Capítulo veintiuno

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Quedé boca abierta, sin saber que hacer o decir, los labios de las dos personas que estaban delante de mí no se separaban. Me moría de ganas de gritar, llorar, golpearle a ella, y a él por no apartarla de su lado.

El amor es difícil, y al parecer más amando a Justin Bieber. Parece un  amor imposible para mí, sintiéndome como su nuevo juguete para tenerme siempre que quisiera a su lado.

Parecíamos de dos mundos completamente diferentes, aparte que nuestros corazones no latían al mismo ritmo que el otro.

El mío abandonaría mi pecho solo con verlo lejos de mi vida, y el suyo latía igual cada vez que estaba cerca de otra chica. Dejé a mi familia sin dudarlo, iría con él a cualquier parte del mundo. A América, a Latinoamérica, a Europa, a cualquier lugar pero solo si él estaba conmigo.

Lloré, resonando el llanto por todo el pasillo del instituto, clavando mis uñas en mi propia piel, imaginando que mis ojos enrojecían por las lágrimas que salían sin parar.

El mundo se detenía, y Bieber, el chico duro de nuestro instituto, se olvidó de mí por unos instantes. Encogió mi corazón con solo unos detalles, y no lo olvidaría nunca de mi cabeza.

Me separé de su lado, las risas de sus amigos me enloquecieron, mis labios se unieron, y gruñí entre dientes. Dafne era oficialmente mi enemiga, la persona que me apartó del chico al que tanto quería.

Levanté mi mano con la intención de separarlos, tirando de su cabello hacia a mí. Tiré con todas las fuerzas, ella hizo lo mismo el primer día que descubrió que Justin hizo el amor conmigo.

—¡Suéltame! —Gritó intentando apartar mi mano de su cabello—¡Justin!

—No lo haré—Seguía llorando sin importarme que él me viera—¡No te voy a soltar!

Bieber solo miraba sin saber que hacer, sus brazos estaban pegados a cada lado de su cuerpo, con la mirada perdida en mí. Sentí como unos brazos me levantaban del suelo, como los gritos de dolor de Dafne callaban, y como todas las voces quedaron en silencio de repente.

Me alejaba de todos ellos, sin importarme quien me arrastraba en contra de mi voluntad. Mi mirada se encontró con la de Bieber, y quedó cabizbajo cuando vio todas las lágrimas de mis ojos.

Doblamos el pasillo y entramos en el cuarto de baño de chicas, por fin mis pies tocaron el suelo, y caí de rodillas. Me faltaba el aire, cada vez era más complicado coger bocanadas de aire.

—Me asfixio—Dije con dificultad—Ayuda.

Levantaron mi cabeza con unas suaves manos, mis ojos se encontraron con unos claros celestes, me miraba preocupado, soplándome para que reaccionara, sentía su aliento mentolado rozar mis labios.

No me importaba, él no era Bieber, y mi maldita obsesión me hacia quererlo a él y no a otro. Apartó mi cabello, y me zarandeó para que reaccionara. Olvidé hablar, respirar, e intentar seguir viviendo, una maldita imagen, me robaba la esperanza.

—¡Jude! —Escuché como gritaba mi nombre—Sigue escuchando mi voz.

—No...No puedo...Respirar—Me sujeté de su jersey para no caer, la fuerza se esfumó—Quiero...volver...a...casa...Ryan.

—De acuerdo.

No dijimos nada más, sentí como sus fuertes brazos me levantaban del suelo, y caminaba para salir de aquel cuarto de baño. Me sujeté por su cuello, y olvidé la escena del pasillo.

—¡Noooo! —Grité recordando el beso—No—Volví a llorar.

No podía parar, las lágrimas me solían, ardían en mi piel, y en el momento que pasamos justo delante de mi taquilla reviví la escena que tanto empecé a odiar.

 —Shhhh—Dejó salir Ryan de sus labios—No llores, o nos descubrirán, han cerrado la puerta principal, saldremos por el aula de gimnasia.

Le hice caso, mordí mi labio silenciando cualquier gemido del dolor que me causaba Bieber. Sentí una caricia en mi cintura, y cerré mis ojos.

Hace un par de horas era Justin quien me abrazaba, me prometía que dejaría atrás su vida de peleas callejeras, y llegó golpeado, ensangrentando, y con mentiras.

Solo esperaba que Dafne por unos momentos mintiera, pero cuando los vi besando, y él no la apartó, pareció que me dio una respuesta a la pregunta que me hice en la cabeza.

Bajé al suelo, y esperé a que Ryan, mi nuevo cómplice de dolor y el único que conocía la tristeza que sufría con su mejor amigo, abriera la puerta para salir. Consiguió abrir el candado, y volvió a dejar la horquilla negra en mi cabello.

Seguí sus pasos con la cabeza cabizbaja, mirando mis zapatos sin mirar hacia delante. Mi pequeño mundo se destruía poco a poco, era doloroso y espantoso.

El coche quedó delante de mis ojos, un lexus color gris, bajó la ventanilla y me dijo que subiera, cuando de repente una voz me sobresaltó y consiguió que mi corazón volviera a latir con fuerza.

—¡Jude! —Gritó Justin acercándose corriendo—¡No te vayas! —Bajaba las escaleras sin mirar los escalones, podía caerse—¡Espera!

No quería hablar con él, sus palabras me convencerían de que no había hecho nada malo, y lo hizo, me rompió el corazón, y no se preocupó en venir a mí cuando más lo necesitaba.

Di la vuelta al coche, y me subí sin dudarlo, Bieber seguía corriendo intentando acercarse hasta nosotros.

—¡Ryan no arranques!

—¡Rápido! —Le ordené—¡Conduce!

—¿Segura? —Ryan no sabía a quién hacer caso.

—Te lo suplico—Dije con la voz temblorosa.

—Te lo suplico—Dije con la voz temblorosa

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My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora