De cualquier modo, una multitudde palabras siempre trae pérdida, una gran pérdida. A laspersonas que son sueltas de lengua y divulgan las cosas a 132la ligera, no se les puede confiar la obra del Señor.Debemos recibir la advertencia del Señor. Pidamos que Élrestrinja nuestras palabras y que aprendamos a no abrirnuestra boca apresuradamente ni de manera ligera. Si unapersona es disciplinada o no, se ve por la manera en quecontrola su lengua. Si alguien es disciplinado, su lenguasiempre estará restringida. Debemos prestarle especialatención a este asunto.Octavo, también debemos prestar especial atención alasunto de las mentiras. La persona de doble lengua, a lacual hemos aludido, es pariente cercano del mentiroso.Todo lo que se dice con la intención de dar una falsaesperanza o una falsa impresión cae en la categoría de lamentira. En ocasiones puede ser que una mentira nocontenga nada falso, pero es hablada hábilmente para dara otros una falsa impresión, y esto en realidad es unamentira. Debemos recordar que la honestidad en nuestrohablar es un asunto de motivos y no es simplemente unasunto de exactitud en las palabras. Si un hermano noshace una pregunta que no deseamos o no podamoscontestar, entonces debemos rehusarnos a darle unarespuesta de una manera cortés, y no engañar alhermano. Un enunciado falso es una mentira, y todo loque les dé a otros una falsa impresión también es unamentira. Queremos que la gente crea la verdad; por lotanto, no debemos usar palabras, aunque sean ciertas,para transmitir una falsa impresión. El hablar de los hijosde Dios siempre debe ser: "Sí, sí; no, no". Lo que vaya más 133allá de esto, proviene del maligno. En una ocasión el Señorles habló a los judíos de una manera muy fuerte,diciéndoles: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, ylos deseos de vuestro padre queréis hacer... Cuando hablamentira, de lo suyo propio habla; porque es mentiroso, ypadre de mentira" (Jn. 8:44). El diablo es el autor de lasmentiras. Él fue mentiroso desde el principio; aún hoy endía él está lleno de mentiras. Él es un mentiroso y padrede mentira. Sería inconcebible que un hijo de Dios y, aúnmás, que un obrero del Señor mintiera. Con todo,ciertamente algunos lo hacen. Esto es deplorable. No hayenfermedad más terrible que ésta. ¡Éste es un problemaserio, muy serio y muy grave! Debemos prestar todanuestra atención al asunto de las mentiras. No debemospensar que todo lo que decimos es siempre exacto.Cuanto más cuidadosos seamos, más nos daremos cuentade lo difícil que es ser precisos en todo lo que decimos.Algunas veces nuestra intención es hablar la verdad, perosólo con un pequeño descuido erramos el blanco. Si nosdesviamos fácilmente aun tratando de ser exactos,¿cuánto más nos desviaremos del blanco si no tratamosconscientemente de hablar con exactitud? Es muy difícilhablar la verdad aun cuando tenemos cuidado de lo quedecimos, y es aun más difícil hablar la verdad cuando nocontrolamos nuestras palabras. Así que, debemos estar enguardia, prestar atención a nuestras palabras y nuncahablar a la ligera. De lo contrario, no seremos aptos paraservir a nuestro Dios. Dios no puede usar una persona que 134es Su portavoz por un momento y el vocero de Satanás alsiguiente. No, Él nunca puede usar a tal persona.Noveno, debemos prestar especial atención a otro puntoen cuanto al hablar: no contender ni levantar la voz. LaBiblia profetizó acerca del Señor: "No contenderá, nivoceará, ni nadie oirá en las calles Su voz" (Mt. 12:19; Is.42:2). Pablo dijo: "El esclavo del Señor no debe sercontencioso" (2 Ti. 2:24). Esto significa que el siervo delSeñor no debe contender ni levantar la voz. Levantar lavoz es una expresión de rudeza. El siervo del Señor debevivir bajo tal control que "no contienda, ni vocee". Nodebe altercar con nadie. Levantar la voz por lo generaldenota falta de poder, por lo menos el poder del dominiopropio. Ningún siervo del Señor debe hablar tan fuerteque su vecino escuche su voz. Nadie podía escuchar la vozdel Señor en las calles. Este es el ejemplo que Él nos dejó.Esto tiene más valor que simplemente rechazar unamentira. Pese a que hay muchas palabras que soncorrectas y ciertas, aun así no debemos contender nigritar. "El esclavo del Señor no debe ser contencioso". Enmuchas ocasiones es mejor mantener nuestra bocacerrada. Un hermano o hermana tiene que ser muy sueltopara gritarle a otros. Tiene que haber llevado una vidaindisciplinada por muchos años para gritar con pocarestricción. Todos nosotros debemos restringirnos ydisciplinar nuestra propia voz, tal como lo hizo el Señorcuya voz no se escuchó en las calles. Aprendamos aponerle freno a nuestra lengua para no vocear, gritar o 135clamar en voz alta. Esto no quiere decir que debamosasumir artificialmente una actitud seria y callada.Debemos ser espontáneos, y al encontrarnos con otrosdebemos hablarles de una manera apropiada y natural.Pero permanece el hecho que aquellos que nunca han sidodisciplinados en su hablar, enfrentarán tiempos difícilesen la obra. Esperamos que todos los obreros del Señoraprendan a ser más finos, más tiernos y que ninguno seaáspero ni rudo. Nuestro Señor es muy fino y tierno. Él nocontendió ni voceó y nadie escuchó Su voz en las calles.Los siervos de Dios deben dar la impresión de que sonpersonas finas y tiernas delante del Señor.Décimo, debemos prestar atención a nuestros motivos yhechos. Lo que decimos es una cosa, pero nuestro motivoes otra cosa. Los hijos de Dios no sólo deben prestaratención a la exactitud de las palabras, sino también a laexactitud en los hechos. Preferimos ser exactos en loshechos en vez de ser sólo precisos en las palabras.Muchos sólo prestan atención a la exactitud de suspalabras, pero le restan importancia a la exactitud de sushechos. En realidad, aun cuando seamos muy cuidadososy exactos en lo que decimos, puede ser que aún estemosen error. Delante del Señor debemos prestar atención a laexactitud de los hechos. Si no lo hacemos, aun si nuestraspalabras son correctas, seremos de poco uso para elSeñor. Algunos hermanos y hermanas prestan muchaatención a sus palabras; sin embargo, no son de confiarporque, aunque nunca hallamos errores en sus palabras, 136sabemos que sólo se preocupan de la exactitud de suspalabras y no les interesa lo correcto que puedan ser loshechos. Supongamos que usted aborrece a un hermano ensu corazón. Esto es un hecho. En lo que respecta al hecho,usted lo aborrece, pero cuando le ve en la calle, lo saludacomo si todo estuviera bien. Cuando él lo visita, usted lesirve comida, y cuando él está enfermo, lo visita. Cuandoél tiene necesidad, usted le ayuda con dinero o vestido.Tal vez otro hermano venga a usted y le pregunte: "¿Cómose siente usted acerca de este hermano?". Pese a que en sucorazón usted no lo ama, aun así contesta: "¿No lo saludocon respeto? ¿No lo visito cuando está enfermo? ¿No leayudo cuando está en necesidad?". Es verdad que ustedtiene todos estos argumentos. Legalmente, la razón puedeestar de su lado y todas sus palabras pueden sercorrectas, pero aún así usted está mintiendo, porque loque dijo no refleja la realidad de los hechos. Algunoshermanos y hermanas le prestan mucha atención a laforma de proceder. Nadie puede encontrar faltas a susprocedimientos; sin embargo, su corazón dice algototalmente diferente. Esto está mal. No es bueno estarbien en cuanto a las palabras pero estar incorrecto encuanto a los hechos. Cuando hablemos con otros, no sólodebemos asumir un procedimiento correcto y asumir queestamos diciendo la verdad, sino más bien debemosprestar especial atención a nuestro motivo delante delSeñor. Éste es el asunto fundamental que está detrás denuestras palabras. No piense que es suficiente usar laspalabras precisas. No piense que es suficiente con ser137agradables y corteses con los demás. No puede afirmarque sólo porque tiene estas cualidades y atenciones conaquel hermano, usted no lo aborrece. Debemos considerarlos hechos. La prueba no radica en las palabras que sehablan. Debemos hablar la verdad, lo que son realmentelos hechos. Si los hechos son incorrectos, aún estaremosmintiendo aunque usemos las palabras correctas.Lamentablemente, esta es la manera en que viven muchaspersonas. Al hablar, no sólo debemos ser cuidadosos delas palabras mismas, sino debemos ir más allá, a nuestrosmotivos y darle la importancia debida a los hechos.Onceavo, no debemos hablar palabras ociosas, "porque dela abundancia del corazón habla la boca ... de toda palabraociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en eldía del juicio" (Mt. 12:34-36). Después de esto el Señordijo: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tuspalabras serás condenado" (v. 37). Cuando los hijos deDios se reúnen es aconsejable evitar palabras ociosas.Esto no quiere decir que no se saluden y que no puedancomentar sobre el clima o el arreglo del jardín. El saludonos ayuda a mantener las relaciones humanas y esapropiado usarlas en nuestra conversación, pero laspalabras ociosas son los chismes sobre esta o aquellafamilia, que no tienen nada que ver con nosotrosdirectamente; simplemente son innecesarias. El SeñorJesús dice: "De toda palabra ociosa que hablen loshombres, de ella darán cuenta en el día del juicio". Laspalabras ociosas no se hablarán una, sino dos veces. Son 138habladas hoy por nosotros y serán mencionadas otra vezen el día del juicio. Ellas serán repetidas. En el día deljuicio tendremos que dar cuenta por todas y cada una delas palabras ociosas. Un día descubriremos las muchaspalabras ociosas que hemos hablado, y Dios nosjustificará o condenará basado en ellas. Por esta razón, nodebemos hablar ninguna palabra a la ligera.Debemos desechar los chistes, habladurías triviales y lasbufonerías. Por supuesto, esto no incluye cuando algunoshermanos y hermanas ocasionalmente hacen comentariosingeniosos o les dicen algunas palabras divertidas a sushijos o nietos, eso es un caso distinto. Pero Pablo en suEpístola a los Efesios nos advierte sobre: "obscenidades,palabras necias, o bufonerías maliciosas" (5:4). Estas sonpalabras frívolas y debemos rechazarlas y apartarnos deellas.Por otra parte, no debe haber ningún burlador entrenosotros. Cuando el Señor estaba en la cruz, los hombreshicieron burla de Él, diciendo: "Dejad, veamos si vieneElías a bajarle" (Mr. 15:36). Esto es burlarse. Los que nocreen en la segunda venida del Señor se burlan y dicen:"¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde eldía en que los padres durmieron, todas las cosaspermanecen así como desde el principio de la creación" (2P. 3:4). Otros pueden burlarse y hacer toda clase debufonerías, pero los hijos de Dios no debemos permitirque estas cosas salgan de nuestra boca.139Hay muchas otras clases de palabras impropias, talescomo las palabras que se dicen a espaldas de los demás olas críticas. Las palabras injuriosas son pecado y debendesecharse (Tit. 3:10); éstas definitivamente no debensalir de la boca de los cristianos. Tenemos que cuidarnosde no decir todas estas clases de palabras y abstenernosde ellas.TRESEl obrero del Señor debe hablar palabras precisas; nodebe ser descuidado en su hablar. Únicamente debetransmitir la palabra de Dios. Si disciplina su lengua seevitará de muchos enredos. Nuestro corazón se duele alver cuántos obreros del Señor no son capaces derestringir sus palabras. Tal vez estos obreros puedanentretener a los hermanos y hermanas con susinteresantes cuentos y su palabrería, pero ciertamenteperderán el respeto de la audiencia cuando hablen lapalabra del Señor. No piensen que todo estará bien siacostumbran bromear y hacer chistes con los hermanos yhermanas. Tal vez haya mucho entretenimiento con lasbromas y los chistes, pero cuando queramos hablarseriamente la palabra de Dios, ellos le darán la mismaimportancia que a nuestros cuentos e historietas, ynuestras palabras perderán peso. Algunos hermanospodrán ganar los oídos de la audiencia, mientras queotros dirán lo mismo y no serán escuchados con el mismointerés. Debemos considerar por qué unos capturan a la 140audiencia y otros no. Sus palabras pueden ser las mismas.Ciertamente la palabra de Dios es la misma, pero ladiferencia está en la manera en que ellos hablan en suvida diaria. Prestemos la debida atención a este asunto.Podemos ser iguales en cuanto se refiere a hablar lapalabra de Dios, pero si somos diferentes con nuestrootro hablar, seremos distintos en lo que se refiere alpoder de la palabra de Dios. Si tenemos el hábito dehablar a la ligera y nos entregamos a conversaciones sinrestricciones, cuando hablemos la palabra del Señor elimpacto de nuestras palabras en nuestra audiencia será elmismo que cuando hablemos vanas palabrerías, habrámuy poco impacto. Hermanos y hermanas, recordemosque de una fuente no puede brotar agua dulce y amarga ala vez. No se puede suplir agua dulce en una ocasión yagua amarga en otra. El agua amarga siempre seráamarga. Aunque en ocasiones el amargor se puedemoderar un poco, aún con esto seguirá siendo amarga. Simezclamos agua limpia y agua sucia, el agua sucia no sevolverá limpia; más bien, el agua limpia se ensuciará.Muchos hermanos no tienen impacto en su hablar, noporque la palabra que predican esté mal, sino porque lascosas que hablan en su vida cotidiana, fuera del podio,están mal. Cuando ellos predican la palabra de Dios, nadieles escucha. Tenemos que recordar que las palabras quehablamos desde el podio son reguladas por las palabrasque hablamos fuera del podio. Si fuera del podiohablamos de manera necia e insensata, dicho hablardañará por completo lo que digamos desde el podio. El 141agua dulce se volverá amarga. No es necesario prepararnuestro mensaje tan laboriosamente antes de predicar,pero sí es muy necesario cuidar y restringir nuestraconversación normal diaria. No esperemos tener poder ennuestro servicio al Señor si no nos restringimos ennuestro vivir diario. Si somos sueltos e imprecisos ennuestras palabras, si confundimos la verdad con lo falso,bromeamos y hacemos chistes todo el tiempo y hastamentimos, no tendremos poder en nuestro servicio.Tenemos que comenzar por controlar nuestra lenguapara que podamos predicar la palabra de Dios.Además, las palabras precisas tienen mucho que ver conla lectura de la Biblia. La Biblia es el libro más preciso delmundo, y la palabra de Dios es la única palabra precisa enel mundo. Si no tenemos el hábito de hablar con precisión,no podemos leer la Biblia, mucho menos predicarla.Algunos hermanos no pueden leer la Biblia debido a lacondición en que se encuentran. Se requiere ciertocarácter para ser un predicador del evangelio, y tambiénrequerimos dicho carácter para leer la Biblia. Unapersona descuidada no es apta para leer la Biblia debido aque la palabra de Dios es muy precisa. Una personadescuidada pasará por alto lo que lee en la Palabra; dehecho, la entenderá equivocadamente.Pongamos un ejemplo para mostrar el significado de serprecisos. De acuerdo con Mateo 22, los saduceos no creíanen la resurrección. Un día ellos vinieron al Señor y le 142formularon una pregunta, diciendo: "Maestro, Moisés dijo:Si alguno muere sin tener hijos, su hermano, comopariente más cercano, se casará con su mujer, y levantarádescendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotrossiete hermanos, el primero se casó, y murió; y no teniendodescendencia, dejó su mujer a su hermano. De la mismamanera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.Y después de todos murió la mujer. En la resurrección,pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos latuvieron?" (vs. 24-28). Para ellos la resurrección era unhecho inconcebible. Preferían creer que no existía talcosa, porque si hubiera la resurrección, eso complicaríatodo. Así que, era más conveniente para ellos no creer enla resurrección. Ellos vinieron y discutieron con el Señor,trayéndole un problema que parecía no tener solución.Pero Jesús contestó: "Erráis por no conocer las Escriturasni el poder de Dios. Porque en la resurrección ni secasarán ni se darán en casamiento, sino que serán comolos ángeles en el cielo. Pero respecto a la resurrección delos muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios,cuando dijo: „Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac,y el Dios de Jacob‟? Dios no es Dios de muertos, sino devivos" (vs. 29-32). Ciertamente los saduceos leían lasEscrituras, pero el Señor les dijo que ellos no conocían lasEscrituras. El hablar de ellos era tan descuidado que lesera imposible apreciar la absoluta precisión de lasdeclaraciones de Dios. Nuestro Señor sólo citó un brevepasaje de Éxodo 3 para comprobarles la resurrección:Dios se llama a Sí mismo el Dios de Abraham y el Dios de 143Isaac y el Dios de Jacob. ¿Cómo este pasaje tan cortopuede probar la resurrección? El Señor siguió y lesexplicó: "Él no es Dios de muertos, sino de vivos". Para lossaduceos, Abraham estaba muerto, Isaac también y Jacobigualmente; para ellos, los tres estaban muertos. Si ésteera el caso, ¿no hacía esto que el Dios de Abraham, deIsaac y de Jacob fuera el Dios de los muertos? Pero Diosno es Dios de muertos. ¿Cómo puede ser esto? Ya que Diosno es Dios de muertos, entonces Abraham no debe haberpermanecido muerto para siempre. Lo mismo tiene queser cierto en cuanto a Isaac y Jacob. Pero, ¿cómo puede unmuerto dejar de estar muerto? Sólo si es resucitado. Asíque, Abraham, Isaac y Jacob deben haber sido todosresucitados porque Dios no es Dios de muertos sino devivos. El Señor Jesús les contestó a los saduceos de estamanera. Nuestro Señor era muy exacto en todo lo quedecía. En dicha ocasión, Él puso en evidencia lainexactitud de los saduceos y su ignorancia de la Biblia.Si somos descuidados en nuestro hablar, no apreciaremoscuán exacta es la Palabra de Dios. Una persona cuyocarácter es descuidado no se interesa por la exactitud y esincapaz de ser exacto no es capaz de poseer y contener laPalabra de Dios. La Biblia es el libro más exacto queexiste; es exacto hasta la última jota y tilde. El Señor dijo:"Ni una jota ni una tilde pasará de la ley" (Mt. 5:18). Diostiene un propósito con cada jota y tilde; Él nunca esdescuidado. Ya que Dios es tan exacto en Sus palabras, susobreros también deben ser exactos al hablar. Hermanos y 144hermanas, Dios nunca tiene un hablar ambiguo, nunca esdescuidado. Sus palabras siempre tienen un firmecimiento; cada una de ellas es segura e inconmovible.Cuanto más leemos Su Palabra, más nos daremos cuentaque no se le puede añadir ni quitar ni una sola palabra.Debemos prestar atención al hecho de que nadie que seadescuidado en su hablar puede ser un siervo del Señor.Una persona que es suelta en su hablar no tendrá impactoentre los hermanos y no podrá manejar bien la Palabra deDios. Algunos hermanos sólo hacen sufrir a la audienciacuando hablan desde el podio. Sólo hay que escuchar unmensaje de ellos para darse cuenta de lo descuidados queson. Una persona descuidada sólo puede hablar palabrasdesordenadas, aun cuando presente la Palabra de Dios lohará de una manera descuidada. Si es una personadescuidada en su vivir cotidiano, ¿cómo no puede serdescuidado cuando habla desde el podio? Ningunapersona desordenada puede leer la Biblia ni es capaz dehablar por el Señor. Que Dios tenga misericordia denosotros. Que recibamos misericordia para tener unhablar preciso. Debemos ofrecer una oración al Señor,diciendo: "Señor, dame la lengua de un aprendiz para queno sea suelto, descuidado ni defectuoso en mi hablar. Noquiero sufrir mucha pérdida. No quiero perder mitestimonio". Si somos descuidados al hablar no podremosleer ni entender la Palabra de Dios. Al estudiar la Biblia,debemos descubrir los hechos, pero una personadescuidada no es capaz de encontrar ningún hecho. A finde apreciar la exactitud de cada palabra de Dios, 145necesitamos primero aprender a hablar de una maneracuidadosa y cautelosa.CUATROCada obrero del Señor tiene una función especial. Tiene supropia porción especial delante del Señor, y Dios la usa alponerla de manifiesto. Sin embargo, debe también tenerun desarrollo balanceado en otras áreas. Un desarrollobalanceado eliminará toda grieta o defecto en suministerio. Si un hermano es bueno en su especialidad,pero fracasa en otras áreas, su ministerio será dañadodebido a estas grietas de escape. En los capítulosanteriores abarcamos varios rasgos del carácter, talescomo saber escuchar a los demás, amar a la humanidad,armarse con una mente dispuesta para sufrir, golpear elcuerpo y ser diligentes. Estos son los requisitos básicosque debemos tener. Ningún siervo de Dios debe carecerde estos rasgos del carácter. El tema de este capítulo -ser restringidos en nuestro hablar- es otro rasgo básico.Alguien que habla descuidadamente no puede transmitirla palabra de Dios con exactitud. Muchos hermanospudieran tener un futuro brillante y prometedor si nofuera por el hecho de que su lengua es muy suelta; y poresta razón pierden toda su fuerza ante Dios.Tenemos que guardar nuestro valor espiritual, nuestropeso espiritual y nuestra utilidad espiritual delante delSeñor por cualquier medio. No debemos desperdiciar laporción especial que Dios nos ha dado. No debemos 146dejarla escapar un poco aquí y otro poco allá; antes bien,debemos tapar todos los agujeros por donde se nos puedaescapar para así preservar nuestro ministerio. Lapreocupación más crucial que debe tener todo obrero delSeñor es preservar su ministerio. Si no preservamosnuestro ministerio, todas las cosas y lasresponsabilidades que Dios nos ha dado se perderán pocoa poco y al final no quedará nada. No podemos serdescuidados con ninguna palabra que digamos. Debemosrecibir las correcciones, reprensiones y juicios de partedel Señor. Hermanos y hermanas, no es suficiente sólorecibir las cosas positivas. También debemos esforzarnospor preservarlas para que no se pierdan. Si norestringimos nuestro hablar, ciertamente perderemos lascosas positivas que hemos recibido.Cuando estemos ante el tribunal de Cristo, descubriremosque el daño causado por hablar descuidada yfrívolamente excede a todo el daño causado por otrascarencias. Esto se debe a que tal daño no paró connosotros mismos, sino que también causó grandestrucción en la vida de otras personas. Cuando laspalabras son dichas ellas no paran con nosotros. Una vezque hablamos algo, eso continúa esparciéndose.Supongamos que algunos hermanos dicen algo impropio.Una vez que las palabras se fugan de su boca, ya no sepueden retractar. Podemos arrepentirnos de nuestrainsensatez y podemos pedir perdón. Incluso podemosenterrarnos en cenizas y arrepentirnos diciendo: "Señor, 147he dicho algo impropio". Ciertamente la sangre del Señornos limpiará, pero las palabras que salieron de nuestraboca no serán quitadas. Éstas continuarán en la tierra.Podemos confesar nuestros pecados al Señor y a loshermanos, y ambos pueden perdonarnos, pero laspalabras que hemos hablado permanecerán y continuaránpropagándose. Algunos obreros pueden carecer de ladisposición para sufrir. Otros pueden tener el problemaque no saben escuchar o la debilidad de ser perezosos. Sinembargo, el problema de hablar sin restricción puede sermás serio que incluso la pereza, el no ser buenos oidoreso la falta de disposición para sufrir. Las palabras dichasdescuidadamente liberan una corriente de muerte quefluye y se propaga esparciendo muerte por dondequieraque va.Hermanos y hermanas, ante hechos tan serios tenemosque ser extremadamente cuidadosos con nuestro hablar.Debemos arrepentirnos delante del Señor por muchaspalabras que han salido de nuestra boca. Tales palabrasno producen buen fruto; de hecho, dañan en muchasmaneras. Muchas de las palabras que proferimos en elpasado fueron palabras "ociosas", pero ahora no sólo sonsimples palabras "ociosas", sino que se siguenesparciendo por toda la tierra. En el momento que lasdijimos fueron simplemente palabras "ociosas", perodespués de un tiempo siguen siendo muy activas y hanestado causando mucho daño. Debemos pedir lamisericordia de Dios para ser limpiados de nuestro 148pasado, y en el presente debemos pedirle que nosdiscipline y nos purifique radicalmente, quemándonoscon brasas encendidas (Sal. 120:3-4). Si Él nos disciplinade tal manera que queme nuestra boca, ya no laabriremos tan apresuradamente y nos ahorraremosmuchos lamentos en el futuro. Muchos errores, una vezcometidos, son irreparables. Lot pudo arrepentirse yregresar a su antigua posición, pero Moab y Amón aúnestán con nosotros hoy. Abraham pudo engendrar a Isaacdespués de arrepentirse, pero para entonces Isaac yatenía un enemigo. Abraham pudo despedir a Agar, pero elproblema que había creado todavía persiste. Una vez queemitimos nuestras palabras, no se detienen, y el problemaque causan no para. Debemos orar para que el Señorqueme nuestra lengua con Su fuego encendido, para queno pronunciemos nunca más palabras ociosas ni mentirasy para que ya no tengamos más una lengua desenfrenada.Debemos orar para que nuestra lengua sea la lengua deun instruido. Sólo cuando el Señor ponga nuestra bocabajo un estricto control y dejemos de hablardescuidadamente, podemos esperar que Él nos use comoSus portavoces. De otra manera, de una misma fuenteseguirán brotando dos clases de agua. No podemos darlesa otros agua dulce y amarga a la vez. Podemos sentir lacarga de servir a Dios y de participar en Su obra, pero nopodemos hablar la Palabra de Dios un momento y la deldiablo al siguiente. Tenemos que pedirle al Señor que porSu gracia le pongamos fin a nuestra boca desenfrenada.Debemos decirle al Señor: "Permite que todas mis 149palabras sean aceptables a Ti, tal como mi corazón lo es".¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros!El Señor Jesús dijo: "Y por ellos Yo me santifico a Mímismo" (Jn. 17:19). Todo siervo de Dios que deseaservirle tiene que aprender a santificarse a sí mismodondequiera que esté. Para servir a otros tenemos quesantificarnos a nosotros mismos en nuestro hablar.Hablar es una gran tentación. Cuando tres, cinco, ocho odiez personas están enfrascadas en alguna conversación,es una gran tentación el unirse y ser parte de ellos.Tenemos que aprender a santificarnos, a apartarnos delos demás y no mezclarnos con ellos. No debemos hablarligeramente. Debemos tener las palabras y la lengua delque ha sido instruido. Nuestros labios tienen que pasarpor el fuego. Nunca debemos exponernos a ceder a latentación. Cuando otros hermanos y hermanas estánenfrascados en conversaciones inapropiadas, lo primeroque tenemos que hacer es apartarnos de ellos. Tan prontocomo nos mezclemos con ellos y nos hagamos uno conellos, ya habremos caído. Tenemos que separarnos deellos y apartarnos de su medio. Cada vez que oigamosconversaciones frívolas, no debemos ceder a la tentación,ni debemos asociarnos con tales personas. Siempredebemos separarnos. Creo que Dios nos concederá Sumisericordia para edificarnos poco a poco con Su gracia.1507SER ESTABLESUNOa estabilidad es otro rasgo del carácter que debehallarse en la vida de todo obrero cristiano. Enrealidad, la estabilidad en el carácter equivale a laestabilidad en nuestras emociones. Algunas personas sonsólidas y estables delante del Señor, pero otras sonsueltas e inestables. Debido a que no tienen convicciones,están a la merced del medio ambiente. Muchos no sonconfiables por naturaleza, no porque ellos quieran ser así,sino porque su carácter no es confiable. Tan pronto algoles afecta, ellos cambian. No son estables en su carácter.Dios requiere que Sus siervos posean un carácter estable,sólido, confiable e inconmovible.L151En la Biblia tenemos el caso de un hombre que erafácilmente sacudido, quien era conocido como SimónPedro. Leamos algunos versículos acerca de él. Mateo16:13-16 dice: "Viniendo Jesús a la región de Cesarea deFilipo, preguntó a Sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicenlos hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron:Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, ouno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decísque soy Yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres elCristo, el Hijo del Dios viviente". En 1 Juan 5:1 dice: "Todoaquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios" yel versículo 13 dice: "Estas cosas os he escrito a vosotroslos que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para quesepáis que tenéis vida eterna". Cuando Pedro dijo: "Túeres el Cristo, el Hijo del Dios viviente", sin duda tuvo quehaber tocado la vida de Dios, y al tocarla, supo esto.Ahora, leamos Mateo 16:17: "Entonces le respondió Jesúsy dijo: Bienaventurado eres, Simón Barjona, porque no telo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en loscielos". Hermanos y hermanas, el simple hecho de estarcon el Señor Jesús, seguirlo y estar a Su lado, no nosgarantiza que le conozcamos. Únicamente podemosconocerle por medio de la revelación dada por el Padreque está en los cielos. Ahora prestemos atención alversículo 18, que dice: "Y Yo también te digo, que tú eresPedro [Petros], y sobre esta roca [petra] edificaré Miiglesia". Tenemos que ver que la iglesia es algoinconmovible. El fundamento de la iglesia esinconmovible y la iglesia misma también lo es. Ya que éste 152es el caso, todos los siervos del Señor también deben serinconmovibles. El Señor dijo: "Sobre esta roca edificaré Miiglesia". Ya que la iglesia es edificada sobre esta roca,debemos prestarle atención a esta roca.En el versículo 18, el Señor parecía estar haciendoreferencia oculta al pasaje de Mateo 7, en donde Él hablade los que edifican su casa sobre la arena, y cuando lalluvia, el viento y los ríos vienen, ésta tambalea y cae.Luego Él advirtió que debemos edificar nuestra casasobre la roca, para que ésta no caiga cuando vengan laslluvias, los ríos y los vientos. El Señor afirmó que la iglesiaestá edificada sobre la roca, lo cual significa que la iglesianunca caerá. Pueden venir las lluvias, y los vientos y losríos harán su obra, pero el edificio no caerá. La iglesianunca se derrumbará, aunque la azoten la lluvia, el agua yel viento, porque está firmemente edificada sobre la roca.Es estable, inconmovible e inamovible. Esta es lanaturaleza subyacente de la iglesia. Pablo le dijo aTimoteo que la casa de Dios, la cual es la iglesia, es lacolumna y el fundamento de la verdad (1 Ti. 3:15). Laiglesia es como una columna, la cual nunca puede sermovida. Una silla puede ser sacudida y movida, pero unacasa no puede moverse de un lugar a otro. La naturalezasubyacente de la iglesia consiste en que ésta es un edificiofundado sobre la roca. Tal roca es estable e inconmovible.Los hijos de Dios son piedras pequeñas (litos)establecidos sobre la roca única. En el capítulo 2 de suprimera epístola, Pedro escribió que nosotros somos 153piedras vivas de Dios y que estamos siendo edificados enuna casa espiritual (v. 5). Cada hermano y hermana es unapiedra viva edificada sobre la roca. La superestructura dela iglesia es de la misma sustancia que el fundamento. Elmaterial para la superestructura es igual que el materialpara el fundamento. La iglesia no tiene ladrillos,únicamente piedras. La torre de Babel fue hecha deladrillos hechos por el hombre, los cuales son unaimitación de la piedra. Pero en la iglesia no hay ladrillos;aquí no hay ninguna cosa hecha para dar estabilidadfabricada por el hombre. La iglesia está edificada sobre laroca. Cada uno de nosotros es una piedra y somosedificados juntos, pieza por pieza, en una casa espiritual.Tenemos que abrir nuestros ojos para ver la naturalezaintrínseca de la iglesia. La iglesia del Señor es algoinconmovible. En Mateo 16:18 el Señor continúa diciendo:"Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella". Laiglesia es inconmovible. El fundamento de la iglesia es laroca, algo inconmovible, y la iglesia misma está hecha depiedras, también inconmovibles. ¿Podemos entoncesdecir que los ministros en la iglesia pueden serinestables? De esto es de lo que estamos hablando en estecapítulo. No estamos hablando de la iglesia, sino de lapersona misma de los ministros. Los ministros no debenser sacudidos porque son piedras. El Señor le dijo aPedro: "Tú eres Pedro". Esto significa: "Tú eres unapiedra". "Y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y laspuertas del Hades no prevalecerán contra ella". Pedrorepresenta a todos los ministros de la iglesia. Un ministro 154y siervo de Dios debe ser una piedra. Aunque la piedra noes tan grande como la roca, es de la misma naturaleza quela roca y es igual de inconmovible.En el versículo 19 el Señor dijo: "Y a ti te daré las llavesdel reino de los cielos, y lo que ates en la tierra habrá sidoatado en los cielos; y lo que desates en la tierra habrá sidodesatado en los cielos". La promesa que el Señor le hizo aPedro también fue una promesa dada a la iglesia. Estapromesa llegó a ser posesión de la iglesia en Mateo 18,pero primero el Señor se la dio a Pedro. Lo que muestraclaramente que el Señor consideró a Pedro como uno desus ministros. El Señor le dio las llaves del reino de loscielos para que él pudiera abrir las puertas. En el día dePentecostés Pedro abrió una puerta, y en la casa deCornelio abrió otra. Él abrió la puerta a los judíos y abrióla puerta a los gentiles. Esto es lo que hizo una piedra.Antes de que Simón llegara a ser Pedro (una piedra), él nopodía usar las llaves. Hoy en día, no todos los que sellaman Pedro, son Pedros; de la misma manera, no todoslos que se llaman Israel son hombres de fuerza. Unapersona puede llamarse Israel y ser una persona débil.Aquí vemos a una persona cuyo nombre era Pedro. ElSeñor puso las llaves en sus manos. Sin embargo, él sólopudo usar las llaves después de que verdaderamente vinoa ser un Pedro, una piedra. Cuando ese día llegó, todo loque él ató fue atado, y todo lo que desató fue desatado.155La efectividad de un ministro tiene mucho que ver con laestabilidad de su carácter. Este es un requisito básico. Siuna persona es voluble delante de Dios, no puede ser unministro, y la iglesia no le puede seguir. Un problemafundamental con algunos hermanos y hermanas es la faltade un carácter estable. Ellos cambian constantemente.Son llevados de un lado a otro y nunca están estables nifirmes delante del Señor. Por consiguiente, no puedenservir a la iglesia, debido a que no pueden permanecerfirmes y estables, y las puertas del Hades fácilmenteprevalecen contra ellos.Le damos gracias al Señor porque escogió a Pedro comoun modelo. Dios busca hombres cuya naturaleza sea lamisma que la naturaleza del fundamento sobre el cualestán edificados, y que también sean de la mismanaturaleza que la superestructura del edificio del cualellos forman parte. Un ministro debe ser una piedraestable. Gracias a Dios que Pedro fue escogido como talmodelo, porque su caso nos muestra que Dios puedehacer estable a cualquiera de nosotros. Aquí vemos a unhombre llamado Pedro, pero él no siempre fue un"Pedro". Aunque su nombre hacía referencia a una piedra,su carácter era como agua. No era una persona confiable.Él era una cosa en un momento y en el siguiente otra. Unminuto era osado, y al siguiente minuto era muy débil.Ésta era la clase de persona que era Pedro. El Señorescogió a tal clase de persona para mostrarnos cuáninestable puede ser la naturaleza de un hombre antes de 156que sea disciplinado por el Señor. Tal persona no puedeusar las llaves ni puede ser útil al Señor en ningunamanera hasta que llegue a ser una piedra. Dios sólo puedeusarlo una vez que su naturaleza voluble haya sidodisciplinada por el Señor. Agradecemos al Señor porque elcarácter de las personas puede ser cambiado; el carácterno es algo incambiable. Pedro era una persona inestable;sin embargo, pudo ser cambiado en una persona estable.Cuando la luz del Señor quema nuestra lengua, dejamosde hablar de una forma suelta. Cuando un hombreperezoso es corregido, su pereza se extingue. El Señormaldijo la higuera, y ésta se secó. La reprensión del Señorconlleva Su maldición, y donde está Su maldición, haylanguidez y muerte. Si nunca le hemos tocado a Él,podemos seguir viviendo descuidadamente, pero tanpronto le tocamos nuestra frivolidad desaparece. Tanpronto como la luz de Dios nos toca, ya sea mediante unmensaje o por la reprimenda directa de un hermano, algoen nosotros se marchita. La reprensión del Señor produceuna inmediata pérdida de nuestras fuerzas. De lo queestamos hablando es de una reconstitución, o sea, derehacer nuestro carácter. Muchas personas tienen uncarácter que les impide escuchar a otros, o pueden tenerun carácter demasiado frío, perezoso o débil. Sinembargo, tan pronto Dios los toca, o un hermano viene yles señala su insensibilidad para escuchar o su debilidad,ellos reciben la luz y algo en ellos languidece. Fue por lagracia de Dios que Pedro fue escogido. Si no hubiera sidopor Pedro, todos aquellos que son débiles e inestables no 157tendrían esperanzas. Pero el Señor escogió a un hombre ylo llamó Pedro, y después de hacerlo un "Pedro", le dio lasllaves para introducir a los hombres en la iglesia.DOSLa Biblia nos dice que después de que Pedro reconoció alSeñor como el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor ledijo: "No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre queestá en los cielos" (Mt. 16:17). Pedro no tenía méritoalguno en ello, pues esto fue obra absolutamente de Dios;sin embargo, la revelación del Padre lo capacitó para verque el Señor era el Cristo y el Hijo de Dios. Pedro recibióuna revelación del Padre, de Dios mismo. Tal revelaciónno es conocida a la carne y sangre, incluso eradesconocida por la propia carne y sangre de Pedro. Elmismo pasaje continúa diciendo: "Desde entoncescomenzó Jesús a manifestarles a Sus discípulos que le eranecesario ir a Jerusalén y padecer muchas cosas de losancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; yser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro,tomándolo aparte, comenzó a reprenderle, diciendo: ¡Diostenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te sucedaeso! Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delantede Mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones lamente en las cosas de Dios, sino en la de los hombres" (vs.21-23). En el pasaje anterior Pedro recibió la visión,mientras que en este pasaje, Pedro se convirtió en uninstrumento de Satanás. En los versículos anteriores 158Pedro tocó a Dios el Padre, pero ahora tocó a Satanás. Enla primera ocasión pudo decir: "Tú eres el Cristo, el Hijodel Dios viviente". En la segunda dijo: "¡Dios tengacompasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!".Estas dos declaraciones están de distantes como lo estánel polo norte y el polo sur. Si nuestro entendimiento es elcorrecto, podríamos afirmar que ninguna otra revelaciónen los cuatro evangelios es tan elevada como la revelaciónde Pedro. Fue el Padre quien le dio tal revelación a Pedro;él reconoció al Señor como "el Cristo, el Hijo del Diosviviente". Entonces el Señor declaró que la iglesia seríaedificada sobre este conocimiento, sobre esa roca.Ciertamente Pedro recibió una gran revelación, la cual nohabía visto ninguno de los seguidores y amigos del Señor.Tal vez la revelación que Pedro recibió y vio debeconsiderarse como la revelación máxima. No obstante, enel mismo capítulo él cayó hasta lo más profundo; no sólohabló según la carne, sino por Satanás. En un momento élhabló según el Padre, pero al siguiente se volvió y hablóconforme a Satanás. ¡Qué cambio tan drástico! Si la iglesiafuera edificada sobre tal ministro, ciertamente las puertasdel Hades prevalecerán contra ella. Pero la iglesia nopuede ser edificada sobre alguien tan inestable; más bien,necesita ser edificada por hombres cuya constitución seapiedra. Los ministros de la iglesia deben ser tan establescomo piedras. No pueden ser portavoces de Dios en unmomento y portavoces de Satanás en otro. Éste es unasunto muy serio. No mucho después de que Pedrorecibiera la revelación más elevada, él cayó hasta el 159abismo más bajo. Él trató de evitar que el Señor fuera a lacruz. No puso su mente en las cosas de Dios y fue utilizadopor Satanás. Cuando se libera la palabra de Satanás, laspuertas del Hades se abren, y si Satanás y las puertas delHades prevalecen, la iglesia es derrotada. Si el Señor nohubiera transformado a Pedro en una piedra estable, laiglesia no tendría esperanzas. Hoy necesitamos ministrosque sean estables como piedras. Tienen que ser firmes einconmovibles. No pueden ser de una manera un día y deotra el día siguiente, diciendo una cosa en un momento yotra muy distinta en otro momento. Si somos sólidos yfirmes delante del Señor, veremos la realidad de la iglesiay tendremos la bendición y la victoria sobre las puertasdel Hades. Pero si somos débiles e inestables, Satanásabrirá su boca inmediatamente y las puertas del Hades seabrirán. En Pedro vemos un contraste drástico, porquehabían grandes discrepancias en su carácter. Este es uncuadro que nos presenta la naturaleza vieja de Pedro,antes de que fuera cambiada.Después de la última cena el Señor Jesús le dijo a Susdiscípulos: "Todos vosotros tropezaréis por causa de Míesta noche; porque escrito está: „Heriré al Pastor, y lasovejas del rebaño serán dispersadas‟". Pedro respondió aesto: "Aunque todos tropiecen por causa de Ti, yo nuncatropezaré" (26:31, 33). La palabra de Pedro se basaba ensu manera de ser; él estaba diciendo lo correcto, y noestaba mintiendo en lo más mínimo. Pero debemosrecordar que no sabemos todo lo que le hemos dicho al 160Señor en el momento de nuestra consagración yavivamiento. Pedro era una persona muy rica enemociones, así que dijo: "Yo jamás tropezaré". Talconvicción descansaba solamente en sus emociones, peroen realidad él no era esta clase de persona. Aquellos queson muy emotivos, tienen que aprender a separar susemociones de su persona. Tarde o temprano descubriránque sus emociones no corresponden realmente con sumanera de ser. Algunos viven demasiado en la esfera desu mente; siempre están en la mente. Cuando ellos oran yotros les dicen: "Estás orando sólo con tu mente, pero tucorazón no está en tu oración". Ellos contestan: "¿Quéquieres decir con que mi corazón no está puesto en mioración?". Una persona puede estar tan acostumbrada aestar en su mente que cuando no pone su corazón en loque hace, puede permanecer engañado y creer que sumente equivale realmente a su corazón, hasta que un díala luz lo ilumina y se da cuenta que su mente no esrealmente su corazón. Algunas personas sienten que sucorazón arde dentro de ellos, por lo que piensan queaman al Señor. Proclaman con orgullo: "Amo al Señor",pero si otro hermano les dice: "Tal vez piensas que estásamando al Señor, pero en realidad no es así", ellosargumentarán: "Si yo no amo al Señor, ¿entonces quién loama?". Sin embargo, una vez que sus emociones seandisciplinadas por el Señor, se darán cuenta que sucorazón y sus emociones son dos cosas muy diferentes. Supersona no es lo mismo que su emoción; hay una grandiferencia entre ambas. De la misma manera, hay una 161gran diferencia entre su mente y su persona. Pedrohablaba basado en su emoción. Él pensaba que era supersona quien hablaba y se jactaba de que aun si todos losdemás tropezaran por causa del Señor, él nuncatropezaría. No se daba cuenta de que el "yo", quien estabahablando, no era realmente su persona, sino su emoción.No se daba cuenta de cuánto estaba trabajando suhombre exterior. No se percataba de cuánto él estabaviviendo en su hombre exterior. No sabía lo que decía nise entendía a sí mismo. Entonces el Señor le dijo: "Decierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, menegarás tres veces" (v. 34). Pero Pedro aún no se conocíaa sí mismo. Así que le dijo al Señor: "Aunque me seanecesario morir contigo, de ninguna manera te negaré" (v.35). Aquí vemos otros dos extremos. Aunque Pedro dijoque él nunca tropezaría, negó al Señor tres veces. Además,se jactó de que estaba dispuesto aun a morir con el Señor.Sin embargo, cuando la muchedumbre lo señaló como unode los que habían estado con Jesús, falló y fueatemorizado aun antes de que se le presentara laoportunidad de morir con el Señor.Estos dos extremos nos muestran que Pedro era unapersona muy inestable. Aunque su nombre denotaba queera una piedra, su carácter era tan voluble como el agua;en un momento fluía hacía un lado y al siguientemomento cambiaba hacía el otro. Cambiabaconstantemente, en cierto momento su forma era"rectangular" y un rato después parecía ser "circular". Él 162estaba completamente dominado por su medio ambiente;se convertía en una persona distinta dependiendo de lascircunstancias. En el huerto del Getsemaní, se quedódormido junto con los demás discípulos. En el calor de sujactancia afirmó que aunque otros tropezaran, él jamástropezaría. Pero en el huerto de Getsemaní, fue vencidopor el sueño al igual que todos los demás. Era unapersona que parecía ser muy segura al hablar, y se sentíaigualmente seguro en sí mismo, pero hacía todo locontrario de lo que decía. Vivía conforme a sussentimientos y no según su verdadera persona. Unapersona puede vivir tanto en sus sentimientos que ya nosabe realmente cuál es su verdadera persona; llega algrado de confundir sus sentimientos con su personamisma. Así era Pedro; él fue movido por sus sentimientos,afirmó que jamás tropezaría y lo creyó sinceramente.Pero aun antes de afrontar oposición de parte de loshombres, se dejó vencer por el sueño en el huerto delGetsemaní. Su espíritu estaba dispuesto, pero su carne eradébil (26:41). Poco después, armándose de valor, sacó suespada e hirió al esclavo del sumo sacerdote cortándole laoreja (v. 51). Fue osado al hacer esto. Amaba tanto alSeñor que hizo a un lado toda consideración personal y sepuso a la altura, pero poco después, retrocediónuevamente. Este era Pedro.Marcos 14 también nos narra la historia de Pedro cuandonegó al Señor. Al principio: "Pedro le siguió de lejos hastadentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con 163los alguaciles, calentándose a la lumbre" (v. 54). Unacriada del sumo sacerdote vino y le dijo a Pedro: "Tútambién estabas con el Nazareno, con Jesús" (v. 67). Pedronegó esto y contestó: "Ni sé, ni entiendo lo que dices" (v.68). Aquí tenemos un hombre que siguió al Señor por tresaños y medio. ¿No sabía él quien era el Señor? En unmomento sacó su espada y cortó a alguien, mas alsiguiente perdió su valentía por completo. El Señor estabasiendo juzgado y todos se mofaban de Él. Y en talescircunstancias, la valentía de Pedro no se manifestó porninguna parte. Un poco antes, él estaba verdaderamentelisto para morir por el Señor, pero ahora estabaamandose a sí mismo y retrocediendo ante el peligro demuerte. Cambió de un extremo al otro. Marcos nos diceque la segunda vez que la criada habló no se dirigió aPedro, sino a aquellos que estaban a su alrededor,diciendo: "¡Este es uno de ellos!". Después que la criada lehabló a Pedro por primera vez, de que él había estado conJesús el Nazareno, Pedro lo negó y salió afuera, al antepatio.Pero entonces la criada lo vio otra vez y les dijo alos que estaban cerca, que él era uno de ellos. EntoncesPedro lo negó por segunda vez (vs. 69-70). Mateo 26:72dice: "Pero él negó otra vez con juramento: ¡No conozco alhombre!". Después de poco tiempo, aquellos que estabancerca le dijeron a Pedro: "Verdaderamente tú eres uno deellos, pues además eres galileo" (Mr. 14:70). Pedrocomenzó a maldecir y jurar: "¡No conozco a este hombrede quien habláis!" (v. 71). ¡Comenzó a maldecir y jurar! Unpoco antes lo había negado con juramento, ahora lo 164negaba con maldición y juramento. Inicialmente, cuandola criada se dirigió a él, Pedro negó al Señor y salió alante-patio, porque ya no pudo quedarse en el mismolugar. Ahí oyó a la criada decirles a los que estaban cercaque él había estado con Jesús de Nazaret. Entonces, negóal Señor con un juramento diciendo que no lo conocía.Finalmente, aquellos que estaban cerca reaccionaron a laspalabras de la criada, diciendo que él había estado conJesús; en esta ocasión no sólo juró, sino que juró ymaldijo. En el lenguaje original, griego, se usan trespalabras diferentes para describir la negación de Pedro.Una se usa en su segunda negación, y las otras dosaparecen en su tercera negación. Pedro agotó todas lasformas de maldición y juramento posibles. La segunda vezque lo negó, él juró por el nombre de Dios y por el cielo yla tierra. Pero la tercera vez que lo negó, simplementemaldijo y juró. ¡No sólo juró por el nombre de Dios paraasegurarles a los otros que no conocía a Jesús, sino quedijo que él mismo sería maldito si conocía al Señor! Suvocabulario fue muy vil. Pedro se degradó y cayó hasta losumo. Aquí vemos a un hombre que era todo lo contrarioa un "Pedro" o "piedra", es decir, a alguien que debía sersólido como una roca. Por el contrario, él actuó de unamanera en un momento y de otra manera al siguiente. Enun momento estaba tan alto como los cielos y al siguienteactuaba como un instrumento de Satanás. En un instantese podía jactar de que nunca tropezaría aunque otros lohicieran, e inmediatamente después se dejaba vencer porel sueño. En un momento era tan osado como para sacar 165su espada y cortar la oreja de Malco, y enseguida le temíaa una simple criada, al grado de negar al Señor conmaldición y juramento. Tal persona sin duda tenía unserio defecto en su carácter.TRES¿Por qué Pedro era tan inestable? Hablando en términosgenerales, podemos decir que una persona es inestablepor tres razones: primero, porque es gobernado por susemociones; segundo, porque teme sufrir pérdida; es decir,que busca su propia felicidad y le teme a la cruz y al dolor;y tercero, porque le teme a los hombres en general, esdecir, teme ofender a los demás. Quiere agradar a loshombres en su medio ambiente. Éstas son las razonesbásicas de la inestabilidad del hombre.Pedro era tal clase de persona. Él estaba empañado porsus emociones. Si una persona vive según sus emociones,unas veces puede ser llevado a las alturas más sublimes yotras veces cae en la trampa de Satanás. Las emocionesson muy inestables. Nunca hemos visto a una persona quepueda permanecer en el mismo nivel emocional pormucho tiempo. Si alguien vive según sus emociones, está ala merced del capricho de los impulsos emocionales, loscuales lo llevan de frío a caliente o viceversa. Talespersonas pueden recibir la misericordia y la revelación deDios, pero también pueden ser empujados por el impulsode su corazón a exclamar: "¡Dios tenga compasión de Ti,Señor! ¡De ningún modo te suceda esto!". Pedro fue un 166obstáculo para el Señor. Tal parecía que él estaba másclaro que el Señor en lo que debía hacer. "Entonces Pedro,tomándole aparte, comenzó a reprenderle". A todas laspersonas emocionales les gusta ser consejeros del Señor;les gusta hacerle propuestas y tienen un plan para todo.Una persona emocional puede actuar por el impulso desus emociones y repentinamente volverse a reprender alSeñor, diciendo: "¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡Deningún modo te suceda esto!". Es rápido para sentir,rápido para hablar y rápido para actuar. ¡Pero en realidadsu hablar es el hablar de Satanás!Tenemos que aprender algunas lecciones básicas. Pornaturaleza, somos personas emocionales. No pensemosque somos muy distintos que Pedro. Esta debilidad decarácter es el impedimento más grande a nuestra obra. Sino eliminamos este obstáculo, nunca experimentaremosnuestro Pentecostés. Nuestra vida no debe ser controladapor nuestras emociones ni por el impulso de nuestrossentimientos. No debemos ser dirigidos por los estímulos;más bien, debemos negar nuestros sentimientos.Nuestros sentimientos nos llevan un minuto a la izquierday el otro a la derecha; un minuto hacia el este y el próximohacia el oeste; un minuto hacia arriba y el otro haciaabajo. Estos sentimientos no provienen del Señor, sino delhombre corrupto en nuestro interior. Si dichossentimientos ocupan el lugar central en nuestra vida,seremos de poca utilidad en la obra de Dios. Sólo los másdébiles viven conforme a sus sentimientos. Ser 167gobernados por nuestros sentimientos no es una señal defortaleza, sino de debilidad. Un hombre fuerte es uno quese controla a sí mismo, que tiene los ojos abiertos y queno confía en sus propios sentimientos. Únicamenteaquellos que no confían en sus propios sentimientos, sinoque los niegan, pueden aprender lo que significa no vivirsegún sus sentimientos. De lo contrario, siempreconfundirán sus sentimientos con su persona misma.Pedro tenía un carácter franco. Él decía lo que creía; decíalo que veía y lo que sentía. Para otros, él era un hombrerecto y sincero, no dado a la diplomacia ni a dobleintención. Pero en realidad, él vivía por sus emociones, ypor ello, era de poca utilidad en lo que respecta a la sendaespiritual. Por consiguiente, no tenía otra alternativa quepasar por un proceso de tratos disciplinarios. Hermanos yhermanas, tal vez sintamos que amamos al Señor, pero enrealidad no hay tal amor por Él dentro de nuestro ser. Talvez sintamos que somos para Él, pero en realidad no haynada para el Señor dentro de nosotros. Nuestro verdaderoser es más profundo que nuestros sentimientos; estásepultado muy, pero muy debajo de nuestrossentimientos. Tal vez sintamos que estamos dispuestoshasta a morir por el Señor, pero ¿verdaderamenteconocemos qué clase de persona somos? Cuandoafirmamos que nosotros vivimos absolutamente para elSeñor, en realidad no conocemos quién es ese "nosotros"a quien nos referimos. No conocemos al nosotros que sejacta de estar dispuesto a morir por el Señor o a vivir paraÉl. Nuestra verdadera persona se halla más allá y es más 168profunda que nuestros simples sentimientos. Pedropensaba que su hombre exterior era su persona. Peroquien se jactó de morir por el Señor fue la emoción delhombre exterior de Pedro. Sólo tomó un poco de tiempopara que su verdadera condición fuera puesta enevidencia. Antes de que las emociones sean quebrantadaspor el Señor, invariablemente el hombre vive por ellas. Esdado a fluctuar de un lado para otro. Quizás sienta que esmuy genuino, pero la realidad es que está siendocontrolado por sus emociones. Sabemos que mentir esdetestable, pero es más lastimoso cuando alguien no sepercata de que está mintiendo. Del mismo modo, nuestrasemociones inconstantes son detestables, y es aún peorcuando no nos damos cuenta de lo volubles que éstas son.Aquellos que están convencidos de que sus sentimientosson una reflexión exacta de su persona, son unosinsensatos. Éstos tienen que experimentar lo mismo quePedro experimentó, un fracaso total y rotundo, a fin deque se den cuenta que sus sentimientos no son su personamisma. Ellos se sienten de una manera en la "última cena"y de otra en el "huerto de Getsemaní". Se sienten de ciertaforma cuando salen de "Getsemaní" y de otra cuandoestán en el "ante-patio". Bienaventurado aquel que sabedistinguir entre sus sentimientos y su persona. Sólo uninsensato asume que sus sentimientos equivalen a supersona misma. Todo aquel que ha sido instruido porDios sabe que sus sentimientos no son su persona misma.Nuestros sentimientos son algo totalmente diferente anuestra persona. Hermanos y hermanas, ¿pueden ver 169esto? Cuando nuestros impulsos emocionales nosempujan en cierta dirección, esto no representanecesariamente que nosotros seamos la persona queretratan esos impulsos. En lo que respecta a los impulsosde Pedro, él era un hombre celestial, alguien que nuncafallaría. Él estaba dispuesto a cortar la oreja de Malco poramor al Señor. Pero hablando espiritualmente, lossentimientos de Pedro no pueden considerarse como supersona misma. Él era valiente según sus sentimientos,pero era temeroso según su propia persona. Según sussentimientos amaba al Señor, pero según su persona seamaba a sí mismo más que al Señor. De acuerdo con sussentimientos, estaba dispuesto a sacrificar su propia vida,pero su persona buscó protegerse a sí mismo. Si así sonlos ministros de la iglesia y si la iglesia sigue este modelo,seguramente será sacudida tal como ellos, y las puertasdel Hades seguramente prevalecerán contra la iglesia.Dios nunca puede usar a personas como éstas.Sin embargo, eso no era todo. Pedro además tenía temorde sufrir. Una de las razones por las que una persona esinestable, es porque le teme al sufrimiento. Muchos sonvalientes siempre y cuando no se enfrenten a la cruz niexperimenten pruebas y tribulaciones, pero tan pronto serequiera darlo todo y sacrificar su vida, retroceden. Entiempos normales, pareciera que aman al Señor y queestán dispuestos a llevar la cruz. Mas cuando enfrentanmomentos críticos, no pueden resistir, porque le temen alsufrimiento debido a que se aman a sí mismos. En esto 170radicaba el problema de Pedro. El temor que movió aPedro en aquel ante-patio fue el mismo que lo movió aactuar en Cesarea de Filipo al hablar con el Señor. Sutemor al sufrimiento y su amor propio no aparecieronsúbitamente en el ante-patio. Cuando el Señor declaróabiertamente que iría a la cruz, él se acobardó y le dijo:"¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo tesuceda esto!" Creyó sus palabras, y su declaración revelóla clase de persona que era. Ésa fue la razón por la que élreprendió al Señor de la manera que lo hizo. Él le teníatemor a la pérdida y a la muerte. No quería que esto lesucediera al Señor. Era tan testarudo que incluso tomó alSeñor aparte para reprenderlo. Hermanos y hermanas,sólo una clase de persona es estable: aquel que le sea fielal Señor hasta la muerte. Satanás no puede hacer nadacon aquellos que menosprecian su propia vida. Los másdébiles son aquellos que aman su propia vida. Si unapersona ama su propia vida, tropezará apenas algo toquesu vida. Esto fue lo que sucedió con Pedro. Él reprendió alSeñor diciéndole: "¡Dios tenga compasión de Ti, Señor!¡De ningún modo te suceda esto!". En otras palabras, élestaba diciendo: "¡Señor, Tú nunca deberías ir a la cruz!".Más tarde él mismo trató varias veces de escaparse de lacruz. ¡Incluso recurrió a maldecir y jurar! Por lo que escrucial estar armados con una mente dispuesta a sufrir.Tiempo después, Pedro pudo hablar acerca de estardispuestos a sufrir. Él reconoció que carecía de esto, yaprendió buenas lecciones. Comenzó a armarse con ladisposición para sufrir. Él no conocía esta actitud en la 171primera etapa de su vida. Nadie que abrigue temorespuede ser fuerte. Tenemos que ser llevados al punto quedigamos: "Señor, estoy dispuesto y contento de llevar Tucruz. Estoy dispuesto a sufrir cualquier pérdida, o sea,dispuesto a no buscar mi propio bienestar y deleite". Siuna persona tiene esta firme disposición, Satanás nopodrá hacerle nada. Si usted no le teme a ninguna pérdidani dolor; si puede ser como Job, que dijo que confiaría enDios aun si Él determinara su muerte; o ser como laseñora Guyón, quien dijo que besaría el látigo que lacastigara, entonces el hecho de que su ser sea entregadode forma incondicional le hará una persona fuerte. Si lacruz no puede sacudir a una persona, nada la sacudirá,porque no existe una demanda más grande que la cruz. Siusted puede satisfacer la demanda más grande, no tendráproblemas con las más pequeñas. Pero si no es capaz desatisfacer la demanda de la cruz y por el contrarioretrocede ante ella, fracasará al enfrentarse a cualquierotra prueba. Será una persona inestable e inconstante.Tiene que creer en el hecho de la cruz y debe entrar en laexperiencia de la cruz. Tiene que aceptar y someterse atodas las pruebas, tribulaciones y sufrimientos que Dios leasigne. Si lo hace, ninguna prueba ni tribulación en estemundo le parecerá grande. Está atribulado porque noconoce la cruz. Si nunca se ha enfrentado a una pruebagrande, tropezará frente a cualquier prueba pequeña,pero si ya ha pasado por tribulaciones grandes, no serásacudido por ninguna pequeñez. Pedro fue sacudido 172porque le tenía temor al sufrimiento y porque se amabademasiado a sí mismo.Otra razón por la que Pedro era inestable es porquesiempre buscaba amoldarse al medio ambiente. Debido aque le temía a los hombres, quería agradar a todos los quele rodeaban. No tenemos idea de cuán influenciadossomos por los gustos y conceptos de los demás. Una vezque tratamos de agradar a los hombres y evitar que semolesten, nuestra actitud deja de ser la correcta. Nosveremos forzados a decir esto o aquello para satisfacer lasexpectativas de los demás. Le prestamos demasiadaatención a lo que otros dicen. Pedro le tuvo temor a lacriada y a muchos otros. Él estaba atado por causa de sudebilidad. Hermanos y hermanas, ¿están tratando deagradar a los hombres o a Dios? Debemos contestar estapregunta desde el primer día en que nos consagramos alservicio de Dios. Si buscamos agradar a los hombres,¿evitaremos las persecuciones? ¿Evitaremos losproblemas? Si buscamos agradar a los hombres,anularemos el tropiezo de la cruz (Gá. 5:11). Hermanos yhermanas, si no resuelven el problema de su temor a loshombres, no podrán correr en una senda recta delante delSeñor. Aquellos que le temen a los hombres, cambian sucurso tan pronto como algo los afecta en una forma u otra,y por ende nunca podrán ser estables ni fuertes delantedel Señor.1738NO SER SUBJETIVOSUNOa subjetividad es otro defecto en el carácter dealgunos hijos de Dios, especialmente de algunosobreros del Señor les impide hacer un buentrabajo.¿Cuál es el significado de ser subjetivos? Ser subjetivossignifica insistir en nuestras propias opiniones y rechazarnuestras opiniones. Significa tener una idea preconcebidaantes de escuchar a otros y aferrarse a su propia idea aundespués de haber escuchado a los demás. La subjetividadimplica ser renuentes a aceptar otros puntos de vista o aser corregidos. Significa tener una opinión propia desde elcomienzo y siempre insistir en dicha opinión. Unapersona subjetiva hace su propio juicio antes de escucharL174lo que le diga el Señor, antes de examinar los hechos yantes de que otros presenten sus opiniones. Insiste en sujuicio aun después de escuchar al Señor, después que sepresenten los hechos y después que otros hayanpresentado su punto de vista del asunto. Este es elsignificado de ser subjetivos. La raíz que causa lasubjetividad consiste en que su "yo" nunca ha sidoquebrantado, y cuando esto no ocurre, se tiene unconcepto inflexible de las cosas, y las opinionesdifícilmente pueden ser desechadas y corregidas.DOS¿Cuáles son los problemas o pérdidas que acarrea lasubjetividad? Si un hermano o hermana es subjetivo, noserá capaz de escuchar a otros. Aprender a escuchar aotros nos libra de ser subjetivos. Para poder recibir lapalabra de Dios y la de otros, primero tenemos que vaciarnuestro interior. Si somos subjetivos, nos será difícilabrirnos a los demás. Es esencial que todo obrerocristiano cultive la habilidad de escuchar lo que otrostienen que decir; primero tiene que conocer la situaciónde otros y entender sus problemas. Ya hemos dicho queun problema serio en los obreros de Dios es que no soncapaces de escuchar a otros. La razón principal por la queno saben escuchar a otros es la subjetividad. Una personasubjetiva está llena de muchas cosas, por lo que susopiniones se convierten en un muro impenetrable y susideas son incambiables. Siempre está llena de sus propios 175argumentos y preocupaciones. Cuando un hermano ohermana acude a él para confiarle alguna frustración oalguna carga que les agobia, simplemente no es capaz deentenderlos, incluso si los oye por medio día. No sabeescuchar a otros. Este es un problema asociado con lasubjetividad.TRESOtro efecto dañino de la subjetividad es la incapacidadpara aprender. Una persona subjetiva confía mucho en símisma y piensa que lo entiende todo a la perfección. Todoya está decidido en su mente. Tiene una opiniónincambiable acerca de cualquier cosa y cree estar segurade todo. Es difícil que pueda aprender algo. Al principio,cuando algunos jóvenes empiezan a servir en la obra, esmás difícil enseñarles algo que darle medicina a un niño.Casi hay que forzarlos a aceptar otro punto de vista. Estánllenos de ideas, propuestas y maneras de hacer las cosas.Creen que saben todo lo que se puede saber. Aunque nose atreven afirmar que son omniscientes, actúan como silo fueran. Es más difícil enseñarles algo que darles atomar una medicina amarga. ¿Cuánto tiempo puedesobrevivir un hombre si en cada comida hay que darle decomer con cucharita? Con algunos hermanos, lo único quepodemos hacer es suspirar en nuestro corazón y decir:"Hermano, ¿cuánto podrá aprender del Señor unapersona como tú?". El problema más grande de unapersona subjetiva es su incapacidad para aprender. 176Solamente esto puede costarle mucho. Casi hay que pelearcon ellos para que aprendan algo. Tal vez le derrotemos ypueda aprender un poco. Aun así en la siguiente ocasiónen la que queramos enseñarle algo, tendremos quebatallar nuevamente con ella. Esto es una granfrustración. Un requisito básico para el obrero del Señores ser capaz de mantenerse objetivo; tiene que ser tanobjetivo que pueda recibir ayuda de otros fácilmente.Hermanos y hermanas, nuestra ayuda viene de todaspartes. Hay muchas cosas que tenemos que aprender.Supongamos que sólo aprendemos una lección cada mes ocada seis meses o cada año. ¿Cuánto vamos a vivir?¿Cuántas cosas podríamos aprender a lo largo de nuestravida? A una persona subjetiva le resulta más difícilaprender a medida que pasan los años. Con el tiempo susubjetividad aumenta. Ciertamente, la subjetividad es ungran problema entre nosotros.Es cierto que el obrero de Dios debe ser estable; sucamino debe ser recto y sin desviaciones. Sin embargo, sisus opiniones, su parecer y sus juicios son inflexibles,tendrá poca oportunidad de aprender las lecciones y suutilidad será muy limitada. Por un lado, tenemos que serestables y firmes delante del Señor; pero por otro lado, nodebemos ser subjetivos. Los hijos de Dios deben aprendera no ser subjetivos; mas bien, deben aprender a serflexibles en el mover de Dios. De lo contrario, les seráimposible aprender. Para saber si una persona essubjetiva o no, basta con ver si aprende rápida o 177lentamente, o si es incapaz de aprender. Podemos saber siuna persona es subjetiva por la cantidad de leccionesespirituales que aprende y por cuán frecuentemente lasaprende. Sin embargo, el mayor obstáculo para aprenderes la subjetividad. La subjetividad afecta la capacidad deaprender de una persona e incluso puede impedirle queaprenda hasta el grado que no aprenda nada.El requisito básico para avanzar espiritualmente es estarabiertos a Dios. Nuestro corazón, mente y espíritu tienenque estar bien abiertos a Él, y esto significa que no somossubjetivos. El significado principal de estar abiertos es elno ser subjetivos. Por supuesto, abrir nuestro espíritu aDios es más profundo que simplemente no ser subjetivos.Pero la condición básica es no ser subjetivos. Nuestraspuertas se cierran en el momento que actuamossubjetivamente. No ser subjetivos significa que somossensibles a Dios, que podemos aprender y podemosrecibir impresiones de Él. Para algunas personas es difícilrecibir alguna impresión de parte de Dios. Dios tiene queusar una vara, un látigo o incluso un martillo paraobligarlos a recibir algunas impresiones de Su parte.Debemos aprender a conocer la voluntad de Dios tanpronto Él nos dé una mirada. Muchos somos comocaballos o mulas, que no entienden a menos que se lesponga freno y brida. Este es el significado de sersubjetivos. Una persona subjetiva no puede captarninguna señal de parte de Dios. Dios puede luchar con ellay conducirla a un callejón sin salida o a una puerta 178cerrada y, aun así, seguirá discutiendo con Dios. No puedecalmarse y aprender la lección. Muchas personas no sonlo suficientemente mansas y flexibles delante de Dios; sondemasiado duras y necias. Llegan a ser piedras detropiezo en la obra, porque no han aprendido suslecciones ni han recibido el suplir suficiente del Señordurante toda su vida. Pueden convertirse en un problemay una pérdida para la obra.CUATROOtro gran problema de una persona subjetiva es que nopuede recibir ninguna orientación de parte de Dios. Notiene manera de conocer cómo Dios lo guía y escompletamente ignorante de esa guía. Las personassubjetivas se hallan muy lejos de la voluntad de Dioscomo lo están el polo norte y el polo sur. Les es imposibleconocer la voluntad de Dios porque no llenan losrequisitos de un seguidor de Dios. Para ser guiados porDios se requiere ser flexibles y diligentes, y tener un oídoque sepa escuchar. Cuando la palabra de Dios llega a unapersona así, ésta actúa de inmediato de acuerdo a ella, sininterponer ningún punto de vista personal y subjetivo. Elcorazón de Balaam erró por su inclinación hacía lasriquezas. En su juicio hubo subjetividad ya que insistió ensu propia opinión. Fue por eso que Balaam oró una y otravez hasta que Dios le permitió que fuera. Cuando la mentede un hombre es inflexible, le es difícil entender lavoluntad de Dios. Tenemos que aprender a andar en la 179voluntad de Dios. Tenemos que darnos cuenta que lavoluntad de Dios a menudo requiere que nos detengamosinmediatamente o que empecemos a marchar deinmediato. Frecuentemente descubrimos que hemosplaneado toda la jornada, sólo para descubrir que el Señorquiere que nos detengamos inmediatamente. ¿Quédebemos hacer si el Espíritu del Señor nos dice que nosdetengamos? ¿Estaremos dispuestos a hacerlo? Unapersona subjetiva no se detendrá. En cambio, una personaque ha aprendido a escuchar a Dios, que no es subjetivaen ninguna manera, irá adelante cuando Dios se loindique y se detendrá cuando Dios se lo ordene. No pienseque esto es algo insignificante. Una persona subjetiva noes capaz de avanzar cuando Dios se lo indique. Sinembargo, una vez que haya arrancado, será difícil queDios la detenga. Aquí es donde radica el problema. Serequiere un gran esfuerzo para empujar a los que sonsubjetivos, y una vez estos comienzan a moverse, nadielos puede detener. En cambio, las personas instruidas sonflexibles en las manos de Dios. Cuando Dios les dice queavancen, lo hacen y, cuando les ordena detenerse,obedecen. Estos son los únicos que serán guiados porDios. Muchos no se mueven hasta que reciben un castigofuerte, y una vez que comienzan a moverse, nunca sedetienen. Siguen en la misma dirección continuamente.Dios tiene que usar Su fuerza para lograr detenerlos. Susubjetividad les impide conocer la voluntad de Dios yllevarla a cabo.180Un cuadro precioso de un hombre que no era subjetivo lovemos cuando Abraham ofreció a Isaac. Si Abrahamhubiera sido una persona subjetiva, cuando Dios le pidióque ofreciera a Isaac le habría sido difícil obedecer.Hubiera tenido muchas cosas que decir. Habríaargumentado de esta manera: "Antes no tenía un hijo, ynunca pensé en la posibilidad de tener uno; creía que conEliezer era suficiente. Fue Dios quien quiso que tuvieraeste hijo. Yo ni siquiera pensaba ni me imaginaba entenerlo, ni Sara tampoco. Todo fue idea de Dios. Y ahoraque me ha dado un hijo, ¿por qué quiere que lo ofrezca enholocausto?". Hermanos y hermanas, ¡una personasubjetiva tendría muchas razones para rechazar estademanda! Pero Abraham era tan simple que ni siquiera taldemanda representó un problema para él. Él creía queDios podía levantar a su hijo de los muertos. Así, mientrasestaba frente al altar y levantaba el cuchillo para matar asu hijo, Dios preparó un carnero para que lo ofreciera enlugar de su hijo (Gn. 22:10, 13). Si Abraham hubiese sidouna persona subjetiva, tal demanda hubiera representadoun problema para él. Sin duda se habría quedado perplejopensando por qué Dios le diría una cosa primero yenseguida lo opuesto. Pero Abraham no pensó de estamanera. Él no era subjetivo. Para algunas personas esdifícil ponerse en el altar, y una vez están allí, les es másdifícil bajarse. Pasan años para decidir ponerse en el altar,y una vez que lo logran, insisten en permanecer allí hastamorir. Alguien que es subjetivo actúa según su propiavoluntad aun cuando esté tratando de obedecer a Dios. 181Incluso Dios mismo no puede detenerlo. Una personasubjetiva es forzada a obedecer, y su obediencia muchasveces es el resultado de su esfuerzo propio. Nadie lopuede hacer desistir, no importa cuánto lo intenten.Puede ser que la voluntad y el mandamiento de Dios ledirijan a dar marcha atrás, pero él no puede hacerlo.Es interesante notar que a menudo nuestra voluntadcoincide con la voluntad de Dios, pero llega un momentoen que la voluntad de Dios cambia. Si nuestra voluntad nocambia una vez que la de Él cambia, nos será difícilsimplemente actuar conforme a Su palabra. Aquí radicanuestro mayor problema. ¿Sabe cómo un jinete doma uncaballo? Un caballo salvaje rechazará a cualquier jineteque lo monte. Es realmente difícil domar un caballo. Paradomarlo, un jinete entrenado tiene que saltar a su lomo ypermitir que el caballo relinche y luche hasta que secanse. El jinete tiene que usar toda su destreza parapermanecer montado en el caballo. Tiene que permitirque el caballo corra todo lo que quiera, tal vez por muchoskilómetros, o cientos de kilómetros. Una vez que elcaballo se da cuenta que no puede quitarse a su amo deencima, cederá a su mando. Tales entrenadores decaballos pueden transformar a un caballo salvaje en unodócil y educarlo para concursar. El caballo podrá trotaralrededor de un pequeño círculo atado con una soga a unposte. Aprenderá a marchar tan bien que no se alejarátanto como para estirar la soga, ni se acercará tanto comopara que la soga quede floja. Puede dar vueltas cientos de 182veces manteniendo siempre la misma distancia. Elentrenador entrenará al caballo hasta que puedamaniobrar de esta manera. Cuando termina suentrenamiento, podrá dirigir al caballo a cualquier parte.Podrá pasar por un espacio estrecho o por una puertaancha y siempre será obediente. Hermanos y hermanas,nosotros somos como caballos salvajes y es algograndioso que el Señor nos entrene. Él tiene que trabajarmucho con nosotros a fin de que podamos ser dóciles. Unavez que se doma a un caballo, éste ya no será subjetivonunca más. Estará tan entrenado que tan pronto su jinetetire un poco de las riendas, sabrá si su amo quiere quecorra o que trote. Irá de la manera que le indique su amo,no sólo una o diez veces alrededor del corral, sino auncientos de veces.Salmos 32:8-9 dice: "Te haré entender, y te enseñaré elcamino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. Noseáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento,que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porquesi no, no se acercan a ti". Esto es muy significativo. Nodebemos ser como el caballo o como el mulo. Una mulanecia puede ser entrenada para ir a donde su amo leindique. Debería ser más fácil enseñar a los hijos de Dios aseguir la dirección divina que domar a un caballo. Uncaballo, aun cuando haya sido domado, es consideradopor Dios como una bestia "sin entendimiento". Esto sedebe a que el caballo sólo entiende la voluntad de su amocuando es golpeado, empujado o llevado por las riendas. 183En cuanto a nosotros, debemos mirar el consejo queproviene de los ojos del Señor. Esto es algo que ni elcaballo ni la mula pueden hacer. David dijo en este salmo:"te enseñaré ... sobre ti fijaré mis ojos" (v. 8). Debemossaber lo que el Señor está diciendo con sólo una miradaSuya. Debemos entender aun antes de que mueva Sumano, con sólo una pequeña mirada de Sus ojos.Prestemos especial atención a los ojos mencionados eneste versículo. Una persona subjetiva no se identifica coneste versículo. Hermanos y hermanas, no piensen quenuestra manera de ser y nuestro carácter son asuntosinsignificantes. Por favor, recuerden que si somossubjetivos, no podremos ser objetivos con Dios. Sin eldebido entrenamiento, actuaremos de una manerasubjetiva durante toda nuestra vida. No pensemos querepentinamente conoceremos la voluntad de Dios.Nosotros podemos estar satisfechos con ser como uncaballo domado, pero Dios considera que un caballo y unamula no tienen entendimiento, aun después de serdomados. Esto quiere decir que no es suficiente con serdomados. Tenemos que movernos tan rápido como semuevan los ojos del Señor. Tan pronto conozcamos eldeseo de nuestro amo, debemos actuar. Tan pronto comoÉl nos dé una señal, debemos detenernos. Pero si estamosllenos de nuestras propias ideas, puntos de vista yconceptos subjetivos, nos será imposible responder a ladirección del Espíritu del Señor, movernos cuando Él semueva y detenernos cuando Él se detenga. El Señor amenudo quiere que nos detengamos, pero no lo hacemos. 184No podemos detenernos porque nuestro yo se hainvolucrado en la actividad. Aquellos que buscan o hacenla voluntad de Dios tienen que controlar su yo. Debemosmovernos cuando el Señor así lo quiera y detenernoscuando el Señor así lo desee. Tenemos que mantenernuestro yo a raya. Apenas seamos subjetivos el yo seinvolucra y entonces somos incapaces de parar cuandoDios así lo desee. Muchos tienen el doble problema de queal principio no pueden moverse, pero una vez quecomienzan no pueden parar. Estos son problemas serios,y el mayor problema que tenemos es nuestrasubjetividad. Esto es lo que impide que la voluntad deDios se manifieste a través de nosotros.Entender la voluntad de Dios no tiene nada que ver conmétodos, sino que depende del carácter de la persona.Uno no puede entender la voluntad de Dios simplementeporque alguien le indique la manera de conocerla. Esto noes posible. Sólo una persona con el carácter correcto yequipado con el método adecuado, puede conocer lavoluntad de Dios. Si la persona no es la correcta, aunquetenga el método indicado no podrá conocer la voluntad deDios. Entender la voluntad de Dios tiene que ver con lapersona. El simple hecho de contar con el métodoapropiado, no puede ayudarnos a entender Su voluntad.Esto no quiere decir que para entender Su voluntad no serequiera ningún método. Más bien, quiere decir quenuestra persona es el factor principal para entender lavoluntad de Dios. Si no somos la persona adecuada, nada 185funcionará aunque tengamos el método correcto. Nodebemos ser subjetivos. A fin de poder captar cadamovimiento de Dios, tenemos primero que haber sidotocados por el Señor, y nuestra subjetividad tiene quehaber sido subyugada hasta el grado que hayamosdesechado todas nuestras opiniones. Si no podemos serflexibles de modo que nos movamos y nos detengamos deacuerdo a la voluntad de Dios, no podremos entender Suvoluntad ni podremos ser Sus siervos. Los siervos de Diostienen que estar listos para seguir la voluntad de Dios.Debemos ignorar las voces y exigencias que provengandel exterior, pues éstas no deben ser nuestrapreocupación. Los requisitos básicos de un obrero delSeñor son la flexibilidad y estar abiertos a seguir loscambios iniciados por Dios, Sus giros, Sus paradas, y a laforma que nos lleve. Esta es la única manera en que Diospuede guiarnos a Su camino.CINCOCon respecto a la subjetividad, debemos observar otroasunto: nuestra subjetividad tiene que ser disciplinadapor Dios a fin de que seamos las personas adecuadas paradisciplinar a otros. Dios nos guiará a tratar asuntosdisciplinarios con otras personas sólo cuando Él ya hayahecho lo mismo con nosotros. Él no confía en una personasubjetiva, ya que ella no puede hacer la voluntad de Dios yno tiene la manera de llevar a otros a hacer Su voluntad.Si una persona subjetiva es puesta en la obra para instruir 186a otros en el camino de Dios, su propia voluntad semanifestará diez veces más fuerte que la del Señor. Laspersonas subjetivas quieren que todos las escuchen aellas. Una persona no puede ser usada por el Señor amenos que sea llevada a tal punto que haya perdido todointerés por ganar seguidores. Debemos permitir queseamos quebrantados y destrozados al grado que ya nobusquemos que otros nos obedezcan. No debemosinterferir con la libertad, la vida personal ni el criterio deotros. No tenemos interés en involucrarnos en la vida olos asuntos de otras personas. Como siervos del Señor,tenemos que ser disciplinados por el Señor hasta estegrado. Sólo entonces podremos ser usados para hablarpor Él como Su autoridad delegada. De otra manera,existirá el riesgo de que usurpemos la autoridad de Diosbuscando llevar a cabo nuestra propia voluntad, pormedio de la cual nos convertiremos en gobernantes,maestros o padres sobre los hijos de Dios. El Señor dijo:"Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñoreande ellos ... mas entre vosotros no será así" (Mt. 20:25-26).Si alguien nunca ha sido quebrantado por el Señor, y sivalora secretamente sus propias ideas, demandas ypreferencias, Dios no podrá usarlo porque no es digno deSu confianza. Si Dios le confiara Su rebaño a tal persona,ésta guiaría el rebaño a su propia casa. Muchas personasno son dignas de la confianza de Dios, por tanto Él nopuede confiarle a nadie en sus manos. Si una persona sólobusca sus propios intereses, no es capaz de llevar a otrosal camino de Dios. Nuestro hermano Pablo era muy 187flexible. Él era soltero y sabía que era mejor permanecersoltero que casarse. Sin embargo, nunca criticó elmatrimonio. Hermanos y hermanas, vean cuán ejercitadoestaba nuestro hermano Pablo delante del Señor. Si unapersona es subjetiva y su subjetividad nunca ha sidoquebrantada, ciertamente insistiría en que todos sequedasen vírgenes y permaneciesen sin casarse. Deseguro que condenaría a todo matrimonio. Alguien que essubjetivo ciertamente actuaría de esta manera, pero aquíhabía un hombre diferente. Él estaba firme en lo quehacía; conocía el valor de lo que estaba haciendo ydefendía su posición, pero al mismo tiempo les daba aotros la libertad de hacer su propia elección. Deseaba queotros evitaran todo sufrimiento de la carne producido porel matrimonio; sin embargo, estaba de acuerdo con queotros se casaran. En él vemos a un hombre firme en elSeñor, pero al mismo tiempo era comprensivo y tierno. Aldiscutir el asunto del matrimonio, aunque él era unhombre soltero, Pablo pudo declarar que la enseñanza dela abstinencia era una enseñanza de demonios.Hermanos y hermanas, tenemos que aprender a asumirtal posición. Nunca debemos darle demasiado énfasis auna verdad tan sólo porque nos sentimos identificadoscon ella, pero tampoco debemos callar la verdad aunquetengamos un sentir diferente. Una vez dejemos deempeñarnos en tratar de influenciar la verdad de Diossegún nuestros sentimientos, estaremos calificados paraservir y guiar a otros de acuerdo con la dirección del 188Señor. Un requisito básico para participar en la obra esser quebrantados y permitir que nuestra subjetividad seareducida. Si nuestra subjetividad aún nos domina,causaremos que la obra de Dios se desvíe tan prontocomo ésta sea puesta en nuestras manos. Esto sería algoterrible. Es algo terrible que una persona actúe de formeprecipitada y que hable descuidadamente. Debemosaprender a no interferir en los asuntos de otros. Jamásdeberíamos dar órdenes en cuanto a la vida o los asuntosde otros, basados en nuestra subjetividad. Dios nointerfiere en el libre albedrío del hombre. El árbol de laciencia del bien y del mal fue puesto en el huerto delEdén, y Dios le advirtió al hombre que no comiera de él,pero no lo mantuvo alejado del árbol con una espada defuego. Si la espada encendida del capítulo 3 se hubierausado en el capítulo 2 para custodiar el árbol delconocimiento del bien y del mal, el hombre nunca hubierapecado. Le habría sido fácil a Dios hacer esto, pero no lohizo. Más bien, Él dijo: "Mas del árbol de la ciencia delbien y del mal no comerás; porque el día que de élcomieres, ciertamente morirás" (Gn. 2:17). Si el hombreinsiste en comer de él, es cosa suya.Tenemos que aprender a no controlar a otrosimponiéndoles nuestros conceptos. Cuando no quieranescuchar nuestras palabras, no debemos forzarlos aescucharnos, debemos dejarlos en paz. Si tenemos unacarga delante del Señor, debemos compartirla con loshermanos y hermanas. Si aceptan nuestra palabra, qué 189bien; pero si no lo hacen, debemos estar conformes yseguir nuestro camino. Nunca debemos imponerlenuestros pensamientos a nadie. Dios nunca ha hecho esto,y tampoco debemos hacerlo nosotros. Si alguien escogerebelarse contra Dios, Él le permite tomar su propiocamino. Si otros no quieren tomar nuestro camino, ¿porqué debemos insistir? Tenemos que aprender a noinsistir. Tenemos que permitirles que rechacen nuestroconsejo. Si hemos aprendido las lecciones apropiadasdelante del Señor, con gusto permitiremos que otrostomen su propio camino. No debemos obligar a nadie aque nos escuchen, a que sigan nuestro camino ni a quereciban nuestra ayuda. Podremos estar seguros denuestra función, pero no debemos obligar a otros a quereconozcan dicha función. Dios nunca obliga a nadie, ynosotros tampoco debemos hacerlo. No debemos actuarde manera subjetiva en la obra de Dios. Ninguno denosotros debe insistir en que otros nos escuchen.Aprendamos a estar atentos delante de Él. Mientras másotros nos escuchen, mayor será nuestra responsabilidaddelante del Señor. ¡Qué gran responsabilidad llevamos siles damos una palabra equivocada a otros! No seregocijen porque otros acepten su palabra. Debenrecordar la tremenda responsabilidad que está sobrenuestros hombros. Es algo tremendo que otros nosescuchen. Si otros nos escuchan cuando nuestro caminoes torcido y no estamos claros acerca de la voluntad deDios, de cierto seremos ciegos guiando a ciegos. No sólocaerá en el hoyo el ciego que nos siga, sino que ambos 190ciegos, nosotros y nuestros seguidores caeremos en elmismo hoyo (Lc. 6:39). No piensen que sólo losseguidores caen y que tal vez los líderes se puedenescapar de la caída. Cuando un ciego guía a otro ciego,ambos caen en el hoyo. No debemos pensar que es algosimple hablar, enseñar y dar consejos a otros, o que esalgo simple decir: "Debe hacer esto" o "Debe haceraquello". Si nos convertimos en maestros de muchos,instruyéndoles que hagan esto o aquello, corremos elriesgo de que tanto ellos como nosotros terminemos en elhoyo. Por lo tanto, tenemos que aprender a temer a Dios.Debemos darnos cuenta que mientras más otros nosescuchen, más nosotros debemos escuchar la palabra deDios con temor y temblor. Aun cuando estemos cientoveinte por ciento seguros de algo, debemos decirlo sólocon un setenta u ochenta por ciento de seguridad.Debemos tener temor de cometer errores. Mientras másfácil le sea a un hombre decir palabras de peso, menospeso tiene él delante del Señor. Cuanta más confianza ensí misma tenga una persona, menos digna de confianza es.No debemos pensar que mientras otros nos escuchen,todo estará bien. No es así. ¿Qué haremos con estos queson obedientes? ¿Adónde los guiaremos? Tenemos quever la seriedad de nuestra responsabilidad. Es por estoque tenemos que aprender a no ser subjetivos. Unproblema de la subjetividad es que ansía que otros losescuchen. A una persona subjetiva le agrada que otros laescuchen. Quiere que sus ideas sean para otros una fuentede dirección y que sus opiniones sean una fuente de luz. 191Pero tenemos que darnos cuenta que nuestras opinionesno son una fuente de luz ni nuestras ideas son una fuentede dirección. Tenemos que aprender a no llevar a otros dela mano, a no obligarlos a que sigan nuestro camino ni aimponerles la obediencia a Dios. Si los hermanos yhermanas están contentos de ir con nosotros, debemosdarle gracias al Señor, pero si escogen su propio camino,debemos dejarlos que hagan su propia elección. Nodebemos tratar de arrastrarlos con nosotros. Debemospermitirles ir y venir como lo deseen. Una característicade alguien que conoce a Dios es que no le gusta forzar anadie a que le escuche.Sin embargo, una persona subjetiva nunca puede haceresto, ya que no es capaz de escuchar lo que otros tienenque decir ni puede recibir la dirección del Señor. Nosiente que tenga que aprender nada de nadie; porconsiguiente, Dios no puede confiarle ningún trabajo. Siantes de acudir a Dios ya hemos tomado todas lasdecisiones, no descubriremos la decisión de Dios. Sólouna persona flexible puede conocer la decisión de Dios.Tenemos que desechar todos nuestros conceptos a fin depercibir la voluntad de Dios. Si alguien nunca haaprendido a hacer a un lado su subjetividad y está llenode opiniones, costumbres, ideas y razonamientos propios,tan pronto como la obra de Dios sea puesta en sus manos,la iglesia será dividida. La división en la iglesia es causadapor la subjetividad del hombre. Muchos hermanos sólopueden trabajar individualmente; por tanto, no pueden 192participar en la obra de la iglesia. Sólo pueden servirindividualmente, pero no son capaces de servir en elCuerpo. Nunca han estado bajo autoridad; porconsiguiente, no pueden ser una autoridad. Desde queiniciaron su servicio, nunca se han sometido a nadie. Asíque es difícil que Dios los ponga como autoridad sobreotros. Hermanos y hermanas, debemos prestar especialatención a este asunto. Cuando un hermano joven se une ala obra, primero tiene que ser probado. Una personasubjetiva siempre se considera a sí mismo como cabeza ysiempre pretende asumir el liderazgo. Siempre trata deimponer sus ideas en otros. En cambio, alguien que hasido tratado por el Señor, siempre será fiel y siempreestará dispuesto a hablar, pero nunca tratará de imponersu voluntad sobre otros. Nunca tratará de someter a otrosa su voluntad. Por un lado, mediante Dios él llega a serestable; por otro, no será subjetivo ni impondráunilateralmente nada sobre otros. Todos son libres paraobedecer a Dios o para desobedecerle. No podemos forzara nadie a hacer nada. Cada cual lleva su propiaresponsabilidad delante de Dios. Siempre debemos darlesa otros la oportunidad de escoger por ellos mismos.Esperamos que todos podamos ser flexibles, siempredándoles a otros la libertad para escoger y siemprepreguntándoles lo que quisieran hacer. Nuestra laborconsiste en presentarles los diferentes caminos. Lo queellos escojan depende de ellos. Debemos darles la libertadde hacer su propia elección en todo. Debemos hacer loposible por no tomar ninguna decisión por ellos.193SEISLa subjetividad se puede expresar a través de las cosasmás pequeñas en nuestra vida, ya que es una naturaleza,un hábito. Si la subjetividad de un hombre es quebrantadapor el Señor, éste mostrará un notable cambio en muchosactos pequeños de su vida cotidiana. Cuando una personaes subjetiva, lo es en todo. Le gusta controlar a otros,expresar sus opiniones, dar órdenes, y decirle a uno quehaga esto y a otro que haga aquello. La persona que essubjetiva tiene una solución para todos los problemas.Cuando se pone a un obrero del Señor joven junto conotros hermanos, inmediatamente se sabrá si es unapersona subjetiva o no. Si está solo, no podremosdistinguir si es subjetivo o no. Pero tan pronto comohayan dos personas, veremos que aquella que es subjetivasiempre tratará de estar sobre la otra. Querrá dar suopinión en cuanto a qué comer y qué no comer, qué vestiry qué no vestir, dónde dormir y dónde no dormir.Siempre insistirá en esto y en aquello. Dicha persona es"omnisciente y omnipotente". Cuando se ponen doshermanas en una habitación, inmediatamente podremosnotar si una de ellas es subjetiva. Si ambas son subjetivas,no se podrán llevar bien en nada. Si sólo una de ellas essubjetiva, tal vez puedan llevarse bien, pero si ambas loson, no podrán llevarse bien entre sí. Esto no quiere decirque de ahora en adelante tenemos que quedarnoscallados. Si surgen dificultades en la obra o surgenproblemas con los obreros, tenemos que ser fieles. Lo que 194estoy tratando de decir es que, una vez que hayamosexpresado nuestro punto de vista, si otros ignorannuestras palabras, no debemos forzarlos en nada. Nitampoco debemos sentirnos heridos si otros no aceptannuestras palabras. Muchos atesoran demasiado suspropias ideas, de modo que si otros no aceptan supalabra, se sienten dolidos. Esta es la reacción de unapersona subjetiva. Si hemos de ser fieles, siempretenemos que expresar nuestro sentir. Pero no debemoshablar simplemente porque queramos interferir en losasuntos de otros, ni porque nuestro temperamento nosexija hablar, o porque tengamos la costumbre de hablarsiempre. Ni tampoco tenemos que hablar cada vez quesurja la oportunidad de hacerlo. Podemos hablar cuandorealmente sea necesario, pero no tenemos que hacer unaregla o un hábito que tengamos que hablar todo el tiempo.Es incorrecto hablar cada vez que surja una oportunidad.No es correcto hablar con una lengua indisciplinada. Diosno nos ha asignado para ser maestros de todos. Algunosestán acostumbrados siempre a hablar y a enseñar aotros. Esto muestra claramente lo subjetivos que son. Si lasubjetividad de una persona no es quebrantada, le serádifícil trabajar para el Señor.Una persona subjetiva no es necesariamente una personafiel; el que es fiel habla porque tiene que hacerlo, nomeramente porque le guste hablar ni porque tenga elapetito de hacerlo. Una persona fiel habla porque noquiere que otros caigan en error. No habla simplemente 195porque tenga ganas de hablar. Si la persona fiel se dacuenta que sus palabras son rechazadas, no se sientedesalentado, puede apartarse en paz. Pero alguien que essubjetivo es muy diferente; siempre tiene un deseoapasionado de hablar, y si no lo hace se sienteinsatisfecha. Tal persona tiene el hábito de abrir la bocasiempre que ve algo. ¿Pueden ver la diferencia? Unapersona subjetiva habla porque le gusta hablar, porquedesea imponer su voluntad sobre otros. Le gusta dominara otros con sus ideas y le gusta que todos escuchen suspalabras. A dicha persona le es difícil aceptar el rechazode su voluntad. Hermanos y hermanas, una personasubjetiva es totalmente diferente a una persona fiel.Debemos ser fieles. Muchas veces es incorrecto no abrir laboca. Pero tenemos que diferenciar entre la fidelidad y lasubjetividad. A una persona subjetiva le gusta meterse enlos asuntos de otros. Le agrada que otros escuchen suspalabras. Le gusta controlar a los demás en todo. Leencanta dar órdenes a éste y dirigir a aquél. Siempreconsidera que su método es el mejor y que su manera esla más correcta. Quiere que todos tomen su camino. Laspersonas subjetivas no soportan que otros seandiferentes. Hermanos y hermanas, una persona subjetivaes la persona más estrecha del mundo. Uno sólo puede seramplio y generoso una vez que ha sido tratado por elSeñor y su subjetividad ha sido quitada. Sólo una personaamplia o abierta puede tolerar a aquellos que sondiferentes de ella. La subjetividad exige uniformidad oigualdad, y no puede tolerar diferencias en nadie. Si dos 196personas subjetivas comparten una habitación, no habrápaz en tal lugar. Una querrá hacer una cosa y la otraquerrá hacer otra; así que la habitación estará llena deargumentos. Una pensará que está llevando la cruz y laotra también pensará lo mismo. Ambas tendránproblemas entre sí y ambas creerán que están llevando lacruz. Esto es lo que sucede cuando dos cabezas subjetivasse juntan. Una persona subjetiva siempre trata demanejar y tener las cosas bajo su control y buscaestablecerse como el líder entre el pueblo de Dios.Siempre toma decisiones en el acto y decide cómo sedeben hacer las cosas. A tales personas les gustaentrometerse aun en el asunto más insignificante. Lesencanta interferir y controlar. Este es el problema básicode las personas subjetivas. Sabemos que Dios no lesconfía nada a tales personas. Nunca he visto que Dios leconfíe algo a una persona subjetiva. Dios no puede usar atales personas. Nunca he visto a una persona subjetivaque haya progresado mucho espiritualmente. Su manerade ser les impide recibir instrucción alguna. Una manerade ser que rehúsa ser instruida no se le puede enseñar yes inútil.A una persona subjetiva le gusta tomar control y hacerpropuestas. Tales personas crean problemas en la obra deDios. No sólo son torpes para aprender e ineptos paracumplir la comisión de Dios, sino que gastan todas susenergías en su propia subjetividad. Como resultado, notienen energías para la obra de Dios. Cuando una persona 197interfiere en los asuntos de otros, es negligente con supropia obra porque los asuntos de otros lo mantienenocupado. Si se preocupa por cuidar las viñas de otros,ciertamente descuidará su propia viña. Hermanos yhermanas, no tenemos el tiempo para consentir nuestrasubjetividad. Dios nos ha confiado suficiente ministerio,responsabilidad y obra. No tenemos el tiempo paraentremeternos en los asuntos de los demás. Tenemos queconcentrar nuestro tiempo y energías en el trabajo quedebemos hacer y estaremos suficientemente ocupados.Sólo aquellos que son negligentes en la obra de Dios y queno atienden a su propia responsabilidad delante Él, tienenenergías para involucrarse con los diversos asuntos deotros hermanos y hermanas. Es claro que todas laspersonas subjetivas han abandonado la obra que Dios lesha encomendado. Dejan su propia obra desatendida porocuparse en los asuntos de otros. Si un obrero descuida suobra para cuidar la de otros, su propia obra será pobre.Una persona subjetiva no es eficaz en la obra del Señor.Dios no puede confiar en él, y aun si le confiara algo, no lollevaría a cabo apropiadamente. Es difícil quitar lasubjetividad de una persona, porque se trata de sumanera de ser. Tal persona es subjetiva en todo aspecto,no sólo en la obra de Dios, sino también en su vidapersonal. Es subjetiva en cuanto a los asuntos de otros.Una persona subjetiva siempre está muy ocupada; quiereestar siempre involucrada en todo y, como resultado deello, no puede seguir una senda definida delante de Dios.Tiene su propia opinión y perspectiva y su propia manera 198de hacer las cosas. Esto representa un verdaderoproblema espiritual, una barrera espiritual. Tenemos queorar: "Señor, concédeme Tu gracia. Hazme una personaflexible delante de Ti. Quiero ser flexible y dócil, no sólodelante de Ti sino también delante de los hermanos yhermanas". Pablo era tal clase de persona. Sus cartas eran"duras y fuertes". En lo que respecta al testimonio de supersona delante del Señor, él era duro y fuerte, perocuando estuvo frente a los corintios su presencia parecía"débil y su palabra menospreciable" (2 Co. 10:10). Pablono comprometía su testimonio, por lo cual sus palabraseran "duras y fuertes", pero cuando hablaba con otros noera áspero sino manso. Hermanos y hermanas, tenemosque aprender a distinguir estos dos aspectos. En nuestroministerio tenemos que ser fuertes y duros, pero ennosotros mismos no debemos ser subjetivos. "Algunospredican a Cristo por envidia y contienda; pero otros debuena voluntad; estos lo hacen por amor, sabiendo queestoy puesto para la defensa del evangelio, pero aquellosanuncian a Cristo por ambición egoísta, no conintenciones puras, pensando añadir aflicción a misprisiones. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras,o por pretexto o con veracidad, Cristo es anunciado; y enesto me gozo; sí, me gozaré aún" (Fil. 1:15-18). ¿Puedenver el equilibrio en este pasaje? Si otros toman el mismocamino nuestro, agradecemos al Señor por ello, pero siotros no toman la misma dirección, sino un caminodistinto, aun así somos sus hermanos, y su actitud no nosmolesta. Tenemos que mantener este equilibrio. Por un 199lado, debemos ser fieles a nuestro testimonio; por otro, nodebemos ser subjetivos en nosotros mismos. Una personafiel nunca actúa subjetivamente, y una persona subjetivano es necesariamente fiel. Tenemos que trazar una líneade separación entre las dos.En resumen, la subjetividad es simplemente el yo que noha sido quebrantado. Hermanos y hermanas, debemosorar para que Dios aplique a nuestra persona su obra dequebrantamiento, a fin de que no seamos subjetivos enninguna manera, ya sea con relación a otros o conrelación a nuestros propios asuntos. El Señor tiene queaplastarnos por completo a fin de que lleguemos a serdóciles y mansos. Si no somos quebrantados, siempreseremos subjetivos de alguna manera. A diferencia dealgunos que tienen más percepción que otros, unapersona subjetiva siempre opinará, estará llena demétodos y buscará como controlar a los demás. Tenemosque permitirle al Señor que trate con nosotrosseveramente por lo menos una vez, a fin de ser aplastadoshasta caer postrados para no levantarnos nunca más.Entonces, cuando venga la prueba de nuevo, seremosfieles a nuestro testimonio, y les daremos a otros lalibertad de decidir si nos siguen o no. No tendremos lacompulsión de hablar. No estamos aquí para ser losmaestros de muchos, por lo que no debemos estaransiosos por hablar, proponer, tomar decisiones, enseñarni controlar la obra. Hermanos y hermanas, debemos serfuertes al ejercer nuestro ministerio, pero al mismo 200tiempo, debemos aprender a ser mansos y a no sersubjetivos delante del Señor.2019CONCERNIENTE ALDINEROuál debe ser la actitud de un obrero cristiano, unsiervo de Dios, en cuanto al dinero? Éste es unasunto muy serio, y a menos que el obrero tengauna victoria completa en este asunto, no podrá trabajarpara el Señor. Frecuentemente todo obrero tiene quemanejar dinero. Pero si el obrero tiene problemas en elmanejo del dinero, no podrá avanzar mucho. Por tanto,debemos tener presente que lo que está en juego es unasunto de suma importancia.Mammon, osea, las riquezas, está en oposición a Dios, asíque debemos rechazar su influencia. Ésta es la visiónapropiada que todos los cristianos deben tener hacia elC202dinero. Debemos estar alertas para no caer bajo su poder.Ningún obrero que esté atado por las riquezas materialespuede persuadir a otros a ser liberados de su control. Estono es posible. Si estamos atados y controlados porMammon, será imposible que ayudemos a los hermanos yhermanas a ser liberados de su control y atadura. Elobrero debe odiar la pereza y también debe detestar elpoder de las riquezas, de otro modo, no será útil en laobra de Dios. El dinero es un asunto crucial. Analicemosalgunos aspectos relacionados con el dinero.UNOEn primer lugar, observemos la relación que existe entreel dinero y el camino y la enseñanza del obrero. En elAntiguo Testamento tenemos la historia de Balaam, y enel Nuevo Testamento vemos el camino y la enseñanza deBalaam, lo cual se relata en 2 Pedro, Judas y Apocalipsis.Estos relatos nos muestran la importancia que Dios le daa Balaam, quien era un profeta que buscó su beneficiopropio. En otras palabras, él hizo un comercio delministerio profético. Balaam no ignoraba su posición deprofeta, estaba consciente de ella y le sacó provecho.Tampoco ignoraba la voluntad de Dios. Cuando Balac, elrey de Moab, se propuso destruir al pueblo de Dios,Balaam estaba plenamente conciente de que el pueblo deDios no debía ser maldecido; él sabía que era un pueblobendecido por Jehová. Sin embargo, debido a que codicióla oferta de Balac, quien le ofrecía darle todo lo que 203deseara, él acudió a Dios una y otra vez buscando Supermiso para hacerlo. Finalmente, Dios se lo concedió.Muchos piensan erróneamente que este episodio es unbuen ejemplo acerca de como esperar en Dios. De hecho,Balaam nunca habría consultado a Dios de no haber sidopor la promesa de Balac; sabía perfectamente que tal viajeno estaba de acuerdo con el Señor. Pues Dios nunca deseamaldecir a Su pueblo, sino mas bien siempre intentabendecirlo y cuidarlo con Su gracia. No obstante, Balaamindagó a Dios repetidas veces debido a la promesa quehabía recibido de Balac. Finalmente, Dios le permitió ir.Pero no por que fuera Su voluntad, sino que era sólo Supermiso para ir, considerando que si la oferta de Balacpodía generar tanta oración en Balaam, entonces le dijoque fuera. Indudablemente Balaam era un profeta, pero élpermitió que el dinero afectara su camino y lo condujera aextraviarse.Todo obrero cristiano que no haya resuelto el asunto deldinero en su vida, y que aún esté atado por su poder,ciertamente dejará que la influencia del dinero afecte sucampo de trabajo. Cuando él tenga que decidir a dóndedebe ir a trabajar, su decisión será influenciada por elapoyo financiero que pueda recibir. Irá a donde recibaayuda económica y no irá a donde no la den. El respaldomonetario se convertirá en su dirección. Si va solamente aadonde hay ayuda financiera, seguramente no irá a unlugar pobre o, en todo caso, si llega ir a tal lugar, sequedará poco tiempo. En cambio, si en otro lugar hay un 204apoyo generoso, espontáneamente será atraído por suapoyo y sentirá que Dios lo está conduciendo a ese lugar.Algunas oraciones sólo siguen a la ayuda monetaria. Eldinero se convierte en el centro de atención. El beneficiopropio y el dinero condujeron a Balaam a molestar a Diosrepetidas veces, insistiendo acerca si debía ir o no. Haceunos diez años, un hermano de mayor edad comentósobre la situación tan lamentable en que se encuentranlos cristianos, diciendo: "¡Consideren cuántos siervos deDios van en pos del dinero! Tantos lugares pobres carecende cuidado espiritual, y miren cuántos obreros seamontonan en los lugares más prósperos. ¿No hay algoque está mal en la dirección que han recibido?". Ésta fueuna palabra fuerte. Si un hermano no ha resuelto elasunto del dinero, no será una sorpresa que sus pasossean como los de Balaam. El camino que tome serádeterminado por la cantidad de ayuda económica quereciba. La cantidad de apoyo económico se convertirá enla dirección para su camino. Si un lugar es pobre, él no lovisitará, o lo hará raramente. Y si lo visita, se irá de allírápidamente. Pero si un lugar es rico y tiene abundancia,él lo visitará más o permanecerá allí permanentemente. Eldinero se convertirá en la fuente de su dirección. A talespersonas Dios sólo puede decirles: "ve y cumple tu deseo".Un obrero que no esté libre de la influencia del dinero, esinútil. Si con respecto al dinero, un obrero no puedejactarse como Pablo se jactó, tal obrero es inútil. Si nopuede librarse del dinero y de su influencia, no puede serun ministro de Dios; su camino ciertamente será el mismo 205que el de Balaam. Algunos son fácilmente dominados porel dinero; el dinero fácilmente determina su camino.Como consecuencia, su camino viene a ser el camino deBalaam. El cual es simplemente un camino determinadopor el dinero. Que el Señor nos conceda Su gracia paraque seamos liberados de la influencia del dinero. Nodeseamos ver que ninguno de nosotros se convierta en unmendigo, y que la ubicación donde labore sea el lugardonde mendiga. Una vez que hacemos esto, nosconvertimos en esclavos del dinero. ¡Es lamentable yvergonzoso que un siervo de Dios sea conducido ycontrolado por el dinero! ¡Es una vergüenza que en lugarde buscar la guía del Señor postrándose a Sus pies, vayana donde el dinero los guíe! Si una persona no ha sidoplenamente liberada del dinero, realmente puede estarbajo una profunda esclavitud al dinero, aun cuando diceque está bajo la dirección de Dios. ¡Esto es muyvergonzoso! Por supuesto, el asunto del dinero es muysuperficial. Si el Dios en quien creemos es viviente,entonces podemos ir a cualquier lugar. Pero si Él no lo es,entonces podemos emprender la retirada y no hacer nada.Es una vergüenza predicar al Dios vivo y tomar un caminoque es gobernado por el dinero. ¡Esto es una granvergüenza!En el Nuevo Testamento Pedro habla del camino deBalaam, y nos muestra lo que significa: "Tienen los ojosllenos de adulterio, no cesan de pecar, seducen a las almasinconstantes, tienen el corazón ejercitado en la codicia, y 206son hijos de maldición" (2 P. 2:14). Aquí el énfasis recaeen el ejercicio habitual de la codicia. La codicia es unasunto del corazón, y esta puede convertirse en un hábito.Cuando alguien es dominado por la codicia una, dos omuchas veces, la codicia se convierte en su hábito. "Handejado el camino recto, y se han extraviado, siguiendo elcamino de Balaam, hijo de Beor, el cual amó el pago de lainjusticia" (v. 15). ¿Qué sucede cuando una persona cae enel hábito de la codicia? Él abandona el camino recto y seextravía siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor.Hermanos y hermanas, Dios ha puesto ante nosotros "elcamino recto". ¿Cuál camino debemos escoger? Algunoshan abandonado el camino recto y se han extraviadosiguiendo el camino de Balaam. ¿Cuál es "el camino deBalaam"? Él era un profeta que amó el pago de lainjusticia. Esto nos demuestra claramente que el caminode Balaam es un camino que compromete el ministerioprofético de uno al venderlo por ganancia personal. Peroel evangelio no se vende, ni se vende el ministerioprofético. No podemos vender el evangelio de Dios ni elministerio de los profetas. Con todo, aquí vemos a unhombre que vendió su ministerio profético. Su caminoestaba errado. Su corazón se llenó de codicia. Por esto seextravió tan pronto como sobrevino la tentación. La razónpor la que Balaam aceptó la oferta de Balac no fuemeramente porque se le cruzó por la mente un simplepensamiento de codicia; sino que fue el resultado de quetenía el hábito de codiciar. Hermanos y hermanas,¿pueden ver este punto? En él la codicia era un hábito. 207Ésta fue la razón por la que él se extravió tan pronto comoBalac le ofreció dinero. Si el poder de Mammon no eserradicado de nosotros, nuestros pies correrán tras él tanpronto como su cebo sea puesto ante nosotros, y asísacrificaremos nuestra utilidad al Señor. Si deseamosseguir por un camino recto, tenemos que rechazar porcompleto a Mammon. De otro modo, aunqueexternamente podamos buscar la dirección del Señor,orando por orientación y procurando la voluntad del Dios,nuestros pies permanecerán en la senda incorrecta.Balaam oraba, procuraba hacer la voluntad de Dios yesperaba en Él, pero a pesar de ello, tomó el mal camino.Recuerde por favor, que mientras el dinero ocupe unlugar en nuestro corazón y la codicia se convierta en unhábito para nosotros, podemos orar todo lo que queramospara que Dios nos impida ir a cierto lugar, perofinalmente el dinero dirigirá nuestros pasos. Seremosincapaces de tomar el camino recto.Judas también habla de Balaam. El versículo 11 dice: "Ayde ellos porque ... se lanzaron por lucro en el error deBalaam". Esta es una palabra dura. Algunos se lanzaronpor motivos de lucro. Lanzarse significa correr rápido,velozmente y con prisa. Algunos se han lanzado al errorde Balaam. Los hijos de Dios deben ser completamenteliberados de codiciar el lucro. De otra manera, no tendránotra opción que tomar el camino del error.208Además de hacer referencia a Balaam, 2 Pedro 2:3describe otra condición: "y en su codicia, haránmercadería de vosotros con palabras fingidas. El juiciopronunciado sobre ellos hace tiempo no está ocioso, y sudestrucción no se duerme". 2 Pedro 2 habla de los falsosprofetas. ¿Qué hacen los falsos profetas? En su codiciafingen palabras para hacer mercadería de los creyentes.Ellos son codiciosos y buscan su propio beneficio; por lotanto, fabrican mentiras. Si el camino de una persona esdirigido por el dinero, tarde o temprano su enseñanzatambién lo será. Podemos asegurar esto. Tal persona lesdirá una cosa a los pobres y otra a los ricos. Él les hablaráa los pobres sobre una clase de demanda del Señor, ycuando vengan los ricos les hablará de otra clase dedemanda del Señor. Sus palabras serán dirigidas por sudeseo de obtener ganancias propias. Es decir, suenseñanza estará influenciada por el dinero. La palabra deDios es franca y fuerte. Temo que algunos hayan seguidoel ejemplo de los falsos profetas y de los falsos maestros.Si la línea de conducta de una persona es dirigida ygobernada por el poder del dinero, tal persona es un falsoprofeta y un falso maestro. Ningún profeta, instructor omaestro que sea un fiel siervo de Dios debe sermanipulado por el poder del dinero. Si alguien puede sercomprado con dinero, si puede ser influenciado por eldinero y el dinero puede cambiar la dirección que tome,debe cubrirse con cenizas y confesar que es un profetafalso y un maestro falso. Él es un falso siervo de Dios, noes genuino. Éste es un asunto muy serio. Debemos ser 209librados totalmente de Mammon. Aquellos que songuiados por el dinero en cuanto al camino que tomen y alas palabras que hablen, deben ser quitados de la obra deDios.Pedro y Judas no fueron los únicos que hablaron de estetema. Pablo le dijo lo mismo a Timoteo subrayando estepeligro de caer en la codicia. En 1 Timoteo 6:3 dice: "Sialguno enseña cosas diferentes, y no se conforma a lassanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a laenseñanza que es conforme a la piedad". ¿Qué quieredecir ser uno que enseña cosas diferentes y no seconforma a las sanas palabras de nuestro SeñorJesucristo? Los versículos 4 y 5 dicen: "Está cegado por elorgullo, nada sabe, y padece la enfermedad de cuestionesy disputas acerca de palabras, de las cuales nacenenvidias, contiendas, calumnias, malas sospechas,constantes altercados entre hombres corruptos deentendimiento y privados de la verdad, que toman lapiedad como fuente de ganancia". Es interesante observarque en la historia de la iglesia todos los maestrosheréticos, aquellos que enseñaron algo diferente, fueronlos que tomaron la piedad como fuente de ganancia.Ninguno de ellos se entregó tanto como Pablo; pues ellossiempre calculaban cuánto podrían obtener por lo quehacían. ¡Ninguno de nosotros debe tratar de obtenerganancia de ninguna persona valiéndose del evangelio!Nada en este mundo es tan condenado por Dios como elhecho de tomar la piedad como fuente de ganancias. Nada 210puede ser más bajo que hacer de la obra cristiana unafuente de ganancias. Esto es lo más detestable. Tomar lapiedad como fuente de ganancias es lo más repugnante.Todo obrero debe estar totalmente libre de cualquierpensamiento de lucro antes de involucrarse en la obra.Hermanos y hermanas, si desean laborar para el Señor,deben estar totalmente libres de la influencia del dinero.La muerte y el hambre deben ser preferibles que trabajarpor lucro personal. Todo obrero del Señor tiene que sermuy estricto en este asunto. Si alguien nos tienta atransigir en esto, no debemos concederle ni un centímetrode terreno. Tenemos que seguir a nuestro Señor de formaincondicional. Hermanos y hermanas, podemos vendernuestra ropa y nuestras posesiones, pero nunca podemosvender nuestra verdad y nuestra piedad. A menos que nosdeclaremos muertos para con Mammon y que nuestramente esté totalmente libre de su influencia, sería mejorno tocar nada de la obra del Señor. El versículo 6 dice:"Pero gran ganancia es la piedad acompañada decontentamiento". Es aquí donde reside la verdaderaganancia: donde hay piedad, hay contentamiento. Cuandotenemos piedad, ya no pedimos nada más, no esperamosnada más y nos quedamos satisfechos con lo que tenemos.Ésta es la verdadera ganancia, una gran ganancia. Seríauna vergüenza para la piedad que vayamos en pos deganancias económicas. Pero gran ganancia es la piedadacompañada de contentamiento. Los versículos del 7 al 10son de suma importancia para los obreros del Señor:"Pues nada hemos traído a este mundo, porque nada 211podremos sacar. Pero teniendo sustento y abrigo estemoscontentos con esto. Mas los que quieren enriquecersecaen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias ydañosas, que hunden a los hombres en destrucción yruina. Porque raíz de todos los males es el amor al dinero,el cual persiguiendo algunos, se extraviaron de la fe, yfueron traspasados de muchos dolores". Hermanos yhermanas, nunca debemos hacer de la piedad un mediode ganancias. Debemos ser totalmente libres de lainfluencia del dinero. Si tenemos problemas para venceren este asunto, sería mejor buscar otra ocupación. Jamásdeberíamos caer tan bajo como para buscar que nospaguen por nuestra predicación y nuestra obra. Seríamejor tener otra profesión y servir al Señor de otramanera. No hay nada malo en servir al Señor en cualquierempleo decente, pero nadie debería ser descuidado encuanto al asunto del dinero ni traerle vergüenza alnombre del Señor por causa del dinero. El obrero delSeñor debe ser íntegro en este asunto. Su corazón debeestar completamente libre del amor al dinero. Tiene queser absoluto, porque la Palabra de Dios condenaseriamente cualquier impureza relacionada con el dinero.En Judas 16 dice: "Estos son murmuradores,quejumbrosos, que andan según sus propiasconcupiscencias, cuya boca habla cosas infladas, adulandoa las personas para sacar provecho". Muchos hablan cosasinfladas. Se jactan de la cantidad de oraciones contestadasy de las muchas veces que han realizado milagros 212increíbles y obras maravillosas. Pero ellos dicen estascosas "para sacar provecho". Muchas personas dicen loque a otros les gusta oír para adularlos y sacar provecho.Tenemos que eliminar cualquier motivo que nos induzcaa buscar nuestro beneficio propio. Éste es un rasgo básicodel carácter de un obrero del Señor. Una persona quecede en el asunto del dinero hará concesiones en todas lascosas. Con respecto al dinero debemos ser severos, muyseveros, y no ceder a ninguna corrupción. Como obrerosdel Señor, tenemos que ser íntegros, absolutamentelimpios en cuanto al asunto del dinero.DOSAhora consideremos cómo el Señor Jesús entrenó a Susdiscípulos en este asunto. Lucas 9 narra que Él envió a losdoce discípulos, y el capítulo 10 registra que Él envió a lossetenta. De los cuatro Evangelios, solamente Lucasregistra el envío de los setenta. Al enviar a los doce, elSeñor les dijo: "No toméis nada para el camino, ni bastón,ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cadauno" (9:3). El Señor les mandó que dejaran atrás muchascosas. Cuando Él comisionó a los setenta, les dijo: "Nollevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias" (10:4). Un puntocomún en ambos casos es el dinero. Es decir, que el dinerono debe ser un artículo que el obrero precise para sulabor. Más tarde, el Señor les dijo: "Cuándo os envié sinbolsa, sin alforja, y sin sandalias, ¿acaso os faltó algo?Ellos dijeron: nada" (22:35). Enseguida el Señor dijo "Mas 213ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y elque no tiene espada, venda su capa y compre una" (v. 36).La razón para esto fue que la dispensación habíacambiado. Para entonces, el Señor Jesús ya había sidorechazado. Mientras los israelitas tenían la oportunidadde recibir al Señor, no había necesidad de estas cosas. Elpunto que debemos subrayar en este caso es que, alcumplir su comisión para el Señor, un obrero no debeprestar atención a su cartera. Todo su ser debe estarcentrado en su mensaje, no en su cartera. Salimos paratestificar que Jesús de Nazaret es el Señor designado porDios. Nuestro ser debe centrarse en el mensaje, no en lacartera. En otras palabras, estamos calificados paratrabajar sólo si estamos totalmente libres del dinero. Sivamos a ir de ciudad en ciudad a predicar el evangelio delreino, no debemos ser como un camello que se atora en elojo de una aguja y queda excluido del reino, mientras queal mismo tiempo les habla a otros sobre la necesidad deentrar en el reino tomándolo con violencia (Mt. 11:12).Esto es imposible.¿Qué significan las palabras no llevéis? Estas palabras nosmuestran que el principio del evangelio contradice elprincipio de la cartera y de las dos túnicas. Cuandoalguien se prepara para predicar el evangelio, no debefijar su mente en estas cosas. Para un viaje ordinario, unonecesita de una cartera para llevar dinero, un bastón paracaminar y dos túnicas para cambiarse. Todas estas cosasson necesarias. Ésta es la razón por la que el Señor les dijo 214a Sus discípulos que llevaran esto en Lucas 22. Entonces,¿por qué les dijo que estas cosas no eran necesariascuando Él envió a los doce discípulos en el capítulo 9 y alos setenta en el capítulo 10? Él les prohibió estas cosasporque un predicador del evangelio no debe fijar sumente en estas cosas. Cuando alguien es enviado, debe ir.Debe ir si hay dos túnicas y debe ir si solamente hay una.Debe ir con o sin bastón, con o sin dinero, y con o sincartera. Esto es lo que significa ser un predicador delevangelio. Éste fue el entrenamiento básico que el Señorles dio a los discípulos cuando Él envió a los doce y a lossetenta a la obra. Hermanos y hermanas, tenemos queestar claros en este asunto. Si el corazón de un hombreestá centrado en el evangelio, estas cosas de menorimportancia no serán importantes para él en absoluto. Sitales cosas son de mucha importancia para él, sería mejorque no saliera. Si hemos de predicar el evangelio, nuestraropa, cartera y bastón no deben ser una preocupaciónpara nosotros. Si lo son, no somos aptos para predicar elevangelio. El evangelio requiere que nos enfoquemosabsolutamente en él; requiere tanto de nuestra atenciónque estas cosas deben llegar a ser irrelevantes paranosotros. El evangelio es lo único que debe ocuparnuestros corazones. Cuando nos alistamos para realizarnuestro trabajo, debemos estar contentos si tenemos o notenemos hospitalidad. Tenemos que ponernos del lado deDios y llevar un testimonio glorioso para el Señor. Esta esla razón por la cual el Señor dijo: "En cualquier casadonde entréis, primeramente decid: paz sea a esta cas